Not The Right One (fanfic n.h)

By hola_eff

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Nick Wilcutt es una chica a la que autoestima no le falta; tiene una gran personalidad, carácter de sobra y u... More

Sinopsis
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Epílogo
Agradecimientos
Sorpresita :)

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By hola_eff

Domingo. 10.45 pm

Nick se encontraba en la terraza, sentada bajo una sombrilla que, a esa hora, por supuesto que no la protegía de nada. 

La luna la observaba desde arriba, gorda y luminosa y las estrellas parecían estar por caer sobre ella. Un poco más abajo, el mar, que iba y venía sin rendirse, besando a la arena cada vez que tocaba la orilla. Las olas, apresurándose en tomar vuelo, como si de alguna forma tuviesen la oportunidad de salir de ahí, de desligarse del resto del agua. 

Había una leve brisa que traía consigo gotitas de humedad y sal, que se posaban sobre su rostro cada vez que soplaba. 

 Qué relajo. 

Su teléfono vibró. ¡Vaya!, pensó. Es que en Brighton rara vez llegaba la señal telefónica a los celulares. Cogió el aparato y lo puso sobre la mesa de plástico que tenía a su lado, con la pantalla alumbrando hacia arriba. Sacó una mano de los bolsillos de su campera y con un dedo abrió el mensaje. 

Jake: «¿Estamos bien?» 

No, no lo estaban. Pero preguntárselo era correcto, a fin de cuentas, Nick jamás le dijo nada sobre terminar. Sólo pidió que saliera de su casa y, a esas alturas, ya no podía tomar nada por sentado ni asumirlo como obvio. 

Y ahora, ¿Qué responder? Terminar con él por mensajes de texto no parecía una idea muy acogedora. En absoluto.

La ventana corrediza se abrió detrás de ella, haciéndola dar un respingo del susto y Niall salió a la terraza. En silencio, tomó asiento en la silla plástica que había junto a la mesa, y puso encima una taza de porcelana que no dejaba de despedir vapor.

  —¿Chocolate?

Él sabía cómo conseguir lo que fuera. Con chocolate.

Y lo odiaba por eso.

Asintió y deslizó la taza por la superficie de plástico hacia sí misma. Tomó los bordes con sus dos manos y la acercó a su boca, sin dejar de mirarlo, cual ratón que se acerca a una trampa por el trozo de queso, aún sospechando de quién lo puso ahí. 

Tomó un sorbo y la devolvió a su lugar. 

 —¿Quieres hablar?

 —No —Sonrió Nick. —Con el chocolate estamos bien. 

Niall se rió, la observó tomar otro sorbo de chocolate y volvió a reírse. Nick había comprendido que necesitaba ser algo más flexible y transar de vez en cuando. Suponía que él no había querido restarle importancia en ningún momento y había sido sólo una frase. A veces era necesario pensar más como chico y no tanto como chica, tú sabes, eso de imaginar un sinfín de historias detrás de un par de palabras, que finalmente terminaban por ponerte de cabeza y lo único que te hacía sentir mal eras tu misma al buscarle una quinta pata al gato.

Niall no dejaba de mirar al mar chocar contra la orilla y jugar con una tapa de lápiz de quién sabe dónde que tenía entre sus dedos.

Suspiró y la miró con ojos entornados. 

—Oye.

—¿Mh?

—No eres sólo Nick. —Dijo. — Eres Nicole Wilcutt, la chica más genial que conozco. 

Nick comenzó a reírse despacio al notar la culpa que sentía. Niall solía lidiar mucho con su cargo de conciencia. Es que prácticamente todo lo hacía sentir culpable, bastaba con decir que había hecho algo mal y lo mantendrías todo el día ocupado ideando una forma de pedir disculpas y remediarlo.

—¿Tienes cargo de conciencia, Horan? 

Sonrió de medio lado y bajó la mirada. Estaba un poco avergonzado. 

Si estaba planeando hacerte derretirse sobre su asiento, iba por buen camino. Verle con esa expresión en su cara era suficiente para romperle el corazón de pura ternura. 

—Estamos bien, Niall — Insistió, esbozando una sonrisa que, esperaba, fuese lo suficientemente contagiosa. 

—Bien. Pero siento haberlo dicho, de todas formas. —Gimió. Pareció detenerse a analizar sus palabras un momento. —Qué va, últimamente pienso demasiado. Debí venir con un chiste en mente y listo. 

—¡Caray! Había olvidado eso de los chistes —Exclamó Nick, sorprendida por la memoria que tenía su amigo. 

Cuando eran niños y uno de ellos se enojaba con el otro, la regla era contar un buen chiste que hiciera reír al enojado, de modo que ya no pudiera llevar el ceño fruncido. Al momento en que sonreías, se anulaba por completo la falta y ya no podías decir que estabas enojado, por lógica. ¿Quién dice estar molesto si lleva una sonrisa en la cara?

—Ya estoy sonriendo de todos modos. 

—Lo sé.

—Bien, yo voy a contarte un chiste para que te rías un poco. Has estado muy serio hoy y Brighton no lo merece. 

—Venga, cuéntame un chiste —Pidió entusiasmado. 

—Había una ratita, tú sabes, esas que tienen la cola larga, con su sombrero y su cartera, de pie junto a un árbol. Había estado ahí mucho rato, cuando pasó un conejo y le preguntó "Llevas un buen rato aquí, ratita. ¿Estás esperando a alguien?", entonces la ratita respondió "Sólo estoy esperando un ratito". 

Niall se quedó en silencio por segundos, cuando de pronto pareció comprender el chiste y comenzó a reírse con muchas ganas. —¿De dónde has sacado eso?

—Joey me lo contó ésta mañana, cuando lo ayudaba a vestirse. ¿A qué es gracioso? Más vale que lleves esa sonrisa el resto de la semana.

—Lo haré. —Prometió, aún riéndose. 

—Y más vale que te rías el triple si Joey te lo cuenta, Horan. No vayas a decirle que lo robé, me mataría. 

Cuando Niall se reía de esa manera, Nick juraba sentirse la persona más contenta del universo. No podría pedir nada más a cambio de esa sonrisa y esa voz riendo gracias a ella, con ella y para ella. Sólo eran ella, Niall y las risas. Nadie más, nada más. 

Y de nuevo, Jake podría esperar.

                                                                   ***

Lunes. 11:30 am.

John, como el gran fanático de cocinar que siempre había sido, había comenzado desde muy temprano a preparar su plato especialidad para el almuerzo: Pollo marinado a la cerveza. 

Demás está decir que Nick disfrutaba de ese plato a su manera, cambiando la presa de pollo por un poco de carne de soya. De todos modos le fascinaba, pues John se encargaba de prepararle por separado, con los mismo ingredientes y quedaba delicioso. 

El único problema ese día había sido la falta de cerveza. 

Se había quejado toda la mañana. —¿Cómo se supone que comamos Pollo marinado a la cerveza si no hay cerveza? 

Para su suerte, y para mala suerte de los chicos, Nick y Niall ya se encontraban despiertos a esa hora -y cómo no, si había transmitido sobre la cerveza desde las diez y media - y no había tardado en enviarlos a comprar cerveza. 

Llevaban muchísimo rato caminando por el centro de la ciudad en busca de algún lugar abierto que pudiera abastecerlos de cerveza para el almuerzo de John, pero a esa hora no encontrarían ni con toda la suerte del mundo una botillería abierta y el único supermercado de Brighton estaba casi llegando a la carretera. ¿Cómo no habían pensado en eso antes? 

Llevando casi cuarenta minutos en busca de un maldito pack de cervezas, y habiendo consultado con casi la mitad de los pobladores, Niall había decidido que irían hasta el supermercado a comprarlas. "No volveremos a casa con las manos vacías después de cuarenta minutos de caminata". 

Nick, por su parte, no dejaba de quejarse por diversas cosas que en ese momento la estaban molestando. 1. Su despertar gracias a la voz de su padre quejándose la había puesto de muy mal genio. 2. Ni siquiera entendía por qué ellos tenían que ir por la cerveza. 3. Odiaba caminar sin saber a dónde iba ni por cuánto tiempo tendría que hacerlo. 4. Tenía hambre. 

—Diooossss, ¡muero por un café! — se lamentaba cada diez o quince minutos, mientras Niall le pedía que por favor dejara de quejarse. 

Finalmente pasaron por el frente de un pequeño puesto que llevaba un anuncio de madera, escrito probablemente por los mismos dueños, que ponía: "Desayuno al paso". 

—Venga, vamos por ese café —Propuso Niall. Nick cerró su boca quejica al instante y lo siguió hasta el interior del local. Era un sucucho. Y al entrar, se percataron de que el pequeño negocio consistía en nada más que una porción de la propia casa de la mujer que atendía al otro lado del mesón. Seguro habían instalado un muro para separar al puesto del resto de la casa, donde no había nada más que una pequeña máquina de café, un hervidor eléctrico y un refrigerador lleno de sándwiches de miga triangulares. 

"Desayuno al paso", literalmente. 

—Qué lenta eres para beber café —Comentó el chico, después de un buen rato de seguir camino al súper. 

—Mientras más tiempo me tome beber éste vaso de café, más tiempo estaré en silencio y sin quejarme —Dijo, teniendo por completo asumido que sus quejas durante más de la mitad del camino habían sido muy molestas. —Aprovéchalo, rubio. 

—Nick, uno. Niall, cero. —Admitió, haciéndola desternillarse. Y siguieron su camino en silencio. 

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