Patricio y Patricia: Reencuen...

By MauroMartinPrimero

268 0 0

Tras muchos años sin verse desde aquella despedida triste en la secundaria, Patricio y Patricia vuelven a enc... More

Capítulo 1 / Conociéndome, conociéndote
Capítulo 2 / Despidiéndome, despidiéndote
Capítulo 3 / Historia de Patricia
Capítulo 4 / Historia de Patricio
Capítulo 5 / Reencuentro inadvertido
Capítulo 6 / Cruce de palabras
Capítulo 7 / Entre la música, el baile y el deseo
Capítulo 8 / Accidente inesperado
Capítulo 9 / Tour y Alegría cerca del Támesis
Capítulo 10 / Una antigua conocida
Capítulo 12 / Una semana después...
Capítulo 13 / Entre confesiones y malos entendidos
Capítulo 14 / Desahogando las penas
Capítulo 15 / Secuestro y rescate
Capítulo 16 / Temiendo al amor
Capítulo 17 / Buscando a Patricia
Capítulo 18 / Epílogo

Capítulo 11 / Sentimientos encontrados

8 0 0
By MauroMartinPrimero

Los siguientes días, Patricio y Patricia estuvieron estrechamente juntos, pasándola de maravilla al recorrer distintos lugares de Londres. De entrada, para este lunes, la chica se había propuesto continuar con su trabajo, y para eso dedicó gran parte de la mañana en ello. En estos días, Patricio pasaba a por ella para ir de paseo en alguna parte, aprovechando que salía de sus labores en la Embajada.

Este lunes, la Embajada llevó a cabo una ceremonia, con motivo de los 191 años de la Independencia Mexicana. Patricio aprovechó la ocasión para invitar a Patricia a dicho evento, lo que la chica acepta con muchísimo gusto. Disfrutaron del evento con mucho gusto. Pero, justamente cuando llegaron a la casa de la chica, mientras platicaban, alguien de repente hizo acto de aparición, y se estrelló contra Patricia, haciendo que ésta a su vez chocara contra Patricio y éste se viera en la necesidad de agarrarla para que no caiga en el suelo. Cuando chocó su cuerpo contra la de él, quedaron con los rostros muy de cerca, percibiendo cada quien el inesperado y delicioso aroma del otro.

El sujeto que se estrelló contra Patricia cae directo al suelo, por lo que se volvió un blanco fácil para el policía que lo venía siguiendo, así que fácilmente fue capturado. Era un asaltante, recién le acababa de robar una cantidad considerable de dinero a una persona, y ahora huía para no ser perseguido por la policía, ya que la víctima había pegado el grito de auxilio para llamar la atención y finalmente, la policía comenzó a movilizarse de inmediato. Y ahora el individuo, sea quien sea, pasará la noche encerrado en la prisión de la caseta de policía del Scotland Yard, por lo menos.

Cuando las cosas se fueron calmando, Patricio y Patricia quedaron callados, los dos se miraban uno al otro y sonreían hasta reírse. Finalmente, se fueron despidiéndose y la chica se fue metiendo para aquella casa. Y así acabó el día lunes para ellos.

El martes, ambos quedaron por teléfono para salir, por la tarde, a uno de los tantos centros comerciales que hay regados por todo Londres. El objetivo: Comprar unas pinturas de óleo que Patricia necesitaba para su trabajo. Durante el trayecto, la pasaron un buen rato en los interiores de aquel lugar; regatearon por un buen rato, como solían hacerlo cuando eran adolescentes, en aquellos fines de semana y también en aquellos días en los que se iban de pinta.

Y justamente, en medio de la regateada, entre la gran multitud que se paseaba por los enormes pasillos de aquel lugar, ocurrió una desgracia: Un grupo de despiadados matones encapuchados y vestidos de negro salieron al encuentro y tomaron por asalto el centro comercial. Lanzaban balazos al azar, lo que provocó que la gente se asustara y salga corriendo de la escena del crimen. En eso entonces, uno de los matones se acercó a Patricia, la apuntó con su R-15 justo en la cabeza, a la vez que le fue exigiendo le diera todo lo que tenga de valor en ese momento. Al ver lo que estaba pasando con su amiga, Patricio se armó de valor para hacer lo que pretendía hacer: Enfrentarse contra el matón.

Le alzó el rifle, dejando la boquilla del mismo hacia arriba, en un intento desesperado por quitársela al delincuente; y acto seguido los dos cayeron al suelo, quedando el rifle a disposición. Viendo que tenía algo de ventaja, Patricio logra levantarse, toma el rifle y apunta hacia el matón; éste último se queda inmóvil en el duro suelo, y con las manos en alto.

—Bájale de huevos, ¿no cabrón? ¿Quién puta madre eres? —preguntaba él en inglés a ese desconocido que lo amenazaba sin motivo—¡Contéstame, desgraciado!

—¡Tranquilo, por favor, no dispares esa cosa! —rogaba el pobre encapuchado, asustado como un triste conejo escondido en su madriguera—. Yo sólo sigo órdenes.

—¿Órdenes? ¿Órdenes de quién, hijo de tu puta madre inglesa? ¡Habla, cabrón! —ordenaba con furia el consular.

—Yo... sólo quiero decir que...—contestaba a la pregunta de Patricio, cuando una bala perdida atravesó el costado izquierdo de Patricio, quien cae automáticamente al suelo, sin posibilidades de defenderse de quien sea quien le haya disparado esa bala.

Viendo a su agresor inerte, el joven matón se levanta de volada, toma el rifle y vuelve a apuntar, pero esta vez en dirección hacia la chica, quien comenzó a llorar, conmovida ante lo que sus ojos acababan de ver; ahora su vida y la de su amigo pendían de un hilo.

El tipo estuvo a punto de apretar el gatillo, cuando de repente se escuchó una sirena desde el otro lado del edificio comercial. La policía local finalmente llegó al lugar de los hechos. Un tipo le dijo al joven matón que saliera corriendo de allí. Y los matones empezaron a darse a la fuga. La policía había entrado al centro comercial, y pronto empezó una horda de balazos entre la autoridad y los delincuentes. Y Patricio y Patricia quedaban justo en medio de toda aquella masacre. Uno de los elementos se acercó hacia ellos, y Patricia a gritos le pidió ayuda para su amigo, quien desangraba sin remedio. En el instante en que el elemento del Scotland Yard fue llamando a emergencias, Patricia se quedó allí, en el suelo, manteniendo consigo a Patricio, quien de repente se quedó inconsciente.

Y en cuestión de minutos, una ambulancia de la Cruz Roja esperaba allá afuera, lista para llevarse al herido. Para fortuna de todos, el hospital más cercano se encontraba a unas cuadras de distancia desde el centro comercial, por lo que los tiempos de respuesta fueron inmediatos. No obstante, la vida de Patricio todavía seguía pendiendo de un hilo. La bala ya le había sido extraída del cuerpo, no obstante, se le tuvo que operar de inmediato, con el fin de contener la hemorragia provocada por la bala. Durante la operación, se le tuvo que transfusionar sangre para que pueda sobrevivir, pues había perdido demasiada. Y pese a la transfusión administrada, los médicos comenzaron a dudar de la supervivencia de Patricio, pues éste todavía no respondía, aunque sus latidos aún seguían vigentes. "Una cosa de milagro", decían algunos de ellos.

La operación no demoró mucho, aunque si fue muy pesada; más que nada, los médicos se centraron en que el muchacho no perdiese más sangre de la ya perdida.

Finalmente consiguieron que el chico permanezca estable, y la operación concluyó. Patricio todavía permanecía inconsciente cuando fue enviado a uno de los cuartos de cuidados intensivos.

Mientras tanto, Patricia se encontraba en la sala de espera del hospital, angustiada por saber del estado de su amigo, ya que, hasta ahora, ningún de los médicos que lo atendieron desde su ingreso le había notificado nada, por lo que tuvo que preguntar en recepción. Ni en recepción sabían nada. Y la angustia de la chica aumentó todavía más. Temía por la muerte de su mejor amigo.

Justo en ese momento, llegaba el canciller Enrique Marchena. Patricia lo había contactado a través del teléfono de su auto. Y éste llegó tan pronto como pudo, pues se hallaba ocupado justo cuando pasó la desgracia.

—¿Cómo está Patricio? —preguntó muy preocupado el canciller a la chica—¿Los doctores han dicho algo?

—No—contestó ella, quien en ese momento necesitaba del consuelo de alguien, pues no sabía qué hacer ni cómo actuar si de plano su amigo habría perecido en la operación, estaba angustiada. No sabía nada de nada—. Los putos médicos de acá no han dicho ni una sola palabra, con decirte que no ha pasado por acá ni el triste cirujano a dar noticias de lo que sea. Estoy muy preocupada, señor Marchena, preocupada por mi amigo, por saber si sigue vivo o de plano ya lo terminaron de matar allá adentro. Por favor, le suplico que haga usted algo. ¡Por favor, se lo suplico! No permita que mi amigo se muera.

—Tranquila, señorita, ya no se preocupe—decía el canciller a la joven mujer, tratando de consolarla en un momento en que se sentía desesperada por saber si Patricio todavía vivía—. Lo menos que hay que hacer en momentos como éste es rogarle a Dios porque todo salga bien, que Patricio se salve de ésta, y que usted esté totalmente tranquila. Iré por un té de tila, ¿quiere uno?

—Lo que más quiero en este momento es saber cómo sigue Patricio, y si está muerto ahora, preferiría morirme junto con él.

—Ya... Contrólese, señorita. En este momento, no sabe lo que está diciendo. Voy a ir por los tés de tila, y quiero que me prometa que no hará una sola desgracia mientras regreso, ¿de acuerdo?

Y la chica asintió. Después se sentó nuevamente, intentando tranquilizarse, y comenzó a rezar en silencio una breve oración que aprendió hace muchos años. A ella le ayudó en algún momento de su vida, y ahora rezaba esa misma oración para salvar a su mejor amigo. Lo oró de tal manera, que es como si fuera la única cosa que tenía a la mano para hacer algo por su amigo.

Tras haber hecho esa oración, se sintió más calmada, y su mente entró en un estado de reflexión. La chica reflexionaba sobre el incidente. ¿Qué hubiera sucedido si Patricio no hubiera acudido en su defensa? ¿Qué hubiera pasado si la bala perdida le hubiese tocado a ella en vez de a su tocayo? ¿Actuaría de la misma forma que él lo hizo con ella? Si no hubiera sido por su amigo, ahora ella sería la mal herida de gravedad, en vez de su tocayo. Y en vez de que él estuviera en cuidados intensivos, sería ella la que estaría con la vida pendiendo de un hilo justamente en aquel lugar sumamente restringido. Su amigo hubiera sido el angustiado, en vez de ella, quien no había dejado de pensar en la salud de él.

Una vez con té en mano, y con el Señor Marchena a su lado, la chica se sintió un poco más calmada. Tiempo después, el médico cirujano por fin salió y dio la buena nueva. Finalmente, la chica se sentiría felizmente aliviada, porque al fin y al cabo supo que la vida de su mejor amigo estaba fuera de peligro; y ahora sólo sería una cuestión de tiempo para que la recuperación sea un completo éxito.

Una semana después

Había pasado una semana. En todo ese tiempo, las visitas al hospital empezaron a tomar lugar en la vida de Patricia. Al principio sólo era para recibir noticias, pero al poco de unos días, Patricio fue trasladado a un cuarto menos restringido y las visitas ya le eran permitidas. No obstante, la habitación donde yacía Patricio estaba siendo vigilado por un elemento del Ejército Militar Mexicano, las veinticuatro horas del día, durante la estadía del mal herido. Además, sólo era posible que tres personas entrasen a verlo: El canciller, el embajador y la misma Patricia, quienes la gran mayoría de los soldados supusieron que era su novia, y la chica ni siquiera los sacó de ese error, todo con tal de ver a su tocayo del alma.

En todo ese tiempo, Patricio pudo recuperarse por completo de la herida, aunque todavía tiene que estar usando un bastón para poder sostenerse y caminar despacio. Por su parte, Patricia lo visitaba todos los días, y hasta lo consentía, casi cuan si fuera un bebé. Incluso hasta le había mostrado toda su galería de arte, resumida en un libro de pasta dura, otorgada por el Instituto Nacional de Bellas Artes como una dedicatoria a todos sus trabajos artísticos, ahora famosos por todo el país y próximamente por todo el mundo entero. Y el muchacho no podía más que sentir orgullo y alegría por su amiga.

Sin embargo, entre visita y visita y muchos ratos de plática, algo en ella empezó a surgir. Era un fuerte sentimiento que ya antes había sentido, pero tan sólo faltaba reconocerlo, al menos desde el interior. Y es que hubo momentos en que ella no dejaba de verlo, incluso si él no hacía nada relevante desde su cama ni en ninguna otra parte de la habitación. Cuando se encontraba en su casa o en alguna otra parte, fuera de los horarios de visita, no dejaba de pensar en él y en cómo se iba recuperando de su herida. Su constante preocupación y afecto por su amigo se tornó tan cotidiano que ya no lo sentía ni siquiera como una molestia de su parte, sino como algo que ya formaba parte de ella. Era como si llegara a pensarse en serio que Patricio era su novio, versión que se había dado a conocer en los periódicos que habían publicado el atentado en el centro comercial; así como también la versión que ella tuvo que dar para que le dieran acceso a la habitación de él.

En pocas palabras, Patricia era "novia" de su tocayo, pero sin serlo realmente.

Al principio le había resultado una situación un poco incómoda, puesto que, hasta entonces, por su tocayo no sentía más que un afecto de amigo. Y ahora que ha estado con él tanto tiempo en Londres y también en aquella habitación de hospital, comenzó a sufrir el llamado síndrome de Florence Nightingale: Afecto mutuo por el enfermo hasta más no poder.

De sus entrañas comenzó a nacer algo parecido a una fuerte simpatía, mucha más que de costumbre; y una serie de sentimientos encontrados fueron perfilándose dentro de ella, hasta que llegó a una conclusión que de momento le costaba trabajo aceptar: Patricia empezó poco a poco a enamorarse de su tocayo.

Era un sentimiento de amor que comenzó a fascinarla, a estremecerla, a hacerla sentirse más mujer todavía y como consecuencia, a hacerla sentir con más motivos para seguir con su vida y con su trabajo.

No estaría mal relacionarse con su tocayo si no hubiera un pequeño detalle, pequeño, pero igualmente importante: Patricia estaba allí en Londres sólo con el objetivo de encontrar la inspiración suficiente para realizar sus dos cuadros más recientes. Finalizado sus cuadros, ella se regresaría a México con el fin de entregarlos al museo. Si bien ya tenía su itinerario planeado, apenas terminase los cuadros, ahora ya no deseaba regresar a México, hacerlo implicaría no volver a ver a Patricio en mucho tiempo. Y en este momento deseaba no sólo volver a verlo sino estar con él todo el tiempo.

Era tan fuerte aquel sentimiento de amor en ella, que, en una ocasión, antes de acostarse a dormir se aventó de avioncito en la cama de su habitación y comenzó a fantasear con la idea de tener a su tocayo justo allí y ponerse melosa con él, contarle de nuevo lo que le pasó el día de hoy, así como el decirle lo mucho que lo quería. Y de repente, ese frenesí tan repentino surgido en ella, se detuvo de la misma forma. Nace en ella un temor inconscientemente esperado. "No puede ser posible", se dijo ella para sí. "Esto que siento por él no puede ser. Hemos sido amigos de toda la vida y sin embargo... ¿cómo es que no me había enamorado de él antes? ¿Por qué me sucede esto ahora? No puede ser. Definitivamente, no puede ser... ¿Y si todo esto que siento no es en sí amor, sino solo un agradecimiento, porque él me salvó la vida? Gracias a Dios, él está bien, fuera de peligro. Patricio es un héroe por accidente. Porque de no haber sido así, hubiera padecido lo que él padeció. La moribunda hubiera sido yo y no él; y, además, no hubiera acabado por enamorarme de él así. Pero, por un lado, no sabes cómo me alegro Dios Santo que finalmente todo esto haya sucedido. Te doy las gracias porque lo hayas salvado. Ojalá y se recupere del todo. Y con lo que respecta a este amor que siento ahora..."

La chica se quedó pensante, hasta que finalmente durmió plácidamente ese día.

Continue Reading

You'll Also Like

276K 27.6K 46
[LIBRO 1] No respires cerca de él. No lo mires a los ojos. No le preguntes por su collar. No busques las razones. Es él, la imagen de la perfección m...
116K 5.2K 54
tus amigos llevaron a un amigo a tu casa desde ahi se conocen y pasar de los dias se van gustando
965K 49.7K 45
Desde el momento que subí al tren del expreso de Hogwarts y choque con Draco y Blaise mi vida no volvió a ser la misma. Más cuando el sombrero selecc...
375K 32.4K 32
Amber y Nelly. Personajes conocidos de "La hija de mi primer amor" y de "La amante", cuentan su larga historia de amor. Ambas resumirán sus recuerdos...