Perspectiva de Gabriel.
—Gabriel.
Alice [multimedia] estaba en pijama, con ojos somnolientos y mirada confundida. Quizás no escogí el mejor horario para venir a verla pero era mi única alternativa, si no quería a Cassandra chillando y opinando de todo.
—Tienes que escuchar esto —dije entrando a su habitación y sentándome en su cama— No sabía que tenías una habitación individual.
—No es individual pero mi compañera se la pasa en la habitación de su novio —respondió Alice algo incómoda, ella intentaba cubrir su pijama con una manta.
—No tienes por qué esconderlo, es un lindo pijama —comenté con una risa. Saqué mi ipod de mi bolsillo y le extendí mis audífonos a Alice.
Ella escuchó un rato la música y luego sonrió —Apologize.
—Lo sabía —dije— tu gusto en música es genial.
Casi pude ver un sonrojo —Te ruborizaste.
Alice me miró sorprendida —Tú no te guardas nada.
—Es involuntario —me encogí de hombros— por cierto, duermes sin sostén.
Alice parecía un tomate andante —¿Cómo lo...
—Se te marcan los pezones.
Ese momento fue tan extraño. Alice se acurrucó en una orilla de la habitación y se escondió entre sus piernas, segundos después escuché unos débiles sollozos.
—Alice —dije agachándome a su altura— Alice cálmate.
—No me mires —dijo llorando.
Me alejé un poco y le di su espacio.
—Gabriel vete —dijo Alice sin mirarme— por favor.
—No quiero —dije sentándome en su cama— Alice, no seas llorona y mírame.
—No puedo.
—¿Por qué?
—Me da vergüenza.
Reí —¿Qué cosa?
—Que me mires.
—¿Por qué?
—¡Gabriel solo vete! —gritó casi desesperada.
Preferí irme de la habitación antes de causarle una crisis nerviosa. Pero mientras caminaba a mi habitación, recordé que había dejado mi ipod en la cama de Alice.
—Sopas —murmuré caminando de vuelta al cuarto.
Abrí la puerta pero no completamente. Alice seguía en esa posición pero ahora murmuraba cosas, cualquiera diría que era la protagonista de una película de horror.
—Qué pensaba, él está fuera de mi alcance —dijo con un sollozo— Eres una total idiota, Alice Withmore. Chicos como Gabriel Dawson no se fijan en chicas como tú.
Fruncí el ceño y entré a la habitación —¿De qué hablas?
Alice me miró asustada e impresionada —Pensé que te habías ido.
—Me di cuenta —dije— ¿chicas como tú?
—Gabriel, no tenías que...
—Alice, eres una total idiota —sonreí. Ella frunció el ceño y se limpió las lágrimas— Realmente, eres una de las pocas chicas en la universidad que cumplen mis expectativas.
—¿Quiénes son las otras?
—La cocinera y mi maestra de literatura.
Alice rió —¿Por qué?
—La cocinera siempre me da un burrito extra. Mi maestra de literatura tiene una perspectiva del mundo muy similar a la mía. Tú, tú simplemente eres linda y tenemos gustos en común, además eres natural y muy humilde en comparación a las chicas de aquí.
Alice sonrió —Gracias.
—¿Por qué?
—Por subirme el ánimo.
Reí —No fue mi intención. Solo odio que la gente se mienta así misma. La mentira en general me pone mal. Eres linda, no sé porque no te das cuenta. Igual que Cassandra, son chicas bonitas pero se convencen de lo contrario.
—Razonamiento femenino.
—No, simple idiotez.
Alice se levantó del suelo —¿Puedo hacerte una pregunta? Además de esta obviamente.
—Bueno.
—¿Por qué tienes trastornos mentales? —preguntó— Quiero decir, no pareciera.
—Los trastornos mentales pueden manifestarse de distintas maneras —expliqué— pero generalmente la gente los asocia con más bien comportamientos violentos o esquizofrénicos. Me detectaron trastornos cuando cumplí trece porque pensaba diferente al gran porcentaje de la población, veo el mundo diferente. Donde tú ves... por ejemplo un tenedor, yo veo un arma mortal capaz de destripar a una persona.
—Eso asusta.
—La verdad no, es el mundo tal como es, visto desde otra perspectiva —me encogí de hombros— En fin, me voy, mañana tengo clases y también tengo que soportar a Cass.
Alice rió y cuando salía me detuvo —Espera, tu ipod.
—Quédatelo —dije— después me lo devuelves.
Salí de la habitación y me fui a mi habitación. Cuando estaba a punto de dormir, la imagen de Alice sonriendo se me vino a la cabeza. Era una chica bonita y aunque ella no lo notara, más caliente que cualquier plástica depravada de esta universidad
No entendí porque hice lo que hice a continuación pero tampoco me interesaba descubrirlo.
Enviaste un mensaje a Alice.
Gabriel: Eres sexy.
Alice: No tienes filtro.
Gabriel: Por supuesto que no.
Gabriel: ¿Por qué lo tendría?
Alice: ¿Estás coqueteándome?
Gabriel: Obviamente.
El viernes por la tarde, a solo dos días de terminar la actividad, el psicólogo nos citó en su oficina de nuevo. En el pizarrón estaba escrita la palabra pijamada.
—Tiene que estar bromeando —dijo Cassandra.
—Para nada, una pijamada es una buena manera de entrar en confianza —respondió el hombre— La haremos aquí, tenemos todo lo necesario.
Damen tenía sacos de dormir, bocadillos, frituritas, gaseosas, algunos juegos de mesa, almohadas. Nos dio tiempo para ir a buscar algunas cosas a nuestras habitaciones.
—¿A dónde vas? —preguntó mi compañero de cuarto, Sean.
—No te importa.
Saqué algo de ropa, mi desodorante, mi laptop y mi cargador. Cuando volví a la oficina del psicólogo ya estaban Miles y Mac.
—¿Dónde están las hembras? —pregunté lanzando mi mochila a una esquina lamentándome luego de acordarme que mi laptop estaba ahí.
—Fueron a buscar sus cosas —respondió Mac.
Me acomodé en una esquina y abrí mi laptop para terminar de descifrar los códigos que dejé pendiente en mi clase de robótica. Después de un rato llegaron las chicas.
—¿Qué haces? —preguntó Cass colocándose al lado mío.
—Nada importante —dije cerrando la laptop.
Mac rió —Cuando un chico cierra así de rápido la laptop es porque esconde porno.
—Habla por ti —dije abriendo una bolsa de papitas.
—Vamos, todos los chicos tienen un poco de porno en sus computadoras —comentó Madeline— Las chicas también, bueno, la mayoría —miró a Alice.
La siguiente hora cada uno se pasó en sus celulares hasta que nos aburrimos y comenzamos a jugar uno de los juegos de mesa. Gané en todos y Mac me acusó de tramposo en todos.
—¿Cuál es la cosa más vergonzosa qué han hecho o les ha pasado? —preguntó Madeline jugando con un almohadón.
—Besar a mi maestra de primaria por error —dijo Miles.
—Cuando los chicos me bajaron los pantalones de gimnasia frente toda a toda la clase —dijo Alice.
—Vomitarle a mi primer novio —dijo Cass.
—Llevar mi lonchera de teletubies a la preparatoria —dijo Mac.
—No tengo vergüenza —dije encogiéndome de hombros.
—Lo notamos —dijo Miles.
Después de eso todos se fueron quedando dormidos, sólo quedamos Miles, Madeline y yo despiertos.
—¿Desde cuando tienes esa adicción? —pregunté comiendo maní confitado.
—Desde que lo probé por primera vez —respondió— Ocho o quizás nueve años.
—Qué precoz —comenté— ¿por qué tienes una adición?
—Es como consumir droga o masturbarse —respondió— te provoca un placer extraordinario del que no quieres desprenderte. Mi papá me acostumbró a eso.
—¿Tu papá?
Madeline asintió —Mi papá abusó de mi cuando era pequeña.
—¿A qué edad lo hiciste por primera vez? —preguntó Miles queriendo cambiar el tema.
—Dieciocho —respondí— Estaba borracho.
—¿Qué se siente? —preguntó Miles.
—¿Quieres averiguarlo? —preguntó Madeline con una sonrisa coqueta.
Esta chica parecía el chupacabras.
—¿Por qué le tienes miedo a tener relaciones? —pregunté.
—Es más bien un trauma —respondió él— cuando tenía cinco años mi padrastro violó a mi hermana delante de mí, desde entonces me da pánico y temor.
—¿Qué edad tenía tu hermana? —preguntó Mac quién acababa de despertar.
—Era un poco mayor que yo, tenía ocho —respondió Miles.
—¿De qué hablan? —preguntó Cass despertando y caminando hasta el sofá en donde estábamos.
—Despertaré a Alice —dijo Maddie.
Con todos despiertos, comenzamos a entrar en un poco más de confianza.
—¿Desde cuando tienes este problema? —preguntó Alice.
—Desde los catorce, creo —respondió Cass.
—¿Por qué? —pregunté repentinamente interesado.
—Mi mamá es una mujer realmente hermosa, es actriz —explicó— y siempre me enseñó que en este mundo hay solo dos cosas importantes, ser bonita y verse bonita. De donde vengo ser bonita es ser delgada, una amiga que era bulímica me enseñó a hacerlo y no he parado desde entonces.
—¿No te cansas de vomitar? —preguntó Mac.
Cass se encogió de hombros —Costumbre.
—¿Por qué escogiste una carrera de nutrición? —pregunté— ¿no es algo ilógico?
—Quiero ayudar a las demás personas, las que pasan por esto, mostrarles otras alternativas —respondió.
—Eso es genial —comentó Miles.
—Eso es estúpido —comentó Mac— quiero decir, la idea es linda pero creo que si quieres ayudar a otras personas deberías empezar ayudándote a ti misma.
—¿Qué cuentas tú? —pregunté.
—Vengo de una familia especial —respondió— Mi mamá es lesbiana y vive con su pareja, mi papá por otro lado es un homofóbico, nunca perdonó a mi mamá por escondérselo.
—¿Él sabe que eres gay?
Mac asintió —Se enteró hace dos años.
—¿Hace cuánto no lo ves?
—Dos años.
—Qué imbécil —murmuró Alice.
Mac la miró —Es la primera vez que te escucho decir un insulto —Alice sonrió— ¿por qué son tus problemas de personalidad?
—Mi familia siempre fue el centro de atención de la nación —explicó— todas las miradas estaban en la pequeña hija de Johnatan Withmore. Todo el mundo esperaba grandeza de mí, tenía que ser una chica completamente perfecta para no defraudar a mis padres.
—No es así —dijo Cass.
—Pues así lo sentía —dijo Alice— tenía tanta presión encima que comencé a pensar que todos me juzgarían, hiciera lo que hiciera. Por eso preferí volverme una marginada de bajo perfil, así nadie esperaría nada de mí.
Todos nos quedamos callados, entonces comencé a analizar las cosas nuevamente.
Una chica adicta al sexo, que fue violada por su padre.
Una chica anoréxica, que creció rodeada de personas superficiales.
Un chico con pánico al sexo, que presenció la violación de su hermana.
Un chico homosexual, que fue discriminado por su padre.
Una chica marginada, que colapsó debido a la presión de sus padres y el país entero.
Un chico trastornado, que fue abandonado por sus padres a los cinco años.
[...]
No sé porque demoro tanto en actualizar, mil disculpas para las que aún leen esta novela. Después de este capítulo comienza a desarrollarse un poco más la historia.
Dentro de poco haré un capítulo con una perspectiva diferente pero como no puedo decidir de quién será, dejaré que ustedes elijan si la quieren de: Mackenzie, Madeline, Alice, Miles o Cassandra.
Hasta entonces, comenzaré a escribir el siguiente capítulo al tiro, besos con sabor a kiwi.
Cristóbal fuera.