Love Is Destructive (FanFic)

By MariMedica

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La historia detrás de los grandes himnos de Guns N' Roses, el gran amor oculto detrás de la banda más peligro... More

Love Is Destructive
[Personajes]
Welcome to the Jungle
Fire Meet Gasoline
Demons
Instant Crush
Sex On Fire
Falling Fast
Crazy
Crazy In Love
Monster
Make You Feel My Love
505
Fly Away From Here
Animals
Forever Young
The Final Cut
Bound To You
Breath
All Of Me
Sweet Child O' Mine
Here's To Never Growing Up
Lose Yourself
Like I'm Gonna Lose You
Let Her Go
Million Reasons
The Reason
More Than Words
You & I (Nobody In The World)
Blue Jeans
Anthem Of The Angels
Bring Me To Life
Give Me A Sign
My Immortal
Creep
The Scientist
Patience
Stronger Than Ever
Leave Out All The Rest
Careless Whisper
Do I Wanna Know?
Say Something
So Fine
Born To Die
Like A Stone
Love The Way You Lie
Because Of You
Forgive Me
Walk Away
Unbreak My Heart
You Lost Me
November Rain
Set Fire To The Rain
Talking To The Moon
Don't Speak
Ain't It Fun
Take It All
Still Loving You
Stop Crying Your Heart Out
When I Was Your Man
Hello
Love Bites
Wicked Game
This I Love
Agradecimientos

Love The Way You Lie II

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By MariMedica

"Me pedirás que me quede, aún sabiendo que lo mejor es que me alejé. Me iré, aún sabiendo que regresaré. Y así estaremos, en este vaivén de incertidumbres y emociones, donde me amas, pero no me quieres cerca; donde te quiero cerca pero no puedo avanzar junto a ti..."












Capítulo 42:
Love The Way You Lie (II)

Christina

Termine de lavar los platos y salí apurada para regresar al instituto, a veces tenía unas largas horas entre clase y clase, prefería venir a casa y perder el tiempo aquí.

Estacioné mi auto y justo cuando cerré la puerta tras mío me encontré con Jeremy, uno de mis compañeros, teníamos casi todas las clases juntos, era un buen chico, demasiado diría yo, Sofía estaba enamorada de él así que cada que podía le hablaba sobre mi tímida y penosa amiga para que se animara algún día a hablarle.

Entramos juntos al salón, era muy cordial, me invitó a sentarme junto a él como siempre pero yo me negué excusándome de no querer dejar sola a Sofía.

—Eres su amor platónico —murmuró ella cuando me senté a su lado.

—Claro que no —negué colgando mi maleta en el espaldar de la silla. —¿Por qué lo dices?

—Christina, tú eres la única que no se da cuenta... él te espera en su moto todos los días en el estacionamiento para encontrarse "casualmente" contigo y poder compartir unas palabras de camino al salón.

La miré extrañada.

—Sabes que jamás me interesaría en él...

Sonrió con sinceridad. —Lo sé y no es tu culpa ser tan irresistible para los hombres...

Reí divertida por su comentario.

—Hablando de amor, ¿como vas con Axl? —preguntó interesada mordiendo la punta de su lápiz.

Ella sabía toda mi historia con él, se había ganado mi absoluta confianza, éramos muy cercanas y a veces me gustaba poder confesarle mi situación a alguien que no estuviera tan sumergida en la relación. Axl no sabía de su existencia y Sofía solo conocía su reputación de estrella de rock.

Suspiré peinando mi cabello distraída. —Igual que siempre, él va y vuelve pero esto no funciona, ¿sabes? La distancia solo pone más tensión, me persigue, me llama todo el tiempo, cuando está aquí tampoco mejoran las cosas quiere tenerme pegada a su brazo todo el día... es absorbente, asfixiante.

—¿Y toda esa situación tiene una solución?

—Realmente no lo sé, ojalá.

Seguimos hablando sobre el tema, ella intentaba darme sus mejores consejos a pesar de su inexperiencia, el profesor se tardó en llegar así que pude discutir un poco sobre mi complicada relación amorosa.

Fuimos por un café después de clases, era tan agradable y tranquila su compañía, me ofrecí a ir a comprar nuestras bebidas, cuando estaba haciendo la fila me encontré nuevamente con Jeremy, no podía evitar sentirme mal por lo que Sofía había confesado así que intenté ignorarlo pero luego note que estaba con otros amigos charlando, así que no me sentí tan incómoda.

—¿Qué tal? Felicitaciones por el proyecto que expusiste, fue excelente

Sonreí, —Gracias Ryan, el de ustedes también fue muy interesante.

Era su turno, pidieron su comida y seguí yo ordenando lo nuestro.

—¿Quieres sentarte en nuestra mesa? —preguntó amable Robert.

—No gracias, mi amiga me estaba esperando —dije señalándola con mi botella de Coca Cola.

—Oh, pues vamos todos a sentarnos juntos, entre más personas es mejor la conversación, ¿no?

Acepté sin problema, más considerando lo feliz que se pondría Sofía al tener a Jeremy cerca, aunque ella dijera una y otra vez que no se quería ilusionar más, era imposible. Ojalá fuese tan fácil controlar los sentimientos y las emociones que los demás producían en nosotros.

—Así que... ¿son muy buenas chicas, no?

Sofía se sonrojó y yo negué riendo.

—No, yo no...

Ryan ladeó su cabeza. —Jamás he escuchado que tengas escándalos aquí, te veo siendo una excelente estudiante y volviendo a casa como una niña buena todos los días.

—Tengo una vida fuera de aquí —dije sonriendo de medio lado.

Él enarcó una ceja, había cierta malicia en su mirada.

—Demuéstrennos que no son tan buenas... es broma, pero deberíamos salir a divertirnos, es viernes, podemos pasarla genial, hay un bar cerca de aquí.

—Los bares de aquí apestan.

—¿Entonces a donde vamos?

—A Sunset, allí es donde está la verdadera diversión —respondió con obviedad Robert.

Jeremy negó. —Es demasiado salvaje para ellas.

Reí divertida, si solo supieran que esos bares a veces eran mi segundo hogar.

—¿Has ido?

Solo me limité a asentir, ellos quedaron intrigados. Salimos en mi auto, Sofía se fue atrás con Jeremy hablando junto a Robert, Ryan estaba coqueteando conmigo, se subió voluntariamente en el asiento del copiloto. Después de atravesar la congestionada avenida logramos entrar por las calles que estaban a reventar, iba cruzando la esquina cuando vi por el rabillo de mi ojo su auto, giré mi cabeza para detallarlo, allí estaba, al otro costado estacionado. Sin pensarlo di media vuelta, lo cual fue una maniobra peligrosa que se ganó demasiados insultos y pitos de los demás autos a mi alrededor, además de los gritos de mis acompañantes. Aparque justo detrás del suyo.

—¿Qué fue eso? —cuestionó sorprendido Ryan sonriendo.

—Este bar es bueno, ¿no?

No tenía ni idea, jamás había entrado pero tenía que hacerlo, Axl estaba allí adentro así que no podía simplemente quedarme con la curiosidad.

Él dudo no muy convencido. —No mucho, más bien es una especie de casino donde hacen apuestas, no se puede bailar, en realidad es más para beber y jugar, eso es todo lo que se puede hacer.

—Genial, ¿no?

Los convencí, tuve que ofrecerme a invitarles lo que cobraban por entrar, era un lugar bastante costoso, por suerte tenía la tarjeta de crédito que me había dado Axl para una emergencia, jamás la usaba pero esto lo era, algo me decía que me lo encontraría haciendo de todo menos cosas buenas.

Él jamás cambiaría, seguiría siendo el mismo mujeriego de siempre además si antes las mujeres nunca le faltaban, ahora lo acechaban y lo perseguían.

Cuando entramos nos dieron una mesa, Jeremy pago la primera ronda, intentaba observar todo el lugar barriéndolo con mi mirada pero no lograba ver su cara por ningún lado, ¿por qué su auto estaba afuera? Estaba segura que era ese, vi la matrícula, esos eran los números, ese era su auto.

Escuche la voz de Robert llamándome. —Christina...

—¿Huh?

—¿Estas en otro mundo?

Le di un trago a mi vaso con vodka. —Solo estaba pensando en algo...

Negó riendo y seguimos hablando, estaba bastante desilusionada, pensé que lo vería e incluso que lo atraparía con las manos en la masa infraganti, era completamente ridículo pero la idea de imaginármelo me agradaba, era extraño pero esas peleas me gustaban, me entretenían, le ponían cierto picante a mi vida, últimamente no sabía si me gustaba más que estuviésemos peleados o no, era muy divertido.

Me excusé diciendo que iría al baño, pedí indicaciones a un mesero y seguí sus explicaciones, atravesé el pasillo que llevaba a la zona donde estaban los juegos, las mesas de billar, las ruletas y demás, seguí caminando cuando vi el letrero de los baños al fondo, esquive unos tipos que se me insinuaron cuando de repente lo vi en una de las mesas del rincón, las que estaban en la zona vip, estaba allí con esos estúpidos amigos que se había conseguido, eran productores que se desempeñaban en la música o en el cine pero todos esos imbéciles eran unos egocéntricos inmaduros, le había dicho muchas veces a Axl que no eran sus verdaderos amigos, que solo se beneficiaban de él pero jamás me escuchaba, dejaba que fuesen ellos quienes lo aconsejaran por eso cada vez estaba más loco.

Estaban en una mesa grande, rodeados de mujeres mientras jugaban lo que parecía ser póker, una de ellas tenía sus brazos rodeándolo desde atrás mientras le susurraba cosas al oído.

Respire profundo intentando actuar con cautela y sobretodo inteligencia, me las pagaría pero debía pensar bien mi estrategia, por eso camine sin dejarme ver hasta el interior de los baños.

Me quedé allí pensando cómo podía vengarme, la idea surgió de inmediato, tenía todo para ejecutar mi plan, debía pagarle con la misma moneda. Salí siendo aún más precavida, logré pasar desapercibida hasta encontrar de nuevo la mesa de mis amigos, me senté sonriente uniéndome a la conversación.

—¿Vamos a jugar? —propuse entusiasmada. —Allí atrás hay de todo, apostamos y vemos quién es el mejor.

Ryan acepto pero los demás no, logré persuadir a Robert para que nos acompañará logrando de paso que se quedarán solos, si esta noche no era la oportunidad de Sofía, jamás lo haría.

Nos fuimos hacia la barra, cambiamos nuestro dinero por fichas, jugamos póker en una mesa muy lejos a la de él, apostando. Gane la primer partida, luego lo hizo Ryan, más personas se nos unieron, Robert siguió intentándolo completamente sumergido en el juego, no se rendiría hasta que ganara.

Mi mirada se encontró con la de Ryan, sonreí coquetamente y él me devolvió el gesto, lo tenía comiendo de mi mano.

Me acerqué lentamente hacia él, susurrándole al oído. —¿Vamos a jugar? —sugerí señalando una mesa de billar que acababan de desocupar.

Él no lo dudo y me llevó de la mano hasta allí, fue a reclamar los palos/tacos y las bolas, para comenzar el juego. Me quede bebiendo de mi vaso recargada contra la mesa esperando distraída, de repente sentí que algo me quemaba, miré a mi alrededor extrañada y cuando logré localizar el punto de dónde venía lo que parecía ser un láser de fuego, me encontré con sus ojos puestos sobre mi. Temblé involuntariamente aunque por suerte estaba medio sentada, tragué en seco peinando mi cabello nerviosa, quería pero no podía despegar mis ojos de él.

Sentí una mano agarrando la mía. —¿Empezamos?

Asentí en silencio. Inhale llenando mis pulmones con aire, tomando fuerzas, debía mantener en pie mi plan, tomé mi palo y lo miré mordiendo mi labio. —Es que... no sé jugar muy bien, tienes que darme algo de ventaja.

Mi voz fue como una corriente que lo estremeció, podía sentir no sólo su mirada penetrándome intensamente, había alguien más al fondo metido en la escena.

—Y que tal si te enseño a jugar... luego podemos apostar.

Sonreí abiertamente asintiendo. Quería mirar su reacción ante lo que estaba presenciando pero no podía, me distraería de mi objetivo, solo podía imaginarme su frustración y los celos carcomiendo sus entrañas, eso me satisfacía tanto al punto de excitarme.

Me acomodé torpemente, sabía jugarlo a la perfección pero estaba entre mi plan fingir que no lo hacía, se hizo tras mío, pegando su cuerpo contra el mío descaradamente, me mordí la lengua divertida, sus manos tomaron las mías colocándolas a los extremos del palo, me incliné cuando él lo hizo, podía sentir su respiración pesada contra mi nuca, estaba más que feliz su organismo y sus hormonas con mi cercanía. Golpeó las bolas amontonadas esparciéndolas por el tablero.

Me alejé alegre. —Ahora intentaré hacerlo sola.

Estaba al otro extremo suyo, cuando me estaba acomodando no pude evitar desviar mi mirada hacia él, estaba tan furioso que en cualquier momento explotaría, como me encantaba jugar con fuego, seguí.

Volví a dejar que fuese Ryan quien guiará mis movimientos, ya estaba sintiendo el bulto de sus pantalones contra mi trasero.

Me estaba volviendo una perra descarada pero no podía describir lo que me fascinaba hacerlo enloquecer.

—Creo que ya estoy preparada para apostar —indique girando mi rostro hacia el suyo, nuestras respiraciones chocaron y lo sentí muy cerca, demasiado. —¿Cuánto quieres?

—No, dinero no... si pierdes a la primera harás lo que yo quiera y si pierdo, entonces seguiré tus órdenes.

Solté una carcajada, —¿Y cuál será el reto? Debo saber lo que estoy apostando.

—No es nada malo, solo debes darme un beso.

Una sonrisa de picardía se formó en mis labios, miré por unos segundos sus ojos verdes al fondo y después me giré encontrándome con los marrones de Ryan. Estaba entre la mesa y su cuerpo, pude notar lo ansioso que estaba, verdaderamente estaba disfrutando de esto.

—Eso lo puedes hacer sin necesidad de apostar —le di el permiso para hacerlo, le dejé el camino libre.

Sin pensarlo pego sus labios a los míos besándome con deseo y necesidad, estaba lejos de disfrutarlo pero movía mi boca y mi lengua salvajemente haciéndolo gemir, no podía mantener mis ojos cerrados por más que lo intentaba, era extraño, cuando los abrí miré en su dirección viendo su asiento vacío, me alarmé buscándolo hasta que sentí como Ryan se alejaba bruscamente.

Fue tan rápido, lo vi en el suelo, cayendo contra este, encima suyo estaba Axl, golpeándolo descontrolado, no había fuerza humana que se lo quitara de encima, muchos se entrometieron intentando alejarlos, me llevé una mano a la boca y note la gran sonrisa en mi boca.

De repente caí en la realidad.

¿Me divertía viéndolo golpeando a otro hombre completamente descontrolado y fuera de si por mi causa?

Salí corriendo, huyendo de esos sentimientos, de esas sensaciones, logré hacerlo sin toparme a ninguno de mis conocidos, cuando el aire de la calle me invadió pude deshacer un poco la presión en mi pecho. Me agarre la cabeza con las manos sentándome en el escalón que daba paso a la entrada del lugar, estaba agitada, tenía miedo, miedo de mi misma, miedo de lo que me estaba convirtiendo... una maldita loca desquiciada.

Subí a mi auto con manos temblorosas, encendí el motor y arranque de prisa. Intenté prender la radio para evadir esos pensamientos que me hacían sentir culpable pero ni siquiera cuando llegue al máximo del volumen pude apagar esas voces que reclamaban mi reprochable conducta.

Entre al estacionamiento subterráneo aparcando en mi lugar habitual, subí por el ascensor directo a nuestro piso. Estaba ansiosa, no podía quedarme quieta, intenté hacer de todo, me duche, leí, vi tv pero nada quitaba esa angustia en mi pecho.

¿Por que la consciencia debía existir para restregarnos lo que hacíamos mal?

Escuche la puerta abriéndose y me paralicé, no pude moverme del sofá, me quedé allí estampada, escuchaba sus pasos que hacían crujir mi corazón. Tenía la mirada fija en el suelo, tenía miedo de verlo. Entró sin determinarme, siguió hacia la cocina y salió minutos después con una botella de whisky en sus manos de la cual se había bebido un cuarto del líquido.

Miré la tv aunque no estaba poniendo atención a nada de lo que presentaban en el canal, solo quería evitar que sus ojos que me comieran viva. Se puso en frente mío, bloqueando con su cuerpo el televisor, subí mi mirada a sus ojos, estaban rojos, tenía una pequeña cortada en su labio, pero lo que más llamó mi atención fue los rasguños que aún tenía marcados en su cuello y su mandíbula, una de las tantas cicatrices de nuestros mutuos ataques de cólera.

Respiró pesadamente haciendo brincar. —¿Qué mierdas estabas intentando hacer? ¿Qué querías lograr con eso? ¿Hacerme perder la cabeza? —Tumbó con sus manos la mesa del centro que era lo único que nos separa, la madera cayó volcándose con todo lo que tenía encima. Sentía un gran nudo en mi garganta. —Que bueno, lo lograste.

Pase los mechones de mi cabello por detrás de las orejas y hundí mis manos en las mangas de mi saco de lana blanco.

Su mano agarró mi mentón con fuerza haciéndome subir la mirada hacia él, de nuevo. —Ten al menos el coraje de mirarme, si pudiste besarte con un idiota en frente mío puedes mantenerme la mirada, ¿no crees?

Su aliento impregnado en licor invadió mis orificios nasales.

—¿Quién es ese hijo de puta? ¿Qué hacías tú allí? ¿Por que tenía sus manos sobre tu cuerpo? ¡Tú eres mía! ¡Eres mía, joder! Nadie, puede acercarse a ti, ni mirarte, ningún hombre que quiera vivir lo volverá a hacer... a tu amiguito le desvíe el tabique y le fracture como mínimo dos costillas.

—¿Yo si debo compartirte feliz de la vida con todas las putas con las que te la pasas, no? Eres un maldito machista.

Me jalo haciéndome levantar con brusquedad. —No me hagas hacer una locura que te demuestre que tú eres solo mía y siempre lo serás... si veo que otro idiota te pone las manos encima lo matare, no dudes que lo haré... además, tú eres una niña tonta que solo provoca, los calienta y al final no hace nada, eres una inmadura, ni siquiera para ser infiel tienes determinación.

Reí sarcásticamente, me había provocado, había calentado mi cabeza impidiéndome razonar lo que decía. —Tu estas muy seguro de lo que dices, ¿no? ¿Qué te hace creer que jamás encontraré otro hombre con el que pueda tener aventuras sexuales? —lo enfrente con voz firme. —O mejor aún, ¿que te hace pensar que no ha sucedido? ¿Tú crees que después de toda la mierda que me has hecho yo me iba a quedar como la idiota engañada?

La oscuridad invadió su mirada, temblaba, su rostro estaba rojo, retrocedí unos pasos miedosa por su reacción, había convertido a la bestia.

Me agarro de los brazos hundiendo sin medir su fuerza sus dedos en mi piel. —¿De qué mierdas estas hablando? —gruñó con la voz más ronca que nunca.

Sonreí como una psicópata.

—¿Por qué no le dices a tus investigadores que lo averigüen, que hagan bien su trabajo?

Podía notar cómo le costaba respirar realmente, estaba desequilibrado en todos los sentidos, tenía la mandíbula tan tensa que creí que se le rompería el hueso en cualquier momento. Se giró impulsivo tomando con sus manos el televisor entre sus manos arrancándolo de la mesa y arrojándolo contra la pared, causando un gran estruendo, haciéndome saltar.

Se volvió hacia mi, pego su frente a la mía con fuerza, sentí su piel sudorosa. —Dime que solo estas jodiendo... Christina tú no serías capaz, tú no puedes... —se calló precipitado cerrando los ojos con fuerza. —¿Te acostaste con otro?

Sin pensarlo asentí, invadida por una oleada impulsiva de sinceridad. —Si.

Sentí su mano golpeando mi mejilla, la fuerte bofetada me hizo doblegar hacia un lado, mi piel ardía. Él se fue hacia atrás como si alguien lo hubiese empujado, como si la verdad lo hubiera golpeado. Comenzó a tirar todo lo que había cerca, respiraba agitado, parecía un huracán que me agarró por los hombros estampándome con fuerza contra la pared, mi cráneo resonó como un eco con el choque, grité de dolor.

—¡¿QUIÉN ES?! ¿DÓNDE FUE? ¡LO VOY A ENCONTRAR Y LO VOY MATAR! —Solo podía parpadear guardando silencio. —RESPÓNDEME DE UNA PUTA VEZ.

—Es, es, tú no lo conoces...

Con su mano rodeo mi cuello apretándolo exigiendo que hablara.

—Lo conocí en Ibiza.

Se separó riendo como un payaso diabólico. —Lo sabía... lo sabía —repetía murmurando con un tono escalofriante. — ¿El idiota creyó que estabas sola? ¿Le dijiste que eras soltera?

—No y no es un idiota.

—¿Ah no? ¿Es un gran hombre por revolcarse contigo una noche?

—No fue una noche —solté torpemente arrepintiéndome después al ver cómo sus ojos ardían.

—¿Te lo tiraste toda la semana? —gritó. —¿Te gusto o fingiste disfrutarlo tanto como conmigo?

—El sexo no es lo más importante, ¿sabes? Disfrute más de su compañía, por una vez en mucho tiempo sentí que alguien me escuchaba y oía realmente lo que decía, no me veía solo como un objeto sexual, no solo quería estar cogiendo todo el tiempo como malditos conejos, no se burlaba de mi sueños, me comprendía, creía en mi a pesar de no conocerme, fue algo increíble si me lo preguntas...

Se burlo con aflicción. —¿Muy enamorada?

Su mirada me atravesó, yo no pude responder, me quedé muda, la indecisión en mi expresión tampoco consolidó mi silencio, simplemente exploto de forma desmedida, la poca racionalidad que quedaba en él estaba completamente ida, ya no habían filtros entre sus acciones y sus emociones, quería calmarlo, no había sido mi intension llegar tan lejos, herirlo, cabrearlo de esa forma y hacerlo perder la razón. No podía afirmar su suposición, era absurdo pero tampoco podía negarla por alguna razón.

—¡Puta mierda! ¡Puta mierda!

Ahora tumbaba y pateaba los muebles, todo lo que se cruzara en su camino, daba vueltas como un loco, golpeaba las paredes.

Intenté acercarme pero realmente tenía miedo de que me estampara algo en la cara. —Axl... —susurré pero logró escucharme y se giró de inmediato.

No sabía que decir ni que hacer, por primera vez en mi vida estaba completamente en blanco.

—¿Por qué te tenias que enamorar del primero al que conociste? ¿Esto es el karma? ¡¿Por qué Christina?! Yo me he acostado con tantas mujeres que perdí la cuenta pero jamás he llegado a sentir nada por ninguna a quien amo es a ti—confesó herido, no sólo estaba físicamente lastimado, su alma sangraba también.

—Yo no estoy enamorada de él, no lo amo Axl...

—¿Y por qué no puedes afirmarme que solo fue una aventura sin importancia?

Desvíe mi mirada nerviosa, él gritó gimiendo como lo haría un animal herido por un cuchillo que atravesaba su pecho y se retorcía en su interior, fui retrocediendo asustada, no podía ser viendo esto y en vez de calmarlo lo ponía peor con cada cosa que intentaba de decir, no funcionaba, él no necesitaba tenerme cerca ahora, en realidad nunca, yo le hacía mal, le hacía mucho daño, lo destrozaba, no tenía que hacer eso, se supone que debería ayudarlo no hacerlo enloquecer aún más.

Corrí hacia el ascensor, escapando, debía buscar ayuda, los dos la necesitábamos, el arrepentimiento y la culpa me invadió, yo había causado todo esto. Cuando estaba atravesando la portería escuche un fuerte ruido, algo cayó, un estruendo invadió la calmada calle, sentí un sonido que me ensordeció, mi corazón se detuvo, mis piernas no reaccionaban tal vez mi cerebro quería prevenir el dolor. Sin embargo salí unos minutos después y vi el piano despedazado en la acera, lo había lanzado por el gran ventanal, ya estaban los vecinos chismosos saliendo, él seguía arrojando cosas.

Preferí dar la vuelta sin mirar atrás, sin dirección camine perdida por las calles, acababa de caer en cuenta que traía puesta la pijama, avergonzada seguí caminando, no podía acudir a muchas personas que me pudieran ayudar a resolver esta situación, así que fui a la única que estaba a mi alcance.

Golpeé a su puerta insistente, vi como se encendía la luz y acto seguido apareció él.

—¿Christina? ¿Qué sucede? ¿Qué haces aquí a estas horas? —preguntó adormilado.

—Del, necesito ayuda —imploré agitada.

Abrió sus ojos preocupado mirando mi mejilla, debía tener una marca tras la fuerte bofetada que me dio. —¿Qué ocurrió?

—Eso no importa... Axl... —titubee.

Se alarmó. —¿Qué pasó con Axl?

—Está, está descontrolado... yo, yo no sé que hacer... por favor, ve a ayudarlo —sollocé.

—¿Qué sucedió?

—Axl se enteró de que tuve un amante y...

Me callé al ver que se agarraba la cabeza negando.

—¿Qué? Del no me vengas con ese discurso machista de mierda, Axl me ha puesto miles de veces los cuernos, yo solo lo hice una vez, ¿yo si debo aguantar pero él no? ¿Yo me lo merezco pero él no? ¿Por qué? ¿Por qué es la jodida estrella de rock?

Negó abrazándome. —No linda, no es por eso... es que, para Axl tú eres todo, todo, lo único que él tiene, tú eres su tesoro, su más preciado tesoro y si siente que alguien más se lo arrebató... no quiero imaginarme cómo se debe estar sintiendo.

—Arrojó el maldito piano por la ventana.

Se separó impresionado. —¿Qué carajos...? Esa mierda pesa una tonelada.

—Está fuera de si... ve a ayudarlo, ve a antes de que él mismo se aviente por la ventana.

Asintió entrando a su casa, yo lo seguí, sacó una chaqueta abrigada de su armario poniéndosela encima.

—Voy a ir... tú quédate aquí... es mejor que se den un tiempo, ambos deben pensar a solas y con serenidad.

—Lo mejor es separamos Del, ¿no ves cómo nos hacemos daño? ¿No ves cómo nos destruimos? Yo lo estoy matando lentamente y él también lo está haciendo conmigo, sacamos la peor versión del otro y eso es... eso es bizarro, extraño y atemorizante.

Suspiró restregándose la cara con su mano. —No lo sé, no sé cuál es la solución... pero esto está pasando a otro nivel Christina y ambos deben hacer una pausa y remontar el camino o...

—O acabar con esta mierda de una vez. Ya no hay de otra, esto se acabo.

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