Quizá era la forma en la que él me sonreía que hizo que me volviera loco.
Loco por él.
O talvez fue la manera en que sus ojos verdes y brillantes se encontraban con los míos que hizo que me enamorara.
Enamorara de él.
Quizá la forma en la que me cantaba, sólo para mi, hizo que me perdiera.
Me perdiera en él.
Las casualidades no existen, pero el destino sí.
No fue casualidad mis altas calificaciones en la escuela que me regalaran el intercambio a Italia, no fue casualidad que mi mapa haya salido volando por una correntada de aire, no fue casualidad que un precioso chico se acercara a mí en un día cualquiera.
El destino puso a dos almas juntas, pero este mismo se llevó a una.
Cada uno debería poder elegir su propio destino, o sí al menos su propio desenlace.
Quizá me quitaron mi libertad después de todo lo que pasó, me han encerrado en cuatro paredes grises por tanto tiempo, que hasta he olvidado como luce el mundo exterior. Pero al final de todo… Nadie es libre. Hasta los pájaros están encadenados al cielo.