Capítulo 10

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Drusilla se perdió en la mirada de Evan por un momento al igual que él en la de ella, la madre Superiora contempló la escena y se puso celosa,

—ejem, si me permite señor obispo— mirando a Drusilla de manera despectiva, al mismo tiempo que tomaba el brazo de Evan —vamos a mi oficina para ver la como va todo en el convento

—claro madre, debemos ir— sin dejar de mirar a Dru, ella sintió enrojecer por completo que tuvo que bajar la mirada

—regresen a sus deberes hermanas, cuando termine de arreglar los asuntos con el señor Obispo veremos que deberes nos toca a cada una para mañana— se fue con Evan tomándolo del brazo, Drusilla corrió a su cuarto a entender que había pasado.

" Vaya, lo que me faltaba, que el señor Obispo sea más guapo en persona... ay Padre para que me mandaste a ésto, creo que... ¡JODER, NO! ¡NO! y ABSOLUTAMENTE ¡NO! ese puñetas no puede gustarme para nada, es guapo y ya pero lo engreído e hijo de puta no se le quita, el infeliz es capaz de hacer que los demonios vayan a confesarse, no puedo darme ese maldito lujo de "ay me gusta" pero por supuesto que no y tiene que pagar por lo que ha hecho a mi padre, no más, no tengo porque involucrarme sentimentalmente con él... ¿pero qué carajos acabo de decir? sentimentalmente... ¿en serio Drusilla? te afectó ver a éste tipo..."

Drusilla no dejaba de pensar en por qué tuvo esa reacción ante Evan, ningún hombre la había hecho sonrojar de esa manera, a excepción de su padre, pero nadie más.

Evan estaba con la madre Superiora, ellos dos tenían sus amoríos, más bien sus encuentros sexuales, cada que Evan llegaba ahí la madre Superiora sabía lo que tenía que hacer; era uno de los conventos más corrompidos, la madre Superiora trataba de reclutar a huérfanas, para que el obispo tuviera carne fresca, las que llegaban por su cuenta debían dar una costosa cuota, dinero. La madre Superiora buscaba huérfanas del agrado de Evan le gustaban pubertas pero no tan niñas, de preferencia vírgenes, eran las preferidas de Auditore, él no tenía favoritas... por el momento, le encantaba como cogía con la madre Superiora no había mujer que lo tuviera satisfecho; sólo ella podía con eso, desgraciadamente ella estaba enamorada de él, pero no era correspondida, eso a ella le dolía mucho pero se daba por satisfecha cada que ellos tenían sus encuentros, por eso se esmeraba en buscarle a las mejores adolescentes de acuerdo a los gustos de Evan, lo complacía en todo, también por eso las cenas de rey que preparaba sólo cuando él llegaba esos días al convento, ella tenía esperanza que algún día se enamorara de ella; pero para él, ella era sólo su satisfacción sexual, lo que no sabía era como es que una persona tan buena como él... eso decía ella; pensara de esa manera pervertida. De vez en cuando se hacían gang bangs entre las monjas y Evan participaba o sólo veía, pero eran los días favoritos del señor obispo. Aquel día él estaba demasiado caliente. En la oficina de la madre Superiora, no puso atención a lo que ella decía, pensaba en la piel suave y blanca de Drusilla, sabía que le llamaba la atención pero no sabía por qué, ninguna mujer, adolescente o jovencita lo había puesto tan inquieto; él se perdió en sus pensamientos imaginando a la bella Drusilla en diferentes posiciones, jalando su cabello, dándole nalgadas, marcando su trasero con la gran mano de Evan en su piel blanca, comenzaba a ponerse demasiado duro que el pantalón iba a reventar.

—oh mi querido Evan— la madre Superiora se levantó de su silla y contempló el gran bulto que tenía él entre sus piernas —creo que alguien quiere salir— dijo tan pervertida y mirando el gran paquete de Evan, devorándolo con la mirada, él salió del trance como si ese tono fuera música para sus oídos

—ohhh si, alguien ya despertó y necesita de atención— la mirada de Evan cambió por completo que cualquier mujer sabía que debía satisfacerlo a como diera lugar. La madre Superiora comenzó a mojarse en automático cada vez que veía esa mirada en él, obviamente el lo hacía a propósito pues sabía como calentar a una mujer con tan solo una palabra.

El morador de las tinieblasWhere stories live. Discover now