Rose Eileen Snape y su tercer...

Por Samira85106

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Esta es la tercera y última parte de la historia llamada ¡Lily estás viva! En resumen, Lily se casa con Sever... Más

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El viaje a Hogwarts
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Golosina Milagrosa
Renacer
Redención
Confesion
¡Bienvenido!
Lo que Severus descubrió
Un nuevo comienzo

La conversación con Dumbledore

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Por Samira85106


Días después, en la sala común de Slytherin, Rose Eileen como siempre conversaba con Tom Ryddle Junior, ella era la única persona que lo hacía, pues por más que se esforzaban, los demás no podían confiar en él. Ese nombre perturbaba a todo el mundo. Regulus los observaba con detenimiento desde un sillón, resoplaba, entornaba los ojos y se moría por arrojarle un hechizo aturdidor a aquel chico, pues desde que el joven llegó a Hogwarts, su querida amiga Rose Eileen no dejaba de hablar de él, antes, Ted, Rose y él (Regulus) solían ir juntos a todas partes y cuando llegaba el turno de retornar a la sala común, Ted iba a la torre Gryffindor y Rose iba junto a Regulus a las mazmorras, pero ahora todo era diferente, Rose se empeñaba en acompañar a Tom al gran comedor, en la sala común, paseaba con él por los jardines, todo era con él, de modo que Regulus sólo podía pasar el rato junto a su amigo Ted cuando coincidían, sin embargo, a veces el chico parecía preferir estar solo con Victoire. Regulus se sentía solo y excluido, pero a Rose parecía no importarle en lo absoluto.

- Me voy a desayunar – Le dijo en mal tono a su amiga al pasar junto ella.

- ¡Espéranos Regulus! – Le pidió ella muy risueña mientras tomaba a Tom de la mano.

- Tú quédate aquí con tu amigo si así lo quieres – Espetó Regulus molesto antes de salir por el hueco del retrato.

- ¡Regulus! – Lo llamaba Rose, pero él no le hizo caso - ¡Ay Tom! Discúlpalo, no sé qué le pasa, él no es así.

- No te preocupes, ve con él, yo lo entiendo, tal vez se siente invadido por mí ya que soy nuevo aquí – Dispensó él con diligencia y astucia.

Rose sonrió con tristeza a modo de agradecimiento y se fue tras Regulus que ya iba por El pasillo de las serpientes, el pasillo que conducía a la sala común el cual estaba decorado con serpientes de piedra a cada lado, el muchacho lucía bastante enfadado.

-¡Regulus! ¡Regulus Neville Lestrange! ¿Qué rayos sucede contigo? – Inquirió Rose molesta cuando logró alcanzarlo, se puso frente a él para cerrarle el paso - ¿Por qué no quieres hablarme desde hace días? Y ¿Por qué siempre eres tan grosero con Tom?

- ¿Por qué? ¿Todavía lo preguntas Rose? – Inquirió su amigo con un tono de amargura en la voz –Pues porque has sido tú quien me ha estado ignorando las últimas tres semanas Rose, desde que ese imbécil nieto de Lord Voldemort llegó aquí, tú no has hecho más que ir con él a todos lados.

Rose lo tomó por un brazo y ambos emprendieron la marcha nuevamente hacia el gran comedor.

- Teddy también ha pasado mucho tiempo con Victoire últimamente y sin embargo no le has reclamado nada – Terció ella con voz apagada.

- Es diferente – Respondió él evitando su mirada.

- ¿Por qué es diferente?

- Porque no sé a ti, pero a mí me confesó que ella le gusta y además tampoco pasa demasiado tiempo con Victoire porque no sabe si ella le corresponde.

- No me lo ha dicho pero es obvio que está loco por ella, eso se nota a leguas – Respondió Rose - ¿No ves como su cabello cambia de color cuando Victoire está cerca?

- En cambio tú – Continuó Regulus ignorando el comentario de Rose - Tratas de congraciarte con ese idiota que no vale la pena, nada más que porque se siente solo, o es que... o... ¡Un momento! Rose, ¿Acaso ese chico te gusta?

- ¿Ah?... yo...

La pregunta la tomó fuera de base.

- Respóndeme Rose – La apremió Regulus deteniéndose un momento y mirándola por primera a vez a los ojos, a esos hermosos ojos negros que desde hace tiempo no contemplaba.

- Por supuesto que no Regu...

- ¡Hey chicos! – Llamó la afable voz de Teddy Lupin desde el rellano de la escalera que conducía al vestíbulo – Ya iba a ir a su sala común para buscarlos, bueno a ti Regulus porque nuestra querida amiga últimamente parece preferir otro tipo de compañía.

Regulus miró a Rose directamente.

- ¿Lo ves? – Le preguntó – Te lo dije.

Ella entornó los ojos con fastidio.

- Los dos son un par de tarados – Contestó y terminaron de dirigirse hacia el gran comedor.

Ese día, Rose volvió a andar con sus amigos como siempre, pero en su mente tenía presente a Tom en todo momento. Por la tarde, tenía clases de Cuidado de Criaturas Mágicas con Hagrid quien era el único profesor que se empeñaba en que lo trataran con familiaridad y no con formalidad. Cuando Rose vio a Copo de Nieve corrió a abrazarlo como cada vez que lo veía.

- ¡Hola precioso! – Lo saludó la chica, el unicornio le respondió con una débil cabezada.

- Está feliz de verte como siempre – Le dijo Hagrid mientras ella acariciaba el suave pelaje de su mascota - ¡buenos tardes a todos! – Saludó al resto de la clase mientras Tom entornaba los ojos y se alejaba con cara de asco de un pequeño montículo de excrementos de unicornio – Como podrán ver, hoy estudiaremos a los unicornios.

- ¡Qué lindo! – Decían las chicas.

– Es una suerte que sea tuyo – Le comentó una de las compañeras de clase a Rose.

- Hagrid me lo regaló cuando cumplí dos años – Explicó la chica – Mamá y papá dicen que desde entonces lo adoré.

- Así es – Confirmó Hagrid – En ese entonces era sólo un potrito dorado.

- ¿Dorado? – Repitió uno de los chicos de Gryffindor.

- Yo he visto las fotos del cumpleaños de Rose que conserva mamá en casa y he notado que el unicornio en efecto era dorado ¿A qué se debe eso Hagrid? – Inquirió Regulus interesado.

- Pues los unicornios cuando son potros muy pequeños tienen ese color para que su madre los ubique con facilidad en la espesura del bosque pero paulatinamente se van tornando blancos conforme salen de su infancia, sin embargo su sangre conserva un color plateado toda la vida ¿Están tomando nota?

Todos se apresuraron a anotar en sus libretas de pergamino la información obtenida.

- He escuchado que los unicornios son muy hostiles con las personas de sexo masculino ¿Es eso cierto? – Inquirió una jovencita de Slytherin.

- Lo es – Respondió Hagrid al tiempo que los varones daban un paso atrás para alejarse lo más que podían del animal – Pero no se preocupen – Añadió riendo – Los unicornios cuando son potros no se muestran agresivos con ninguna persona sin importar su sexo, sin embargo, cuando crecen la historia cambia, pues consideran que las mujeres son mucho más tiernas y delicadas que los hombres, pero si se les crían en constante contacto con los varones (como este ejemplar) no tendrán ningún problema con ellos y de ninguna manera atacarían. Muchos expertos han investigado el porqué de esta hostilidad, sin embargo imagino que ustedes no lo saben ya que es un tema que apenas se está descubriendo recientemente.

- Mi padre es naturalista señor – Dijo Tom levantando su mano mientras todas las miradas caían sobre él.

- ¡Eh...! llámame Hagrid si quieres – Le dijo el profesor un poco incómodo por la presencia del chico – Y bien, ¿Tienes algo que decirnos al respecto?

El muchacho sonrió haciendo suspirar a varias de sus compañeras y procedió a contestar:

- Si, bueno, según lo que he oído de mi padre, los unicornios adultos parecen sentirse amenazados al percibir ciertos grados de testosterona que es una hormona masculina, sin embargo cuando se les acostumbra a la presencia de los hombres desde que son potros, estos se acostumbran a percibir la testosterona y ven a los hombres como parte de su manada – Explicó el chico con suma facilidad.

- ¡Vaya! Creo que le has otorgado diez puntos a Slytherin Tom – Dijo Hagrid sorprendido.

- Sí que sabe mucho ¿No? – Murmuraban algunas chicas.

Al día siguiente, durante la clase de Pociones, todos estaban reunidos en las mazmorras y cuando Snape ordenó a los estudiantes ubicarse por parejas, Regulus tomó rápidamente la mano de Rose para que no decidiera ir con nadie más, especialmente con Tom.

- ¿Trabajarás conmigo verdad Rose? – Le preguntó el hijo de los Lestrange.

- ¡Eh...! Si – Contestó ella.

- ¿Y por qué lo dudaste? Siempre trabajamos juntos.

- Sólo pensé que...

- ¡Señor Ryddle! – Habló la voz de Snape mientras se paseaba por aquella mazmorra – Veo que usted ha quedado sin pareja.

- No hay problema con eso señor, puedo arreglármelas solo.

- Bien, hoy trabajaremos algunos tipos de venenos y sus antídotos ¿Alguien podría decirme cual es el antídoto más efectivo que existe y como se usa?

Sólo su hija y Tom Ryddle levantaron la mano.

- Señorita Snape – Dijo el pocionista – Le llenaba de orgullo que su hija conociera siempre las respuestas a sus preguntas.

- El antídoto más conocido e infalible es el bezoar que se puede encontrar en el estómago de una cabra, se puede utilizar introduciéndolo directamente en la boca de la persona envenenada o dentro de una poción vitalizánte, sin embargo no son efectivos con toda clase de venenos, sino con la gran mayoría de ellos.

- Correcto, muy bien señorita Snape, veinte puntos para Slytherin – Dijo Severus.

De nuevo Ryddle levantó su mano para llamar la atención del profesor, logrado un efecto casi inmediato, pues Snape giró su rostro y posó sus ojos negros sobre él que a su vez lo miraba con una débil sonrisa casi inexpresiva, muy digna de Monalissa.

- Señor, he escuchado sobre cierta clase de venenos muy potentes y destructivos – Comenzó a hablar el joven con voz suave, muy armónica, era casi un placer poder escuchar esa voz. Snape enarcó una ceja sosteniéndole la mirada – Me preguntaba si nos hablaría de ellos en esta clase, ya que sería muy útil poder conocerlos para diferenciarlos.

- Hay diferentes tipos de venenos muy destructivos señor Ryddle y...

- ¿Sabía usted que existe un veneno atroz capaz de hacer que la víctima que lo ingiera vomite sus propias tripas? – Inquirió el joven con cierto tono de regocijo.

- Lo sabía, sí – Respondió Snape componiendo un gesto adusto – Y tu abuelo también lo sabía ya que muchas veces él y sus mortífagos lo utilizaron con algunas de sus víctimas – Concluyó al fin lanzando un dardo sobre el chico que tanta desconfianza le inspiraba.

- Entonces ya veo cómo es que usted también conoce el veneno – Se defendió el joven con un golpe bajo.

- ¿Qué quieres decir Ryddle? – Inquirió Snape con el ceño todavía fruncido pero elevando un poco más la voz, sabía perfectamente que le había querido decir el muchacho pero quería que lo dijera en voz alta, si es que se atrevía.

Ryddle Junior sólo rió e hizo un gesto de indiferencia con la mano, Rose miraba alternativamente a su padre y a Tom, ella tal vez se estaba haciendo la misma pregunta que su padre ¿Cómo es que el chico siendo albanés sabía que Snape había sido mortífago en el pasado?

- No se moleste profesor Snape – Contestó el joven ante la mirada atónita de todos los demás – Sólo supuse que como usted conocía tan bien a mi abuelo, entonces tal vez conocería también sus métodos.

Posteriormente Snape decidió que empezaran a trabajar de una vez en los venenos y antídotos, escogió los menos complicados porque no quería que los chicos se tardaran demasiado tiempo en el aula, necesitaba estar solo, poner en orden sus ideas, o tal vez charlar un poco con Dumbledore que al fin y al cabo era quien desde siempre se había encargado de ayudarlo a ver todo con más claridad.

Aquella tarde, después de una clase de Encantamientos, el profesor Dumbledore se encontró al solitario joven de cabello castaño y mirada enigmática. Muy amablemente se acercó a él y con su acostumbrada sonrisa cándida le pidió que lo acompañara a su despacho, este sonrió también con indulgencia, pero el profesor Dumbledore, dotado de gran experiencia, astucia e inteligencia, notó algo raro en aquellos ojos verdes tan idénticos a los de aquel Tom que conoció muchos años atrás. Dumbledore sabía por su experiencia que por más que se intentase fingir en el exterior, los ojos como buen espejo del alma siempre reflejan inexorablemente lo que hay en ella, y aquellos ojos transmitían cierta incomodidad al que los contemplase, aunque hermosos, eran fríos y rencorosos.

- ¿Acaso ha recibido alguna queja de mí señor? – Inquirió el joven con aparente preocupación.

- De hecho ninguna Tom – Respondió Dumbledore colocándole una mano en el hombro y sintiéndose extraño al pronunciar ése nombre desde hace tanto tiempo – Sólo he escuchado elogios de parte de los profesores cuando se refieren a ti pero... quisiera hablar contigo si no te molesta.

- Para nada señor – Respondió el muchacho.

Ambos se encaminaron hacia la oficina del director de Hogwarts y al llegar hasta allí, el viejo invitó al muchacho a tomar asiento...

- Bien Tom – Empezó a hablar el director mientras se asomaba por una de las ventanas del despacho, dándole la espalda a su invitado – Como te dije antes, he escuchado que eres muy bueno en todas tus asignaturas; inclusive en Estudios Muggles según me dijo la profesora de la asignatura y digo "Inclusive" porque según sé, en tu vida no has tenido demasiado contacto con los muggles ¿no?

- Así es - Afirmó el muchacho.

- La razón por la que te hice venir, es porque he notado que no tienes muchos amigos, sólo la señorita Snape suele acompañarte y no es todo el tiempo.

- Verá profesor Dumbledore, siempre he sido un muchacho solitario y me gusta así.

- Si bueno, eso lo puedo entender – Respondió el director girándose para mirarlo – Después de todo la soledad es una muy buena compañera en muchas ocasiones, pero no siempre muchacho, también he oído que a veces la soledad es muy mala consejera.

- Lamento decirle que mi soledad no depende de mí señor – Respondió el joven – Sino al profundo desprecio que inspira mi apellido, muchos opinan que soy... digamos una mala hierba y bueno... tengo que reconocer que eso tiene su lógica ¿No lo cree usted? Es algo entendible.

- Yo sólo sé que cuando Dios nos creó, nos dio un barco y si bien no nos hizo dueños de él nos dio autoridad sobre el timón para que lo dirigiéramos por donde quisiéramos, así que bien podríamos llevar nuestro barco por aguas turbulentas o por las más calmadas y placenteras – Reflexionó el anciano tomando asiento frente al chico – Y no importa si el barco que estuvo navegando frente a nosotros ha dejado una estela de olas furiosas, porque al final estas mismas podrían alejarnos de ese barco y trasportarnos hasta las aguas calmadas .

- Interesante analogía – Expresó Ryddle juntando las manos mientras miraba a su interlocutor con aquella expresión insondable tan típica de él – Ya me habían hablado mucho de usted y sus metáforas.

- Si, bueno, debo reconocer que con los años me he vuelto famoso, al igual que muchos de los que combatieron en esa guerra en la que...

- Descuide, ya lo sé, la guerra en que El elegido Harry Potter venció a Lord Voldemort, sé muchas cosas sobre esa guerra, es natural que haya querido investigar un poco acerca de la historia del país donde me iría a vivir ¿no?

- Y al mismo tiempo investigar sobre tu abuelo ¿No es así?

Ryddle Junior se encogió de hombros.

- Aunque él haya tripulado un barco creador de tormentas, el mío propio, aunque navegue por aguas calmadas está creado con la misma madera señor, es natural que quisiera conocer mis orígenes y no creo que eso también me convierta en culpable ¿O sí? – Respondió el chico utilizando la misma analogía del anciano.

Dumbledore sonrió instintivamente.

- Eres tan bueno como él para dar respuestas muchacho.

- Mmmm... tal vez.

- Entonces ya que veo que has investigado bastante sobre tu antepasado, puedo comprender mejor como es que conoces aspectos sobre la vida pasada de...

- El profesor Snape – Completó Tom – Sabía por dónde venía su invitación a conversar profesor Dumbledore.

- Y yo sabía que tú sabías que yo lo sabía – Respondió Dumbledore riendo divertido – Simplemente me pareció interesante poder conversar un poco más contigo antes de ir al grano.

- El profesor Snape se enojó conmigo en su clase sólo porque hice un comentario que malinterpretó. Si, conozco parte de su pasado porque estuvo ligado por mucho tiempo a mi abuelo, pero yo no quise ofenderlo, es el padre de la única persona que me ha brindado su amistad desde que he llegado a Hogwarts.

- Descuida muchacho, no te preocupes ya eres muy popular y estoy seguro de que pronto podrás hacer más amigos, puedes retirarte si quieres, a esta hora el calamar gigante suele salir a la superficie del lago y darnos a todos una excelente demostración de saltos y piruetas.

- Gracias señor – Contestó el chico levantándose de su asiento para encaminarse a la puerta – Y gracias también por no juzgarme a priori como los demás.

- No te preocupes Tom – Contestó el anciano y luego añadió después de guiñarle un ojo: – Sólo recuerda siempre revisar tu brújula para que te oriente siempre hacia el norte y bajo ningún concepto permitas que los barcos tormentosos te arrastren para hundirte con ellos.

- Lo tomaré en cuenta señor – Contestó Ryddle Junior haciéndole una ligera reverencia con la cabeza, posteriormente se marchó.

Dumbledore se quedó allí en su despacho, muy pensativo mientras a su mente le llegaban varios recuerdos del pasado ¿La historia estaría a punto de repetirse nuevamente? Ya notaba que aquel chico no sólo era parecido a su abuelo físicamente, sino también en actitud pero ¿lo sería también en su forma de pensar?

-Te vigilaré de cerca Tom, definitivamente no sé cuáles son tus intenciones pero te aseguro que las descubriré – dijo Dumbledore mientras se acariciaba la larga barba plateada.

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