CAPÍTULO 36
"Toma mi mano, y veamos en dónde despertamos mañana. Quizá todo este tiempo, yo he sido la pecadora, y ellos los santos. Si no nadas, te ahogas, ¿debería quedarme quieta?
Algo que he aprendido a lo largo de mi vida es que cuando las personas te lastiman constantemente, te acostumbras. Te acostumbras al dolor y a la decepción tanto que no te queda otra opción más que aceptarlo y quedarte en silencio hasta que llegas al punto en el que simplemente ya no te importa.
Admito que realmente extraño como las cosas solían ser, pero también admito que he aceptado el hecho de que las cosas han cambiado, para siempre. ¿Alguna vez has querido llorar, pero simplemente no tienes lágrimas, entonces debes quedarte en blanco mirando al vacío? Es una sensación muy parecida a la que siento en este momento.
Mi cuerpo entero está cambiando, puedo sentirlo. El dolor ha cesado, pero no mis miedos y dudas. La ansiedad y frustración me carcomen diariamente al sentir como la vida continua al lado mío, sin dejarme participar en ella.
He perdido la noción del tiempo, y mi única escapatoria se ha vuelto sumergirme en la bruma de mis desordenados y burdos pensamientos. Lo que alguna vez me importó, ha perdido sentido en mi surreal subconsciente.
Solo una pregunta se repite con insistencia; ¿Volveré a despertar?"