Bienquerencia

By Cerwess

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Min Yoongi es un dolor de cabeza, agresivo, impulsivo, odioso, su aรฑoranza por afecto y cariรฑo hace que llegu... More

โš 
SINOPSIS
U N O
D O S
T R E S
C U A T R O
C I N C O
S E I S
S I E T E
O C H O
N U E V E
D I E Z
O N C E
D O C E
T R E C E
C A T O R C E
Q U I N C E
D I E C I S ร‰ I S
D I E C I S I E T E
D I E C I O C H O
D I E C I N U E V E
V E I N T E
V E I N T I D ร“ S
V E I N T I T R ร‰ S
V E I N T I C U A T R O
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V E I N T I S I E T E
V E I N T I O C H O
V E I N T I N U E V E
T R E I N T A
T R E I N T A Y U N O
E P ร L O G O
E P ร L O G O II
Segunda temporada.

V E I N T I U N O

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By Cerwess

Min colocó todas las bolsas en el asiento trasero y retomamos el camino.

— Iremos a casa,— murmuró con un tono molesto.

Lo único que quería en ese momento era desaparecer, no quería estar cerca de Min. El coche paró en un semáforo en rojo, pequeñas gotas comenzaron a caer. La escena era deprimente, tanto así que me sentía ahogada. Tomé una gran bocanada de oxígeno antes de hablar.

— Min.

— No quiero oír tu voz.

— Voy a contarle la verdad a Jimin, ya estoy cansada de todo esto.

— No lo harás.

— Claro que sí puedo.

— ¡No puedes! —sus manos se impregnaron sobre el volante.

— ¡Ya estoy cansada de todo esto, sólo quiero vivir mi vida de una forma tranquila, sin tu existencia!

El coche tomó más velocidad.

— ¿Por qué siempre tienes que arruinarlo todo? ¿Por qué simplemente no cierras tú odiosa boca? ¿Tanto te cuesta?— Min parecía apunto de estallar.

Pero aún así no me importó decir lo que pensaba.

— ¿Por qué simplemente no sales de mi vida?

Min golpeó el volante con fuerza.— ¡Porque no puedo! ¿¡Acaso piensas que no lo he intentado, que esto es fácil para mi!?

— ¡Nadie te obliga a que lo hagas! — solté un grito ahogado— ¡Baja la velocidad!

— ¿Por qué? Me gusta sentir la adrenalina y me gusta si estás conmigo.

Llevé mis manos a mis oídos. — ¡ Estás loco!

— Los dos lo estamos, cariño.

— ¡Maldito, detente!

El motor gruñó cuándo Min presionó con más fuerza el acelerador.

Cerré los ojos y tomé con fuerza los bordes del asiento.

— ¡Qué cobarde! —murmuró.

—¡Tú eres un maldito loco! — grité con la voz entrecortada.

Estaba segura que de esta no salía viva.

— No discutas,— gruñó.

— Tú estás discutiendo conmigo, tienes que ir al manicomio.

— Tu lo haces y, ¿cómo supiste que estaba en uno? — dijo de una forma burlona.

Abrí mis ojos sólo unos segundos porque al instante me arrepentí.

Los edificios y las casas eran simples borrones.

Loco, loco y loco.

— Sabes, a Mika le gusta esto de la adrenalina, se la pasa todo el día jugando a simuladores de carreras de coches, son la pareja perfecta,— dije con voz temblorosa.

Estoy segura que a Min no le dio ni una pizca poquito de gracia el comentario que hice.

Pero, ¿qué podía hacer yo? Estoy tan nerviosa que me tiemblan las manos.

— Te prohibo hablar de ella.

— ¡Baja la velocidad, por favor! —supliqué al borde de lágrimas.

Suspiró.— Vale, vale.

El coche tomó una velocidad aceptable y sólo en ese momento pude abrir los ojos. El vehículo se detuvo enfrente de una puerta de garaje, Min presionó un botón y la dichosa pues comenzó a ascender. Intenté abrir la puerta para ir directamente a mi casa pero estaba bloqueada.

Desgraciado.

— Déjame ir,— gruñí.

— Si te dejo ir ahora cualquier vecino podría verte.

— No me importa,— dije rápidamente.

— No, no voy a arriesgar mi reputación de vecino antisocial por tu culpa.

— ¿Desde cuándo tienes reputación?Déjame ir.

La gigantesca puerta se abrió por completo y Min entró ignorando las quejas. Volvió a presionar el botón para que la puerta cerrará automáticamente.

Min volteó a observarme, yo intuitivamente me aleje lo máximo posible. Su sonrisa macabra se extendió por todo su rostro, estiró el brazo y tomó las bolsas que estaban en los asientos traseros. La oscuridad nos envolvió ya que la puerta había descendido totalmente y al parecer aquí no hay ni siquiera un hueco por dónde la luz del día pueda asomarse, aunque no serviría de nada y que el cielo estaba completamente nublado. Mis alarmas comenzaron a activarse al sentir una respiración chocar contra la piel de mi cuello.

A ciegas comencé a intentar abrir la puerta.

Pervertido acosador, lo odio.

Solté el aire que había retenido cuando sentí que esa respiración ya no chocaba contra mi piel.

La puerta del piloto se abrió con brusquedad, yo aún no podía abrir la puerta y eso estaba comenzando a desesperarme. La puerta del copiloto se abrió sin un toque de elegancia y de un tirón me sacaron fuera del coche.

— ¡Ah! ¡Maldito, déjame ir a mi casa! —grité.

Sus frías y ásperas manos tomaron mi rostro y sus labios volvieron a encontrarse con las mías. Golpeé varias veces su torso para que se alejara de mí, pero al contrario, su cuerpo se acercaba más.

No iba a corresponderle a su beso, no lo iba a hacer.

Soltó un gruñido y mordió mi labio inferior con fuerza. Gemí de dolor, una lágrima cayó por mi mejilla y separé mis labios para darle el total acceso. Él no tardó ni un segundo e invadió mi zona bucal, golpeé su torso de nuevo, esto no me gusta para nada, si no lo detengo ahora no acabará nunca. Su mano acarició mi mejilla borrando el rastro de lágrimas, sus fríos labios abandonaron lentamente las mías. Me dio un suave beso en la frente y se alejó de mí.

— Vete a tu casa, te doy 10 segundos para que desaparezcas de mi vista.

Mis venas ardieron en llamas.

— No sé dónde está la salida.— dije apretando los dientes al borde del llanto.

— Qué molesta eres. —gruñó.

Me tomó de la muñeca y me arrastró hasta una puerta trasera que por la oscuridad no la había notado, la abrió y sin esperar nada salí de allí a la velocidad de un disparo.

Las pequeñas gotas caían sobre mi rostro, di unos escasos pasos y ya estaba enfrente de mi hogar. Saqué la llave de mi mochila y la introduje dentro de la cerradura y la abrí sin mucho esfuerzo, al entrar cerré la puerta detrás mía. Fui directamente a mi habitación a cambiar mi atuendo ya que aún llevaba puesto el uniforme del instituto, dé paso desinfectaré los raspones.

Me sentía muy agotada, pero tenía que ir junto a mis padres e inventar cualquier excusa para que no me castigaran. Bajé al primer piso y fui directamente a la cocina. Mis ojos se abrieron cómo platos al ver a Omi y mi padre llorando a cantaros.

¿Qué sucedió aquí?

— ¿Papá?

Me acerqué a ellos preocupada.

— ¿Qué sucede?

— Estamos en la calle,— murmuró mi padre.

— ¿Qué quieres decir padre? — pregunté confundida.

— Tengo una deuda millonaria, Lenahi y no sé cómo pagar todo.— sollozó mi padre.

Abrí mis ojos de par en par.

Omi abrazó a mi padre y comenzó a acariciar con su mano su cabello.

— Cuándo tu padre se encuentre mejor hablará contigo.

— Está bien.

Di media vuelta y subí rápidamente a mi habitación.

Me lancé sobre la cama y no pude evitar llorar.

Este día fue de lo peor.

Primero está el desgraciado de Min con sus amenazas y agresiones, segundo la bancarrota de mi padre. Odiaba a Min con todas mis fuerzas, ya no soporto ninguno de sus tratos.

Él me trataba como un juguete y eso no lo podía seguir permitiendo. La puerta de mi habitación se abrió y Namjoon apareció del otro lado del marco con su cabello húmedo.

— Tu madre me llamó y me dijo algo de la situación económica. ¿Cómo estás?

Me senté sobre la cama y cerré los ojos con fuerza tratando de evitar soltar las lágrimas, pero mi esfuerzo fue en vano porque comencé a sollozar, Joon se acercó y me abrazó.

— Yo...yo...lo odio. —dije apretando los dientes de la rabia acumulada que tenía.

— ¿De quién hablas?

— De Min Yoongi, de ese bastardo, lo odio y lo odio. —dije entre sollozos.

Las lágrimas salían sin control, no podía parar de sollozar y eso estaba impacientando a Joon.

—¿Qué te hizo? — preguntó preocupado.

Deshizo el abrazo para tomar mi rostro con sus manos, me obligó a que lo mirara a los ojos.

— ¿Qué te hizo?

— Lo odio,— susurré entre hipos.

Cerré los ojos tratando de bloquear las lágrimas pero era inútil.

— ¿Qué rayos te hizo? Estás asustándome,— murmuró preocupado.

— ¡Me lástima, juega conmigo como se le antoja, me manipula a su antojo y yo no soy capaz de hacer nada! — solté frustrada.

— Hay que hacer algo al respecto. Deberías decírselo a Jimin, después de todo, él te comprenderá si te aprecia de verdad.

— Min y yo nos besamos.

Al fin pude controlar los sollozos.

—¿¡Qué!? — chilló.

— ¡Joon no es momento de sacar tu lado fangirl!— lo regañé.

— Lo sabía, sabía que estaba enamorado de ti.

— Deja de decir estupideces.

— Es la verdad, yo siempre tuve la leve sospecha de que Min sentía algo por ti.

—Si él está enamorado de mi, mala suerte, porque yo estoy enamorada de Jimin y no pienso seguir en su trampa, debe de haber una manera de terminar con esto.

Joon sonrió y volvió a abrazarme.

— Tu vida es un drama.

— Ni lo digas.

— ¿Quieres que me quede a dormir?

— Si.

— ¿Noche de amigas?

— No, sólo quiero dormir, estoy muy agotada.

— Entonces, duerme pequeña.

— No me llames pequeña.— gruñí.

Joon rio y se lanzó sobre la cama ocupando toda la cama.

Al menos tenía a mi amigo, que siempre estaba en las buenas y en las malas, pero después de todo también necesitaba la compañía de Mika.

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