[Stranger Things, ahr.]
Simón.
En el Roller, con su ahora novio, sólo observándose entre los dos, ninguna palabra, sólo hundidos en su mundo con un silencio que ambos disfrutan.
-¡Simón! -oh, por favor, ¿por qué justo ahora? Simón odia a todo el universo en estos momentos, claro, menos a su pequeño.
-¿Sí, Tamara? -Simón trató de sonar lo más cordial posible.
-Mirá, nene, estos chicos te están llamando desde hace minutos, ¿podés poner más atención? Por favor.
-Sí, per...
-¡Es mi culpa! Soy su novio y lo distraigo, ¿él puede trabajar en la pista? Quiero aprender a patinar... ¿Sabes patinar? -Simón asintió recordando su trabajo en Cancún, incluso a veces iba a pistas parecidas al Roller, también había patinado en el Roller un par de veces, era bastante bueno. -¡Bien! ¿Podemos ir? -Matteo hablaba muy rápido, Simón adoraba eso de él, Tamara los vio un momento, al final asintió dando su permiso. -¡Eres la mejor! ¡Vamos, mi amor! -Simón sonrió queriendo tirarse al piso y gritar de la felicidad que le causaban los apodos que le ponía Matteo.
-Tranquilo, pequeño. -dijo Simón divertido viendo cómo Matteo lo jaloneaba desde el otro lado de la barra, de verdad adoraba a ese niño.
-¡Es que jamás he ido! -Simón por fin logró salir de su puesto de trabajo estando por fin junto a Matteo en todo el día.
-Pero siempre vienes acá, ¿cómo es que jamás has estado ahí? -Matteo estaba un poco más tranquilo y ambos caminaban a la pista.
-A veces le digo a Gastón que vayamos, pero él odia patinar, y yo odio estar solito. -Simón odió un poquito a Gastón, patinar era maravilloso.
-Aw, bebé. -Simón se burló un poco, recibiendo un merecido golpe en su hombro por parte del menor.
-Ya. -los chicos llegaron a la pista, Matteo corrió hacia Pedro, quien entregaba los patines. -¡Hola, Pedrito! -Simón mentiría si dijera que no quería ir y darle un buen golpe a "Pedrito".
-¡Matteo! ¿Cómo andás?
-Bien, voy a patinar por primera vez, mi novio va a enseñarme. -Simón sonrió acercándose más al chico.
-¿Novio? -Pedro se veía sorprendido. -Los dos son amigo míos y ninguno me dijo, pelotudos. -Matteo soltó una suave risita.
-Es que acabamos de empezar hace unos días, casi nadie sabe.
-Oh, bueno. Y bien, ¿qué número sos? Simón sé que sos... ¿9? -Simón asintió con una sonrisa, ya no quería golpear a Pedro.
-Yo soy 6.
-Aw. -soltó Simón con ternura, ¡era tan chiquito! Matteo se volteó para ver a Simón con el ceño fruncido fingiendo estar molesto.
-Aquí están. -Simón al ver los patines no pudo evitar reír, en la mesa habían unos blancos, que seguro eran para él, y al lado unos pequeños color rosa.
-Estos son de niña. -dijo Matteo seriamente.
-Lo sé, pero los más pequeños que hay de chico son 7 y medio. -explicó Pedro, Simón sabía que Matteo estaba molesto, pones odiaba ser tan pequeño.
-Quiero esos.
-No creo que sea seguro.
-Vamos, amor, son muy lindos. -Simón rió de nuevo, recibiendo su segundo golpe en el día.
-Ya no quiero patinar.
-Ya, póntelos, te verás hermoso. -Simón tomó la mano de Matteo con mucha delicadeza, como si pudiera llegar a romperse. -Nadie los notará, ¿sí?
Matteo.
Era gay, pero no para tanto, vamos, ¿patines rosados? ¡No es una barbie! Aunque para ser sincero Simón lo estaba convenciendo.
-Ya, mi vida, ¿por mí? Quiero enseñarte a patinar. -Simón hizo un puchero y Matteo se rindió, ¿cómo podía resistirse? Imposible.
-Bien... sólo por ti.
-Eres un amor. -dijo Simón con una sonrisa, Matteo apretó la mano de Simón, ambos tomaron los patines y caminaron hasta una banca, estando ahí se sentaron juntos, Matteo comenzó a quitarse sus zapatos negros, Simón copió sus movimientos, luego de unos cuantos segundos Simón ya tenía los patines puestos, y reía de Matteo ya que al parecer tenía problemas para ponérselos, lo entendía, la primera vez que tomó unos patines tardó años en ponérselos. -¿Te ayudo? -Matteo hizo una mueca, pensando que era tonto, es decir, no podía ponerse unos tontos patines, y no quería que Simón se los pusiera, no quería que Simón le pusiera unos patines rosados, no quería ser la chica de la relación, lo cual es bobo, los dos son chicos, pero así los verían los demás, no quería eso.
-No soy una jodida princesa, deja de tratarme como tal. -Simón frunció el ceño, Matteo supo que estaba confundido, todos se confundían con sus repentinos cambios de humor.
-Puedes ser mi princesa. -dijo Simón sonriendo, Matteo se enojó más, y no entendía porqué, a veces sólo se enojaba, lo odiaba.
-¡No soy una princesa! ¡Soy un chico y debería tener patines blancos como los tuyos!
-Algunas chicas también usan patines blancos. -murmuró Simón queriendo calmar al menor.
-¡Te odio! -mentira.
-No me odias, bebé, ¿qué pasa? -odiaba que Simón pudiera calmarlo con un simple "bebé".
-No quiero ser la chica de la relación, no quiero que me vean así. -suena aún más tonto cuando lo dice.
-Eres un bebé, no eres la chica de la relación, ¿por qué creerías eso?
-Por los patines. -Matteo hizo un puchero, Simón colocó una mano en su rodilla para acariciarlo haciendo que Matteo sintiera una fuerte corriente eléctrica por todo su cuerpo.
-Eso es muy tonto, chiquito. -Simón se agachó frente a Matteo tomando el patín izquierdo. -Sólo voy a ayudarte, eso no te hace una princesa, eres una persona normal a la cual le cuesta ponerse patines, como a todos. -Matteo pensó un poco lo que dijo Simón, quizá tenía razón, eso le molestaba, él quería tener razón, Simón tomó su pie colocando el patín con facilidad, Matteo quería hacer eso. -Se vuelve fácil con el tiempo, amor. -luego de un rato ya tenía ambos patines puestos, Simón se levantó tendiéndole la mano a Matteo, este la tomó con fuerza tratando de levantarse, era difícil, mucho.
-No me sueltes. -pidió Matteo refiriéndose a que no lo dejé caer al suelo.
-Nunca. -dijo Simón quizá refiriéndose a todo.
Simón.
Era divertido ver a Matteo en patines, parecía un bebé aprendiendo a caminar, Simón tomaba sus dos manos con firmeza, no quería que cayera y se lastimara por su culpa, jamás se lo perdonaría, aunque seguro no se haría mucho daño.
-Es difícil. -dijo Matteo, estaba notablemente asustado.
-Lo sé, nene, pero tranquilo, si estás muy nervioso te costará más, debes relajarte. -Simón comenzó a patinar hacia atrás, Matteo soltó un leve grito tratando de mantener sus pies juntos, Simón sonrió con ternura, se veía tan adorable.
-¡Más lento! -Simón trató de ir más lento, pero era difícil, ya iban bastante, bastante lento.
-Tranquilo, no te dejaré caer.
-Sé que no lo harás.
-¿Entonces?
-No lo sé.
-Ya, vamos. -Simón comenzó a patinar con más rapidez, Matteo soltó varios quejidos bastante afeminados.
-¡Simón!
-Matteo. -ambos ya habían llegado a la pista, donde habían un par de personas, estaba convenientemente casi vacío ese día. Simón se volteó patinando hacia adelante, ahora sólo sostenía una mano de su novio, Matteo apretaba su mano con mucha fuerza, Simón trataba de no quejarse, pero dolía.
-Tengo miedo. -dijo Matteo como un niño pequeño, Simón quiso besarlo y abrazarlo con fuerza en ese momento, y nada lo detenía, se colocó frente a Matteo tomando su cintura y lo acercó a él, Matteo no se negó, ladeó un poco su rostro y juntó sus labios en un beso, Matteo subió sus manos a sus hombros y los enrolló ahí, Simón hizo lo mismo en su cintura dejando sus cuerpos aún más pegados, pasaron unos segundos cuando se separaron uno del otro, Matteo, como siempre, con las mejillas sonrosadas.
-¿Aún tienes miedo?
-Ya no.
-Bien. -Simón se separó del cuerpo del menor, quedando a su lado de nuevo con sus manos juntas, con lentitud comenzó a patinar, Matteo veía al suelo tratando de controlar sus pies.
-Amor.
Matteo.
Después del beso ya no se sentía taaan asustado, pero aún le era difícil mantener sus pies juntos, siempre que avanzaban automáticamente se separaban, no le gustaba eso, Simón siendo lindo con él no ayudaba, ya que sentía sus piernas temblar aún más cuando lo llamaba con cursis apodos.
-Simón. -sintió un suave tacto en su mentón haciéndolo levantar su mirada, notó que Simón estaba frente a él de nuevo, le gustaba más así.
-Mírame, nene. -aprovechó para tomar su otra mano sosteniendo así las dos, se sentía más seguro.
-Te estoy viendo. -Simón sonrió con suavidad, sintió cómo ahora iban más rápido, trataba de no gritar asustado concentrándose en los oscuros ojos de Simón, eso lo clamaba bastante.
-Vas bien. -Matteo ya no se sentía tan asustado, de hecho podría decir que estaba raramente calmado, sus pies ya no se separaban, eso lo alegraba bastante.
Pasaron en la pista toda la tarde, riendo y enseñándole a Matteo a patinar, el cual se cayó un par de veces, Simón se disculpó diez veces. Se besaron cinco veces y se dijeron cuánto se querían unas... mil.
CAPÍTULO CURSI, CAPÍTULO CURSI.💜
VIERON QUE YA PUEDO PONER VÍDEOS, DIOS SÍ EXISTE.
Pd. Si hay alguna falta ortográfica, lo siento, no revisé el capítulo, floja siempre.