Efusivo Error

By MargotCrow

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Naruto [Universo Alterno] {Sasosaku} Sakura es una chica promedio que tiene una vida rutinaria de estudiante... More

<Prólogo>
Capítulo I: Barcos de Papel
Capitulo II: Esferas de estrella
Capitulo III: El nombre de la espiral
Capítulo IV: El beso de la lluvia
Capitulo V: Confusión aislada
Capitulo VI: Sentimiento encadenado
Capítulo VII: El segundo candidato
Capitulo VIII: Descontrol
Capitulo IX: Fondo roto
Intermedio I: zorro sin prestigio
Capítulo X: El relato, pueblo en la bruma I
Intermedio II: Seamos, entonces, marionetistas
Capitulo XI: El relato, pueblo en la bruma II
Capitulo XII: Palabras a medias
Capitulo XIII: Fallido
Capitulo XIV: Duelo

Intermedio III: La Doncella.

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By MargotCrow

1

Tuvo noción de sus habilidades como telepata desde pequeña, sin saber que el resto de mundo los carecía. Su primera palabra al año fue: "Santa". Santa es el nombre de uno de sus tíos, por parte del padre, el cual su madre no dejaba de repetirlo diariamente en su cabeza. A sus siete años, la madre ya se había divorciado para irse a vivir con el tío Santa.

Al nacer, su hermano iba detrás de ella. Lo llamaron Deidara, él comenzó a verbalizar a los tres años. La familia pensaba que Deidara tendría un retraso de lenguaje o autismo, pero lo cierto es que de pequeño fue muy parlanchín, sólo que prefería hablar con su hermana. Tenían algo que su primo Fü llamaría "enlace telepático innato", palabras a las que no les encontró significado la primera vez que las escuchó.

Fü sólo era cuatro años mayor que ella, aun así los Yamanaka lo consideraban un genio por su intelecto promiscuo y el hecho de que comenzó a verbalizar sólo después del primer mes. Ino tenía cuatro años cuando Fü le quiso explicar todo:

"Existió, hace siglos, un miembro del clan Yamanaka que había desarrollado descendencia tras unirse con un Kami. No obstante, sus hijos no habían adquirido poder alguno, ni siquiera los nietos; fue hasta su tercera generación que los primeros telepatas del Clan Yamanaka surgieron. Para desgracia de ellos, el periodo del Sengoku* los dejó escasos. Quienes habían sobrevivido se refugiaron en montañas, se volvieron comerciantes o tomaron el oficio de monje budista; fue así como la primera y segunda generación de telepatas había apenas sobrellevado su existencia. La tercera generación vivió la restauración Meiji y pereció en las guerras mundiales. Entonces nosotros, los niños prodigiosos que hemos emergido, somos la cuarta generación."

—Todos ellos vivieron en una guerra, peleando en una guerra que no existía para los humanos comunes —Le dijo Fü aquella vez, y solamente entendiendo la mitad de lo que le decía— ¿No es curioso? Es como si nos necesitaran cuando la situación se pone crítica a nuestro alrededor.

Fü les hizo prometer a Deidara e Ino mantener en secreto sus "talentos", así ellos callaron ésta verdad a los demás, pero no dejaban de comentarlo entre risas mentales.

Una vez apareció una anciana con tez pálida, mirada brillosa y piel áspera como cáscara de naranja. La pequeña de cabellera rubia estaba sentada en ese viejo sillón individual donde Deidara y ella solían sentarse, el sillón favorito, de esos que pueden ser un barco en medio de una tormenta o la roca sobreviviente sobre un mar de lava. La anciana le observó por unos instantes, con una sonrisa cómplice. Era extraño, porque no la escuchaba. No escuchaba lo que pensaba.

—Tú eres la pequeña Ino, ¿verdad? —Tenía una suave sonrisa de pan y azúcar.

—¡Sí, hola! ¿Quién eres? ¿Por qué sabes mi nombre? —Su padre, quien estuvo presente en ese encuentro, le miraba con sus inquisidores ojos. La niña se encogió de hombros y la vieja reía una orquesta.

—Fü me habló sobre ti— Acertó a decir con la misma espontaneidad con la que Ino había iniciado—. Él me comentó que considera que tú podrías tener un talento oculto. Se lo comenté a tu padre y él está interesado al respecto, pero quiere saber si a ti te interesa.

—No, no. Fü es muy inteligente, yo no puedo anotar todos esos números con letras y decir que resolví un problema —Como si sus palabras fuesen una broma bien hecha, ambos adultos carcajean, conmovidos.

—Oh, no te preocupes, Ino. No es esa clase de talentos... —Ella hizo una pausa verbal, y en ese silencio, escucha claramente su pensamiento: "Me refiero a éstos, tus talentos para leer mi mente".

Mantuvo el silencio, la vio con sorpresa. Estupefacta, así estaba.

—¿Cómo hizo eso? —Le interrogó sin importar que su progenitor estuviese ahí, sin entenderla. En realidad él pensaba que estaba siendo muy descortés, pero si Fü estaba tomando alguna clase especial con... Chiyo-sama, entonces ella podría tener una mejora en algo.

—Oh, ¿esto? —Ella mostró con su mano rugosa y reseca un llavero hecho de madera. Asemejaba un escorpión, pintado por completo de rojo—. Lo hizo mi nieto, no yo. Pero puedo enseñarte a tallar madera, si te interesa también.

Tenía cinco años, pero entendió su coartada. Porque hace pocas semanas había acordado con Fü no decir nada a nadie. Escuchó de nuevo a su cabeza: "Ino, si quieres saber cómo controlar a quien escuchar y a quién no, yo puedo enseñarte."

—Papá, quiero aprender a tallar madera— El hombre no captó la coherencia de sus palabras, se confundió en el transcurso de la conversación y terminó por concluir que su pequeño júbilo dorado no sería la siguiente genio de los Yamanaka. Porque sólo aprendería a tallar madera.

—Claro que sí, muñeca. Lo que quieras.

2

A Ino le gustaba presumir a su padre la cantidad enorme de amigos que tenía en la escuela, a lo que él respondía con todas las señas de aprecio y orgullo. Deidara, por otro lado, sabía que a su hermana gemela se le daba muy mal mentir, pero él único ciego de la familia generalmente era papá. Dado que eran muy cercanos y tenían la misma edad, difícilmente se separaban o permitían que alguien ajeno entrara a su círculo. Al menos uno de ellos lo pensaba así, hasta que una tímida e insegura chica conmovió el instinto protector de Ino.

La niña en cuestión era Sakura, un pétalo con filo.

A Deidara le costó un tiempo aceptarla en su círculo, únicamente compuesto por Ino y él, no obstante fue el lado agresivo escondido bajo las suaves sonrisas lo que le convenció de incorporarla. La pequeña Sakura era lo que ambos gemelos denominarían como: "una falsa niña buena". Eso les agradaba, la actuación de esconder un lado poco agradable de ella, con tal de sólo pertenecer. Ellos comprendían la sensación de ocultar algo que puede ser malentendido por otros. Pero el filo de la flor aún no les cortaba, y por ello se permitieron quererla un poco más.

Ino conocía a Sasori, pero no le agradaba. Él permanecía siempre inmerso en la madera y las articulaciones de marionetas talladas. Era un niño muy callado y extraño, eso le daba repelús. Sakura de algún modo se mostraba más empática con él, más de lo que a Ino le gustaría aceptar.

Por aquel entonces, Kushina llevaba a las dos niñas con Chiyo, la abuela de Sasori y maestra de ambas niñas. Chiyo no estaba especialmente interesa en Sakura, puesto que los Haruno nunca tuvieron una historia ni líneas de sangre registradas que aludieran algún don espiritual, la razón por la que accedía en aceptar su presencia era porque su aprendiz más sobresaliente le había insistido en que ella poseía habilidades, de las cuales aún no percibía ni un ápice. Si Chiyo tuviese que ser honesta, Sakura le parecía más bien un acto de caridad o complacencia para Kushina. Ino no se le acercaba ni a "eso", para la anciana esa niña sería la siguiente aprendiz sobresaliente, incluso la prodigio que estaba esperando y que podría superar no sólo a Fü, sino que también a Kushina Uzumaki.

Chiyo tampoco se imaginó que estuvo sosteniendo una flor afilada con las manos desnudas.

3

—¿Te das cuenta de lo que tu falta de responsabilidad ha provocado, Kushina? —Exclamó una encolerizada Chiyo mientras sus labios se comprimían entre el dolor y la condescendencia— Ya no podrás caminar nunca más, y ahora estos dos niños van a morir —Se lamentó mientras arrojaba su demacrado rostro sobre sus temblorosas manos.

Poco importaba, quizá, que en aquel momento otra niña estuviese presenciando tal espectáculo de drama y caos. Ino estaba asustada, afligida y desesperada. Sentía que se ahogaba con su saliva, mientras sus lágrimas humedecían el cuello de su playera. Se convulsionaba entre gemidos y sollozos, pero ninguna de las dos adultas la consoló.

Ante sus claros ojos de laguna el tierno cuerpo de Sakura se retorcía en el aire, con la mirada en blanco y un chillido que rayaba entre melodías guturales y agudas. Sasori sólo miraba a la pequeña niña con aire ausente, como si él no existiera o su mente se hubiese ido del cuerpo.

—Te lo había dicho antes, Chiyo-sama— La fuerte y temblorosa voz de Kushina retomó la atención de los seres conscientes—. Sakura puede conectarse con una de las dimensiones, por eso necesitaba que la ayudaras a regular su poder, ¿qué estuviste haciendo con ella todo este tiempo? —La queja y culpa fue un golpe de regreso a la mujer mayor, quien se dejó cercenado entre sus secos labios el hecho de que nunca se molestó en enseñarle a Sakura, simplemente la dejaba jugar en el patio con Sasori o Ino.

Las tres mujeres permanecieron calladas, mientras la cuarta entonaba el réquiem de su cuerpo mortal.

—Mi primo Fü me dijo —Comenzó por hablar la más pequeña de las tres conscientes—, que "nosotros" podemos crear algo parecido a una caja en la mente de otras personas. En la caja podemos meter recuerdos, sentimientos o cualquier cosa que esté dentro del espíritu de la persona, podemos incluso meter parte de su alma —Tomó una pausa, intentando terminar de recordar las palabras que su primo Fü había pronunciado—. También podemos enviar esa caja a otra mente. Yo una vez lo hice con mi hermano, guardé un recuerdo de él en la caja y se la di a Fü, en eso consistía el ejercicio, me había dicho.

Las dos mujeres le observaron por unos segundos, no parpadeaban, sólo la observaban.

—Espléndido —Dijo la anciana finalmente.

—¿Cuántas veces has hecho eso, Ino-chan?— Le cuestionó amablemente Kushina.

—Sólo la vez con mi hermano.

—¿Crees que puedas hacer dos cajas esta vez?— Precipitó la mayor a la niña. Ino duda por un instante, pero asiente con lentitud.

—Sí, pero Fü me dijo que no lleve cosas muy pesadas en la caja, porque podría enfermar.

—No, Chiyo-sama —Le dijo a su maestra con precaución.

—Sólo tienes que hacer una cosa, si puedes, y nosotras nos encargaremos de todo lo demás— Chiyo miró a Ino, usando su dulce voz de abuela empalagosa. Kushina sabía que ese tono auguraba malas situaciones. La niña asintió con cierta calma, la mujer en silla de ruedas quiso llevársela lejos de Chiyo.

—¿Qué tengo que hacer?

4

Cuando Ino despertó sintió los dedos de sus manos helados y un dolor agudo en la cabeza. Después notó que estaba tumbada en una cama incómoda, con tubos grisáceos rodeándola. Movió un brazo, sintió la punzada en la muñeca, había un tubo de plástico atravesando su pálida piel.

—Ino —Alguien la llamó, ella sólo resolvió ver a su costado con la visión aún borrosa. Sólo vislumbro la cabellera roja y los ojos ámbar— ¿Cómo te sientes?

Ino tosió en respuesta. Sintió un peso cálido sobre su mano fría.

—No tenías que decirles sobre la caja, ellas no iban a entender las consecuencias de ese poder —Le escuchó suspirar— Mira lo que te han hecho, ¿cómo pudieron consentirlo? —Ino sintió que la mano cálida comenzaba por apretar la suya fuertemente.

—Duele —La mano se alejó de ella apenas pronunciar esa palabra.

—Lo lamento.

No volvió a escucharlo. La luz que entraba desde la ventana le permitió enfocar la vista, vio entonces a su primo, con el rostro esculpido de pesar y enojo.

—Lo hice por mi amiga— Atinó a decir, apenas comprendiendo lo que había hecho antes de quedar inconsciente— Ella iba a morir.

—Está bien —Cortó las palabras de Ino como navajazo—. Lo entiendo. También espero que me entiendas a mí. Tú y tu hermano.

Ella sintió las manos de Fü sobre la coronilla de su cabeza, se sobresaltó en su interior, pero apenas podía moverse. Tenía el cuerpo adormecido por la medicina.

—Fü...—Susurró suplicante.

—No, Ino. Esto no puede volver a pasar. No necesitas a tu amiga, ni tampoco volver a verlas. Le enseñé a Chiyo lo que creía saber sobre la mente, y ella creyó que podría conseguir algo más de ti. Esto se quedará dentro de la familia Yamanaka, sólo nosotros tres, como debía ser desde el principio.

—Fü, por fav...

—Duerme— Le ordenó. Ino durmió profundamente.

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