Chibizai

By AshDraigon

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Sin comprender como ha sucedido Dazai ha sido transformado en un niño, mientras sus compañeros tratan de aver... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Final
Epilogo
Aviso
Especial

Capítulo 6

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By AshDraigon

La primera noche en casa de Dazai la pasó en vela, estuvo de aquí para allá por toda la casa, asegurándose de que esta fuese segura y que ninguna persona pudiese entrar a excepción de por la puerta principal. Instaló pequeñas trampas que no matarían a nadie, tenía que tener cuidado por si el niño tocaba alguna por error, pero que hiciesen el suficiente ruido para alertarle o llamar su atención.

No notó mucho el sueño puesto que no era el primer día que se veía obligado a permanecer veinticuatro horas en pie. Cuando acabó miró el reloj, marcaba las nueve de la mañana, hoy y a esa misma hora debería estar reunido con su jefe, rezó interiormente porque Akutagawa fuese capaz de cubrirle y no les descubrieran.

El timbre de la puerta sonó y Chuya maldijo en voz baja, no solo porque acababa de sentarse sino porque sabía muy bien que era el compañero de Dazai molestando.

Abrió la puerta llevándose una grata sorpresa al encontrar al hombre tigre con una mirada que dejaba clara la fuerte resaca que llevaba acuestas.

—Me quiero morir...—Susurró para sí, sin ningún tipo de animo y fuerza en su voz.

—Lo que me sorprende —Chuya se hizo a un lado para dejar al chico entrar— es que después de haber estado con Akutagawa sigas vivo.

Atsushi le entregó un papel a Chuya en las manos y una bolsa de plástico, con verduras y varias cosas más que luego miraría, él supo al instante lo que era, una pequeña lista de experimentos que debía hacer con Dazai. El hombre tigre se tumbó en el sofá haciéndose un pequeño ovillo, no quería escuchar nada ni a nadie solo quería silencio.

—¿Te acompañó Akutagawa a casa? —Preguntó curioso el pelirrojo, esto le interesaba más que aquella lista.

Se estiró en el sofá, con un brazo sobre sus ojos, la luz que le estaba dando en la cara era demasiado molesta, su cabeza iba a explotar en cualquier momento.

—Hemos pasado la noche juntos.

Chuya no se vio sorprendido pero si intrigado.

—¿Fue amable contigo?

—Lo fue, al principio se portó muy bien, parecía acostumbrado a tratar con borrachos.

El pelirrojo chasqueó su lengua como acto reflejo.

—Pero la cosa cambió ¿Verdad? Akutagawa es un chico bastante rencoroso.

—Cambió, fue muy duro conmigo y ahora me duele todo, creo que empiezo a entender las ganas de suicidarse que tiene Dazai-san.

Chuya entró en la cocina, a preparar el desayuno del pequeño al que iba a despertar dentro de poco, con una gran sonrisa en sus labios. Era divertido ver las resacas de los demás y además sabía de primera mano lo duro que era Akutagawa cuando se veía obligado a llevarte a casa tras una borrachera.

—Por curiosidad —Alzó la voz para que el pequeño borracho lo escuchase desde la cocina— ¿Qué te hizo?

—No quiero ni recordarlo —Chuya salió de la cocina con una bandeja, en ella había un vaso de leche, unas galletas y un vaso de agua con una extraña sustancia verde que había teñido el agua.

Chuya dejó la bandeja sobre la pequeña mesa frente al sillón en el que aún seguía tumbado el hombre tigre, él se sentó en el suelo.

—Bebe esto —le extendió el vaso que no trasmitía nada de confianza — te sentirás mejor.

A Atsushi le daba igual que fuese lo que el mafioso le estaba dando, se lo tomó sin pensarlo. Si lo ayudaba a recuperarse bien y si moría por beberlo mejor. De ambas formas su sufrimiento acabaría.

—Después de llevar los dulces a Ranpo-san, me llevó a casa...—comenzó a contar a la vez que recuperó su posición inicial haciéndose un ovillo en el sillón— me dieron arcadas así que me acompañó al baño para que vomitase, pensé que con las arcadas sería fácil vomitar, pero no fue así, él aceleró el proceso dándome un puñetazo en el estómago —Sí, típico de Akutagawa, pensaba Chuya— después me obligó a tumbarme en el futon...

—¿QUIERES PELEA? —Le amenazó sin pensarlo.

—¡QUE TE TUMBES O TE TUMBO YO!

Aunque no lo pareciese Akutagawa estaba siendo amable.

El chico tigre accedió finalmente, ese valor y esa fuerza sobre humana estaban empezando a salir de su cuerpo. Se quedó mirando al techo que de un momento a otro empezó a moverse.

—El techo se mueve... —Murmuró— Me...—aunque seguía tumbado su cabeza estaba empezando a sentir que el suelo se movía— me voy a caer...

—¿Te duele la cabeza?

Giró su cabeza sujetándose a las sabanas, tenía la sensación de que se caería, a pesar de que ya estaba tumbado, si no tenía cuidado.

—Ajá...

—Bien.

Akutagawa fue hacia la cocina, Atsushi escuchó el sonido de los cubiertos, pensó que el mafioso le traería algo con lo que recuperarse o sentirse mejor. El moreno volvió a sentarse junto al chico tigre. Los ojos de Atsushi se ampliaron cuando vio el objeto que había dejado a su lado.

—¡No, no me hagas esto! —Pidió suplicante.

—Oh si...

Akutagawa había traído una olla y un cucharón, cogió el cucharón y golpeó con fuerza la parte trasera del objeto metálico provocando un estridente ruido que hizo retumbar la cabeza de Atsushi.

—No. —Gritó y golpeó la olla— Vuelvas. —Otro golpe que le estaba haciendo retorcerse de dolor, daba un golpe después de cada palabra— A. Insultarme. Nunca.

—¡Lo siento! —Gritaba Atsushi con las manos sobre sus oídos.

—Se ha pasado toda la noche dando golpes, se ha marchado porque tenía que reunirse con vuestro jefe...

Chuya iba a dejar salir su estridente risa cuando la puerta de la habitación de Dazai se abrió. El pequeño se había puesto de puntillas para poder llegar al pomo. Al soltar el picaporte y bajar su mano Chuya se dio cuenta de que el pijama le estaba un poco ancho, el pequeño abrió la boca dejando escapar un bostezo a la vez que frotaba su ojo derecho con el puño de su diestra.

—Buenos días ¿Cómo ha dormido el rey de la casa?

Dazai aún traía una poderosa cara de sueño, seguramente se habría despertado al escucharlos hablar. No desaprovechó la oportunidad de estar cerca del mafioso cuando se sentó en el hueco entre las piernas cruzadas del mayor.

—Teno hambe.

—¿Demasiado temprano para vocalizar? —Chuya mostró una amable sonrisa que solo enseñaba a los niños.

Mientras el pequeño desayunaba y el chico tigre dormía tumbado en aquel sillón decidió mirar la lista de tareas que haría con Dazai. La primera cosa y la cual consideró más importante era comprobar si el poder de Dazai seguía funcionando y a que escala. La segunda era que el niño debía ducharse cuatro veces al día. Frunció el ceño al leerla ¿Acaso pensaban que Dazai era una planta que crecía cuanto más la regabas?

No, de eso nada, no haría esa tarea y mucho menos si no le dejaban sacarle a la calle para hacer la fotosíntesis.

La tercera era que debía tomar unos medicamentos recetados por la doctora, unas hormonas para acelerar el crecimiento.

La cuarta era darle un puré de verduras del campo.

Chuya, incapaz de seguir leyendo arrugó el papel en su puño. A excepción de dos o tres cosas el resto era una sarta de estupideces que se les habrían ocurrido a lo largo del día de ayer.

—Chuta...—El pequeño miró hacia atrás sacando una pequeña sonrisa en el adulto, al ver sobre su labio un rastro de leche que parecía simular un bigote— quero más.

—¿En serio? Pensé que eso sería suficiente para un niño.

No tuvo ningún problema en levantarse y traerle al pequeño algunos dulces más. En uno de los cajones de la cocina encontró escondido uno de los micros de Dazai, lo guardó en su bolsillo, ya sabía que uso iba a darle. Cuando salió el pequeño tiraba de la camiseta del chico tigre para quitarle de ahí y poder sentarse él. Para su mala suerte no lo podía mover.

—¡Quítate, estas estodbando gato tonto!

Dejó en la mesa los dulces para Dazai y aprovechó que Atsushi esta ahí para al fin darse una ansiada y merecida ducha.

Chuya no era un hombre que tardase en ducharse, él como mucho se retrasaba secándose el pelo y eso, solamente, le llevaba unos cinco minutos. A pesar de eso, en la mafia se ganó la reputación de darse largas duchas a lo cual Mori siempre decía, delante de todos y con el único objetivo de avergonzarlo.

—Es un adolescente, dejar que se de duchas largas y que explore su cuerpo.

—¡No es por eso!

Fue humillante, sobre todo porque Dazai se estuvo riendo durante semanas del bochorno que Chuya sintió.

¿Qué culpa tenía él de volver de las misiones cubierto de algo asqueroso? Por culpa, claro está, de su dichoso compañero.

Salió del baño sintiéndose un hombre completamente nuevo. Se puso una camiseta de manga larga, negra y amplia con el cuello de esta en forma de V, unos pantalones, largos del mismo color, también un poco anchos y su característico collar. No quería trajes, ni ropa ajustada, lo único que necesitaba era sentirse cómodo y, aunque sabía que le dolería cuando se fuese, estaba empezando a sentirse como en su propia casa.

—Chuta, mira mi dibujo.

Dejó la ropa a un lado, después pondría la colada. Fue hacia el niño que no consiguió quitar Atsushi del sofá, pero sí consiguió que este se tumbase hacia arriba. El pequeño estaba sentado sobre él, sobre su pecho, con una pequeña paleta de pinturas —que Chuya le compró—, en la mano.

—Mira, mira —Le insistió.

Observó la cara de Atsushi, donde Dazai estaba terminando de retocar su "dibujo". No supo cómo reaccionar, llevó automáticamente su mano a su boca, tapándola. Había pintado los labios con la pintura roja mientras que, con la azul pintó las mejillas, los parpados negros, verdes, azules y amarillos. Era una mezcla de colores que no debería hacerse a los que le añadió ciertos toques de purpurina rosa.

—Parece...una Drag Queen —Susurró reteniendo su risa, dios, no sabía como no estaba arrastrándose por el suelo. Tomó aire y le quitó al niño las pinturas— Vístete, no puedes pasar todo el día en pijama. Vamos a empezar a trabajar y si eres bueno esta tarde saldremos al parque.

—¿Salir? Tenemos pohibido salir.

Chuya le mostró una sonrisa cómplice y llevó el dedo índice sobre sus labios.

—Nadie tiene porque enterarse.

Mientras Dazai entró a vestirse con el equipo de ropa que Chuya le dejó sobre la cama, el pelirrojo aprovechó para hacer hablar a su victima. Lo zarandeó un poco para que reaccionase.

—Atsushi —Le susurró en el oído.

—Ummm ¿Qué? —Respondió soñoliento, girándose para poder seguir durmiendo.

—Cuéntame como va la investigación.

—No puedo...—Chuya chistó, estaba demasiado consciente.

Le pasó la mano por el pelo, aquello parecía agradarle y le hizo acurrucarse para seguir durmiendo, decidió probar otra técnica.

—Chico Tigre —Le llamó tal y como hacia su compañero— Habla —Con cuidado, sacó el micro de su bolsillo y lo deslizó por el bolsillo trasero del pantalón del chico tigre.

Atsushi tomó aquello como una orden del hombre que le robó el sueño la noche pasada y habló.

—Esta tarde...vendrán los que nos contrataron —Su voz era débil, seguía medio dormido y Chuya sabía que Atsushi no recordaría nada de esa conversación, había visto a Dazai hacer esto tantas veces.

Para evitar que miedo a Akutagawa le despertase acarició con suavidad su mejilla y le volvió a susurrar en su oído.

—Duerme...yo te protejo —Le otorgó la seguridad que necesitaba para volver a rendirse ante Morfeo.

—¡Chuta! —Gritó el niño molesto, corrió hasta ellos y agarró al mafioso del brazo alejándole del tigre— ¡No puedes proteger a otro chico! ¡Solo yo! ¡Solo yo!

El pequeño se abrazó a su pierna y lo miró con su rostro triste y molesto con el tigre. Chuya removió el castaño cabello del pequeño con cierta ternura.

—Bien, vamos a probar tu poder.

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