La Rosa Negra © #CA2020

By nico_aguero

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¿Se han dado cuenta como la vida es de un modo? Y en un instante, una sola respiración, todo cambia. Como un... More

Capítulo 1: "El señor arrogante."
Capítulo 2: "Chica desaparecida."
Capítulo 3: "¿Un cuaderno de dibujo?"
Capítulo 4: "¿Estás saliendo con Kyle?"
Capítulo 5: "1789"
Capítulo 6: "-Tu maldita voz en mi cabeza."
Capítulo 7: "Esto nunca debió pasar."
Capítulo 8: "¿Niña que te fumaste?"
Capítulo 9: "-Pasaré por ti a las siete."
Capítulo 10: "¿Eres tú?"
Capítulo 11: "-Si, si muy lindos tus gatos."
Capítulo 12: "Ayuda."
Capítulo 13: "El libro."
Capítulo 14: "La muerte me llama."
Capítulo 15: "- Sólo es una cara bonita."
Capítulo 16: "Cinco putos minutos."
Capitulo 17: "El chico del club."
Capitulo 18: "Era ella."
Capitulo 19: "- Creo que necesitamos un baño."
Capitulo 20: "Los gemelos Sullivan."
Capitulo 21: "Manipulado."
Capitulo 22: "Hasta no respirar."
Capitulo 23: "Tu sangre."
Capitulo 24: "¿Una cita?"
Capitulo 25: "-Megan Fox, no es nada junto a ti."
Capitulo 26: "Es una puta puerta."
Capitulo 27: " Herida abierta. "
Capitulo 28: "No te mueras."
Capitulo 29: "¿Pero que mierda?"
Capitulo 30 : "Ya no sé ni lo que es real."
Capitulo 31: "Exploto."
Capitulo 32: "La culpable."
Capitulo 33: " Maldición, ya no confío ni en mi. "
Capitulo 34: "-¡PORQUE ESTÁS LOCA!"
Capítulo 35: "¡QUÉ TE CALLES!"
Capítulo 36: "La visión."
Capítulo 37: "- Oh no chico templado..."
Capítulo 38: "En sus brazos."
Capítulo 39: "- ¡Al fin sé quien eres!"
Capítulo 40: "La última misión."
Agradecimientos

Epílogo

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By nico_aguero

6 meses antes.

— No toques eso. — reprendo al chico con el jarrón, obsequio de la abuela. Se lo arrebato de las manos y lo pongo en su lugar. — Ya largo de mi casa. — le grito pero él ni se inmuta y sigue bebiendo cerveza de su vaso rojo.

Escucho un fuerte ruido al otro lado de la habitación y salto en mi lugar. Me giro y busco de donde proviene el ruido.

Agudizo el oído sobre la fuerte música, intentando escuchar. Trato de pasar en medio de todos los estudiantes de la universidad de mi hermano.

Evito mirar a los rincones oscuros donde hay parejas haciendo bebés.

Quedo en medio de las personas que bailan descaradamente. Las manos y los pies me golpean y empujan haciendo que caiga al suelo. Al mirar hacia arriba tuve mucha visión de la ropa interior de las chicas en mini falda. Que asco.

Salgo a gatas de entre los pies de media universidad. Me pongo de pie sacudiendo mis manos y sigo buscando de donde proviene el ruido extraño.

Proviene de la cocina, entro rápido en ella. Oh Dios. Unos estúpidos están haciendo añicos la vajilla de mamá. Ahogo un grito.

— ¿Qué demonios hacen? — pongo a salvo los únicos tres que quedan.
— ¿Están drogados? — le grito a uno de los imbéciles amigos de Trent.

El imbécil saca un pequeño paquete y dentro contiene un poco de polvo blanco. — De hecho si, me lo dio tu hermano. ¿Quieres?

— ¡Largo de mi casa ahora! — pongo veneno en cada una de mis palabras.
— No, tu hermano nos invitó. — se encoje de hombros y toma un trago de alcohol puro. Este imbécil se va a intoxicar.

Decido ir a buscar a mi hermano, haré que saque a todo el mundo. Mis padres están por llegar. Estaban en algún viaje de la iglesia. Él pensó que se quedarían fuera de la ciudad pero algo pasó y vienen para acá, y no quiero tener problemas, esta no fue mi idea.

La casa es un asco, además de las personas que están en ella, la mayoría necesitan que "Trivago" les de un hotel fácil y rápido.

Busco en cada esquina de la planta baja y nada, sólo encuentro chicos mezclando drogas y alcohol. Imbéciles todos.

Les digo que se larguen y me gritan abuela. Prefiero ser una abuela a una imbécil que mezcla esas sustancias. ¿A caso no aprecian sus vidas? 

Corro escaleras arriba resbalándome con unas bragas. Si, unas asquerosas bragas. Las desenredo de mis zapatillas y sigo mi camino.

El piso de arriba está igual de asqueroso y ahogo los gritos al ver las pinturas preciadas de papá desparramadas por el suelo.

Y donde debían estar colgadas las pinturas ahora hay una colección de jamón pegada a la pared.

Esto es un maldito desastre.

— ¡Trent! — lo llamo a gritos. Paso junto a varias parejas que se besan sin control y los separo para ver si encuentro a mi hermano.

También paso por blancas y asfixiantes nubes de humo que hacen que me doble hasta casi ahogarme. Corro a todos del pasillo a empujones. Estoy totalmente estresada.

Debería dejar que mis padres vean el desastre que a armado Trent, pero no soy tan mala, lo ayudaré, si él quiere.

Escucho ruido proveniente de la habitación de Trent.

Llego hasta la puerta blanca con un gran letrero en el medio de "Largo, no moleste". La puerta está cerrada pero sin llave.

Abro sin siquiera llamar. Hay dos personas en la habitación, mas bien la cama, semi desnudos. Pero no es mi hermano, es un chico y una chica que creo haber visto alguna vez.

— ¡Largo de aquí! — les grito apartando mi vista. — No pueden estar aquí ¡Largo!

La chica en ropa interior se sale de encima del chico. Tiene una risa tonta y al intentar ponerse de pie de la cama se tambalea y cae sobre su rostro. Está totalmente ebria.

El chico después de burlarse un rato de la pobre chica ebria, al fin la ayuda. La toma de la cintura y la ayuda a salir de la habitación. Esto ya es demasiado.

¿Donde demonios está Trent?

La habitación suelta un olor horrible. Esta habitación es un desastre, probablemente siempre esté así, debe ser una de las razones por las cuales no deja que ni siquiera nuestros padres entren en ella.

Y la razón más importante debe ser que desde donde estoy, puedo ver las pequeñas macetas con plantas de marihuana bajo la cama. Sabía que mi hermano no era el perfecto hijo que creen tener mis padres.

Me harté, simplemente voy a ir a mi habitación y esperaré a que mis padres lo descubran todo.

Salgo cerrando de un portazo y camino despreocupadamente hasta la puerta blanca con una enorme calcomanía de un oso panda tremendamente tierno pegada en medio.

Abro la puerta quedando en penumbra. Llevo mis dedos a la pared buscando luz. La habitación cobra vida y quedo en shock.

Siento algo extraño en mi vientre al verlo. Lo encontré, encontré a mi hermano. Sentado en mi cama, vistiéndose.

Y hay otra persona más, drogada en mi cama. El chico que pensaba que era el más guapo y varonil jugador de Fútbol Americano.

— Largo de aquí. — Trent camina hacia mi y me empuja. No me muevo, sigo shockeada.

— ¡Eres gay! — murmuro.
— Cállate. — tapa mis labios con su mano.

— ¡Suéltame! — lo aparto de un manotazo.

— No vas a decir ni una puta palabra. — me amenaza.

— ¿Qué cosa? ¿Qué eres gay? — grito haciendo que el tipo en mi cama se revuelva. Tendré que quemar esas sábanas.

— Voy a hacer que te vayas muy lejos. — trata de llevar su dedos hasta mi cuello como si quisiera estrangularme pero retrocedo chocando con el librero. Se ríe y retrocede.

— Me pregunto ¿que dirán nuestros padres de esto? — su sonrisa se borra. — Lo sabrán muy pronto, ya que están apunto de llegar. — para mis padres él es el perfecto, el que ayuda en la iglesia. Si tan solo ellos supieran que en lugar de ir a la iglesia se va a fumar y tomar con sus estúpidos amigos.

— Y yo me pregunto ¿a quién le van a creer? — se acomoda bien la chaqueta. Camina hasta la ventana. — Ya que no voy a estar aquí para cuando lleguen.— abre la ventana y un viento helado se cola en la habitación.

Estamos en un segundo piso, es un imbécil. — Buena suerte zanahoria.
— dice sin una pizca de gracia antes de salir.

Oh Dios. Y ¿ahora que hago?

Corro hasta la ventana y miro hacia abajo, Trent corre entre los arbustos y el auto de mis padres está llegando.

Tienen que creerme, yo no hice esto. Aunque ellos siempre están de lado del super estrella de mi hermano el que "ayuda en la iglesia" y juega al fútbol.

Puras mentiras. Ya me han culpado otras veces, y no quiero que esta sea otra.

Quise ayudarlo, pero ahora lo voy a desenmascarar frente a mis padres.

Salgo rápido de la habitación al ver que mis padres están entrando.

Abajo todo sigue igual música al tope bailes salvajes, bebida y humo blanco. Choco con una chica y me derrama toda la bebida encima. Sus ojos desorbitados me dejan ver que no sabe ni donde está, se disculpa torpemente y luego se aparta para vomitar sobre la alfombra.

Aparto mi vista de ella mientras bota todo tipo de sustancias. Pero quiero ayudarla y cuando estoy apunto de hacerlo se desmaya.

Genial.

— ¡Quiero a todo el mundo fuera! — grita autoritario mi papá. Suspiro, me ayudarán a sacar a todos y luego les hablaré de Trent.

Vas a caer hermano. Esto es por todo lo que me has hecho. No soy vengativa, pero esta vez quiero venganza.

La música se para y los que aún siguen en su cuerpo se voltean alarmados y corren hacia la salida. Los demás que probablemente anden por Narnia sólo los siguen. 

Unos se caen y se levantan pero me alarmo al ver que otros como la chica a mi lado siguen tumbados en el suelo con los ojos blancos y botan espuma por su boca.

¡Oh Dios, están intoxicados!

Busco mi teléfono y le marco a la ambulancia, no sé ni lo que les diré.

Mi padre arranca el teléfono de mi oreja.
— ¿Qué haces?

— Llamo a una ambulancia. — señalo preocupada a los cuerpos tendidos en el suelo.

Me da una mirada acusante y sale con mi móvil a hablarle a la ambulancia.

Minutos más tarde los paramedicos están atendiendo a seis chicos intoxicados incluyendo a la chica.

Mis padres hablan con ellos y yo miro desde la entrada. El aire es helado y mi camiseta mojada no ayuda.

Doy media vuelta para entrar en la casa, mi cuerpo ya no soporta el frío.

Está hecha un asco y esta vez no limpiaré. Ensayo en mi mente lo que les diré a mis padres, no dejaré que esta vez me culpen, como todas las otras veces. Trent siempre se empeña en dejarme de culpable.

Soy su hermana menor ¿no se supone que él debería cuidar de mi y defenderme? Creo que eso sólo existe en las películas.

Veo entrar a mis padres uno detrás del otro. Papá viene realmente molesto. Me río mentalmente, vas a caer Trent. Esta es por la vez que decapitaste a mi osito de peluche.

— Papá... — empiezo a decir.
— ¡Cállate! — me sobresalta su dura y fría voz. — Cada vez dejas más a esta familia en vergüenza.

— ¿Qué dices? — mi corazón se aprieta. — Yo no hice nada de esto. — señalo alrededor.

— Ya no mientas más, estoy muy viejo para esto.

— Ni siquiera eran amigos míos, eran los compañeros de universidad de Trent...
— Peor aún. — en su cuello se marcan unas gruesas venas. Mi madre sigue detrás de él con la cabeza gacha.

— Papá, yo no hice esto fue Trent. — nudos se atoran en mi garganta.

— ¡Trent! para ti siempre el culpable es Trent, esto ya es demasiado.

Las lágrimas se empiezan a escapar de mis ojos. Cuando lo veo entrar por la puerta, mis mejillas ya son mares.

— ¿Qué pasó aquí? — dice el imbécil de mi hermano. — ¿Qué es todo este desorden? — me mira directo a los ojos y no disimula su mentira hacia mi. No entiendo como mis padres no logran verlo.

— Tú explicalo ya que tú lo hiciste. — lo señalo.

— ¿De que hablas? Vengo llegando...—dice víctima. — De la iglesia. — se dibuja la macabra sonrisa en su rostro.

Las lágrimas se transforman en ira y solo quiero correr hacia él y arrancarle esa maldita sonrisa de "soy el mejor, yo gano tú pierdes"

La ira me ciega y corro hacia él pero mi padre se mete en mi camino para detenerme.

Mi corazón se destroza al ver a mi madre acunar a Trent entre su pecho como si fuera la víctima.

— Deja de molestar a tu hermano. — empieza a decir mi madre. — Mientras tú hacías una fiesta él estaba ayudando a los niños huérfanos de la iglesia.

— ¿Ah si? Y ¿Esos niños también huelen a humo por la marihuana?

— ¿Has estado fumando Raechel? — pregunta asustada mi madre.

— Ni siquiera tomo mamá. — digo frustrada.

— ¡Suficiente! — nos calla mi padre. — Deja de ofender y aprende a tu hermano.

— ¡Papá! Es un maldito mentiroso.
— Deja las malas palabras.

— No, estoy harta de que se haga la víctima. Antes de que llegaran se salió por la ventana, él hizo todo esto. — miro alrededor.

— Deja de culparme y acepta la responsabilidad hermanita.
— No, acepta tú, tu maldita responsabilidad. — lo señalo con mi dedo acusador.

Esto no puede ser, de nuevo no me creen. Siento como mi pecho cae, mi familia está frente a mi juzgandome por algo que obviamente no hice.

— Raechel. — mi padre se calma un poco. — Seis personas salieron en ambulancia, tres de ellos menores de edad. Y ahora nosotros tenemos que hacernos cargo . — me habla como si tuviera cinco. — Madura y acepta lo que hiciste.

— No, porqué yo no hice nada.
— ¡Raechel por favor! — explota de nuevo mi padre, haciendo que todos saltemos.

— Esto acaba aquí. — piso con un pie fuerte el suelo. — Tengo algo arriba que enseñarles. — lo digo mirando directo a Trent.

Él entrecierra un poco sus ojos a mi y balbucea amenazas. Mis padres se miran entre si, pero no los dejo contestar empiezo a subir escaleras arriba.

— Déjalo aquí hermanita. — habla Trent cuando ya estoy al tope de las escaleras.

Mis padres empiezan a subir y luego Trent.
— Les mostraré el porqué Trent no deja que entremos en su habitación. — me giro y veo a mi padre hacer mohines al ver sus pinturas preciadas en el suelo.

— Quiero mi privaciadad. — camina hacia adelante pasando por mi lado y golpea fuerte mi hombro con el suyo.

— ¿Por lo que escondes bajo tu cama? — enarco una ceja hacia él.

Su verdadera actitud está quedando a la vista. Jala de sus cabellos castaños con frustración. Desde donde estoy puedo oler la mezcla en su boca de alcohol y chicle de menta.

— ¿Y lo que escondes tú? — me empuja.
— ¿Qué escondo yo? — el crujir de una puerta se escucha y todos nos giramos.

La puerta de mi habitación está siendo abierta desde adentro y sale un semi desnudo chico. El que estaba con Trent en mi cama hace un rato.

Sus ojos están perdidos y su cuerpo sudado. Sigue totalmente drogado.
— Con permiso. — logra decir para luego tambalearse y bajar a como puede las escaleras.

— Papá el de eso fue...— empecé a decir.

— Eres una vergüenza. — grita mi padre. Sus ojos están inyectados en sangre. — Una decepción, te damos las libertades y haces esto.

— Papá, no, fue Trent estaba con él en mi cama, estamos jugando a su juego.

— ¿Entonces soy gay? — dice fingiendo molestia.
— Eso creo. — grito en su cara y le salpico algo de saliva en el proceso. — Estaban en mi cama, drogados y antes de que ustedes llegaran...

— Rae, por favor. — empieza a llorar mi madre.

— No, no pueden creerle, acaso ¿no me conocen?— señalo mi pecho. — Yo no haría todo esto.

— La vergüenza es demasiada, has deshonrado a esta familia, espero no estés embarazada. — mi padre gesticula con las manos. Sus aletas nasales están mas abiertas de lo normal. Mi pecho termina de caer.
— Dios ¿que va a decir la comunidad, la iglesia? Es demasiado, lo mejor es que te vayas.

— ¿Qué? — mis rodillas flaquean, me quedo sin aire.

— Mark. — interviene mi madre entre lágrimas. — No estás pensado bien las cosas.
— Claro que si, es lo mejor esto acabará y la comunidad no nos atacará.

— Papá. — lloro.

— Ya tuve demasiado contigo, vete fuera de la ciudad, estudia lo que quieras te ayudaré con el dinero, llévate el auto y no llames nunca. — gira sobre sus talones y se va a la habitación.

— Mark. — mi madre corre tras de él. — No hagas esto. — le grita.

Me quedo de pie donde estoy. Shockeada totalmente. Me echó de casa.

Siento un escalofrío en mi cuello y un aliento caliente. — Sabías que esto pasaría, te dije que haría que te fueras lejos. — murmura Trent. — Siempre gano y ahora te ayudaré a empacar zanahoria.

(...)

Llevo ya un rato manejando. La noche es fría, oscura y hay una terrible lluvia intensa empapando la carretera y empañando el parabrisas.

Mis mejillas siguen mojadas. Están así desde que salí de casa y mi madre lloraba mientras Trent la detenía desde la entrada y a mi padre simplemente no lo vi.

Estoy sentimentalmente destrozada.

Las ruedas rechinan en la carretera mojada. Manejo con una sola mano, la otra la utilizo para quitar el rastro de mocos de mi nariz.

El móvil sigue sonando en el asiento del acompañante. El identificador sigue anunciando "Mami"

Ni siquiera sé bien a donde me dirijo.

Doy un giro a la derecha y la carretera es larga oscura y en línea recta. Hay un enorme letrero iluminado "1789" carretera a Carolina.

Acelero ya no me importa nada. Siempre el hijo mayor y super estrella se queda con todo. Piso con fuerza el acelerador y golpeo el volante con ambas manos.

Lloro con fuerza, con ira y esta vez grito. Hay unas horribles punzadas en mi pecho.

El maldito móvil sigue sonando el ruido me enloquece. Quiero tirarlo por la ventana.

Quito la vista de la carretera para tomarlo. Una luz intensa y una fuerte bocina seguido de un golpe sordo.

Pierdo el control del auto y de mi propio cuerpo. Hay dolor punzante en mi pecho y me obligo a mantenerme despierta.

Hay vidrio y metal destrozado en todas partes. Mis piernas están prensadas. También hay sangre por todos lados.

Siento mi cuerpo flotar en realidad todo el auto está girando por los aires.

El único sonido es el metal aplastado cortando el aire. Mi cuerpo es tirado hacia adelante y siento un golpe en la nariz. No puedo cerrar los ojos.

Ahora hay agua por todos lados caí en el pequeño río junto a la carretera. Siento como la sangre bombea en mi cuerpo.

Siento dolor en mi rostro y con dedos débiles sostengo mi destrozada nariz. Mis ojos se empiezan a cerrar y caigo en la negra oscuridad.

Luz y luz blanca. Se mueve sobre mi cabeza, son largas y brillantes bombillas de hospital.

Mi cuerpo está adormecido e inerte en una dura camilla llevada con rapidez por los pasillos por unas personas vestidas de blanco.

No siento mis piernas y mi rostro duele mucho.

— Trauma en la cabeza, 6 en la escala del coma. — grita alguien a mi lado.

Quiero hablar, en realidad gritar, pero de mi no sale nada mas que gemidos ahogados.

¿Qué pasó? ¿Por qué estoy aquí?

Rápidas imágenes y sonidos vienen a mi cabeza las dos luces que venían hacia mi, el impacto de los coches el metal cortando el aire hasta caer al río.

— ¿Dónde está mi hija? — grita una voz que reconozco. — ¿¡DÓNDE!?

Luego en mi campo de visión aparece el rostro enrojecido de mi madre. La miro por unos segundos pero no quiero seguir haciéndolo, quisiera gritarle que todo esto es culpa de ellos y que deje de mirarme como si sintiera algo de compasión por mi.

Mi cabeza empieza a zumbar y mis ojos se están cerrando.

Justo antes de caer en un profundo abismo negro tiro mi cabeza hacia la izquierda y miro que llevan una camilla a toda velocidad. Apenas logro ver a la persona, cuando las luces se apagan.

(...)

Hoy en día.

Los días son duros, no he querido ver a nadie, siempre paso drogada por los medicamentos.

Juro que lo escucho, él está aquí y su voz es la razón por la cual paso drogada. En las noches cuando no logro escucharlo lo llamo a gritos y el único que viene es el doctor con una enorme jeringa.

Al menos me quitan un poco el dolor que siente mi ser. Lo necesito, necesito esa vida de vuelta, no pudo ser sólo un sueño.

Cuando logro dormir algo, mi mente viaja de regreso ahí, logro ver a Annie con Caroline horneando galletas y a Sophie en un suave sofá con lágrimas en los ojos y sobando su ya grande barriga.

Nunca lo veo. Nunca está ahí.

— Esquizofrenia. — dice el Doctor Carter de pié a mi lado.

Mis padres están tomados de las manos detrás del estúpido doctor que me creé loca.

— No puedo tener eso, no estoy loca. — le riño cruzándome de brazos.

— ¿Chicos con manos de fuego? ¿Ojos morados? ¿Demonios fríos? — no debí contarle nada. — ¿Quieres que siga?

Ruedo los ojos. — No pudo ser solo un sueño.

— Lo fue. — dice.
— ¡No! — le grito.

— Tu novio nunca existió. — habla fríamente. — Todo es un producto de los libros que leías. — en serio nunca debí contarle nada de mi vida.

Tapo mis oídos y grito.
— ¡No, cállese! No le eche la culpa a los libros.

— No seas mal educada Raechel. — dice mi madre.

— Es un imbécil. — señalo al Doctor.
— Es suficiente. — anuncia mi padre con voz tranquila.

— No hay problema, en pacientes como ella es normal la negación.
— dice. — Ahora quiero que entiendas que vas a tener un tratamiento. — el doctor entrelaza los dedos. — Ya que la esquizofrenia es una enfermedad mental grave. Es un desorden cerebral que deteriora a las personas en diversos aspectos psicológicos como el pensamiento y la percepción.— hace una pausa. — Estás personas tienen alucinaciones y creencias falsas. Aunque es muy normal en pacientes que pasan por el coma. Se crearon una vida entera mientras estuvieron así.

Suelto unas lágrimas y miro a otro lado.

— Haremos de todo para que salgas de esta cariño. — habla mi madre y yo simplemente la ignoro.

— En realidad no existe cura. — habla de nuevo el imbécil. — Los medicamentos son para calmar los cuadros psicóticos y evitar con pasen con frecuencia.

— No. Estoy. Loca. — digo despacio cada palabra.

— Te has estado haciendo daño.
— señala mis brazos. Los miro tengo largos rasguños por toda la piel.

— La maldita medicina me da comezón, no estoy intentando suicidarme. — ruedo los ojos.

— Mejor los dejo, vendré a hacer guardia más tarde.

El Doctor Carter sale por la puerta sin decir ni una palabra. Lo odio.

— ¿Quieres que te acompañemos? — pregunta mi madre esperanzada.

— No. — dijo sin siquiera pensar.

— Dejemos que descanse. — dice mi padre y luego conduce a mi madre fuera.

Otra semana a pasado y yo sigo aquí estancada y peor aún sin superar lo que pasó. En realidad creo que nunca lo voy a dejar ir.

La medicina me está matando. Me hace sentir muy mal. La mayoría de las veces no la tomo.

Sigo viendo y escuchando cosas. Nada ayuda. Lo escucho fuerte y claro cada vez. Pero tengo que aceptar que es sólo mi mente engañándome.

Hoy se dieron cuenta que no tomé mi medicina así que me la inyectaron directo a la vena. Mi cabeza iba a explorar así que decidí dormir un poco pero las pesadillas llegaron a atormentarme. Kyle.

Siento como unas suaves manos sostienen mis hombros. — Tranquila, tranquila. — dice una dulce voz.

Abro mis ojos pesadamente y veo a una enfermera rubia frente a mi. Puede tener unos cuarenta y es algo robusta.

— Nunca la había visto por aquí. — le digo incorporándome.

— Me acaban de asignar a este sector. — dice. — Traigo la merienda.

— La comida de acá es horrible. — hago un mohín.

— Lo sé, es por eso que esta la hice yo misma. — me mira con ojos llenos de amor. — Mírate estás muy delgada cariño, ahora yo te voy a cuidar. — me sonríe y yo le regreso la sonrisa.

Lleva la pequeña mesa y la pone alrededor de mi cuerpo. Mi estómago cruje y esto se ve delicioso. Fruta fresca, un sándwich, jugo y gelatina.

Ella se pone a ordenar un poco la habitación y cuando ya voy por la gelatina se sienta a mis pies y habla.
— ¿Conoces al chico de la habitación continua? — pregunta frunciendo el ceño.

— No, ¿por qué? — mmm gelatina de uva, mi favorita.

— Bueno porque cuando llegué mientras dormías estabas gritando su nombre.

Me atraganto. — ¿Qué? — dejo caer la gelatina.

— ¿Está todo bien? — pregunta confundida.

— ¿Pu...puedo ir a verlo?
— tartamudeo.
— No veo por qué no, pero será solo por un minuto. Vamos te hará bien estirar las piernas. — quita la mesa y algunos cables.

Mi corazón va al mil. No sé que me espera en esa habitación.

Me tomo de su brazo y dejo que me lleve. El suelo está frío bajo mis pies descalzos.

Cada paso me pone nerviosa, no sé que esperar, no quiero mas decepciones y que mi corazón se termine de romper.

Llegamos a la puerta y la enfermera la abre y me deja pasar.

Mis ojos se llenan de lágrimas al verlo. Es real.

— ¿Sabías que fue con él con quien tuviste el accidente? — habla la enfermera a mi lado.

— ¿Qué? — las lágrimas se escurren por mis mejillas.

— Él llevó la peor parte. — dice.
— También de milagro ustedes son compatibles y ahora él tiene uno de tus riñones, puedes vivir con uno a él le explotaron los dos.

Suelto el llanto.

— ¿Lo conoces? — me pregunta.

— Hemos pasado por mucho. — lloro mas fuerte y me tomo de sus brazos para no caer.

Luego lo recuerdo. Recuerdo haber visto su rostro antes de caer en estado coma. Cierro mis ojos y me hundo en el recuerdo.

"Tiro mi cabeza hacia la izquierda, para no ver el rostro de mi madre. Las ruedas oxidadas de una camilla pasan por mi lado a toda velocidad.

— Kyle Thompson, pulmón y riñones colapsados. — grita un doctor a su paso. — Escala 8 del coma.

Su cuerpo ensangrentado e inerte pasa en cámara lenta frente a mi. Luego su rostro se apaga al igual que las luces."

— Lo vi. — anuncio.
— ¿Qué dices linda?

— Vi su rostro y escuché su nombre justo antes de caer en estado coma.
— sorbo mi nariz. — Yo no lo creé, él existe. — caigo de rodillas, son demasiadas emociones y mi cuerpo está muy débil.

Hundo el rostro entre las manos y lloro libremente.

Lo encontré, él está aquí, frente a mi. Es real.

— ¿Real? — pregunta la enfermera.

Levanto mi cabeza hacia ella. — Creé una vida a su lado. — se deslizan pesadas gotas por mis mejillas.

— Es normal en pacientes que estuvieron en coma. — me ayuda a ponerme de pie.

Me incorporo y camino con pies de plomo hasta la camilla. Me pesa el corazón verlo así en la camilla, cables conectados a su cuerpo, mangueras de oxígeno. Conectado a un respirador artificial, que infla su pecho dándole vida, pero si lo desconectas ya no habrá nada.

Su rostro angelical, es el mismo Kyle que conozco. Los mismos rasgos fuertes y varoniles.

Es el mismo que ha estado en mi cabeza todo este tiempo, el mismo que me enamoró, el mismo con el que me iba a casar.

Llevo mis torpes dedos hasta su mano. Tenía que sentir su cálida piel.

— ¿Cuando despertará? — pregunto sin quitarle los ojos.
— No lo hará. — responde con un susurro seguido de un cansado y triste suspiro.

Giro mi cuerpo rápidamente hacia ella. — ¿Qué demonios has dicho? — una corriente fría recorre mi cuerpo.

— No hay mejoría, su cuerpo no reacciona. — baja la cabeza. — Lo siento niña, lo desconectarán en la mañana.

Es como una cubeta de agua helada. Mi garganta se seca y las piernas me flaquean.

— ¡No, no pueden! Justo lo tengo de nuevo a mi lado, no pueden hacer esto. — grito histérica y las lágrimas no se quedan atrás, empiezan a inundar mis ojos.

Siento como mi estómago se revuelve. Hay escalofríos y arcadas.

Esto no puede estar pasando ahora. Lo tengo de vuelta, no puedo dejarlo ir.

— No está es nuestras manos, es una decisión de la familia.

— Pero él va a despertar, tiene que hacerlo, yo lo hice. — mi garganta arde.

— Tu condición era mejor. Si no mejoró en siete meses, no lo va a hacer ahora.

— Es fuerte.
— Lo sabemos cariño.

— ¡No me llame así, maldita sea! — le grito frustrada.

— Tranquila, cálmate. — me susurra la estúpida enfermera que ni siquiera sé su maldito nombre pero no me importa.

— No me pida que me calme. — digo entre sollozos. — giro y miro directo a Kyle. Me tiro de rodillas sin importar el dolor. Tomo sus manos entre las mías, su piel es ridículamente normal.

— Debemos irnos, no debí traerte aquí. — trata de levantarme por los hombros. Sacudo sus manos de mi.

— No me iré. — digo y pongo mis piernas firmes en el suelo.
— Vamos, debes tomar tu medicina. — intenta de nuevo.

— No me toque. — le grito más fuerte.
— Es hora de irnos. — me empuja por el suelo. El acto hace que suelte las manos de Kyle. Me suelto de su agarre y trato de volver a mi lugar junto a la cama. — Vamos. — me empuja de nuevo.

— ¡No! — siento como se desgarra mi garganta. De pronto la puerta se abre de un portazo y el imbécil del Doctor Carter y una enfermera con una maldita y enorme jeringa vienen hacia mi.

Me jalan de los brazos e intentan que me ponga de pie sin tener que usar la inyección. Mi visión nunca deja a Kyle postrado en la cama. Y me recuerda que esto ya lo viví, bueno en realidad no. Está vez es real. Van a desconectarlo. No pueden, yo desperté  y él lo hará.

Ya de pie me jalan hacia la puerta y yo jalo hacia Kyle. Mi visión se nubla, no puedo perderlo. Tiro mi cuerpo hacia el frente, pego patadas, entre dos no pueden conmigo. Mi garganta se desgarra más ante mis gritos de negación.

— ¡Suficiente! — habla el Doctor con dientes apretados. Me suelta y me tira con fuerza al suelo. El sudado cabello cubre mi rostro y mi respiración es pesada.

Odio este lugar odio a ese abusivo Doctor. Estoy más que segura que consiguió su licencia en una caja de cereal.

Mis rodillas arden y están rojas, mi cuerpo está tan débil que apenas logro ver al Doctor venir hacia mi con la jeringa en la mano. Sus brazos están rasguñados y con hilos de sangre, tengo las uñas bastante largas.

Intento ponerme de pie e ir hacia Kyle. Pero las enfermeras me toman desde atrás inmovilizandome una vez más. Chillo y pego gritos. Me revuelvo y las pateo haciendo que maldigan en voz baja.

Luego siento el pinchazo en mi brazo. Ahora todo se mueve y está borroso a mi alrededor. — No, Kyle. — balbuceo y siento el líquido correr por mis venas. Y como siempre todo se torna oscuro y frío.

(...)

— ¡No! — me despierto de golpe buscando oxígeno. Pensé que esta horrible sensación ya había terminado para siempre.

Miro a mi alrededor. Estoy en mi habitación. Tengo puesto el respirador y la máquina de los latidos de mi corazón va muy rápido.

Siento una presión en mi pecho. Aún es de madrugada, tengo tiempo debo ir a por Kyle.

Mi cuerpo sigue débil y atontado. Saco la intravenosa ahogando un grito. Odio las malditas agujas. Quito todos los cables y el oxígeno de mi. Saco mis débiles piernas por un costado hasta tocar el frío suelo.

Cuando voy a abrir la puerta, esta se abre desde afuera y veo a mi padre entrar.

— Quería verte dormir. — dice mirando al suelo. Su actitud a cambiado mucho conmigo. Parece arrepentido de todo lo que pasó. Y yo soy una mala hija ya que no he querido hablar mucho con ellos.
— ¿Donde vas? — pregunta con voz suave.

— Debo ir por Kyle.
— ¿El chico en tu cabeza?

Suspiro. — No, papá es real, vi su rostro antes de caer en estado coma y luego... creé toda esa vida. — aún me cuesta decirlo en voz alta. — Y ahora él está en la habitación de al lado debatiendo entre la vida y la muerte.

Se queda callado. — Si me crees ¿verdad? — lloriqueo mirando a sus ojos. — Papá créeme por una vez en tu vida.

— Una vez no lo hice. — lleva su mano hasta mi mejilla y sus ojos brillan con dolor. — Y aún no puedo perdonarme. ¿Qué hay que hacer?— dice y yo solo me estrello contra su pecho abrazándolo como nunca.

— No sé, pero si yo desperté él lo hará. — afirmo mis palabras.

— Agárrate a mi. — me ofrece su brazo y salimos por la puerta.

El hospital a esta hora de la madrugada está demasiado tenebroso para mi gusto.

Entramos en la habitación, todo sigue igual. El sonido del respirador artificial nos da la bienvenida. Me suelto de mi padre y camino hacia Kyle.

Me arrodillo en el suelo y tomo una de sus manos. Me quedo así por un rato mirando sus facciones varoniles. Como sus largas pestañas tocan sus pómulos o como su rostro emana tranquilidad.

— Debes despertar. — le susurro.
— No puedes dejarme así en este mundo tan normal. — suelto una pequeña risa irónica. Siempre quise un mundo normal, pero ahora que lo tengo lo odio.

Tomo su mano con fuerza.
— Prometiste que cuidarías de mi siempre. — digo y siento las lágrimas bajar por mis mejillas. — Despierta y hazlo.

— Lo siento. — sollozo. — Por mi culpa estás aquí. Yo debería estar en tu lugar, morir por ti, como lo hice durante el sueño. — deposito un delicado beso en su fría mano 

No sé cuanto tiempo ha pasado pero de pronto la puerta a mis espaldas se abre. — No pueden estar aquí. — dice la enfermera de hace un rato.

Me pongo de pie instintivamente. Mi padre ahora está a mi lado. La enfermera entra y tras de ella viene el Doctor Carter y una pareja que imagino son los padres de Kyle.

La pareja entra y la señora que es estar viendo a Kyle en versión mujer llora sin consuelo al ver a su hijo.

— Sáquenla. — le dice el doctor a la enfermera.

— De aquí no me muevo.— piso con fuerza el suelo. — No pueden hacer esto. — digo mirando a los padres de Kyle.

— Ya no sabemos que hacer. — dice la madre entre sollozos.
— Ya dieron la autorización, ahora ve y busca el calmante para ella. — le dice a la enfermera. Pondré una queja contra este doctor.

La enfermera sale corriendo y al cabo de unos minutos viene con dos enfermeros más y la conocida jeringa en la mano.

— No tocarán a mi hija. — interviene mi padre.
— Sáquenlos a ambos. — el enfermero más grande jala a mi padre hasta la salida. Y el otro viene hacia mi con la enfermera.

— No lo toquen. — trato de defender a mi padre pero me detienen y me empujan hasta caer sobre mi trasero.

— Pondré una demanda. — habla con autoridad mi padre.

Me toman del suelo y yo me revuelvo como siempre haciendo imposible que me saquen tan fácil.

— Están lastimandola. — dice la señora Thompson.
— Necesita de eso, está loca, padece esquizofrenia. — dice el Doctor.

— De igual forma creo que esa no es la manera de tratarla. — escucho que dice entre mis gritos desesperados.

— ¡No, cometen un grave error, no pueden! — grito y le doy una patada en las bolas al enfermero.

De pronto una maquina conectada a Kyle empieza a hacer un sonido extraño y su cuerpo inerte salta frenético en la cama.

— Deben salir todos. — anuncia el Doctor.

— ¿Qué sucede? — grito y luego con fuerza me jalan hasta la puerta.
— ¡No! — grito con fuerza lanzando patadas. — ¿Qué sucede? — me tiran con violencia hacia atrás y sin darme cuenta ya estoy en el pasillo y una puerta me separa de Kyle y lo que sea que le esté pasando.

La madre de Kyle llora en el pecho de su esposo en una esquina. Esto es malo.

Desde hace unos minutos no han parado de entrar enfermeros a la habitación. No se interesaron más por mi, me dejaron quedarme afuera sentada en el frío y duro suelo esperando alguna noticia. Sé que no van a ser buenas.

Al cabo de la hora un Doctor que parece ser el más más, sale y llama a los padres de Kyle. Se ve como el cuerpo de la señora Thompson tiembla ante los sollozos.

Sufro un infarto y mi mundo se derrumba al ver a la señora Thompson llorar hasta caer de rodillas ante lo que le ha dicho el Doctor.

Todo se detiene y deja de funcionar dentro de mi. Las lágrimas no tardan en llegar. Cubro mi rostro y me hago una bola en medio pasillo.

Pasa un tiempo y quiero entrar a verlo por última vez. Mis piernas casi no responden ante la orden de ponerme en pie.

Lo perdí, lo perdí para siempre.

Mis manos sudan y mis mejillas arden. Me asomo en el umbral y veo a la mamá llorando y abrazando el cuerpo de Kyle en la cama.

Trago grueso y doy pasos pesados hasta acercarme un poco más.
— Es un milagro. — oigo decir a su madre.

¿Qué?

— Te extrañamos mucho campeón.
— dice su padre.

Está vivo. Despertó.

Llevo las manos hasta mi boca para acallar mi emoción. Mi mundo se vuelve a reconstruir.

Su madre se levanta de su pecho y me deja ver su rostro despierto y feliz.

Tras unos minutos notan mi presencia. En su bello rostro se dibuja algo extraño al mirarme. Sus ojos no dejan de recorrerme.

— ¿Quién es? — le susurra a su madre. Y así es como mi mundo regresa a las cenizas. Qué estúpida soy, en realidad no nos conocemos.

Y este es el momento en que debo aceptar mi destino. Esto fue un sueño, uno hermoso. Y está es la cruda realidad que me rodea.

Debo cerrar capítulo e iniciar de cero.

Sus padres me miran sin saber que decir. — Mmm. — mi vista se nubla y mi voz tiembla. — Yo en realidad sólo venía a pedirte perdón, por todo esto. — y dicho eso salgo corriendo dejándolo en el pasado y aceptando la realidad que nunca estaremos juntos.

(...)

Y si estos días atrás han sido malos, estos han sido peores. Aceptar la realidad a sido lo más difícil.

Los primeros cinco días me encerré en mi asquerosa habitación. La medicina y los estudios que me han hecho últimamente me dejan exhausta. Cada día hay menos esperanza.

He llorado, cada noche de estos días. También he olvidado mucho de lo que pasé durante el sueño y eso me frustra.

Escucho muy poco de Kyle. Sólo sé que está haciendo terapia para poder tener más movilidad en sus músculos.

Nos hemos topado una que otra vez en los pasillos o durante las terapias y he notado que me mira de manera extraña. Lo más seguro es que sienta lastima por la chica esquizofrénica.

¿Que qué sigo haciendo en este hospital?

No tengo ni puta idea. Cada hora vienen a darme medicamentos y a las cuatros de la tarde me llevan a terapia ya que mis huesos están débiles.

He tenido horribles dolores estomacales y me hicieron varios exámenes que llegaron a la conclusión de que tenía problemas en los ovarios producto del accidente y en el idioma español significa, que jamás científicamente podré ser madre.

Esa noticia me ha dejado en shock y aún más deprimida.

A veces creo que si estoy esquizofrénica ya que escucho una voz que dice que termine con mi miserable vida.

Lo he pensado mucho, mi vida no es nada después del accidente.

Ahora estoy totalmente drogada por los medicamentos y postrada en mi dura cama con la vista puesta en el frasco de pastillas posado en la mesita de al lado.

Estoy poniéndome de pié, totalmente decidida a hacerlo de una vez, pero la puerta se abre y entra mi padre con sus manos detrás de su cuerpo y una sonrisa cómplice en sus labios.

— Estás despierta. — dice.
— Si. — digo sin ánimo.

— Te traje algo. — dice siempre con la sonrisa. — Cumpliste hace unos meses así que yo... bueno te traje esto. — saca sus manos de su espalda y pone unas cosas en mi regazo.

Es un diario, de pasta dura y un oso panda en la portada. También una pluma grabada con mi nombre.

Aún no entiendo.

— Para que escribas todo lo que viviste ahí. — señala mi cabeza. — El mundo debe saber esa historia. — me guiñe un ojo.

Me contagió de su sonrisa y suelto algunas lágrimas de felicidad. La relación con mi padre ahora es mucho mejor. Y este es el mejor regalo del mundo.

Debo decir que en realidad mi padre me salvó.

He estado más despierta y con ganas de vivir. Aún siento un vacío en mi pecho al ver pasar a Kyle pero tengo que aprender a vivir así.

Al menos una parte de mi siempre estará con él. Mi riñón.

La terapia me ha ayudado mucho y han bajado mis medicamentos. Además un nuevo doctor me está haciendo estudios ya que mi adorado doctor Carter fue despedido después de haber sido descubierto robando suministros médicos y además del sin fin de quejas contra él por maltrato a los pacientes.

Ahora me dejan salir a tomar aire. Detrás del hospital hay un pequeño parque. Con árboles que hacen cálidas sombras y pequeñas mesas de madera.

Mi lugar favorito para escribir en mi diario es en el verde césped recostada a un árbol.

Tengo vista a todo el lugar y el clima es fresco.

Mi mano arde y tiembla de escribir tanto.

Decidí ponerle un nombre a esta historia "La Rosa Negra" creo que es perfecto. Y de vez en cuando mientras relato caen pesadas lágrimas de mis ojos.

Cambié los nombres, ya que pensé que así sería menos doloroso. Pero no fue así.

Railey y Karl.

Dejo el diario y la pluma a un lado y me hago un ovillo para poder llorar con libertad con la cabeza gacha, escondida entre mis brazos. Después de unos minutos en los que ya no quedan lágrimas levanto mi cabeza.

Siento la mirada de alguien en mi y busco de donde proviene.

Encuentro a alguien mirándome desde el otro lado del parque. Está sentado en una de las bancas con un libro entre las manos y una mirada extraña en su rostro. Kyle.

¿Por qué está mirándome?

Seco mis lágrimas y me pongo de pie para irme a otro lado, no soporto su mirada.

En todas partes está. La verdad no sé si soy yo la que lo buscó, simplemente está ahí, mirándome extrañamente.

Han pasado tres días desde lo del parque. Y ahora estoy aquí sentada en una de las mesas de madera, con el viento fresco azotando mi cabello. Escribiendo, inspirada en las letras que llenan las hojas y sin levantar la mirada.

Estoy encorvada sobre la mesa, con mis pies cruzados. En tan poco tiempo he escrito mucho y estoy orgullosa. Fue el mejor regalo y me a ayudado mucho.

— Tengo tu riñón. — dice una voz varonil.

Cierro mi cuaderno con fuerza y levanto la mirada. Unos hermosos ojos color avellana me miran directamente.

— Y es lo que hace que mi cuerpo funcione, así que no te lo devolveré. — sonríe y luego toma asiento frente a mi. Su voz es ronca y sexy muy parecida a la que mi cabeza creó.

Estoy muda.

— Soy Kyle. — sonríe de nuevo y mi pecho se ensancha. Lo que daría por lanzarme sobre él.

— Lo sé. — digo sin pensar y me arrepiento al instante. — Digo lo escuché por ahí... — evito su mirada y paso mi cabello detrás de las orejas con dedos torpes..

— Y ¿tú eres? - levanta las cejas esperando mi respuesta.
Trago grueso y parpadeo varias veces para no llorar. — Rae la chica esquizofrénica, la que te tiene acá. — señalo el hospital.

— Bueno chica esquizofrénica en realidad yo te tengo acá, era yo el que iba manejando ebrio. — dice. — Y además no creo que tengas esquizofrénia.

— Bueno me lo han dicho tanto que ya me lo creo. — me encojo de hombros.

— ¿Escribes? — pregunta después de unos minutos de silencio. Y toma asiento por fin.

— Algo así. — digo abrazando el libro y evitando su mirada.
— ¿Podría... — señala el libro entre mis brazos.

Lo pienso unos minutos.
¿Por qué no?

Con dedos temblorosos le entrego el diario. Lo miro hojear la primera página. — La Rosa Negra. — balbucea para él.

Espío su rostro descaradamente mientras no me ve. Tan vivo, tan real, frente a mi está el amor de mi vida y no puedo hacer nada. 

— Eres buena. — dice sin apartar la vista de las hojas. — Le pones mucho sentimiento a tus palabras.

— Mi vida está ahí. — digo con voz temblorosa.

Pasaron horas en las que estaba totalmente inmerso en la lectura y tuve el atrevimiento de sentarme a su lado y leer con él. Se metía en la historia.

Si tan sólo supiera que el personaje principal es él.

Al cabo de un rato un enfermera vino por él ya que tenía que ir a terapia. Me sentí sola cuando se fue de mi lado. Iba caminado despacio y encorvado. Yo no dejaba de ver su fuerte espalda. De un momento a otro se giró hacia mi.

— Volveré para seguir con la interesante lectura. — gritó desde lejos y luego me enseñó todos sus perfectos y blancos dientes.

Me sentí mejor al instante sabiendo que él volvería.

Lo esperé al otro día, sentada en la misma mesa de madera.

Hasta decidí peinarme, cosa que no hacía muy seguido.

Esperé por horas y nunca llegó. Sentía  un terrible vacío en el pecho. Luego me enteré que le habían hecho unos exámenes que lo habían dejado muy mal. Con oxígeno y descanso total.

Y ahora estoy aquí, sola bajo la sombra del árbol describiendo como se sentía "Railey" al no saber quien hablaba en su cabeza.

— Chica esquizofrénica. — dice una voz varonil que reconozco al instante.

Levanto la cabeza para toparme con el bello y sexy rostro de Kyle iluminado por los rayos del sol.

— Siento no haber venido, eh estado muy mal y no me dejaban salir. — se sienta frente a mi y toma el sol como todo el super modelo que es.

— Tranquilo, estoy acostumbrada a la soledad. — me encojo de hombros con aire de tristeza.

— Nadie debería estar solo. — dice serio sin apartar sus ojos avellana de mi. Aún no me acostumbro al color, pero debo aceptar que es sexy.
— Ahora ¿vas a dejar que lea más? — y le gusta leer, ¿por qué tiene que ser tan perfecto.

— Claro. — le entrego el diario y por unos mili segundos nuestros dedos se tocan. Su vista viaja a nuestras manos y frunce las cejas.

— Si que se aman. — dice después de unas horas de leer en silencio.

— ¿Tú crees? - mis ojos se iluminan.

— Si, se nota. Por otro lado Karl es un imbécil está confiando en los gemelos. Además yo digo que Railey no está loca alguna explicación debe de haber.
— afirma.

— Nunca le creen a la chica esquizofrénica.

Kyle me mira extraño y frunce de nuevo las cejas. Algo le inquieta, lo sé.

— Tienes una muy buena imaginación. Hasta muchas veces me dan ganas de golpear a Karl por como es con Railey. 

- Entonces empieza a golpearte. - susurro muy bajo.

- ¿Qué? -pregunta confundido. Al parecer si me escuchó.

- Nada olvídalo.

 - Dime que quedarán juntos.- dice después de un rato.

— No creo, no hay finales felices.
— miro hacia otro lado.

— ¿No creerás en los finales felices? — pregunto. — ¿Qué leías la otra vez?  ¿La cenicienta?

— No. — niega lentamente con la cabeza. — Crepúsculo.

Suelto una enorme carcajada y siento como me lloran los ojos de reír.

— Oye no te burles, es terapéutico, además fue lo único que me pudieron conseguir. — ríe conmigo.

— Lo siento. — espeto riendo mientras limpio las esquinas de mis ojos. Después de terminar reír lo miro. La mirada que me da es tan intensa. Siento una extraña chispa en sus ojos.

— ¿Qué? — mis mejillas arden y suelto una sonrisa nerviosa.

— Es loco. — dice sin apartar sus intensos ojos de los míos. — ¿Sabes? Siento que te conozco de otro lado.

Cinco años después.

Es extraño, cuando piensas que todo está perdido llega alguien a iluminar tu vida.

Kyle y yo nos casamos hace tres años y medio. Casi me voy de espaldas cuando me propuso matrimonio en la playa justo en el atardecer y me dio el anillo que pertenecía a su abuela.

Dejé el pasado atrás y ahora vivimos el presente día a día un paso a la vez.

En realidad si estábamos destinados a estar juntos.

Después de salir del hospital nos veíamos casi todos los días. Empezaron las citas y luego conocer a los padres. Kyle es hijo único ya que a su madre le fue muy mal durante su embarazo.

La relación con mis padres es estupenda. Trent les había dicho toda la verdad para luego pedirle ayuda con sus adicciones. Estuvo internado por un tiempo. Y cuando salió nos llevamos a gran noticia que iba a casarse.

Un chico maravilloso llamado Jhoel le robó el corazón. Se conocieron ya que él era voluntario donde Trent estuvo internado.

Estuvimos juntos todo ese tiempo y verlo real y fiel a quién era, nos unió mucho

De vez en cuando durante las noches sueño con Annie y Caroline. Pero casi siempre sueño sólo con Sophie y su pequeña hija "Rae" corriendo por todo el lugar. Es hermosa igual a su madre.

Y ahora estoy aquí, en el hermoso jardín de nuestra casa en Carolina del Sur. Sentada en el césped con los pies cruzados viendo a mi sexy marido jugar con nuestro hijo Milo.

Sí, pude tener hijos. Al principio fue difícil y un poco traumante pero no nos rendimos.

Y aquí está mi pequeño Milo de dos años lanzándole la pelota a su padre. Es hermoso igual a él, es ver a Kyle en miniatura.

La pequeña se revuelve entre mis brazos. Científicamente imposible pero tan real.

Sobo su cabecita y deposito un tierno beso en su frente. — Yo también lo prometí, mi pequeñita Sophie.

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