Flor del eterno regresar: 16...

By NataliaAlejandra

124K 13.1K 3.7K

LIBRO 1 DE LA TRILOGÍA #FDER - FINALISTA WATTYS 2017 ¿Y si tuvieras el poder de volver el tiempo atrás? Fl... More

I. ¿Un sueño?
2. Malas elecciones
3. Profesor particular
4. Madame Rougerie
5. Fin de semana en casa
6. Un sueño preocupante
7. Revelaciones
8. Confesiones
9. Salida grupal
10. Trece días
11. Ilusionista
12. Limitaciones
13. Misión imposible
14. Diciembre del 2001
15. Lo que está por venir
16. Sorpresas
17. 20 de septiembre
18. Arriesgarse
19. Aquí conmigo
20. Orígenes
21. Unión
22. Encapuchados
23. 2004
25. Impasse
26. 2003 otra vez
27. Toda la verdad
28. A prueba
29. El primero en morir
30. Tardío despertar
31. Nuevo destino
Apéndice I: La Paraná de Florencia
Apéndice II: Bariloche
¡Conectémonos en las redes! y más

24. En movimiento

2.2K 307 58
By NataliaAlejandra


Lo más difícil de estar en la bella Bariloche era resistir la tentación de ponerme en contacto con la gente que había quedado en Paraná. Papá y yo teníamos un pacto de hacer como si estuviéramos solos en el mundo hasta tanto fuera seguro volver a casa, y a nuestro tiempo, pero eso no era tan sencillo como parecía. Si bien él era buena compañía, las demás personas que quería me hacían mucha falta.

Extrañaba a mamá, Adrián y mis amigas. Era muy difícil vivir sin ellos, y aunque sabía que mi yo adulta podía lidiar con esto sin demasiados problemas, mis hormonas adolescentes volvían las cosas mucho más complicadas y eso era lo que más me afectaba. Esas ausencias me dolían más de lo debido.

Más de una vez pasé delante de un locutorio y me tenté a entrar y llamar a casa, o pedir una computadora y conectarme al MSN, pero me resistía y seguía adelante. También me daba curiosidad investigar si aparecía en reportes de personas desaparecidas, pero me convencí de que era muy mala idea preocuparme por eso. Fue por esa razón que delegué a papá la tarea de buscar registros de números ganadores del Quini 6 y la lotería, porque él podía lidiar mejor con esas tentaciones. Por mi parte, debía tener fe en que lograríamos volver al veintidós de septiembre del 2003 pronto, y que nuestra ausencia jamás sería notada.

Durante nuestras primeras semanas allí aprovechamos a recorrer la zona como turistas, conociendo el lugar al máximo. Salimos de caminata, escalamos, recorrimos zonas rurales en cuatriciclo, hicimos rafting. Pronto empezarían las primeras nevadas, así que aprovechamos el buen clima. Papá y yo sabíamos cómo pasarla bien juntos, y el hecho de que mi mente fuera mayor ayudaba a que pudiéramos mantener conversaciones profundas, y que pudiéramos hablar de cosas de las que jamás hubiéramos hablado cuando yo era adolescente.

—Antoinette fue el gran amor de mi vida... —me confesó una vez—. No pienses mal, yo amo a tu mamá y no la dejaría nunca, pero nuestro amor jamás tuvo esa misma intensidad.

—Supongo que cuando un primer amor es tan intenso, los siguientes nunca logran asimilarse —le dije. Sí, me generaba mucha tristeza que papá no hubiera logrado mantener ese gran amor a su lado, y que no hubiera amado a mi madre de la misma forma, pero también lo que me decía me causaba incertidumbre: ¿sería capaz de engañar a mamá con esa mujer alguna vez? Donde hubo fuego cenizas quedan, y podría entenderlo si lo hacía, pero no sabía si lograría perdonarlo. No me creía capaz de aceptar que fuera infiel, no después de lo que yo había vivido.

Festejamos Pascuas solos y comimos mucho chocolate ese once de abril, ya porque el chocolate de Bariloche es delicioso, tanto que me cayó mal al hígado y papá tuvo que llevarme a una clínica privada el lunes por la mañana para que me dieran un inyectable que me calmara el malestar. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan mal.

Cuando estábamos por salir de la guardia, vi por los vidrios circulares de la puerta a alguien que no tenía pensado ver en mucho tiempo. Venía acompañando a una mujer con un estado embarazo muy avanzado, la cual supuse que era su madre. Levantó la mirada al sentir mi presencia, y me vio. Pero yo necesitaba huir de allí antes de que diera conmigo. Hablar con él era lo último que pensaba hacer mientras estuviera allí.

—Vamos —le dije a papá—. Tenemos que salir rápido.

—¿Qué pasa? —preguntó, pero no había tiempo para darle explicaciones. Lo tomé de la mano y lo arrastré por el lado opuesto. Hallaríamos otra puerta para salir. No quería cruzarme con Lucas. Era un Lucas que seguro sabía de mi futuro, y yo no quería spoilers. Tampoco estaba de humor para darle explicaciones por mi presencia allí.

«¿Cómo no me acordé que su mamá vive acá?», me pregunté, molesta conmigo misma. Debería haberle dicho a papá que teníamos que irnos a otro lado, pero no había recordado que la madre de ese pesado vivía allí. Era de esperar que hubiera venido a pasar pascuas allí. Su mamá estaba embarazada y al parecer quizás iba a tener familia ya, en esos momentos, lo cual debió haberlo motivado a permanecer en la ciudad.

Y ahora nosotros debíamos marcharnos de Bariloche lo antes posible. Ya cuando estuviéramos en nuestro alojamiento decidiríamos a dónde ir. No quería que Lucas oyera mis pensamientos y pudiera rastrearme. Con suerte, quizás me dejaría en paz.

—Era Lucas —le dije a papá mientras caminábamos rápidamente por la vereda—. No me acordaba de que su mamá vive acá y que cruzarlo era una posibilidad. Ahora vamos a tener que irnos a otro lado.

—Pero tenemos el alquiler pagado por adelantado —se quejó.

—No importa. Si vamos a volver al veintidós de septiembre, voy a seguir cruzándome con Lucas allá... y puede que él sepa cosas de las que prefiero no enterarme.

—No —me dijo papá con un suspiro—. No te lo vas a seguir cruzando.

—¿Por qué no?

—Porque no vamos a seguir viviendo en Paraná —dijo, soltando algo que me había estado ocultando seguramente desde que habíamos llegado—. Los encapuchados destrozaron nuestra casa. Vamos a volver, sí. Pero buscaremos a tu madre y nos iremos lo más lejos posible. Es muy riesgoso seguir viviendo allá.

—Oh... no —expresé, pensando en la idea de tener que abandonar a Adrián y a mis amigas—. No podemos hacer eso. ¿No podemos comprar o alquilar otra casa en Paraná?

—Me temo que no habrá otra manera. Si destruyeron la casa, los encapuchados tendrán acceso a objetos personales nuestros y sabrán nuestras identidades. Podrían rastrearnos y obligarnos a usar nuestros poderes para luego alimentarse de nosotros. La mejor manera de huir de ellos es dejando la ciudad... y no regresar por un buen tiempo, hasta que esos seres endemoniados se hayan marchado por completo y volver a radicarnos ahí sea seguro.

—Con más razón Lucas va a querer buscarme ahora —dije, acelerando el paso—. Si no me ve ni tiene noticias mías desde esa noche, entonces debe estar desesperado por hablar conmigo. Necesitamos irnos ya.

Llegamos a nuestro monoambiente y comenzamos a aprontar un bolso con nuestras cosas. Rogaba al cielo que el telépata no hubiera logrado rastrearnos. Si necesitaba estar al lado de su madre, era posible que no hubiera podido seguirnos lo suficiente. Rogaba que así hubiera sido.

—Papá... —dije en un momento, cuando casi estábamos terminando—. ¿Qué va a pasar con Amelie? Si nos vamos de Paraná y perdemos el contacto con los Martínez, Roberto jamás la curará.

—No te preocupes por eso —me dijo—. Yo tengo un plan y sé que va a funcionar. Vos confiá en mí. —Supe que no me iba a dar mayores detalles, pero era mejor así y no hice más preguntas.

Toda esa situación me generaba demasiada incertidumbre. No quería tener que abandonar mi ciudad ni pasar por todo lo que eso conllevaba. Pero parecía que no tenía otra opción, y debía confiar en mi padre.

Si no podía estar con Adrián, al menos me consolaba el hecho de haber sido capaz de salvar su vida. Él me extrañaría y se sentiría ofendido al enterarse de que me había ido de la ciudad sin avisarle, pero seguiría con su vida y buscaría formas de salir adelante y ser feliz. Yo intentaría hacer lo mismo por mi parte, en el sitio que papá eligiera para asentarnos, aunque no pensaba estar con ningún hombre durante un largo tiempo. Esperaría el momento adecuado para contactar a Adrián. Esperaría por él, porque él valía la pena. Solo esperaba que él fuera capaz de esperarme a mí hasta tanto fuera seguro estar juntos, aunque sabía que no estaba en condiciones para exigírselo.

Claudia y Soledad también se ofenderían, pero les enviaría algún mail para avisarles que en el futuro volverían a saber de mí, y algún día retomaríamos el contacto. Es más fácil recuperar una amistad que un gran amor. Los grandes amores tienden a buscarse mejores amores si se sienten traicionados... Y no me cabía duda alguna de que Adrián se sentiría así.

—¿Te sentís mejor? —me preguntó papá. Sabía que estaba preocupado por mi bienestar. Había pasado la madrugada vomitando, y no quería que eso ocurriera mientras viajáramos en bus a nuestro destino.

—Sí. La inyección me ayudó bastante —le dije. En realidad no me sentía del todo bien, pero tenía que hacer un esfuerzo. Necesitábamos salir de la ciudad, porque Lucas se las apañaría para encontrarme.

Salimos del edificio con nuestras escasas pertenencias a cuestas y tomamos un taxi hasta la terminal de ómnibus. Procuramos no decidir nuestro destino hasta tanto llegar a la terminal. Tomaríamos uno de los buses más próximos en salir.

Me senté en la sala de espera mientras papá compraba los boletos. Le dejé esa tarea a él. Si Lucas nos estaba siguiendo, era mejor que solo uno de nosotros supiera a dónde íbamos. Seguro papá podría camuflar mejor que yo sus pensamientos.

Pronto subimos a un bus que iba a Buenos Aires pero que paraba en diferentes pueblos. Serviría para despistar.

—En una de esas no logró seguirnos ni rastrearnos —dijo papá, esperanzado, cuando ya estábamos varios kilómetros fuera de la ciudad.

—Eso espero —le dije—. ¿A dónde vamos?

—A Piedra del Águila —respondió—. No está demasiado lejos de acá, son unas tres horas de viaje. Así que si no te sentís del todo bien el viaje no te va a afectar tanto. —Le agradecí en silencio por eso.

—Igual lo mejor va a ser no quedarnos mucho tiempo en el mismo lugar —sugerí. Papá estuvo de acuerdo.

Nos esperaban cinco meses y diez días bastante ajetreados si pensábamos mantenernos en movimiento...

No había muchas opciones de hospedaje en Piedra del Águila. Era un pueblo pequeño y solo encontramos una posada con habitaciones disponibles. Estas estaban muy bien equipadas y contaban con living y cocina también, así que no nos faltaría nada. Pagamos una semana por adelantado, y luego seguiríamos viaje. Iríamos a algún lugar más alejado del radar de Lucas. Estaba segura de que nos buscaría, y temía que fuera capaz de encontrarnos. Fue mi temor a que realmente lo hiciera lo que me motivó a usar mi poder secundario una vez más. Necesitaba soñar y descubrir qué ocurriría si nos hallaba.

Aún seguía en Piedra del Águila. Me encontraba empacando mis cosas mientras papá se daba un baño. La dueña de la posada me llamaba al teléfono de la habitación y me decía que fuera a la mesa de entrada a buscar mi teléfono celular nuevo, que había dejado olvidado en el lobby. Se trataba de un Nokia 1100 que habíamos comprado con papá en oferta dos por uno para poder comunicarnos fácilmente si en algún momento teníamos que separarnos.

Para ir allí debía recorrer una galería que circundaba un patio interno. Era de noche y estaba bastante oscuro. En un momento, cuando solo había caminado unos metros, una mano me tomó fuerte del brazo y me arrastro contra la pared.

Pronto el cuerpo de Lucas estaba acorralando el mío, mientras con su mano tapaba mi boca.

—No grites —me decía—. No voy a darte esa oportunidad. Respondeme mentalmente.

—¡Idiota! —respondí de ese modo—. Dejame ir.

—No me dejaste otra opción. Te desapareciste y no pude dar con tu rastro hasta ese día en el hospital... Estuve preocupado —dijo—. Y además te extrañé.

—Ese no es problema mío. Estaba en peligro y tuve que huir. No te necesitaba en el medio.

—Por eso también, estuve preocupado de que te hubieran hecho daño... Y además, nos quedó algo pendiente y cada vez he estado más y más ansioso por encontrarte y quitarme la curiosidad por ver qué va a pasar... Además de que también lo ansío por otras razones.

Destapó mi boca, pero no me dio tiempo a gritar. Antes de que pudiera reaccionar, Lucas estaba presionando sus labios sobre los míos.

Tal como me lo había temido, el contacto con otro bendecido era algo a lo que físicamente no podía resistirme. Terminé respondiendo a su beso aunque mi mente gritaba y pataleaba para que me separase de él. Lucas intensificó el beso y sus manos comenzaron a recorrer mis muslos y mi espalda. Yo no pude oponer resistencia.

Empecé a experimentar cosas extrañas a medida que me perdía en el beso: oía los pensamientos de los inquilinos que nos rodeaban, lo cual se volvía insoportable, y en un momento logré concentrarme en la mente de Lucas: esta no estaba presente en ese lugar, sino que estaba viajando en el tiempo.

Y el que su mente se ausentara me ayudó a liberarme del hechizo. Lo solté y él cayo sentado al suelo, aún ensimismado por lo que estaba experimentando. Volví con rapidez a mi habitación, y justo papá salía del baño.

«¿Y a esta qué le pasó?», pensaba él, al verme blanca como una hoja de papel.

Y fue allí que salí del sueño, un poco exaltada y con el corazón latiéndome a mil por hora. El besar a Lucas no solo había hecho que combináramos nuestros poderes y pudiéramos acceder al del otro, sino que esto se extendía más allá del beso. No necesitaba seguir permanecer conectada físicamente a él para usar su poder, aunque estaba más que segura de que quizás esto no sería permanente sino por un tiempo limitado y que deberíamos volver a tener encuentros íntimos para que los efectos durasen por más tiempo.

Fue un beso intenso que permanecería marcado en mi memoria, pero que no llegaría a ocurrir, porque no pensaba permitir que Lucas diera conmigo.

Nos iríamos de Piedra del Águila mucho antes de lo planeado.


Continue Reading

You'll Also Like

83.2K 11.4K 101
¿No has considerado comprar un diario personal? He escuchado que no son tan caros. ••• Bridget nunca había sido una persona popular. Ni estaba...
91.1M 8.5M 65
El pueblo de Wilson es tranquilo, regido por sus costumbres y creencias religiosas muy estrictas, donde Leigh ha crecido, siguiendo cada regla y paut...
544 87 10
Necesitaba desahogarme y se me ocurrió escribir en este diario , ya que no puede juzgarme, sólo leerme
EL ANILLO By Miguel Santiago

Mystery / Thriller

7K 177 7
A unos meses de su boda, Edward Vicenz es encontrado muerto en su pequeña casa. Una muerte sangrienta y sin testigos aparentes. Su prometida Elizabet...