Amor bajo dictadura (Segunda...

Oleh Nana_chaiz

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Continua los pasos de Laila en la España fascista. Todo volverá a complicarse y su vida dará un giro inesper... Lebih Banyak

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capitulo 40. Final

Capítulo 39

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Oleh Nana_chaiz


15 de marzo de 1990

Se encontraba en clase, en ese momento en el cambio de hora. Clase de historia le tocaba ahora, justo la que más odiaba. Llevaba un día horrible y solo faltaba eso, clase de historia.

Su madre se pasaba el día castigándola por las notas tan malas que sacaba en esa asignatura, ¿pero que le iba a hacer? No era su fuerte. Además ya estaba castigada desde hacía un mes, pero eso era de lo que más orgullosa se sentía. Recordaba el momento como si fuera hoy mismo.

Plantarse en la plaza de toros y gritar "asesinos" a los toreros, fue el mejor momento del día. Por desgracia se les fue de las manos y ella acabó detenida. Pero se sentía satisfecha. Salieron en las noticias y todo. Todo el mundo sabía por lo que luchaban, y aunque estaban siento juzgados de malas maneras, algunas personas se ponían de su parte y con eso bastaba.

-¿Hoy tienes comida familiar no? -le pregunto Eva, su mejor amiga.

-Si... Verás la que me va a caer. Encima también estarás mis abuelos... No me apetece nada. -Suspiró con abatimiento.

-¿Pero si les quieres mucho no? -su amiga parecía estar disfrutando con su frustración.

-Claro que les quiero. Pero ya están mayores, y resultan un poco aburridos. Mi abuela me hará hablar en alemán, para que no se olvide que ellos son alemanes. En fin... lo de siempre -hundió la cara entre sus manos.

Eva a su lado, sentada en su pupitre rio divertida. En ese momento entró la profesora de historia. "Tan aburrida como la propia historia" solía decir Eva.

-Abran sus libros por el tema 7. La segunda guerra mundial. -Se escuchó un murmullo de desaprobación por todo el aula. -Esta lección la impartiré de diferente manera. A todos les asignaré un tema en concreto y luego haréis un trabajo sobre ello. Buscando toda la información posible. Después, cuando llegue el día de entrega lo expondréis. -El alboroto de la clase era cada vez más elevado.

-Lo que faltaba... Encima hacer trabajo y exponerlo.

-No os quejéis tanto -La profesora intenta hacerse oír entre todas las voces. -Los que hagáis el trabajo bien, os librareis de hacer examen de este tema.

Toda clase se cayó. Escuchando atentos, pues eso de no haber examen les interesaba.

-¿De verdad no habrá examen? -preguntó uno de los alumnos, de los cuales les gustaba más hacer el tonto por ahí que estudiar.

-Sí. Pero siempre y cuando el trabajo sea adecuado, este bien elaborado y lo expongáis bien.

Siguió explicando las normas un rato más. Las clase escuchaba atenta, todos animados ante la noticia de no tener examen.

-¿De qué nos tocará hablar? -Eva se encontraba claramente emocionada.

Comenzó a repartir los trabajos. A su amiga le tocó hablar del ataque de Pearl Habor. Algo que le emocionó. A ella le tocó del Holocausto judío. El alma se le cayó a los pies. No sabría ni por dónde empezar. No tenía ni idea alguna sobre ese tema.

-¿Y yo de donde saco información sobre eso? -Su frustración era cada vez más palpable. - Ni si quiera se casi de que va.

-Eres un desastre...

Le entraron ganas de llorar. Parecía que la profesora la odiara.

La clase terminó. Todos los alumnos salieron pitando. El día acaba y por fin se iban a casa.

-Cristina. -la llamó la profesora cuando se disponía a salir por la puerta. -Acércate.

Se plantó frente a su mesa, con cara de no querer volver a verla en su vida.

-No creas que he escogido ese tema porque te tenga manía. Pero es uno de los mas difíciles, y con las notas tan bajas que tienes en esta asignatura he creído oportuno que lo hagas de este tema.

-Si tengo malas notas, ¿Que le hace pensar que haré bien el trabajo? -En ese momento quería estrangularla.

-Aunque no lo crea, eso también he pensado -comenzó a tratarla de usted, al ver que Cristina no le tuteaba. -Si me hace este trabajo perfecto, le aprobaré el trimestre.

Su cara debió de ser como un chiste, porque la profesora se rio delante de sus narices.

-Vaya a casa y póngase con ello. Verá que el tema le llamará más la atención de lo que espera.

Se marchó sin despedirse. No sabía por dónde empezar, pero necesitaba aprobar esa asignatura, fuera como fuese. Eva ya no estaba allí, por lo que cogió camino y se marchó directa a casa de sus abuelos. Deseosa de que ese día pasara rápido. Pondría al trabajo como escusa para marcharse antes.

-Hola cariño -Su abuela siempre tan sonriente. ¿Como lo hacía para ser tan feliz? -Que ganas tenía de verte. -Clavó sus ojos grises en ella, siempre conseguía intimidarla.- ¿Qué te pasa? ¿Estás mala?

-No, estoy bien. -Dejó sus cosas en la entrada y se sentó en el salón, a esperar la comida.

Sus primos y tíos al final no vendrían. Por lo que solo iban a estar sus padres, sus abuelos y su hermano César. En parte era un alivio.

-A comer -le avisó su madre.

Se levantó de mala, llegó a la cocina y se dejó caer sobre la silla. Frente a ella, una pechuga de pollo empanada con patatas fritas reposaba sobre su plato.

-Mama te dije que no como carne -Estalló hecha una furia.

Sus abuelos le miraron atónitos, su hermano se rio y su padre como de costumbre pasó del tema.

-No me acortaba, perdona. -Se disculpó su madre. -Comete eso por hoy, que no hay mas comida hecha.

-No pienso comerme esto...-Dijo señalando con cara de asco la pechuga.

Su madre empezó a ponerse roja del cabreo. Su abuela no tardó en levantarse de la silla.

-Tranquila cariño. Ahora mismo te hago otra cosa. -Su abuela siempre tan servicial.

Le preparó unas verduras salteadas que le quedaron buenísimas. Al terminar, se levantó de la silla y se dirigió a la habitación de su abuelos, donde se hallaban infinidad de libros. Seguro que algo encontraba allí.

Se encontraba sumergía en un libro, cuando alguien entró en el cuarto. Era su abuela.

-Perdona abuela, no quería molestar. -Se disculpó nerviosa.

-Mi niña, tu nunca molestas. ¿Qué haces? -Su abuela era muy curiosa.

-Buscando información para un trabajo. Un tostón, para que me entiendas.

La risita tímida de su abuela inundó la estancia.

-¿De qué trata el tema? -preguntó curiosa, acercándose a ella.

Cristina suspiró.

-Del Holocausto judío... No sé ni por dónde empezar...

Laila la miró fijamente.

-No vas a encontrar nada de ese tema en los libros. ¿Sabes algo sobre ello?

-Pocas cosas. Que les encerraron, que les marcaban con un números en el brazo y que estaban obligados a llevar la estrella esa amarilla.

-La estrella de David -le corrigió Laila.

Las dos se miraron. Laila le indicó que se sentase en la cama. Cuando lo hizo, ella también se sentó.

-¿Sabes algo sobre el tema abuela?

-Claro que se. Por eso te he dicho que buscabas información en un mal lugar.

-¿Y donde debo buscar? ¿En una biblioteca?

-No. Lo tienes más cerca cariño -Laila se descubrió el brazo. Los ojos de Cristina parecían platos al ver ahí el tatuaje con ese número de identificación.

No se lo podía creer. Su abuela era judía y ella nunca lo había sabido. Estaba alucinando.

-Abuela... Eres judía... ¿El abuelo también? Si lo sois ¿por que ya no somos judíos?

-Solo soy yo judía. Tu abuelo... Era un nazi.

-¿Nazi? -No se lo podía creer.

-Tu abuelo formó parte de las SS. Y fue en Auschwitz donde le conocí.

-Y... Abuela, ¿Cómo pudiste enamorarte de un SS? -En su cabeza no podía entender algo así.

Los nazis, según tenía entendido, fueron los hombres más crueles que pisaron la tierra. Aunque sí que era verdad, que no fueron los únicos que hicieron las cosa mal.

-Pues, por una sencilla razón. Me salvó la vida en más de una ocasión. Cuando todo mi futuro era negro, él llegó a darle algo de luz. Me ayudó tanto que no puedo recordar todas las veces que lo hizo. Tu abuelo, fue un SS, pero también fue y será las persona más maravillosa que he conocido.

Cristina sonrió a su abuela. Entendía lo que sentía, pues ella también estaba enamorada. Se alegró de pertenecer a una familia así. Nunca se paró a pensar de dónde procedían, del pasado de sus abuelos. Nunca se paró a pensar porque su abuela quería que aprendiese Alemán. Solo de se dignaba a quejarse por ello.

-Por cierto. Me ha contado tu madre lo que hiciste en plaza de toros. - No sonreía, solo la miraba, con esos ojos grises tan penetrantes que le ponían tan nerviosa.

-No me eches la bronca tu también abuela... Ya he tenido bastante con mis padres...

Laila soltó una risita.

-No te voy a echar la bronca cariño. -Le acarició la cabeza en un gesto de ternura. -Solo quiero decirte que estoy orgullosa de ti. Muy orgullosa.

-¿Por meterme en líos? Si te oye mamá te mata.

-No, no es por meterte en líos. Estoy orgullosa de ti por defiendes al débil y al que no se puede defender. Exactamente igual que tu abuelo. -Volvió a sonreírle.- No solo te pareces físicamente a él. Que eso es evidente -dijo, señalando sus ojos azules y agarrándole un mechón de pelo rubio. -Si no que también en tu forma de ser te pareces a él. Por eso estoy orgullosa de ti.

Las dos se abrazaron.

Nunca había estado tan a gusto con su abuela y nunca se habían sincerado tanto. Pero quería saber más. Quería saberlo todo sobre su vida.

-Abuela, ¿Podrías contarme todo? Desde el principio. Antes de conocer al abuelo. Quiero saberlo todo.

Laila accedió a contarle todo. Desde que nació, hasta el día de hoy. Le contó lo de Pablo, que casi se va a la guerra por él. Cuando tuvieron que huir de España. Le hablo de Blaz, su mejor amigo sin duda. De la primera vez que vio a Adler y el tortazo que le dio. Le habló de Dirk y lo bueno que fue siempre. Las dos coincidieron en que no se mereció algo así.

Le habló de Iris, de Teresa, de su trabajo en el hotel. De cuando la policía la detuvo por qué no encontraban a Pablo. De cómo, de nuevo, Adler volvió a salvarla.

Estuvieron ahí hablando durante horas, sin darse cuenta ninguna de las dos de que había más gente en casa. En ese momento estaban solo ellas.

Rieron, lloraron, volvieron a reír. Pero sobre todo, estaban felices. Laila siempre quiso contarle todo eso a alguno de sus nietos, y al fin pudo hacerlo. Y Cristina, aprendió mas en aquella tarde, que en toda su vida. Y aprendió a querer y a conocer a su abuelos de una forma que jamás había logrado hacer.

Alguien llamó a la puerta.

-Pasa Adler -invitó Laila. A Cristina le impresionaba aun la capacidad de su abuela para conocer cualquier gesto o ruido que hiciera Adler. Siempre sabía si era él quien llamaba.

-Solo quería saber si estabais bien. Lleváis mucho aquí metidas y todos se empiezan a preocupar.

-Estamos bien -respondió Laila. Sus ojos aun brillaban al verle.

Cristina nunca se fijó bien en su abuelo. Nunca se fijo en sus fotos con detenimiento. Cuando era joven tenía un gran porte. Y era muy atractivo. Ahora ya andaba algo encorvado y su rostro ya estaba arrugado. Sin embargo, en las fotos que tenían él y su abuela en conjunto y ambos se miraban, se percibía la misma mirada con la que se estaban mirando en ese momento. Cristina, desde ese momento creyó en el amor eterno.

-Cariño, ¿puedes irte un momento? -le preguntó Adler a Laila. -Necesito hablar con Cristina un momento.

-Claro, os veré fuera.

Laila se levantó y se marchó. Adler se aproximo a la cama y se sentó.

-Cristina -Adler y Laila siempre le llamaban así, nunca Cris como solían hacer los demás. Pero no le importaba, más bien lo contrario. Le encantaba. -Necesito que me ayudes a preparar una boda.

-¿Quien se casa? -estaba perpleja. Para nada se imaginaba algo así.

-Tu abuela y yo.

Cristina rio.

-Pero si ya estáis casados...

-Un día le prometí que nos casaríamos como ella quisiera. Y ya he esperado mucho tiempo. Se lo debo. Quiero que tenga la boda que siempre quiso.

-Vaya... Que romántico -A Cristina le encantó la idea. -¿En qué iglesia?

-En ninguna. Ella quiere casarse en su granja.

-¿Por granja te refieres a de Alemania? Donde viven Gabriel e Iris

-Exacto. Por eso necesito que me ayudes. ¿Lo harás?

Se quedó pensado un momento. Era una locura. Pero locuras así merecían la pena vivir y más si lo podía organizar ella misma.

-Cuenta con ello.


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