24. En movimiento

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Lo más difícil de estar en la bella Bariloche era resistir la tentación de ponerme en contacto con la gente que había quedado en Paraná. Papá y yo teníamos un pacto de hacer como si estuviéramos solos en el mundo hasta tanto fuera seguro volver a casa, y a nuestro tiempo, pero eso no era tan sencillo como parecía. Si bien él era buena compañía, las demás personas que quería me hacían mucha falta.

Extrañaba a mamá, Adrián y mis amigas. Era muy difícil vivir sin ellos, y aunque sabía que mi yo adulta podía lidiar con esto sin demasiados problemas, mis hormonas adolescentes volvían las cosas mucho más complicadas y eso era lo que más me afectaba. Esas ausencias me dolían más de lo debido.

Más de una vez pasé delante de un locutorio y me tenté a entrar y llamar a casa, o pedir una computadora y conectarme al MSN, pero me resistía y seguía adelante. También me daba curiosidad investigar si aparecía en reportes de personas desaparecidas, pero me convencí de que era muy mala idea preocuparme por eso. Fue por esa razón que delegué a papá la tarea de buscar registros de números ganadores del Quini 6 y la lotería, porque él podía lidiar mejor con esas tentaciones. Por mi parte, debía tener fe en que lograríamos volver al veintidós de septiembre del 2003 pronto, y que nuestra ausencia jamás sería notada.

Durante nuestras primeras semanas allí aprovechamos a recorrer la zona como turistas, conociendo el lugar al máximo. Salimos de caminata, escalamos, recorrimos zonas rurales en cuatriciclo, hicimos rafting. Pronto empezarían las primeras nevadas, así que aprovechamos el buen clima. Papá y yo sabíamos cómo pasarla bien juntos, y el hecho de que mi mente fuera mayor ayudaba a que pudiéramos mantener conversaciones profundas, y que pudiéramos hablar de cosas de las que jamás hubiéramos hablado cuando yo era adolescente.

—Antoinette fue el gran amor de mi vida... —me confesó una vez—. No pienses mal, yo amo a tu mamá y no la dejaría nunca, pero nuestro amor jamás tuvo esa misma intensidad.

—Supongo que cuando un primer amor es tan intenso, los siguientes nunca logran asimilarse —le dije. Sí, me generaba mucha tristeza que papá no hubiera logrado mantener ese gran amor a su lado, y que no hubiera amado a mi madre de la misma forma, pero también lo que me decía me causaba incertidumbre: ¿sería capaz de engañar a mamá con esa mujer alguna vez? Donde hubo fuego cenizas quedan, y podría entenderlo si lo hacía, pero no sabía si lograría perdonarlo. No me creía capaz de aceptar que fuera infiel, no después de lo que yo había vivido.

Festejamos Pascuas solos y comimos mucho chocolate ese once de abril, ya porque el chocolate de Bariloche es delicioso, tanto que me cayó mal al hígado y papá tuvo que llevarme a una clínica privada el lunes por la mañana para que me dieran un inyectable que me calmara el malestar. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan mal.

Cuando estábamos por salir de la guardia, vi por los vidrios circulares de la puerta a alguien que no tenía pensado ver en mucho tiempo. Venía acompañando a una mujer con un estado embarazo muy avanzado, la cual supuse que era su madre. Levantó la mirada al sentir mi presencia, y me vio. Pero yo necesitaba huir de allí antes de que diera conmigo. Hablar con él era lo último que pensaba hacer mientras estuviera allí.

—Vamos —le dije a papá—. Tenemos que salir rápido.

—¿Qué pasa? —preguntó, pero no había tiempo para darle explicaciones. Lo tomé de la mano y lo arrastré por el lado opuesto. Hallaríamos otra puerta para salir. No quería cruzarme con Lucas. Era un Lucas que seguro sabía de mi futuro, y yo no quería spoilers. Tampoco estaba de humor para darle explicaciones por mi presencia allí.

«¿Cómo no me acordé que su mamá vive acá?», me pregunté, molesta conmigo misma. Debería haberle dicho a papá que teníamos que irnos a otro lado, pero no había recordado que la madre de ese pesado vivía allí. Era de esperar que hubiera venido a pasar pascuas allí. Su mamá estaba embarazada y al parecer quizás iba a tener familia ya, en esos momentos, lo cual debió haberlo motivado a permanecer en la ciudad.

Flor del eterno regresar: 16 otra vez (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora