Recuerdos Pasados (Actualizac...

De Deby15om

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Avril Grimm se enfrenta a sus últimos años de Hogwarts junto a los Merodeadores y su mejor amiga Lily Evans q... Mai multe

1 Prólogo
2. Boda en un nido de serpientes. Parte I
3. Boda en un nido de serpientes. Parte II
4. Boda en un nido de serpientes. Parte III
5. El tiempo
6. Saber nadar
7. Empezar de cero
8. De frente
9. ¿Qué hay de nosotros?
10. Pájaro azul
12. El sueño más hermoso. Parte II
13. Cuando una serpiente ataca
14. Un gallo
15. La carta
16. La muerte de Sirius
17. El diario
18. Una aventura en el Bosque Prohibido
19. Una amistad preciosa y única
20. Una noche especial

11. El sueño más hermoso. Parte I

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De Deby15om

El sueño más hermoso. Parte I

Pasó varios días en los que no se hablaba con Sirius. Sabía que él intentaba disculparse una y otra vez con ella, pero simplemente lo rehuía cada vez que se le acercaba. Escapar de él era su nueva meta, no queriendo verlo, ni oírlo u olerlo. No quería caer en el perdón tan fácilmente.

Caminar por los pasillos era toda una aventura. Cuando se cruzaba con él, su primera intención era la de bajar la mirada y seguir su camino, pero no podía negarse el dejar de hablar con los otros.

A veces, James la tomaba de los hombros y la obligaba a mantenerse a su lado y por ende, al lado de Sirius. La sutileza no era lo suyo. Menos cuando directamente recurría al: ¿os importa si os dejamos solos un momento? Remus, Peter y yo tenemos que hacer algo.

Hacer algo. ¡Ja!

- Avril.

- Lo siento Sirius. Tengo prisa.

Intentó irse, pero la sujetó de la muñeca.

- Por favor, habla conmigo.

- No me apetece – dijo tratando de soltarse de su agarre.

- En ese caso escúchame.

- Tampoco me apetece.

- Avril...

- ¡Sirius, basta! – gritó haciendo que los cuadros se sobresaltasen por el susto -. Ahora mismo solo... déjame en paz.

- No puedo. Ya no me hablas, no me miras... Sé que me equivoqué... Mírame – suplicó.

Desvió la mirada a una de las paredes, pero en esta había varios cuadros que estaban completamente pendientes de la escena que tenían ante ellos, así que se decantó mejor por el suelo.

Sirius le alzó suavemente la barbilla para que lo mirara. Sus ojos grises eran una tormenta huracanada. Avril se mordió el labio inferior, sabiendo que cedería si seguía de ese modo. De un empujón lo apartó de ella.

Y se largaba hasta que volvieran a encontrarse de nuevo, intercambiando miradas, ocultando el dolor de verse el uno al otro.

...

..

.

El Gran Comedor había sido nuevamente habituado para que pudieran impartirse las Clases de Aparición. Todo era un continuo aparecer y desaparecer de personas, acompañado por algunos gritos quejumbrosos y adoloridos cuando ocurría algún desmembramiento. Junto a Avril, Lily se aparecía y desaparecía dentro y fuera de su aro.

No era la primera clase que daban, y la pelirroja le había pillado el truco convirtiéndose en una de las mejores del curso, aunque no la única.

- Vamos Avril, deberías practicar un poco – le dijo al verla ensimismada en otra cosa. La tomó del brazo acercándola a ella tomando un tono confidencial -. Si no lo haces, van a empezar a sospechar.

Suspiró derrotada sabiendo que tenía razón. Igualmente no le vendría mal algo de práctica después de varios años que había pasado sin hacerlo.

- Está bien.

Se concentró en su círculo y sintiendo el familiar y casi olvidado tirón, apareció dentro de él. Escuchó un sonido de aparición muy cerca de ella y antes de girarse, una mano se posó sobre su hombro.

- Tú la llevas – le dijo Remus antes de aparecerse en otro lugar del Gran Comedor.

Lo miró a lo lejos con la boca abierta. ¿En serio iban a jugar a aquello? Buscó con la mirada al resto de Merodeadores, cada uno en una punta, mirándola expectantes a su próximo movimiento.

- Avril, no les sigas el juego – le advirtió Lily negando con la cabeza -. Hay mucha gente y podría ocurrir alguna desgracia.

- Tú fuiste la que dijo que tenía que practicar – se desapareció de su círculo para aparecer justo a su lado y tocarle el hombro -. Ahora, tú la llevas Lily.

Y se desapareció a otro lugar cualquiera del Gran Comedor. La vio pisotear el suelo molesta, mirar alrededor buscando su próxima presa y desaparecerse para golpear a James por la espalda.

Sin duda, el juego había dado inicio. Avril comenzó a aparecerse y desaparecerse aleatoriamente para no ser sorprendida. Un par de alumnos de otras casas se unieron al juego.

Al tiempo que James se aparecía, aprovechaba para regalar un par de collejas sin ton ni son a los alumnos que más problemas tenían.

Todo el salón había entrado en caos y el profesor no era capaz de controlar a todo un curso de alumnos.

Vio a Peter, corriendo más que apareciéndose y siendo pillado por James. Y sin embargo, incapaz de aparecerse, comenzó a correr intentando alcanzar a alguien. Terminó por darle algo de pena a Avril y se apareció tras él.

- ¿Sabes Peter? Intentarlo una y otra vez es lo que hace que lo logres – el chico se giró asombrado -. Eres muy capaz de hacerlo si quieres, solo tienes que esforzarte.

- Ya... bueno... - dijo con la voz entrecortada y respirando con fuerza por la carrera -. Ahora mismo ya no... no puedo más. Así que...

Alzó una mano y tocó su hombro.

- Tú la llevas y yo me rindo.

- ¡Eh! ¡Eso no vale! Estaba tratando de ayudarte – le reprochó.

- Lo sé – su sonrisa se amplió -. Y lo has hecho, créeme. Buena suerte.

Peter se sentó con la espalda apoyada en la pared, tratando de recomponerse. Avril lo fulminó con la mirada una última vez y se desapareció de allí.

Intentó atrapar a Remus, pero este se le escapó de entre los dedos en el último segundo. Lily la saludo en la distancia con una sonrisa que dejaba en claro que no volvería a pillarla. James y Sirius casi habían olvidado que estaban jugando y se entretenían en aparecerse en el aire, chocar las palmas y volver a aparecerse en el suelo para evitar el golpe. Así que se decidió por ellos.

Estuvo a punto de capturar a James, pero este también se escapó. Miró a Sirius un instante, que se encogió de hombros con las manos en los bolsillos y después se desapareció. Suspiró entre aliviada y cansada.

Miró de nuevo a su alrededor para ver si encontraba una nueva presa.

No habría sido pillada de no ser por el traicionero de Peter. Se asustó de repente por el pensamiento. ¿Era posible que esa forma de actuar de Peter ya fuera un adelanto de lo que ocurriría o solo se podía considerar como un juego? Negó con la cabeza. Peter tenía muy buenos gestos con todos exceptuando algunas perlas que de cuando en cuando soltaba, pero no era mal chico. Le frustraba que las cosas no le salieran tan rápido como a James o Sirius, que parecían tener un talento natural para la magia, pero solo necesitaba esforzarse un poco más para que le saliera bien.

- Ahí parada no conseguirás pillar a nadie – dijo Sirius.

- Estaba pensando – respondió sin darse cuenta -. Sirius, ¿crees que...? – se quedó muda a mitad de la frase, cuando recordó que estaba enfadada con él -. Nada, olvídalo.

- No puedo.

Supuso que hablaban de cosas distintas, pero Avril no quería pararse a analizarlo. Le dolía estar con él. Dolía porque odiaba todo lo que le dijo, pero aún así lo echaba de menos. Quiso desaparecerse lejos, pero no pudo.

Albus Dumbledore, seguido de Minverva McGonagall entraron en el Gran Salón. Habían vuelto a poner el hechizo que evitaba que pudieran aparecerse dentro de Hogwarts.

Sirius la tomó del brazo y antes de que pudiera darse cuenta, ocultándose entre la masa de alumnos que susurraban preocupados por un posible castigo, la llevó al mismo lugar que había ocupado en la práctica.

Se alejó de ella sin despedirse, con una seriedad que pocas veces le había visto.

...

..

.

La despertaron unos saltos en su cama. Sobresaltada por estos y el incesante cotorreo, abrió los ojos y lo primero con lo que se encontró fue una melena pelirroja.

- ¡Avril! - su voz sonaba entusiasmada, con la felicidad empapándole la mirada -. ¡Avril! ¡Avril despierta! Vamos, ya es Navidad. Los regalos están todos abajo esperando a que los abramos.

Avril la miraba sorprendida, sin poder creer lo que veía.

- Ginny, dale un respiro, que acaba de despertar - giró la cabeza para encontrarse con una melena castaña rizada y unos ojos marrones que la miraban risueños -. Se de lo que hablo, le cuesta despertar por las mañanas.

- ¡Pero Hermione, mamá no nos dejará abrir los regalos hasta que no estemos todos! - le dijo al tiempo que hacía un gracioso puchero en su dirección.

- No te preocupes, no se van a ir a ningún lado - seguía diciéndole -. ¿Por qué no vas a despertar a Ronald? Yo me encargaré de que espabile.

Ginny no esperó más y salió lanzada del cuarto para ir en busca de su hermano. Ambas la observaron alejarse sin ocultar su sorpresa.

- Vamos Avril. ¿A ti qué te pasa? - preguntaba Hermione al tiempo que la destapaba -. Parece que hubieras visto a un fantasma.

- Hermione - fue lo único que salió de su boca.

- Sí. Soy yo. - esta comenzó a mover la mano delante de sus ojos, sin comprender lo que le pasaba a su amiga -. Hoy pareces más espesa de lo normal. ¿Estás enferma?

Avril parpadeó rápidamente y se concentró en sus palabras.

- No, me encuentro bien - hizo una pausa, recordando lo último que le dijo -. ¿Cómo que más espesa de lo normal?

Los ojos castaños de la bruja brillaron al tiempo que sonreía y cogiendo un libro de la única mesita de noche del cuarto que compartían las tres chicas, se dirigió a hacia la puerta para salir.

- Pues lo dicho, se ve que no te enteras de nada. Date prisa y baja, que todo el mundo está deseando abrir los regalos.

- ¿Qué regalos?

Hermione ya tenía la puerta abierta y acababa de salir de la habitación, cuando volvió sobre sus pasos y asomó la cabeza por el umbral. Mirándola con el ceño fruncido en una mueca entre exasperación, enfado y preocupación, le dijo:

- ¿Cómo que, qué regalos? Pues los de Navidad, ¿cuáles quieres que sean? - después de una pequeña pausa y mirarla de arriba a abajo volvió a decir -. De verdad que estás muy rarita hoy, ¿eh? Date prisa y baja de una vez.

Su enmarañado pelo castaño desapareció del cuarto y Avril trató de recordar lo que pasaba allí.

¿Qué demonios había ocurrido? ¿No se suponía que había viajado al pasado? ¿Qué había coincidido con Lily y los Merodeadores? No entendía nada, ¿por qué estaba de nuevo en su tiempo?

Unos ruidosos y rápidos pasos por el pasillo la sacaron de sus pensamientos. Unos pasaron de largo, bajando escaleras a toda velocidad, pero otros se detuvieron frente a la puerta y una corta melena pelirroja asomó la cabeza por esta, igual que Hermione había hecho antes.

- Pero bueno, ¿todavía estás así? - era Ron y se veía que todavía llevaba el pijama puesto -. Date prisa Avril, que ya están todos abajo.

- Mira quién habla - sonrió divertida por el regaño -. Si tú te acabas de despertar también.

Ron pareció sonrojarse un poco, pero se recuperó rápidamente y con el ceño fruncido le dijo.

- Pero yo voy ya para allá, y tú estás todavía en la cama.

- ¿Y cómo quieres que vaya si no me dejas a solas para que me cambie? - preguntó con retintín.

El chico adquirió una tonalidad más roja de piel y con un bufido siguió los pasos que había recorrido su hermana con anterioridad.

Riendo ella sola, decidió que podía hacer esperar a sus dudas y bajar pronto con todos. Rápidamente se vistió y bajó corriendo las destartaladas escaleras de la Madriguera hasta llegar a la puerta de la cocina. Se quedó plantada en el umbral, impactada por la imagen que sus azules ojos veían.

Todo seguía como siempre había recordado. La misma mesa, el mismo desorden, el mismo reloj... Había un árbol completamente decorado en una esquina de la estancia, y toda esta tenía numerosas guirnaldas colgadas. La familia Weasley al completo se encontraba alrededor de la mesa, charlando animadamente, como si toda la tragedia que había fuera no existiera. Como si el dolor nunca hubiera empañado aquellas miradas.

Vio a Fred, colgado de su hermano George hablando con Bill. Fijó su mirada en los expresivos ojos castaños de Fred, más vivo que nunca, mientras sonreía y se dejaba caer en la espalda de George, que lo sostenía sin problemas, aguantando que le tirara de las orejas. Bill reía de las bromas de ambos, tan guapo como siempre y sin ningún tipo de marca en su rostro. No muy lejos de ellos, Charlie y Percy hablaban entre risas y gesticulaban, sentados en las sillas alrededor de la mesa. Su padre escuchaba entusiasmado la conversación de ambos, interviniendo de vez en cuando, seguramente con alguna rara propuesta muggle, ya que sus hijos lo miraban extrañados y luego reían con fuerza.

Molly trajinaba arriba y abajo con comida, al tiempo que levitaba varios cacharros de cocina hacia el fregadero. Ginny parloteaba a su alrededor, tratando de convencerla de algo. A espaldas de esta, una rubia melena se movía con gracilidad y le quitaba a Molly la bandeja de las manos para llevarla a la mesa. Entonces, Fleur se acercaba a Bill por la espalda y de puntillas le dejaba un suave beso en la mejilla.

Se fijó en las tres figuras que estaban a espaldas de ella, sentados en sillas. Ron alzaba la mano para coger uno de los dulces que su cuñada acababa de dejar cerca de él, pero una rápida mano lo detuvo de un manotazo. Hermione lo miró ceñuda, para más tarde hacer el mismo movimiento, pero a la mano que Harry, despeinado como siempre, tendía hacia los dulces.

- Nada de comer hasta que estemos todos en la mesa - regañaba ella.

Avril sonrió al ver aquella estampa despreocupada. Afuera el tiempo era soleado, pero todo se veía completamente cubierto de nieve.

Un gran estruendo hizo que su atención y la de todos se centrara en la persona que lo había causado. Nymphadora se había quedado estática, al lado de una encimera que antes tenía encima un montón de cacerolas y que ahora estaban esparcidas por el suelo. Solo se escuchó el suspiro resignado de Molly, antes de que todos estallaran en carcajadas.

- Lo siento Molly, ha sido sin querer - se disculpaba Tonks apresuradamente, agachándose al mismo tiempo para recoger el desastre -. Te juro que ni siquiera los iba a tocar, solo pasaba por el lado. No sé qué ha pasado...

- Sí, cariño, lo sé - decía la señora Weasley al tiempo que se acercaba a recoger el estropicio -. ¡No, no te molestes! Yo me encargo querida, tú siéntate en la mesa.

- Pero...

- Nada de peros - dijo Molly apresurada mientras la empujaba hacia un lado -. No tardo nada. Venga, siéntate.

Unas manos agarraron a Tonks por los hombros amablemente. Cuando esta alzó la mirada, se encontró con Remus Lupin que la miraba divertido.

- Vamos a sentarnos, Dora. Así vamos dejando espacio y no estorbamos tanto.

- Pero...

- No te preocupes - decía Remus ante su insistencia -. Molly lo hará en un santiamén, nosotros solo la molestaríamos.

Entonces, ella se dejó guiar hasta la mesa, sentándose al lado de Ginny, que apenas se mantenía quieta en su asiento. Esta giró la cabeza y vio a Avril en el umbral.

- ¡Avril! - gritó con una sonrisa. Varios giraron a verla cuando la pelirroja la nombró -. Al fin bajas. ¿Pero qué haces ahí parada como un pasmarote? Entra de una vez.

Molly se acercó a ella y le sujetó la cara mientras le daba un beso en la mejilla.

- Buenos días, Avril - Molly siempre estaba sonriendo y repartiendo su amor de madre por todos lados, y eso tanto ella como Harry, sabían aprovecharlo -. ¿Has dormido bien? Siéntate en la mesa, ya mismo vamos a desayunar y abrir los regalos. Tienes unos cuantos de tu abuela y tu padre ahí esperando. Dijeron que se pasarían más tarde.

Molly se marchó por donde vino, pero ella no fue capaz de acercarse ni de entrar en la cocina. La estampa que se presentaba ante ella, era una que no volvió a creer ver jamás. Y no lo entendía. Recordaba perfectamente haber hecho el viaje al pasado. Recordaba perfectamente todo lo vivido entonces. Recordaba ver muertos o heridos a muchos de los que allí sentados estaban. Entonces, ¿por qué? Sus ojos amenazaron con soltar las lágrimas que se esforzaba por detener.

- ¿Y esa cara? ¿No estamos celebrando?

Avril aguantó la respiración. Su voz sonaba grave pero con un toque de picardía. Giró su cuerpo entero para encontrarse de frente con unos ojos grises que le traspasaban el alma con diversión. Seguía siendo como lo recordaba, pelo negro hasta la altura de los hombros, perfectamente peinado y con barba de unos días asomando por su delineada mandíbula. Su boca formaba una perfecta sonrisa, dejando ver sus perfectos dientes.

Sirius dio dos pasos que lo colocaron justo al lado de ella y se apoyó en el marco de la puerta con soltura, mirando al interior de la cocina. Avril notó algo distinto en él. Tardó un poco en darse cuenta. Eran sus ojos. Brillaban con luz propia, sin ser opacados por ningún dolor o recuerdo. Era exactamente el mismo brillo y luminosidad que despedían en su juventud.

- Sirius - no pudo evitar susurrar su nombre -. ¿Por qué estás aquí?

Este la miró alzando una ceja, aun con una mueca divertida en su cara.

- ¿Por qué estoy aquí? - entonces comenzó a reír con fuerza, con esa risa perruna que tanto lo caracterizaba y que hizo que a Avril se le erizara el bello de emoción por escucharla -. Estamos en Navidad y como a todos - con una mano señaló a las personas dentro de la casa -, Molly me ha invitado a pasarlas aquí.

Avril no le quitaba la vista ni un instante de encima y Sirius no apartó la mirada, sino que se la sostuvo con firmeza.

- Pero no era esa la respuesta que buscas, ¿verdad? - dijo con seriedad, pero sin perder la sonrisa.

Ella asintió, viéndose incapaz de pronunciar palabra alguna. Sirius volvió la mirada al centro de la estancia y ella hizo lo mismo. Se quedaron callados viendo como se sucedían los acontecimientos dentro. Todo el mundo se encontraba sentado alrededor de la mesa y parecían haber olvidado que ellos estaban ahí. Molly y Arthur se encontraban al lado del árbol, junto con un montón de regalos, y los movían e intercambiaban mirando los nombres. Dijeron el de Hermione y entre aplausos y vítores, se levantó a recoger su regalo de manos del señor Weasley y abrirlo delante de todos.

- Resulta maravilloso, ¿verdad? - dijo Sirius -. Verles reír de nuevo. Escuchar sus voces y ver la vida en sus ojos - hizo una pequeña pausa en la que más aplausos surgieron cuando Hermione terminó de abrir el regalo -. Nunca pensaste en volver a escucharlo - era una afirmación.

Ella volvió a asentir.

- Yo había hecho mi viaje - las palabras parecieron atascársele en la garganta. No pensó que fuera capaz de decirlas, pero continuó -. Ya los daba por perdidos para siempre. Y tú... - ya no fue capaz de terminar.

- Y yo estoy muerto.

Aquella afirmación la destruyó por dentro. Se estaba sintiendo morir de nuevo, y se dio cuenta de lo que pasaba.

- Esto es un sueño - Avril lo sabía, pero le había costado horrores decirlo -. Esto es solo un sueño.

- Sí - Sirius seguía sonriendo, viendo como por turnos los hermanos y el resto de personas en la cocina recibían un jersey marca Molly Weasley -. Estás soñando. Pero es un buen sueño.

Avril dejó caer las lágrimas de sus ojos. Su corazón latía con fuerza e intensidad.

- No quiero que acabe. - confesó.

- Claro que no... pero acabará. - Sirius giró la cabeza y volvió a verla de frente. Ella conectó su mirada con la grisácea de él -. Y cuando despiertes desearás con todas tus fuerzas volver a un instante como este. Pero eso no sucederá.

Volvieron a entrar en silencio. Dentro seguían repartiendo regalos al tiempo que comían y ellos volvieron a mirarlos a todos. Ron se atragantó con una galleta y Harry comenzó a darle palmadas en la espalda mientras reía.

- Es tan real... - dijo ella.

- Sí. Ojalá lo fuera.

Avril volvió a asentir con la cabeza.

- Estoy en tu tiempo Sirius - no soportaba el silencio, sentía que debía aprovechar todo lo posible y recuperar un tiempo no vivido -. He conocido a James. Harry se le parece mucho, pero James es mucho más descarado.

Sirius amplió la sonrisa y volvió a mirarla de nuevo. Todo el rato era lo mismo. Alternaban la mirada entre ellos y los que estaban dentro de la cocina, tratando de no perder detalle de nada.

- Sí. Es un tío cojonudo, ¿verdad? - Avril soltó una risa ahogada, pero aun con lágrimas surcando sus mejillas.

- Sí que lo es - seguían mirándose el uno al otro -. Aunque también sois un poco... como decirlo...

- Sé a lo que te refieres -. Sirius mantenía la sonrisa, recordando cómo era en aquella época -. Dime, ¿Lunático es tan empollón como lo recuerdo?

- Sí bueno, para ti, todo aquél que estudie más que tu es un empollón declarado.

- Cierto.

En ese momento, Molly nombró a Harry y este se levantó a recoger el regalo. La mujer le dio un sonoro beso antes de entregárselo y a la vuelta viéndolos en el umbral de la puerta, los miró con una sonrisa. El brillo de sus ojos verdes los hizo sonreír de vuelta.

- Tiene los ojos de Lily - dijo Sirius en voz baja, tratando de que la conversación siguiera entre ellos.

- Es la misma mirada. Cuando Lily sonríe parece que todo tiene solución.

- Es una de sus cualidades. Cuando empezamos a trabajar en la Orden y a separarnos los unos de los otros, fue ella la que siempre nos empujó a seguir juntos. No sé qué habríamos hecho sin ella.

Una nueva pausa, un nuevo nombre y aplausos para Remus que se acercaba a recoger su regalo. Eran tan felices. Todos se veían tan felices.

- ¿Me harías un favor, Avril? - preguntó Sirius.

- El que quieras.

- No tiene que ser ahora. Ni dentro de un mes o un año. Pero me gustaría que le dijeras algo a James - ambos volvieron a conectar su mirada -. Dile que le quiero. Y que lo echo de menos. Que no dudaría en dar mi vida por él.

Parecía que no iba a decir nada más, pero solo estaba esperando su confirmación.

- Lo haré - dijo sin duda alguna.

- También a Remus y Lily. Cuando empezaron las misiones, todos comenzamos a desconfiar los unos de los otros y no nos lo decíamos tanto como deberíamos - sus ojos plateados estaban algo aguados, brillando por la emoción contenida -. También quería a Peter, pero me temo que a él lo perdimos hace mucho.

Avril dejaba caer las lágrimas libremente por sus mejillas.

- Y por favor, Avril. Sobre todo, salva a mi hermano. - los ojos de la chica se abrieron sorprendidos -. Él nunca ha merecido ese final, y nunca dejé de quererlo a pesar de todo.

Entonces comenzó a reír suavemente. Su cuerpo vibraba al mismo tiempo.

- Parece ser que tengo muchas cosas que decir - Sirius se llevó la mano a la cara y la dejó caer con un suspiro -. Si tan solo hubiese hablado más de lo que sentía y hubiese hecho las cosas de otra forma, las cosas ahora serían muy distintas.

Avril no lo creía así, pero no lo dijo. Llevarle la contraria no serviría de nada de todas formas. Entonces, el brazo del hombre pasó por encima de los hombros de la chica y la atrajo hacia él, sorprendiéndola. Cuando alzó la mirada, Sirius aprovechó para besarle la frente. A pesar del inesperado gesto, cerró los ojos, disfrutando del contacto. Cuando se separó, clavó su mirada en el azul cielo de sus ojos.

- Es suficiente por ahora - dijo con una tierna sonrisa, poco común en él -. Todos sabemos que varios de nosotros tendremos que irnos cuando esto acabe. Aprovecha ahora que puedes para estar con ellos de nuevo.

- Tienes razón - contestó de igual forma.

- ¡Avril! - la voz de Molly interrumpió el intercambio de miradas -. ¡Vamos niña, aquí hay un regalo para ti!

Ampliando la sonrisa, se acercó al regalo entre exclamaciones y aplausos de todos. Sirius se acercó a la mesa y tomó asiento al lado de Remus, que lo recibió con un par de palmadas en el hombro.

Era de su padre y su abuela. Abrió el envoltorio con prisa, deseosa de ver su contenido. Una pequeña cajita que contenía una preciosa cadena en plata. Solo eso. No tenía ningún medallón o colgante. Simplemente la cadena de plata. En la nota, decía que había pertenecido a su madre y que en ella debía colgar lo que quisiera.

Con una sonrisa de felicidad, se unió al resto en la mesa, entre Ron y Harry que le hicieron un hueco para que se sentara. Gritó y aplaudió con el resto, se levantó varias veces más a por otros regalos y disfrutó cada segundo con ellos, hablando con todos.

- Avril - era la voz de Harry. Se había acercado a ella aprovechando que ya no hablaba con nadie y se puso a su lado.

- Dime.

- ¿Cómo son? - a pesar de la simple pregunta, ella comprendió lo que le pedía.

- Son maravillosos Harry. Lily y James son estupendos - dijo al tiempo que le agarraba la mano. Harry le devolvió el apretón, al mismo tiempo asentía con la cabeza, dando la breve explicación por válida.

- Ojalá los recordara - su semblante se mostraba algo apenado.

Avril no supo que decir, así que simplemente se acercó más a él y lo abrazó con toda la fuerza de la que fue capaz. Cerró los ojos, tratando de retener las lágrimas que querían salir de nuevo.

Cuando volvió a abrirlos, supo que ya había despertado.

...

Sus ojos rápidamente se adaptaron a la oscuridad del cuarto. En la cama de al lado reconoció la suave respiración de Lily. Había despertado. Nuevamente su realidad se venía encima. Ya no estaban Harry, Ron o Hermione con ella. Ginny no volvería a hablarle de Quidditch, Fred y George no reirían cómplices de las bromas que le gastaban a Filch, porque ni siquiera estaba con ellos en Hogwarts, en su Hogwarts, en el que creció. Su padre no le enviaría cartas todas las semanas quejándose del uso de las lechuzas y su abuela ya no estaba allí para aconsejarla sobre cualquier asunto mágico. No tenía a Molly Weasley, la madre que había criado a siete hijos para que la tratara como a otra hija más. No estaba el Remus adulto, tan sabio, tan protector, tan amigo. No estaba Nymphadora, tan torpe y risueña. No estaba el Sirius cuyos consejos no aplicaba para sí mismo y entonces recordó las palabras que le dijo una vez, hace mucho tiempo, una noche que solo ambos estaban despiertos:

"Soñé con ellos. – volvió a callar. Avril supo enseguida a quienes se refería. Parecía que no iba a decir nada más cuando continuó. – No fue una pesadilla. De hecho, fue un sueño fantástico... Y eso es lo que más duele. Que por un momento, sentí que los tenía de nuevo... Despertar solo ha hecho que sienta como me los arrebatan de nuevo..."

Era eso, era precisamente así como se sentía. Había sido un sueño hermoso, el más hermoso. Y le dolía en el alma que esa realidad hubiera desaparecido, a pesar de la situación en la que estaban, a pesar de que estaba dispuesta a hacer que ese futuro no fuera igual, dolía no tenerlos con ella.

Porque los extrañaba, los sentía lejos, difuminados. Y jamás los recuperaría tal cual fueron.

- Avril... - de repente, la mano de Lily estaba posada sobre su hombro, con su dulce voz llamándola preocupada -. Avril, ¿qué ocurre?

¿Qué ocurre? pensó ella. Fue cuando se dio cuenta de que estaba llorando. Que las luces del cuarto estaban encendidas, con Mary y Marlene mirándola desde sus camas. ¿Qué ocurre? ¿Por qué estoy llorando?

- Avril – llamó suavemente Lily -. Avril, todo va a estar bien.

Y entonces el dique se rompió. Desconsolada, Avril descargó todos sus miedos e inseguridades, sus anhelos de volver, su confusión porque no sabía cuál es su lugar en el tiempo. Lloró por todas las personas que murieron, lloró porque amaba a los amigos que ahora tenía, su tiempo con ellos, porque tenía sentimientos encontrados entre querer volver con su pasado y quedarse con su presente.

Lloró por la pena.

Lloró porque estaba enfadada con Sirius y no tenía las fuerzas para odiarlo.

Lloró desconsolada, desde dentro. Uno de esos llantos que te desgarran la garganta hasta que no puedes más, que te vacían por completo hasta dejarte exhausta. Pero la pena sigue y sigue.

- Está bien, Avril, está bien – Lily la tomó y acunó, sin saber qué otra cosa hacer, meciéndola de un lado a otro -. Estoy aquí, ¿vale? No te dejaré sola, todo está bien.

Preocupada, con la situación desbordándola por completo, Lily miró a las otras dos brujas pidiendo ayuda. Ellas ni siquiera sabían qué estaba ocurriendo, qué era lo que había hecho a Avril reaccionar así de pronto.

- ¡Qu-qui... quier...ro que v-vuelvan, Lily! – gritó suplicando, con la voz entrecortada por el llanto -. N-no pu...pueeedo más...

- Shhh, tranquila – dijo acariciándole el pelo -. Está bien Avril, lo entiendo. Shhh.

La abrazó con fuerza, tratando de transmitirle todo el consuelo que le era posible. Podía tener una ligera idea de lo que ocurría, pero jamás llegaría a comprenderlo por completo. Y la frustraba no poder ayudarla como quería. Jamás pensó que Avril llegara a convertirse en alguien tan importante en su vida, y no ser capaz de hacer nada por ella en ese momento, simplemente la mataba.

Mary y Marlene todavía seguían viendo la escena estupefactas, con el corazón en la boca y un sentimiento de congoja inexplicable.

- Quedaros con ella – ordenó la pelirroja con firmeza, tomando una decisión -. Vuelvo enseguida.

Con toda la suavidad que pudo, Lily se deshizo del fuerte abrazo de Avril, dejándola encogerse sobre sí misma, llorando a gritos intentando sacar todo de ella. Marlene y Mary ni siquiera fueron capaces de acercársele.

Abriendo la puerta del cuarto, Lily se encontró con chicas de otros cursos que habían escuchado el llanto de Avril e iban a ver qué ocurría. Con la energía y el poder que le daba ser una prefecta, Lily las mandó a la cama, solo permitiendo que Alice entrara a intentar ayudar, y sin un minuto más del necesario corrió hacia las habitaciones de los chicos.

No podía creer que fuera a hacer aquello. Desde que Avril le contó sobre la pelea, había estado fulminando con la mirada al cerdo de Sirius Black, y ya de paso, al resto del grupo. Había ignorado el dolor que veía en la cara del mago cada vez que Avril se negaba a verlo o hablar con él. Pero hasta ella debía reconocer, que Sirius era más de lo que aparentaba y lo que Avril más necesitaba en ese momento.

Tocó a la puerta con fuerza, más por costumbre que por educación y entró sin esperar un segundo más. El llanto de Avril se escuchaba desde allí, aunque no lo suficiente como para despertarlos si es que tenían el sueño pesado.

- ¡Black! ¡Levanta tu jodido trasero de una puta vez! – gritó sobresaltando al cuarto entero.

- ¿Pero qué mierda...? ¿Evans? – la miró como si ella fuera lo último que esperaba ver en un sueño.

- ¿Qué hora es? – murmuró James, palpando la mesilla de noche en busca de sus gafas.

Remus se incorporó tratando de eliminar las ganas de volver a taparse, mientras que Peter simplemente se dio la vuelta en la cama y trató de volver a dormir.

- Tienes que venir – ordenó -. Ahora.

Se le acercó con la intención de sacarlo a rastras de la cama de ser necesario, pero este levantó una mano para impedirle avanzar.

- No hasta que me digas qué es lo que... - se quedó mudo de repente al escuchar de fondo aquel llanto.

Disparó su mirada alarmada a Lily, sintiendo cualquier sopor desaparecido, y al ver la preocupación en sus ojos verdes lo supo. Que era ella quien lloraba.

- ¿Qué ha pasado? – inquirió levantándose de un salto y listo para dirigirse al cuarto.

Por el rabillo del ojo notó que James, Remus y Peter habían captado el asunto y se levantaban también, unos más rápido que otros.

No esperó respuesta, pasó a Lily, bajando las escaleras con rapidez y saltó tan rápido las escaleras de las chicas que llegó justo a tiempo, medio trastabillando, al cuarto, antes de que el tobogán lo tirase hacia abajo.

Nunca una imagen pudo parecerle tan desoladora. Nunca en su vida podría olvidarlo.

Encogida sobre sí misma, sujetándose el estómago con ambos brazos, con una pena tan profunda que apenas la dejaba respirar.

No esperó explicaciones, simplemente se lanzó hacia ella, saltando sobre la cama y sujetándola de los codos para tratar de alzarla. Se convirtió en una muñeca de trapo en sus brazos, dejando que la movieran como fuera. Supo entonces que ella no sabía que él estaba allí. Y notaba que el llanto le robaba la respiración.

Puso sus manos sobre su rostro, alzándolo para intentar lograr que lo mirara, tratando sin resultado de eliminar las lágrimas de sus mejillas.

- Avril – llamó casi con reverencial miedo -. Avril, mírame.

Su llanto se agravó.

- Avril, soy Sirius – nada -. Joder, Avril, me estás asustando. Detente, por favor.

Pero Avril no se detenía, no podía. Al final, Sirius la tomó entre sus brazos, apretándola contra su pecho, donde ella ahogaba los interminables sollozos y lo apretaba con fuerza, como si sintiera que soltándolo, él desaparecería. Tiró de ella y los llevó a ambos al suelo. Allí, Sirius la sostuvo mientras apoyaba la espalda en la cama, sin saber qué más hacer aparte de eso.

- Lo siento, Avril. No sabes cuánto lo siento – le murmuraba con la cara enterrada en su pelo -. Lo siento todo. Si tan solo pudiera arreglarlo. Sin tan solo pudiera darte lo que quieres.

No notó que estaban solos en el cuarto. No se dio cuenta del momento en el que Lily sacó a todo el mundo de allí y los dejó solos.

- ¿Qué debo hacer? – se preguntó, más a sí mismo que a ella -. ¿Qué debería hacer?

Poco a poco, con los minutos pasando, pareció que el llanto de Avril empezó a remitir, que comenzaba a calmarse.

- Soñé con ellos – fueron las palabras que logró decir poco después, repitiendo las que una vez él dijo.

- Entiendo – el que ella empezara a volver a la normalidad, lo dejó sin palabras por el alivio.

- Tenías razón Sirius – dijo con nuevas lágrimas surcándole el rostro -. Sentí que los tenía de nuevo y... me los han arrebatado otra vez.

No sabía de qué estaba hablando ni por qué él tenía la razón en algo, pero se dijo que no podía permitir que volviera al estado en el que la había encontrado.

- No Avril. No te los han quitado – el gemido de ella le hizo saber que no le gustó que le llevara la contraria -. Tú deberías saberlo mejor que nadie. Quien nos quiere, no nos abandona... jamás.

- Pero estoy cansada... estoy muy cansada.

- Lo sé. De verdad que lo sé. Pero quédate conmigo, por favor – suplicó imprimiendo más fuerza en su agarre -. No te vayas, no vuelvas a asustarme así. Por un momento pensé que la pena te mataría.

Se le escaparon un par de sollozos más, terminando de agotarse por completo.

- Te amo Avril – confesó -. Sé que quieres volver, estar con ellos de nuevo, pero... joder, te amo tanto, que no puedo querer que se cumpla tu deseo del todo. Dejaría que te largaras de vuelta, pero estoy seguro que eso me mataría. O a lo mejor estoy diciendo esto sin sentirlo de verdad, porque te amo y soy un jodido egoísta que no quiere dejarte marchar de verdad. Odio que estés así, que te sientas de este modo. Pero me alegro de tenerte a mi lado. Puedes llorar todo lo que quieras, juro que estaré aquí para sostenerte.

- Sirius...

- Y lo siento. Lo siento tanto. Todo lo que te dije... mierda... - la apretó con más fuerza, temiendo que ella fuera a alejarse -. Le hice jurar a James que la próxima vez que te hablara de ese modo, me matara – se le escapó una ligera risa de incredulidad -. Remus y Peter estuvieron de acuerdo en ayudar si hacía falta.

Pudo respirar en paz cuando sintió la sonrisa de ella formarse disimuladamente. Podía decir con seguridad, que nunca se había arrepentido tanto de algo, como de las palabras que le dijo aquel día.

Había estado tan enfadado con su hermano, que Avril terminó siendo la diana a la que lo dirigió. Algo que no fue justo.

- Soy un bestia. No mido mis palabras y lo sabes.

Se quedó callado, todavía sosteniendo a Avril entre sus brazos. No tuvo intenciones de alejarla por un instante, a pesar de que empezara a dolerle la espalda por la postura o a dormírsele las piernas.

- ¿Qué has soñado? – fue su simple pregunta tras un buen rato. Arriesgada.

- Con la Madriguera. Soñé con una Navidad con todos – pensó un poco antes de continuar, recordando el sueño -. Nunca llegó a ocurrir tal cual lo he soñado, pero... así es como debería haber sido siempre. Así deberían haber sido todas las Navidades.

- Entonces deja de llorar, Avril. Tú vas a crear eso. Será tu más grande sueño y la realidad será mejor todavía.

Avril no pudo evitar sonreír al escucharlo. Definitivamente, Sirius Black, cuando quería, tenía un don con las palabras. Aunque no se escuchara a sí mismo cuando habla.

- Tú estabas en él – el pecho del brujo se movió bajo ella cuando bufó.

- Por supuesto que estaba ahí. Me ofendería de no haber sido así.

...

..

.

- La mente es un lugar extraño, Avril – dijo Albus Dumbledore.

Poco después de calmarse, Minerva McGonagall hizo acto de presencia en la habitación donde Sirius sostenía a Avril. Lily había ido a llamarla pidiendo su ayuda, pero viendo que Sirius Black era la mejor cura en ese momento, los dejó un rato a solas, manteniendo a raya al resto del alumnado de mientras.

De modo que mandó a Black a dormir. "Deme una buena razón para hacerlo, cuando la mujer más espectacular del mundo y la chica que amo por encima de todo se van sin más", había dicho el mago. "Le quitaré ciento cincuenta puntos a Gryffindor si no se larga Black" y entonces fueron Lily y Remus quienes se encargaron de mantenerlo bajo arresto domiciliario.

Por otro lado, Avril fue guiada hasta el despacho del director.

- Incluso la propia resulta algo desconocido – continuó diciendo, tratando de explicarle el origen de sus sueños -. Hechas tanto en falta lo que has dejado atrás, que tu mente te lo devuelve en los sueños, te muestra recuerdos, cosas que percibiste, que oíste inconscientemente.

- A veces me hablan como si... como si... no sé, me aconsejan o piden cosas de las que nunca habíamos hablado.

- Tal vez sí que te lo dijeron alguna vez, pero tú no los escuchaste – entonces añadió -. En los sueños entramos en un mundo completamente nuestro.

...

..

.

Huooola a las brujas y magos que lean esto. Aquí vamos con un nuevo episodio de Recuerdos Pasados.

En fin, os dije que este capítulo lo esperaba con muchas ganas. Una de las razones es el sueño, que llevaba escrito una eternidad a la espera de ser sacado a la luz. La otra razón viene en el capítulo siguiente, porque resulta que este se me hizo tan largo que he tenido que dividirlo en dos partes. De ahí el título. Y ahí la razón de que el capítulo parezca más corto de lo que habitualmente subo, pero no. Es que me ocupaba 30 páginas el bichaco.

De modo que el siguiente lo subiré uno de estos días, no tardaré mucho lo juro, una semana como máximo dependiendo de vuestros comentarios, jejejejeje.

Bueno, os quiero mogollón, gracias por la espera y ya veréis como dentro de nada tenéis el siguiente.

Un kiss

Debyom

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