Capítulo 11 / Sentimientos encontrados

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Los siguientes días, Patricio y Patricia estuvieron estrechamente juntos, pasándola de maravilla al recorrer distintos lugares de Londres. De entrada, para este lunes, la chica se había propuesto continuar con su trabajo, y para eso dedicó gran parte de la mañana en ello. En estos días, Patricio pasaba a por ella para ir de paseo en alguna parte, aprovechando que salía de sus labores en la Embajada.

Este lunes, la Embajada llevó a cabo una ceremonia, con motivo de los 191 años de la Independencia Mexicana. Patricio aprovechó la ocasión para invitar a Patricia a dicho evento, lo que la chica acepta con muchísimo gusto. Disfrutaron del evento con mucho gusto. Pero, justamente cuando llegaron a la casa de la chica, mientras platicaban, alguien de repente hizo acto de aparición, y se estrelló contra Patricia, haciendo que ésta a su vez chocara contra Patricio y éste se viera en la necesidad de agarrarla para que no caiga en el suelo. Cuando chocó su cuerpo contra la de él, quedaron con los rostros muy de cerca, percibiendo cada quien el inesperado y delicioso aroma del otro.

El sujeto que se estrelló contra Patricia cae directo al suelo, por lo que se volvió un blanco fácil para el policía que lo venía siguiendo, así que fácilmente fue capturado. Era un asaltante, recién le acababa de robar una cantidad considerable de dinero a una persona, y ahora huía para no ser perseguido por la policía, ya que la víctima había pegado el grito de auxilio para llamar la atención y finalmente, la policía comenzó a movilizarse de inmediato. Y ahora el individuo, sea quien sea, pasará la noche encerrado en la prisión de la caseta de policía del Scotland Yard, por lo menos.

Cuando las cosas se fueron calmando, Patricio y Patricia quedaron callados, los dos se miraban uno al otro y sonreían hasta reírse. Finalmente, se fueron despidiéndose y la chica se fue metiendo para aquella casa. Y así acabó el día lunes para ellos.

El martes, ambos quedaron por teléfono para salir, por la tarde, a uno de los tantos centros comerciales que hay regados por todo Londres. El objetivo: Comprar unas pinturas de óleo que Patricia necesitaba para su trabajo. Durante el trayecto, la pasaron un buen rato en los interiores de aquel lugar; regatearon por un buen rato, como solían hacerlo cuando eran adolescentes, en aquellos fines de semana y también en aquellos días en los que se iban de pinta.

Y justamente, en medio de la regateada, entre la gran multitud que se paseaba por los enormes pasillos de aquel lugar, ocurrió una desgracia: Un grupo de despiadados matones encapuchados y vestidos de negro salieron al encuentro y tomaron por asalto el centro comercial. Lanzaban balazos al azar, lo que provocó que la gente se asustara y salga corriendo de la escena del crimen. En eso entonces, uno de los matones se acercó a Patricia, la apuntó con su R-15 justo en la cabeza, a la vez que le fue exigiendo le diera todo lo que tenga de valor en ese momento. Al ver lo que estaba pasando con su amiga, Patricio se armó de valor para hacer lo que pretendía hacer: Enfrentarse contra el matón.

Le alzó el rifle, dejando la boquilla del mismo hacia arriba, en un intento desesperado por quitársela al delincuente; y acto seguido los dos cayeron al suelo, quedando el rifle a disposición. Viendo que tenía algo de ventaja, Patricio logra levantarse, toma el rifle y apunta hacia el matón; éste último se queda inmóvil en el duro suelo, y con las manos en alto.

—Bájale de huevos, ¿no cabrón? ¿Quién puta madre eres? —preguntaba él en inglés a ese desconocido que lo amenazaba sin motivo—¡Contéstame, desgraciado!

—¡Tranquilo, por favor, no dispares esa cosa! —rogaba el pobre encapuchado, asustado como un triste conejo escondido en su madriguera—. Yo sólo sigo órdenes.

—¿Órdenes? ¿Órdenes de quién, hijo de tu puta madre inglesa? ¡Habla, cabrón! —ordenaba con furia el consular.

—Yo... sólo quiero decir que...—contestaba a la pregunta de Patricio, cuando una bala perdida atravesó el costado izquierdo de Patricio, quien cae automáticamente al suelo, sin posibilidades de defenderse de quien sea quien le haya disparado esa bala.

Patricio y Patricia: Reencuentro en LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora