Kara sonrió internamente ante su estupefacción. Él se dedicó a mirarla fijamente hasta que entró el Doctor a su cargo. Los miró a ambos y prosiguió en hacer su trabajo.
—¿Él puede irse?—preguntó Kara mirando hacia Noah notablemente enojada.
—Si es su novio, no creo que sea necesario, señorita.
—Él no es mi novio, siquiera somos amigos.
Noah se levantó de un salto y salió sin mirarla. Estaba enojado, frustrado. Quería estar allí con ella pero, si no lo quería ahí, no pensaba rogarle.
...
Cinco meses después.
—¡No te puedes ir!—Chilló Mary halándole los brazos a Kara—. ¿A quién le contaré chismes ahora que tu te irás?
—Sabes perfectamente que puedes visitarme cuando quieras, no estaré lejos.
Kara observó con nostalgia la habitación en la que había estado durante varios meses. Luego de salir de la clínica, se había propuesto a buscar un departamento. No quería ser más la Lámpara Mata Pasiones de Mary y Mike. Además, yéndose de allí, podría evitar más fácilmente a Noah. Aunque fuera estúpido de su parte, había seguido al pie de la letra todo lo que Logan le había exigido. No arriesgaría la seguridad de Mary y la de su bebé por nada del mundo.
—Realmente harás falta, Kara. Me había acostumbrado a tu presencia y a tu deliciosa comida.—dijo Mike agarrando las maletas—. Aunque ahora, Mary no tendrá con quién desahogarse. Ahora seré yo quien escuche todo su día a día, ¿genial, no?—Mary lo golpeó en el hombro y él se fue riéndose de ella.
—No pasará nada, no tienes por qué preocuparte. ¿Nos veremos en la noche?
—Claro. Yo llevaré la cena. Será tu regalo de inauguración y te permitiré invitar a ese Doctorcito que es tan amigo tuyo.
Mary pasó su brazo por los hombros de Kara y recostó su cabeza sobre la de ella.
—Deberías crecer un poco.
—Ja, ja.
Ya abajo, Kara se sorprendió cuando se encontró a Matías. Se acercó a él y lo abrazó como siempre lo hacía. Él había sido su Doctor cuando estaba internada en la clínica y habían pasado bastante tiempo juntos y gracias a ello, se habían hecho buenos amigos.
—Ya Mike metió las maletas.—dijo mirándola.
—Se suponía que iba a irme en Taxi.
—Es mi día libre, Muñeca. No tenía nada mejor que hacer que venir a ayudarte.
Mary tomó del brazo a Kara y la haló varios metros lejos de ellos.
—¿Que carajos tienes con ese tipo?—preguntó Mary mirando hacia él—. Acepto que es guapo, pero, joder no. ¿Qué pasó con Noah?
—Con él nunca tuve nada que ver. Y, con Matías no tengo absolutamente nada. Es mi amigo y lo aprecio. Me apoyó cuando estaba mal en la clínica y nos hicimos buenos amigos, listo, ¿satisfecha?
—No.
—Las hormonas del embarazo te tienen mal.
—Jodete.
Ambas se dirigieron nuevamente al impresionante auto de su amigo.
—Cuídala.—exigió Mary mirándolo amenazante—. Si llega a ocurrirle algo, te castraré.
—Recuerda que soy Doctor, querida.
—Me caes mal—espetó Mary sacándole la lengua y haciéndolo reír.
Kara rió mientras besaba la mejilla de su amiga. La iba a extrañar demasiado.
—¿Estas realmente segura de querer vivir sola?—preguntó.
—Más que segura.
Noah permanecía totalmente inmóvil dentro de su auto; observando la escena a unos metros de distancia con los puños apretando con fuerza el volante. ¿Por qué se sentía tan enojado al verla abrazar a ese hombre con tanto cariño? Tenía unas terribles ganas de tirársele encima y golpearlo hasta que decidiera alejarse de ella.
¿Por qué tan posesivo? Ni él mismo lo sabía. Pero, no le gustaba para nada.
Ver cómo ella se sonreía y lo abrazaba, era de las peores cosas que había presenciado en su vida. Lo hizo sentir realmente mal. Se sintió tan enojado al ver que ella se subía al auto de ese cabrón y se iba con él. Estaba amotinado, quería golpear todo lo que tuviera cerca suyo, pero no podía. Debía irse de allí cuanto antes si no quería que ocurriera un accidente. Mierda. ¿Por qué había dicho que ése beso había sido un error? De no haberlo dicho y en vez de eso se hubiera quedado callado, quizá todo fuera diferente ahora entre ellos. ¿Por qué ella había decidido irse? Sería demasiado extraño para él entrar en el departamento y no verla hablando con Mary en la sala.
—¡Noah!—gritó Mary.
Ella llegó poco después seguida de Mike; éste último lo miró completamente serio, como si estuviera enojado con él. Salió del auto y se recostó a éste.
—No te despediste de Kara.
—¿Acaso yo vivía con ella? Además, la veo todos los días.
—Pero igual, pudiste haber venido y llevarla.
—No valía la pena.
Mary entrecerró los ojos y se contuvo de no quitarse un zapato y lanzáselo. Los últimos meses había estado insufrible y no entendía cómo hacía Kara para soportar su mal humor.
—Eres un imbécil.
—Mike, controla a tu mujer. Las hormonas la están haciendo volverse más loca de lo que generalmente es.
Mary abrió su boca, totalmente ofendida. Dio unos cuantos pasos, acercándose a él. Le sonrió con arrogancia y estrelló su rodilla contra su entrepierna. Noah se dejó caer al pavimento agarrándose su virilidad.
—Para la próxima, procura no ofender a una embarazada.—le dio un beso a Mike y se fue victoriosa.
—Algún día me las cobraré.
—Si te atreves a hacerle algo seré yo quien te castre con un cuchillo de mesa.—espetó Mike, conteniendo la risa.
Ambos se dirigieron a un pequeño café no muy lejos de allí luego de que Noah se recuperara. Se sentaron a un lado de la ventana y ordenaron un café cada uno. Mike no pudo evitar soltar la pregunta que lo estaba volviendo loco de intriga.
—¿Estás así de amargado porque Kara se hizo muy amiga de Matías?—Noah gruñó y apretó a taza de café que tenía en sus manos—. Me lo imaginaba.
—Déjame ya. Tengo suficiente conmigo mismo como para que llegues tú a joderme más.
—Lo hago porque sé que no estas bien. Éstos meses no te soportas ni tú mismo.
—Estoy bien...
—Habla. Sé que te pasa algo y que te mueres por contarlo. Actuaste de la misma manera antes de contarme sobre tu pasado.
Sus palabras no podían ser más ciertas. Quería hablar y desahogar todo lo que quería decir. Suspiró y miró las pequeñas cicatrices de sus nudillos. Recordaba el día que la besó en el baño a la perfección, incluyendo el sabor de la boca de Kara cuando la besó: chocolate.
—La noche del accidente; varias horas antes... la besé.
—Lo sabía.
—¿Qué?
—Noah, te conozco. Sé que ella te gusta; o al menos te atrae. Deberías aceptarlo de una vez.
—Lo aceptaría si tus palabras fueran ciertas. Pero no lo son.
—Sigue negándolo, que cuando la pierdas te darás cuenta de que hiciste mal ocultándolo.
—Cállate.
—En fin, cuéntame. ¿Cómo fue que llegaste a besarla? Me intriga.
—Quería alejarme pero, cuando volví a subir no aguanté la tentación de saber qué estaba haciendo. Bueno, entré a la habitación y no la vi, por lo que supuse que estaría en el baño.
—Ajá, ¿y?—Noah frunció el ceño—. Okay, me callo.
—Detallé que la puerta del baño estaba medio abierta. No sé por qué, pero no pude controlarme, así que eché un vistazo.
—Degenerado.
—¡No soy ningún degenerado! Sólo no pude controlar mis impulsos como hombre. ¿Ahora, me vas a decir tú, que nunca te has privado de echarle una mirada a Mary mientras está desvistiéndose?
—¿La viste mientras se desvestía? Maldita sea, Noah, realmente eres un degenerado.
—En fin, no pude resistirme y entré. Ella intentó cubrirse, lo cual, me disgustó demasiado. Así que le hice tirar la ropa con la que se cubría y la besé. Ella estaba solamente en ropa interior.—Suspiró recordando uno de los momentos más excitantes de su vida—. Mike, no me creas si no quieres, pero jamás había tenido una erección tan rápido.
—No te reconozco. Degenerado.
—¡Listo! me hartaste.
Noah se levantó, dejó unos cuantos billetes sobre la mesa y salió del café dirigiéndose hacia su auto.
—¡Noah, espera!
El susodicho se giró antes de entrar a su auto y miró a Mike, quien venía corriendo detrás suyo.
—Espera...—tomó aire—. Si te soy serio, siempre supe que eras un degenerado. Pero, realmente creo que Kara te gusta. No es bueno para ti seguir negándolo. Quiero que superes los traumas de tu infancia; que madures y que aceptes de una jodida vez que esa mujer te gusta.
—Ella no me gusta.—respondió tajante.
—Te acordarás de mí cuando la pierdas. Fíjate que, nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde. Recuerda lo que me pasó con Mary cuando apenas empezábamos.
—Ajá.
—Te quiero acá a las ocho.
—¿Para qué?
—Tú sólo ven.
Noah llegó a su casa, metió su auto en el garaje y entró a su casa. Todo estaba tan silencioso. Como siempre. Se dirigió a la cocina y se sirvió un vaso de Whisky, el cual bebió de un trago y volvió a servirse otro. Necesitaba calmar sus emociones.
Subió las escaleras y se dirigió a la habitación que le había dado esa noche a Kara. Entró y se sentó sobre la cama. Observó toda la ropa que Kara había abandonado en su casa. Todo seguía igual que como ella lo había dejado ese día, puesto que le había prohibido a la señora que limpiaba su casa que no limpiara esa habitación. Se terminó el Whisky y dejó el vaso sobre la mesa de cristal a un lado de la cama. Tomó varias de las prendas sobre la cama y jugó con ellas durante unos minutos.
Su vista voló hacia el baño. No había entrado allí desde el accidente. Se levantó y caminó hasta éste. Miró la ropa en el suelo y no pudo evitar recordar todo lo hecho esa noche con ella. Recogió las prendas y las colocó sobre el lavamanos. Las revisó una por una y encontró una braga y el brassiere. Tomó la prenda negra de encaje, salió del baño y se acostó en la cama.
—Así que siempre estuvo allí.—Sonrió con amargura.
Cerró sus ojos y apretó con fuerza la braga. Recodar todo lo que vio, los besos y todo lo que tocó de su cuerpo; había terminado excitándolo más de lo debido. Dirigió su mano hasta su entrepierna y masajeó su virilidad. Tenía años que no lo hacía, pero tenía que hacerlo, no podía esperar más. Desabrochó el cinturón de sus pantalones y se los bajó. Tomó su virilidad con su mano derecha y comenzó a moverla de arriba abajo mientras se imaginaba a la única persona que él quería que lo masturbara, y que hiciera muchísimas cosas más con su miembro. En su mente, Kara estaba bailándole con lencería de encaje rojo que no dejaba nada a la imaginación. Conocía su cuerpo. Lo había visto y lo había tocado.
¡Maldita sea! La deseaba muchísimo y no paraba de imaginársela haciéndole todo tipo de cosas. Anhelaba poseerla y hacerla completamente suya. Quería besarla y adueñarse de todo su ser.
Kara había terminado de arreglar su departamento junto con Matías. Miraba con ojos brillosos las paredes. La pared más larga, la que tenía el gran ventanal estaba pintada de negro. La que seguía era roja, la otra más larga era también negra y el techo blanco. Le encantaba esa combinación. Se tiró sobre el mueble de cuero en forma de L y suspiró. Era la primera vez que tenía algo que había logrado gracias a su propio trabajo. Estaba demasiado orgullosa.
—Quedó excelente, Kara.
—Lo sé. Yo lo planee, ¿qué esperabas?
—Qué vanidosa.
—Claro que no.
—Bueno, supongo que yo me iré a mi departamento. Recuerda que si necesitas algo, estoy arriba de ti.
—Lo sé, vete tranquilo, Mati. Ah, y recuerda que tienes que estar aquí a las ocho.
—Como usted diga, mi Capitana.
Kara caminó por su departamento como si de alma en pena se tratara. Era muy extraño estar sola. Se dirigió a la cocina y bebió desde el cartón del jugo de naranja. Eran aproximadamente las ocho de la noche cuando el insistente pitido del timbre la despertó. Se levantó de la cama en estado Zombie, pensando que era Mary y abrió la puerta luego de quitar el seguro.
Grave error.
—Hola, preciosa.
Kara abrió sus ojos como platos al percatarse de la persona que tenía frente a ella. Reaccionó e intentó cerrar la puerta antes de que éste lograra pasar. Pero, como no tenía la fuerza que él poseía, entró sin hacer mucho esfuerzo. Cerró la puerta detrás de él y empujó a Kara, haciéndola caer de golpe al suelo. Logan se abalanzó sobre ella y comenzó a besar su cuello mientras Kara sollozaba que la soltara y forcejeaba. Él tomó sus manos y las llevó arriba de su cabeza, apretó sus piernas con las suyas y la mantuvo quieta. Comenzó a introducir su mano dentro de la camisa de Kara. Acarició sus pechos y besó su cuello con efusividad.
—¡Dios! ¿De esto me estuve perdiendo todo este tiempo? ¡Maldito, Marcus que nunca te quiso compartir!
—¡Suéltame, Animal!—gritó escupiéndole y moviendo sus piernas intentando zafarse de su agarre.
La gran palma de Logan se estrelló contra su mejilla, haciendo que varias lágrimas se deslizaran por sus mejillas. Tenía miedo pero no pensaba dejarse amilanar por él. Siguió forcejeando con él hasta que sus brazos y sus piernas dolieron al igual que su cuerpo que era constantemente atacado por los puños de ése hombre.