Dios mio. No sé que hacer. Mi bebé está perdida. Estoy angustiada.
Leonardo estaba hablando con los hombres de la ley. Mientra otro interroga a Jane, que ya se encontraba mejor. Y estaba dando su declaración.
Yo estaba caminando de un lado a otro. No sé si mi bebé esta bien, o si le habrán hecho algo, o para que la querian. Me siento tan inutil, impotente en estos momento. Odio sentirme asi.
—¿Cómo te encuentras? —me preguntó Leonardo acercándose a mi. Lo miré mal, ¿Qué clase de pregunta es esa?
—¿Cómo crees que estoy? Asustada, ansiosa, con ganas de encontrar a mi hija. —le dije alejandome de él.
Si él no hubiera insistido en dejar a la bebé, tal vez nada de esto estuviera pasado. Todo es culpa de él.
Y mía también.
Me acerqué a Jane, tengo que preguntarle muchas cosas.
—Hola Jane.
—Lo siento Joscelin, intenté alejarlo de Nicole pero era un hombre muy fuerte. Me golpeó y me dejó inconsciente para cuando me desperté Nicole ya no estaba... —habló demasiado rápido mientras lagrimas salían de sus ojos —Dijo que venía solo por la niña...
—Espera... ¿Dices que vino solo por la bebé? —no quiero que sea lo que estoy pensando...
Caminé hasta donde estaba Leonardo que estaba con uno de los policias. Se le veía estresado.
—Leonardo, ¿Qué pasa? ¿Por qué no han salido a buscar a mi hija? —pregunté alterandome, no podía evitarlo. Necesitaba alguna noticia de ella.
—Dicen que iniciarán la búsqueda en cuanto pase setenta y dos horas —escuché que dijo. Y la sangre se me subió a la cabeza...
—¿Qué? —me acerqué al estúpido policía ese —Son unos hijos de putas, ineptos. ¡A mi hija la han sacado de su casa! ¿¡No es suficiente prueba de que la han secuestrado!? Son una mierda... —no pude más y rompí en llanto. No lo soportaba.
Leonardo se acercó a mí.
—¡Tu no me toques. Todo es culpa tuya! —dije eso sin pensarlo. Vi el dolor y la confusión en el rostro de Leonardo. Y me sentí peor de lo que me sentía hace unos momentos.
—Ya la encontraremos. Necesitas descansar —me rodeó con sus brazos y besó mi frente —Yo me encargaré...
—No puedo...
—Ve a dormir —su voz sonó fuerte.
—También es mi hija, Leonardo.
—Lo sé. Pero... Tienes que descansar.
—Jane dice que ese hombre venía solo por Nicole. ¿Crees que sea D... —me calló con un beso en los labios.
—Descansa un poco.
****Leonardo****
Logré convencer a Joscelin que se fuera a dormir. Se llevaron el cuerpo de la pobre señora y Jane estaba mas tranquila, aunque se sentia culpable.
Llamaré a Carlos, quizá los amigos que nos ayudaron con lo de Joscelin, tal vez ayuden ahora. Porque esos policias idiotas, no sirven para nada.
Marqué el número.
—¿Leonardo? Son las 23:34 ¿Pasa algo? —era Abigail, soñolienta.
—Hola Abby, ¿Me pasas a Carlos?
****Gabriel****
—¿Estás bien?
—Si, por supuesto ¿Por qué no debería estarlo?
Estaba con Amanda y Daniel y una de esas discotecas de jóvenes donde las luces de todo los colores y movimientos diferentes te impedían mirar los rostros o a algún punto exacto sin marearte. Al menos a mi me tenia mal.
—Bueno sé lo que sientes por Joscelin —la miré de golpe, ¿cómo ella sabe eso? Bueno, supongo que Joscelin se lo contó, después de todo son mejores amigas y se cuentan todo.
—Ya me resigné. No te preocupes —dije sonriéndole. —Voy por unos tragos.
—Hey hermano, me traes Whisky sin hielo —habló Daniel mientras abrazaba a Amanda, era impresionante lo tanto que se querían.
Caminé hasta la barra zizageando entre las personas que bailaban. Al llegar levanté el brazo y me atentieron enseguida.
—Me da un cóctel de fresa con limón, un trago de Whisky sin hielo, y uno de Vodka sin hielo también, por favor.
—Enseguida.—dijo el coctelero.
Me senté a esperar. Si estuviera solo estaría en ese mismo lugar sin moverme para ningún lado.
Miré fijamente al coctelero mientra preparaba todo. Eso de las luces no lo soportaba. Y con alcohol en mi organismo era mucho peor.
Lo de Joscelin, mentí no me he resignado. Me siento muy mal. Ví como Leonardo la miraba y en serio ese chico la quiere mucho y el sentimiento es mutuo entre ellos.
—Hola guapo —miré a mi derecha estaba una chica muy bella. Delgada y esbelta, un lindo cabello rubio. Ella me miraba con una radiante sonrisa.
—Hola —saludé.
—¿Puedo? —dijo señalando el asiento que se encontraba a mi lado. Cuando llegué no había nadie asi que supongo que si.
—Claro... Por supuesto.
Levantó la mano y pidió algo que no escuché.
—¿Cómo te llamas, chico de cabello muy bonito? —dijo tomando el trago que ya le habían traido y con una sonrisa encantadora. Yo sonreí, ¿Cómo era eso posible? ¿Le dieron su trago primero que los míos?
—Soy Gabriel, un gusto...—la miré esperando a que dijera su nombre mientras extendía mi mano hacía la suya.
—Ximena —anunció dándome su mano —Es un placer conocerte, Gabriel.
Fruncí mi ceño. Me miró como un depredador mira a su presa, pero de una u otra manera se le miraba sexy. Volví a sonreir.
****Leonardo****
—¡¿Cómo?! —gritó Carlos mientras se pasaba las manos por el cabello.
Llegué a su casa lo más rápido posible. Le conté lo que sabía sobre la desaparición de mi hija y se puso histérico, poniendome a mis mas nervioso de lo que estaba.
—¿Crees que ha sido el hijo de p..
—No quiero imaginarlo. Pero es lo mas lógico. Joscelin me ha dicho que Jane le dijo que ese hombre fue especificamente por la bebé.
—¡Maldita sea! ¡Maldita sea! —decía mientras caminaba de un lado a otro. —¿Cómo está Joscelin? —me preguntó dejando de caminar y mirándome.
—Mal. Todos lo estamos. Esos policias son una mierda —se me quebró la voz. Tenia ganas de destrozar a alguien y a la vez tirarme al suelo y llorar. —Tienes que ayudarme.
—Sabes que eso no me lo tienes que pedir — dijo abrazándome —¿Llamastes a Marco? —negué con la cabeza —Bien... Yo me encargaré —tomó mi rostro con sus manos —Tienes que descansar. Te necesito mañana descansado —negué de nuevo, estaba ya con las putas lágrimas ya afuera. —Hey... Hazme caso, todo saldrá bien.
—Claro. Esta bien. Me llamas mañana temprano, antes de que salga el sol.
Salí de ahí...
****Joscelin****
No podía dormir. No sé que pretende Leonardo con que yo descance solo quiero a mi bebé.
Escuché mi móvil sonar.
Era Amanda. Es extraño ya es tarde.
—¿Joscelin? —su voz sonaba asustada.
—Si, ¿Qué pasa? —me alarme de inmediato.
—Es Daniel... —escuché sollozos.
—¿Qué pasa con Daniel? —sentí la ansiedad en mi estómago.
—Joscelin soy yo Gabriel. Daniel despareció —habló Gabriel algo asustado.
****Daniela****
—¡Eres un inútil! —no podía creer lo estúpido que era. —¡te dije quiero a ese tal Gabriel! Traes al que no es.
—Lo siento. Pensé que ese era ese tal Gabriel —le lancé un puñete, pero solo movió su cara. Estoy estresada. Esa asquerosa bebé no para de llorar y ahora esto.
—Déjalo. De todos modos no le distes ninguna foto. Solo una descripción, estúpida. —habló Darek. Se me habia olvidado que él estaba aquí.
Tomé un cuchillo y aparté a ese hombre gigante y fuí directo al chico equivocado.
—¿Qué vas hacer, Daniela? —me preguntó Derek.
—¿Qué crees? ¿Qué podemos hacer con este estorbo? —señalé a el chico que se encontraba inconciente en el suelo de este asqueroso lugar.
No puedo soportarlo. Al menos hubieramos hecho esto bien. Escondernos en un lugar tan inmundo como este, lleno de suciedad y humedad. Es un asco total.
El ruido que sale de la boca de esa bebé es lo peor de todo.
—Solo digo que no te ensucies las manos —giró su cabeza hacia el hombre que no hizo su trabajo bien.
Caminé hasta donde estaba él.
—¿Cómo te llamas?
—Eduardo —contestó.
—Bien Eduardo quiero que lo tortures cuando despierte y después de eso... Lo matas... Y Derek calla a esa bastarda.