El morador de las tinieblas

By VaneSalander

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Todos alguna vez en nuestras vidas nos hemos preguntado que fuimos en el pasado, antes de estar en el present... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15

Capítulo 10

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By VaneSalander

Drusilla se perdió en la mirada de Evan por un momento al igual que él en la de ella, la madre Superiora contempló la escena y se puso celosa,

—ejem, si me permite señor obispo— mirando a Drusilla de manera despectiva, al mismo tiempo que tomaba el brazo de Evan —vamos a mi oficina para ver la como va todo en el convento

—claro madre, debemos ir— sin dejar de mirar a Dru, ella sintió enrojecer por completo que tuvo que bajar la mirada

—regresen a sus deberes hermanas, cuando termine de arreglar los asuntos con el señor Obispo veremos que deberes nos toca a cada una para mañana— se fue con Evan tomándolo del brazo, Drusilla corrió a su cuarto a entender que había pasado.

" Vaya, lo que me faltaba, que el señor Obispo sea más guapo en persona... ay Padre para que me mandaste a ésto, creo que... ¡JODER, NO! ¡NO! y ABSOLUTAMENTE ¡NO! ese puñetas no puede gustarme para nada, es guapo y ya pero lo engreído e hijo de puta no se le quita, el infeliz es capaz de hacer que los demonios vayan a confesarse, no puedo darme ese maldito lujo de "ay me gusta" pero por supuesto que no y tiene que pagar por lo que ha hecho a mi padre, no más, no tengo porque involucrarme sentimentalmente con él... ¿pero qué carajos acabo de decir? sentimentalmente... ¿en serio Drusilla? te afectó ver a éste tipo..."

Drusilla no dejaba de pensar en por qué tuvo esa reacción ante Evan, ningún hombre la había hecho sonrojar de esa manera, a excepción de su padre, pero nadie más.

Evan estaba con la madre Superiora, ellos dos tenían sus amoríos, más bien sus encuentros sexuales, cada que Evan llegaba ahí la madre Superiora sabía lo que tenía que hacer; era uno de los conventos más corrompidos, la madre Superiora trataba de reclutar a huérfanas, para que el obispo tuviera carne fresca, las que llegaban por su cuenta debían dar una costosa cuota, dinero. La madre Superiora buscaba huérfanas del agrado de Evan le gustaban pubertas pero no tan niñas, de preferencia vírgenes, eran las preferidas de Auditore, él no tenía favoritas... por el momento, le encantaba como cogía con la madre Superiora no había mujer que lo tuviera satisfecho; sólo ella podía con eso, desgraciadamente ella estaba enamorada de él, pero no era correspondida, eso a ella le dolía mucho pero se daba por satisfecha cada que ellos tenían sus encuentros, por eso se esmeraba en buscarle a las mejores adolescentes de acuerdo a los gustos de Evan, lo complacía en todo, también por eso las cenas de rey que preparaba sólo cuando él llegaba esos días al convento, ella tenía esperanza que algún día se enamorara de ella; pero para él, ella era sólo su satisfacción sexual, lo que no sabía era como es que una persona tan buena como él... eso decía ella; pensara de esa manera pervertida. De vez en cuando se hacían gang bangs entre las monjas y Evan participaba o sólo veía, pero eran los días favoritos del señor obispo. Aquel día él estaba demasiado caliente. En la oficina de la madre Superiora, no puso atención a lo que ella decía, pensaba en la piel suave y blanca de Drusilla, sabía que le llamaba la atención pero no sabía por qué, ninguna mujer, adolescente o jovencita lo había puesto tan inquieto; él se perdió en sus pensamientos imaginando a la bella Drusilla en diferentes posiciones, jalando su cabello, dándole nalgadas, marcando su trasero con la gran mano de Evan en su piel blanca, comenzaba a ponerse demasiado duro que el pantalón iba a reventar.

—oh mi querido Evan— la madre Superiora se levantó de su silla y contempló el gran bulto que tenía él entre sus piernas —creo que alguien quiere salir— dijo tan pervertida y mirando el gran paquete de Evan, devorándolo con la mirada, él salió del trance como si ese tono fuera música para sus oídos

—ohhh si, alguien ya despertó y necesita de atención— la mirada de Evan cambió por completo que cualquier mujer sabía que debía satisfacerlo a como diera lugar. La madre Superiora comenzó a mojarse en automático cada vez que veía esa mirada en él, obviamente el lo hacía a propósito pues sabía como calentar a una mujer con tan solo una palabra.

—hoy se ve más grande que de costumbre mi señor— regla número uno, siempre hablarle de usted a Evan en pleno acto sexual— 

—y qué esperas para ver de que tamaño está...— Evan quería agarrar violentamente a la madre para poder ensartarla de una buena vez pero sabía que tenía que calentarla aún más para poder disfrutarla como se debe.

—ohh mi señor...— se acercó a las piernas de Evan y se hincó ante él, la imágen más perversa que se podría ver en ese tiempo, un obispo sentado como en un trono con la bragueta abierta, saliendo de ella un pene enorme y grueso mientras la monja hincada contemplándolo como una obra de arte. La madre superiora se asustó un poco al ver que Evan estaba más erecto que de costumbre, podía atravesar la mismísima mesa sin hacerse daño alguno, ella sabía que ese día iba a dolerle y al día siguiente se arrepentiría por un momento.  

—¡JODER! jamás lo había visto de ésta manera— abrió sus ojos como platos y con sus dos manos tomó la bestia de Evan que ni siquiera le cabía en las manos— oh mi señor... yo...

—¿qué, te espanta mi gran verga?... no te había visto tan nerviosa— dijo maliciosamente engreído y con tono orgulloso mientras acariciaba la cara de la madre Superiora

—no mi señor, es que sólo es... impresionante... es... sublime...— Evan comenzó a desesperarse su gran miembro demandaba esa sensación caliente y chorreante de una vez por todas

— sublime la cogidota que te daré... pero antes ¡mámamela!— sin avisar, bruscamente acercó la boca de la madre Superiora a su pene —anda abre esa boca que quiero follártela primero, y después quiero que estés rogando llorando entre gemidos, ¡anda!— La madre Superiora estaba algo asustada, pues desconocía tanta rudeza de Evan, pero al mismo tiempo le excitaba que no puso pero alguno.

Abrió la boca sin decir algo, Evan se incorporó y dejó al descubierto su enorme pene, se veía más grande en la posición que él había tomado que ella se estremeció por dentro y se le contrajo el vientre, pero aún así continuó mientras su pierna comenzaba a chorrear de su flujo, Evan podía olerlo a kilómetros; no había olor más ebriagador para él. La madre Superiora preparó su garganta pues sabía que debía hacerla más profunda que de costumbre o se ahogaría en plena mamada. En cuanto los labios de ella tocaron el pene de Evan él hizo la cabeza hacia atrás, poniendo los ojos en blanco disfrutando cada segundo, ella tomó el pene como pudo y lo masturbó un poco, su boca fue directo a sus testículos lamiéndolos despacio,  sabiendo que eso era tortura para él, él se dió cuenta de la acción pero no le dijo nada, la dejó que continuara; la haría pagar después. Ella subió su lengua a la base de su pene y lo recorrió hasta la punta, metiéndola a su boca, saboreando el líquido preseminal que salía de la punta, chupaba como una paleta, excitando cada vez más a Evan, no soportó por mucho tiempo el oral, ya necesitaba penetrarla de una vez por todas, dió una estocada profunda a la garganta de ella, que casi hizo que se ahogara; ella estaba prácticamente llorando pero a Evan no le importó, la levantó del brazo muy rápido y le arrancó el tocado de un tirón soltando el cabello rubio de la madre, él se excitó tanto al verla con el cabello suelto, metió su mano bajo la túnica de la madre y sintió el flujo entre sus piernas, sin pensarlo se metió bajo la túnica y comenzó a lamer el jugo hasta llegar al fruto prohibido, la madre Superiora gemía tanto que cualquiera con escucharla querría ver que le hacían para que ella estuviera gimiendo de esa manera. Evan movía su lengua como todo un experto, mordía un poco, succionaba otro tanto, metía un dedo; la Madre ya no sabía que hacer se retorcía necesitaba más, cuando Evan decidió por terminar ese acto se llevó el dedo a la boca y lo lamió, salió de la túnica se incorporó en una fraccción de segundo y empinó a la madre en la silla subió la túnica para que pudiera ver el cuerpo de modelo que tenía y lo contempló por un instante, toco sus glúteos bien formados y le dió una nalgada tan fuerte que el sonido quedó en eco por toda la habitación, él se excitó al escuchar ese sonido y sin más metió su pene de una estocada, la madre se tapó la boca y ahogó su grito, le dolió pero era tan placentero que chorreó todo el pene de Evan; él hacía movientos deliciosos, meter, sacar, profundo, meter sacar... más profundo, movimiento circular lento, ella no podía más quería gritar para sacar de alguna manera tanto placer, iba a hacerlo cuando Evan le puso la mano en la boca y se acercó a su oído

—no preciosa, no lo hagas se buena— lamió exquisitamente su oído que el vientre de ella se contrajo y soltó un gemido que Evan no dejó escapar —nadie debe saber que te estoy purificando el alma, cállate— hizo los movimientos más profundos y más rápidos, él típico sonido de los testículos contra los glúteos resonaba por todo el espacio donde estaban, los dos estaban a punto de venirse, dió una estocada muy profunda que ella hizo que arañara la silla de placer combinado con dolor

—eso fue por torturarme cuando me estabas lamiendo los huevos— dijo mientras le jaló el cabello y le mordió el cuello, todo estaba en su punto cuando Drusilla se encontraba en la puerta

—Madre Superiora yo... ¡Puta madre!— dijo Drusilla con la boca abierta— y literal... — viendo la escena que aquellos dos tenían, Drusilla no dejó escapar ningún detalle. Ellos estaban tan adentrados que no se dieron cuenta que los estaban viendo, Dru quería irse pero no podía quería seguir viendo. Llegó el esperado momento Evan estaba por venirse, y la madre Superiora lo sabía así que se hincó y abrió la boca,

—¡métete el dedo!— ordenó Evan y se vinó en la boca de ella, mientras ella hacía lo que él le dijo.

Drusilla quedó boquiabierta no daba crédito a lo que veía, entró en razón y dejó la puerta entre abierta y caminó lo más normal que pudo, la impresión no se le pasaba, no porque le asustara ese tema si no que jamás creyó ver tal cosa con el mismísimo Evan, pero Dru sabía una cosa, se había molestado al ver tal escena y no le encontraba sentido el haberse enojado. Él se dió cuenta que los observaban, pero no pudo ver quién era, así que se apresuró a limpiarse el pene lo más rápido posible, dejando a la madre Superiora sin aliento en la silla. Corrió al pasillo para ver y se encontró con la silueta de Dru caminando un poco rápido, corrió tras ella y la volteó,

—¿a caso estás perdida?— dijo en tono amable Evan, Dru lo miró con enojo y dijo

—no, ¿por qué, a caso le interesa ayudarme o qué?— Dru cruzó los brazos mirándolo enojada

—¿disculpa?— dijo Evan desconcertado por la actitud de Dru

 —si, que quiere señor Don perfecto y guapo— Evan alzó una ceja y comenzó a comprender que pasaba

—pues, gracias por el halago pero, ¿a caso viste algo de lo que pasó allá adentro?— esperando respuesta de ella

—¡¿qué?!— Dru se sorprendió por la pregunta de Evan, se sintió acorralada por primera vez

—¡vaya! estás celosa... si quieres eso sólo pídemelo, créeme que no te lo negaré y menos a ti— repasando con su mirada las curvas de Dru y deteniéndose en sus senos 

—serás insolente y engreído— le hervía la sangre a Dru y Evan disfrutaba ver como se enojaba

—es eso lo que quieres no lo niegues— dijo sonriendo de una manera coqueta que Dru quedó observando esa sonrisa por unos minutos

—hijo de puta, ¿crees que soy cualquiera a la que puedes meterle tu gran verga, sólo porque eres guapo y sabes cómo calentar vaginas? pues conmigo te equivocas— con gran coraje iba a darse la vuelta para seguir su camino, pero Evan la empujó contra la pared; acercándose tanto a ella que quedaron muy juntos mirándose el uno al otro, él se acercó al oído de Dru y con voz seductora le dijo

— si querías que te cogiera solo dímelo pero no me hagas berrinches y por lo visto observaste muy bien lo que me cargo entre las piernas—

Drusilla quedó impactada por la seguridad que tenía Evan, era verdad lo que decía su padre; demasiada insolencia en un simple mortal, pero más que nada sonrojada al ser descubierta que le había visto el paquete al señor Obispo.

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