Vuelo 1227

By MyPerfectGuys

1.5M 70.7K 8.7K

En un abrir y cerrar de ojos todo cambió. Sus vidas, sus familias... ya nada volvería a ser igual que antes. More

Prólogo
Cap.1
Cap.2
Cap.3
Cap.4
Cap.5
Cap.6
Cap.7
Cap.8
Cap.9
Cap.10
Cap.11
Cap.13
Cap.14
Cap.15
Cap.16
Cap.17
Cap.18
Cap.19
Cap.20
Cap.21
Cap.22
Cap.23
Cap.24
Epílogo

Cap.12

50.1K 2.4K 358
By MyPerfectGuys

– Yo... – tomé aire tratando de tranquilizarme –, necesito que me abraces.

Solté a la vez que me sentaba a su lado y me acurrucaba en sus brazos. No podía hacerlo, sinceramente, no podía.

– Eh, no llores – me acarició la mejilla –, dime qué te ocurre.

– No, no es nada, sólo que... – alcé la cabeza para mirarlo fijo a los ojos –, no me gusta estar lejos de ti.

– ¿Me echaste de menos en esta media hora que nos separamos? – preguntó burlón – Así que no puedes vivir sin mí, ¿eh?

– No estropees esto, Harry, por favor – le pegué suavemente en el pecho escuchándolo reír.

– Oye, que estoy débil – se quejó palpando el lugar dónde le había golpeado –. No necesito que me pegues, necesito que me mimes.

Sin poder creer la forma tan fácil que tenía de darle la vuelta a las cosas, me erguí levemente y besé su mejilla izquierda varias veces con toda la ternura del mundo, también esos hoyuelos que tanto me hipnotizaban, y seguidamente su barbilla. Podía sentir el roce de su incipiente barba en su cara. A algunas personas eso les resultaba incómodo y molesto, pero a mí personalmente me encantaba pasarle la mano por las mejillas y pincharme con su vello.

– Yo quiero más besos – protestó cuando se percató de que mi atención se centraba ahora en acariciar su mandíbula y sus mejillas.

– Parece que hoy amaneciste caprichoso – reí, besando la punta de su nariz.

– Sí, parece que sí.

Se me quedó mirando de una forma en que nuca lo había hecho. Casi podía ver a través de él lo que pensaba en ese momento, lo que sentía... Me sonrió hipnotizado dejándome disfrutar de las preciosas hendiduras que se formaban en las comisuras de sus labios y acercó su cara a la mía.

– No sé que me pasa contigo _____ – habló perdido en mis ojos, haciéndome enrojecer al instante –. A cualquier chico le cuesta decir estas cosas, pero me parece que yo ya he perdido cualquier pizca de verguenza que alguna vez haya podido tener y siento que me puedo sincerar del todo contigo. Desde el día del accidente algo me pasó. Te vi en el aeropuerto y algo dentro de mí se revolucionó, haciéndome saber que ibas a significar mucho en mi vida. Y ahora mismo sé con certeza que no me equivocaba.

Quería hablar, pero una vez más, no podía hacerlo. Me sorprendía mucho que me estuviera diciendo aquello, más que nada porque ninguna otra persona en el mundo me había hablado alguna vez de aquel modo.

– Creo que no es necesario decir que eres una de las personas más importantes de mi vida ahora. Estuviste todos los días ahí cuando prácticamente estaba medio muerto, tenías esperanza en que me recuperara, y cuando desperté, seguías aquí conmigo – tomó una de mis manos que descansaba sobre su vientre y la enlazó con la suya –. Si lo que te preocupa es que alguna vez me vaya de tu lado, puedes estar tranquila que no lo haré. No porque me sienta en deuda contigo, sino porque yo sí que no puedo estar sin ti.

Tenía razón. El posiblemente no se iría de mi lado, pero, ¿y yo?

– Harry... – su nombre salió como un suspiro de mi boca. Tenía que intentar pararlo antes de que fuera demasiado tarde.

– No es necesario que hables – enganchó un mechón de mi pelo con sus dedos y comenzó a juguetear con él –. Te puede parecer extraño todo lo que te digo pero, no me trates como un loco, de verdad que lo pienso.

Desvió la vista de mi pelo, a mis ojos, y luego fue bajando lentamente hasta mis labios. Se acercó más aún y pude sentir nuestras respiraciones mezclarse. Me miró una última vez pidiéndome permiso y yo, abstraída por la situación, no pude negárselo.

Mis ojos se cerraron sin yo preverlo y esperé a sentir sus labios junto a los míos. No tardaron mucho en llegar. Al principio no los movía, disfrutábamos los dos de aquel simple roce suave con toda la paciencia del mundo. Pero después de alejarse apenas centímetros de mí y ver mi cara de ansiedad, volvió a besarme esta vez mostrándose más pasional. Abrí mi boca para dejarlo hacer lo que quisiera y pude sentir su lengua recorriendo con calma toda mi cavidad bucal. Se notaba que tenía bastante experiencia en aquello, al contrario que yo.

Cuando notó que me quedaba sin aire, se apartó de mi sonriendo feliz y apoyó su frente contra la mía. Mantuve mis ojos cerrados por un rato más, sin creer todavía lo que acababa de pasar, mientras mi respiración agitada volvía a la normalidad. Aquel había sido mi primer beso, mi gran primer beso.

– ¿Dormirás ésta noche conmigo? 

– S-sí, bueno... – susurré nerviosa –, si tú quieres, claro.

– Pues claro que quiero.

Sin saber de donde sacó la fuerza, me cogió en brazos y me sentó en su regazo.

– Ah – se quejó haciendo una mueca.

– ¿Qué pasa?

– Mi hombro – señaló. Miré hacia ese sitio y vi que bajo la bata seguía sobresaliendo una venda. 

– Oh, no debes de hacer esfuerzos. Cuando estabas en coma te operaron un par de veces de urgencia – lo palpé por encima sin apretar mucho.

Me tumbé al lado de él y acomodé las almohadas para quedar los dos a la misma altura. Alargué la mano hasta el interruptor y apagué la luz, dejando la habitación casi a oscuras, a excepción de algunas farolas de la calle que se mantenían en funcionamiento. Aún no era muy tarde, pero ya comenzaba a anochecer.

– ¿Te ha gustado?

– ¿El qué? – le cuestioné volviendo a notar los nervios alojarse en mi vientre. Sabía perfectamente a lo que se refería.

– El beso – viró la cabeza, observándome divertido por mi incomodidad.

– Pues no lo sé – miré al techo tratando de evitar su mirada lasciva –, ha estado bien.

Buscó mi mano con la suya, la tomó acercándola a su boca, la besó varias veces y después la posó un poco más arriba de su pecho. Percibí las fuertes y rápidas palpitaciones de su corazón combinadas a la perfección con el vaivén de su pecho al respirar.

– A mí me ha parecido el mejor beso de toda mi vida – sonrió satisfecho. Seguro que era mentira y sólo lo decía para impresionarme –. ¿Sientes mis latidos?

– Sí – susurré.

– Me siento así siempre que estoy contigo. Me siento especial, eufórico, afortunado... – acarició los nudillos de mi mano afectuosamente –. ¿Me dejarás sentirme así el resto de mi vida?

¡Tierra trágame! ¿Qué debía responderle yo a eso?

– ¿A qué te refieres? – me hice la tonta de nuevo, elevando la cabeza para poder verlo mejor.

– Te quiero, _____ – admitió, pasando un brazo por debajo de mi espalda y arrimándome más a él –. Te quiero demasiado y espero que no me rechaces después de lo que te voy a preguntar ahora pero, ¿te gustaría ser mi novia?

 Y de repente... ¡Bum! Mi vida se había ido al traste en medio segundo.

Sí, Harry, me encantaría ser tu novia. Sólo hay un pequeño problema. Mañana me iré de aquí y no volveré a verte por un tiempo que desconozco. Lo siento. Disfrutemos de nuestras próximas diez horas de noviazgo y luego hagamos como si nada hubiera pasado.

¿Le tenía que decir eso al chico por el que más cosas había sentido nunca? ¿A uno de los pocos que había sido capaz de verme como otra cosa que no fuera una persona inservible? ¿Al que me había salvado la vida tras poner la suya en peligro?

Me sentía la persona más miserable y egoísta del mundo por no haberle dicho nada aún. Y ahora, después aquella proposición que me había hecho, menos valor tenía para contarle la verdad sobre mi futuro.

– Yo... no lo sé, Harry – mascullé casi entre dientes, tratando de mantener la calma –. Necesito un poco de tiempo para pensarlo.

¿Pero qué estaba diciendo? ¿Tiempo? ¿En serio? Que escusa más estúpida teniendo en cuenta el cariño con el que nos tratábamos ya sin ser novios.

– Entiendo – musitó, notablemente apenado.

Cualquier rastro de alegría que había minutos antes en su rostro, ahora había desaparecido, y me odié por ello. Estaba decepcionado y avergonzado, lo podía notar en sus ojos apenas iluminados. Lo había fastidiado todo.

– Pero por favor, no te enfades.

– No, tranquila, no estoy enfadado – él soltó mi mano, cruzándose de brazos y girándose en la camilla para darme la espalda –. Buenas noches, que descanses.

– Harry – agarré su brazo y lo zarandeé –. No seas mentiroso, sí que estás molesto. Mírame.

Un buen rato estuvo sin hacerme caso, hasta que se hartó de escuchar mis súplicas y aceptó que no cesaría de rogarle hasta que me prestara la más mínima atención de nuevo.

– Por favor, por lo menos déjame dormir abrazada a ti... – le pedí triste –. No es justo que me hagas esto.

Y yo precisamente era la que hablaba de ser justos.

Él recostó de nuevo la espalda entera en el colchón y me miró fijamente. Al parecer, había logrado convencerlo.

– Tienes razón, lo siento – se disculpó abrazándome, permitiéndome así recostar de nuevo la cabeza en su pecho –. Es tu decisión y la respeto, no puedo enfadarme por eso.

– Ten en cuenta que aún no he dicho que no, puedo cambiar de opinión pronto – no quería crearle falsas expectativas, pero lo que sí deseaba era que estuviera de buen humor lo que quedaba de noche.

– Lo dudo – rió con amargura.

– ¿Es posible que te hayas molestado porque no estás acostumbrado a que te rechacen las chicas? – pregunté curiosa. Al fin y al cabo, tenía toda la pinta de ser un completo ligón.

– ¿Y cómo sabes que las chicas nunca me dicen que no?

– Bueno, no lo sé, pero me lo imagino. Supongo que es complicado que pases desapercibido y no gustes a las mujeres.

– ¿Eso es un cumplido? – me preguntó a la vez que sonreía – La respuesta a tu pregunta es no. No me he molestado por eso.

– ¿Quieres que dejemos de hablar de esto?

– Sí, por favor – se rascó la nuca inseguro –. Me resulta un tanto incómodo teniendo en cuenta que me has dicho que no.

– Vuelvo y repito que no he dicho 'no', he dicho que 'me lo pensaré' – repetí.

– Vale, vale – suspiró con pesadez –. Y dime, has conocido ya a mis amigos, ¿verdad?

– Sí – respondí –, a Louis, a Berta y a... no me acuerdo como se llama el rubio – chasqueé la lengua con fastidió –. Son muy simpáticos.

– Niall, se llama así – me aclaró –. ¿Quieres saber algo que muy poca gente sabe? – preguntó haciéndose el interesante.

– ¿El qué?

– Berta fue mi novia – yo alcé las cejas sorprendida –. Es en serio, teníamos 10 y 9 años.

– Oh, venga ya Harry, eso no cuenta... érais muy pequeños.

– Sí que cuenta – dijo haciéndome burla –. Yo le pedí que fuera mi novia y ella aceptó, no como otras – volvió a reiterar. Después de poner mis ojos en blanco harta de aquel tema, le eché una mirada con la que se quedó bien calladito –. Ups, se me escapó...

Trató de mostrarse lo más inocente que pudo, pero a mí no me la iba a colar. Ambos sabíamos que lo había hecho a propósito y con ganas de hacerme rabiar.

– Oye, y una chica pelirroja que vino un día, ¿quién era?

– Una chica pelirroja... – se quedó pensativo. Luego frunció el ceño y negó –. No sé de quién hablas.

– ¿Seguro que no? Nada más verte, saltó encima de ti y casi te viola si no llegan los de seguridad a tiempo – comenté divertida, aunque en realidad aquello no me resultaba para nada gracioso.

– Oh, Dios, ya sé – se llevó las manos a la cabeza –. Seguro que era Amy. Esa chica está loca. Tiene una extraña obsesión conmigo desde hace unos años, piensa que soy su novio.

– Oh...

– Creo que deberíamos dormir ya – iluminó el reloj de su muñeca con una lucecita y comprobó que se nos había pasado demasiado tiempo hablando –. Aún no es muy tarde, pero mañana quiero que me acompañes a un sitio.

– Sí, claro.

Ojalá pudiera, Harry, ojalá pudiera.

Rodeé su cintura con mi brazo y hundí mi cabeza entre su cuello y su hombro, como hacía siempre. Él también me sujetó de la espalda y me abrazó.

– Te quiero mucho – me susurró al oído, haciéndome unas cosquillitas deliciosas –. A pesar de que tú no sientas lo mismo por mí, te sigo queriendo.

Y con aquellas hermosas palabras y una sonrisa por su parte, cerré los ojos consiguiendo dormirme con su imagen grabada a fuego en mi mente.

                                                       *     *     *

Abrí mis ojos de golpe, como si algo me hubiera instado a hacerlo. Moví mi cuello de un lado a otro y vi que el reloj de la habitación marcaba las siete en punto. Tenía justamente una hora para vestirme y prepararme antes de que vinieran a por mí. Pero había algo en lo que no había pensado. Harry.

Lo miré y lo vi a mi lado, durmiendo como un lirón, parecía un bebé. Todavía no había encontrado el momento para hablar con él. Estaba bloqueada, no sabía que hacer. ¿Y si me iba sin despedirme? Quizá fuera lo más fácil. Las despedidas siempre eran dolorosas y nunca faltaban las lágrimas, y yo no quería llorar más... Parecía que la decisión estaba tomada.

Me levanté de la camilla en contra de mi voluntad y, después de darle un beso en la frente y de susurrarle al oído un 'te quiero' a Harry, me dirigí a mi habitación. Cuando llegué, me encontré a Sirenia caminando de un lado a otro por la habitación acelerada mientras metía algunas prendas de ropa en una mochila no muy grande.

– _____, ya estás aquí – levantó la vista –. Estoy preparando tus cosas.

– Gracias – le agradecí –. ¿De quién es esa ropa?

– Tuya – me sonrió –, te la he comprado yo. Espero que te guste. Seguro que te quedará perfecta.

– No hacía falta que te molestaras – le dije sentándome a su lado y observando la perfección y meticulosidad con la que doblaba la ropa.

– Toma, ésto póntelo ahora – me indicó, tendiéndome una montañita de prendas y señalando el baño para que me metiera allí y me cambiara. Todo me quedaba perfecto, parecía que Sirenia tenía muy buen ojo para esas cosas.

Salí por la puerta y ella me admiró conforme.

– Estas guapísima – me acaricio la mejilla, y a continuación me abrazó –. Te voy a echar mucho de menos, pequeña.

– Yo también, pero no tenemos por qué estar tristes. Seguro que me dejarán verte a pesar de que viva en otro sitio.

– Sí, seguro que sí.

Al separarme de ella, vi como pestañeaba varias veces para intentar ocultar que se había emocionado y comencé a reírme por no comenzar a llorar.

– Es hora de irse – sentenció emitiendo un largo suspiro –. Según me han dicho unos compañeros, te están esperando en la puerta desde hace media hora.

Resoplé triste colgándome la mochila al hombro. Miré a mi alrededor y me fijé de nuevo en Gemma. Me daba pena dejarla allí, de alguna manera había llegado a quererla y a cogerle cariño a pesar de no haber hablado con ella ni una sola palabra.

– ¿Vamos? – giré la cabeza y vi a Sirenia sujetando la puerta abierta.

Salí junto a ella sintiendo el agarre de su brazo alrededor de mis hombros. Todo el mundo a nuestro paso se nos quedaba mirando de forma rara, como si yo fuera una conocida de ellos de toda la vida.

Bajamos tres pisos por las escaleras y salimos a la recepción principal del hospital. Una vez allí, me quedé cegada por los muchos flashes que estaban siendo disparados en ese mismo momento desde el otro lado de la cristalera que daba a la calle. Sirenia me sujetó aún más fuerte y rápidamente me llevó hasta una zona que quedaba oculta para todas las personas de fuera de fuera.

– ¿Qué es todo esto? – pregunté asustada.

– Prensa, eso es lo que es – respondió la voz antipática de Inma a mis espaldas –. Todos unos buitres carroñeros y unos cotillas de mucho cuidado... – gruñó, dándome miedo –. ¿Estás lista?

Asentí lentamente por la mirada asesina con la que me estaba observado. Se dio la vuelta y echó a andar a toda velocidad hacia la salida para que yo la siguiera. Sirenia me abrazó de nuevo al ver que si no lo hacía ahora perdería la oportunidad, y me soltó justo a tiempo de que alcanzara a Inma.

– ¿Cómo vamos a salir de aquí? – le pregunté siguiendo sus pasos agigantados.

– Hay unos cuantos policías que nos abrirán paso – me respondió cortante.

¿Policías? ¿Iba a tener una especie de escoltas? Madre mía, esta situación me quedaba demasiado grande.

Al ritmo que íbamos no tardamos en llegar a la salida. Pero justo cuando estaba a punto de poner un pie fuera del edificio, algo hizo que me detuviera de golpe. 


Continue Reading

You'll Also Like

6.5K 266 30
Nunca pensé volver a enamorarme otra ves... Mi novia, mi único y primer amor murió hace tres años a causa de un loco enfermo, buscare venganza y prot...
578K 78K 46
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!
147K 9.1K 20
En el Olimpo hay una tradición entre los hijos de los dioses mayores.Quien gané el torneo va a ser considerado héroe o heroína y como premio tendrá u...
2.3K 75 37
Esta historia trata de una de mis películas favoritas el secreto de la última luna pero va tener un poco de mi imaginación La historia comienza d...