Kara se quedó mirando hacia la puerta aún sorprendida y con el dolor clavado en su pecho por sus palabras dichas. Debía recordar cuál era su lugar en su vida: Nadie. Ella misma lo había oído decir que jamás le gustaría una chica de su calaña, por lo que debía centrarse en recordar ésa conversación para mantener sus pensamientos donde debería.
¿Por qué había sido tan estúpida al no percatarse que había dejado medio abierta la puerta?
Se sentía totalmente extraña y sucia. Era como si él la hubiera usado sólo para satisfacer un deseo momentáneo. No sabía qué pensar, estaba tan confundida y perdida que quería mandar todo al demonio. No le gustaba darse cuenta de que había reaccionado de la manera errónea con él, debió alejarlo inmediatamente y no haber reaccionado a sus caricias y besos. No quería caer nuevamente en las telarañas de un hombre, si podía llamarlo así. Sin embargo, no podía evitar aceptar que sí le había gustado y lo había disfrutado; había sido su mejor experiencia casi sexual.
¿Por qué no lo había rechazado? Simple, porque muy dentro de ella, deseaba que él la tocara de esa manera, que la hiciera suya en todos los sentidos inimaginables. De sólo recordar sus manos recorriendo, tocando y pellizcando a lo largo de su cuerpo, sentía una corriente eléctrica atravesarla de pies, a cabeza. ¿Por qué se sentía tan confusa y nerviosa? La única cosa que sabía, era que si él no hubiera salido corriendo de ésa manera, casi al momento de empezar la acción, le hubiera correspondido de la mejor manera en la que podría hacerlo. Tanto como para complacerlo a él, como ha ella. Deseaba saber por qué Noah, había reaccionado de esa manera, pero al mismo tiempo no quería. Estuvo varios minutos dándole vueltas al asunto sobre si quería o no saber.
Recordar sus labios, moviéndose con avidez sobre los suyos, era increíblemente maravilloso sentir su barba raspándole la barbilla. Cerró sus ojos con fuerza y se obligó a no pensar más en ello. No debía... Se alejó de la puerta y se encaminó a paso lento a la bañera en donde estuvo poco más de una hora relajándose y poco después caer en un profundo sueño...
...
—¿Por qué no te quedas ésta noche? Así repetimos todas las veces que quieras.
—Declino la oferta.
—Estaré esperándote para cuando quieras seguir imaginándote que te estás follando a esa mujercita que te tiene loco.
Noah cerró la puerta de golpe, sintiéndose estresado nuevamente. El sexo, antes solía calmarlo y relajarlo un poco, pero ahora, no había ayudado absolutamente en nada. Lo único que quería, era sacar a Kara de su mente. Quería olvidar sus labios, sus caricias, sus uñas aferrándose a su espalda... ¡Sus besos, joder! ¿Por qué le costaba tanto olvidar aquello tan insignificante?
Había besado a una que otra mujer en su vida, a pesar de que no era un fanático de los besos; con ninguna había sentido esa chispa tan excitante que sintió con ella al momento de besar a Kara. Y también, jamás había tenido una erección tan rápido como la tuvo viéndola desnudarse frente a él. De sólo recordarla hacía que todas sus terminaciones nerviosas comenzaran a revolotear dentro de él. Recordaba perfectamente la primera vez que la besó, fue el día que la rescató del Animal uno y dos. En ése tiempo, lo había hecho en modo de venganza, para joder más al tipo y aumentar su rabia. Al parecer, sus sentimientos habían cambiado un poco respecto a ella, porque la primera vez, no se había sentido tan excitado como en ésta.
Observó a todos los presentes, esperando a que la mujer, con la cual acababa de follar, apareciera por el escenario moviendo sus caderas y exorbitantes pechos. Ella apareció luciendo un diminuto traje color Fucsia.
Erhg, odiaba ése color.
Salió de Flowers y entró a su auto. Se quedó unos momentos mirando el volante, con la mirada perdida en sus pensamientos. ¿Cómo estaría Kara?
¿Iba a su casa, o se iba a un Hotel? Quería evitarla durante un tiempo, aunque sabía que sería imposible hacerlo. Lo único que le quedaba, era intentar mantener cierta distancia con ella para que lo que casi sucedía, no volviera a suceder. Condujo en la obscuridad de la noche hasta su casa. Metió el auto al garaje sintiendo el frío que comenzaba a hacer por la casi llegada del invierno. Entró a la casa y se dio cuenta de que todo estaba obscuro, y en un completo silencio; dio dos palmadas, y las luces se encendieron.
Absolutamente solo.
Subió las escaleras a paso lento, como si fuera un borracho a punto de cometer el más grande error de su vida. Cuando estaba por entrar en su habitación, vio que la puerta de la habitación de Kara. Caminó a paso rápido a la habitación y entró. La cama seguía igual y el bolso seguía allí. Corrió hacia la puerta del baño y entró precipitado a éste. Lo que vio allí, sabía que no lo olvidaría durante un tiempo. Corrió a la bañera y sacó el cuerpo desnudo de Kara del agua.
No podía perder tiempo.
Presionó sus dedos índice y medio sobre su muñeca y el miedo le heló las venas al sentir su pulso tan débil. Utilizó el método más convencional, y colocó su dedo índice bajo las fosas nasales. Nada, no respiraba.
Comenzó ha hacerle Resucitación Cardiopulmonar, mejor conocida, como RCP. Quizá hacía más fuerza de la que debía, pero de alguna manera tendría que hacer que ella despertase. Llevaba aproximadamente dos minutos, intentando que ella volviera a respirar, pero no daba señales de poder hacerlo.
¡Ella no podía dejarlo!
—No te puedes ir...—Dijo haciendo cada vez más fuerza con sus manos sobre su tórax—. No tienes mi permiso para hacerlo.
Abrió su boca, y comenzó ha hacerle Resucitación de boca a boca.
Y así, tanto haciéndole RCP como Resucitación de boca a boca, logró que ella comenzara a escupir el agua que había tragado, sin embargo, no despertaba. ¿Por qué no abría sus ojos? Chequeó su respiración, era lenta, quizá demasiado lenta.
Tomó su móvil con manos rápidas y llamó una ambulancia. Como pudo, intentó explicar, pero sabía que no le habían entendido nada. La cargó y la dejó boca abajo sobre la cama. Tomó el bolso y tiró todo su contenido. Tomó una braga y se la colocó, luego corrió a su cuarto y tomó una de sus camisas, un pantalón de algodón y se los colocó. De ninguna manera dejaría que otro hombre viera lo que él acababa de ver. Por nada del mundo.
Bajó a Kara y la ambulancia llegó y la subieron a una camilla. Se sentó a su lado mientras veía cómo el Enfermero le colocaba un respirador. Luego de hacerlo, la observó detenidamente durante unos segundos, irritando cada vez más a Noah.
—Te atreves a tocarla de otra manera que no sea estrictamente profesional y te juro que te mato—el tipo parpadeó un par de veces y sonrió con incomodidad.
—¿Cuánto tiempo lleva así?
—La verdad no lo sé, llegué y la vi en la bañera, así que me apresuré en sacarla y practicarle la RCP— respondió notando el cambio de tema.
—Hizo muy bien, ¿Sr...?
—Noah MacIntyre.
—¿Usted no es el abogado?
—Sí, lo soy.
Llegaron a la clínica y transfirieron a Kara al área de cuidados intensivos. Noah se quedó en la Sala de Espera mientras que ella era atendida por los médicos. Lo que él quería, era estar a su lado mientras la trataban, pero las enfermeras lo habían obligado a salir.
Dos horas después, salió el médico que estaba haciéndose cargo de Kara.
—¿Familiares o amigos de Kara Smith?
Noah se levantó de un salto y caminó hacia el doctor, quien lo miró de arriba abajo. Estaba totalmente desalineado. De hecho, parecía un ebrio con la ropa arrugada y la camisa fuera del pantalón, además del pequeño olor a cigarro y perfume barato que tenía por haber estado en el club.
—Buenas noches... La paciente está estable y pero no despertará hasta pasadas unas horas.
Noah sintió cómo la calma se apoderaba de su ser. Había temido lo peor y deseaba verla.
—¿Puedo pasar a verla?
—Por supuesto, su habitación es la 137
Noah entró a la habitación. Lo primero que vieron sus ojos, fue a Kara con un montón de cables en sus brazos. Odiaba verla así. Se acercó a ella y acarició su rostro pálido. Estaba dormida, por lo que aprovechó el momento para observarla con detenimiento. Se preguntaba qué había ocurrido allí en su ausencia. Luego de varios minutos de observación, se dirigió hasta el mueble que había a un lado de la cama, y se sentó a observarla dormir. Se sentía culpable, quizá demasiado. Ella no tendría que estar así. Miraba en el monitor sus signos vitales y se alegró que estuviera estable.
A la mañana siguiente Noah despertó por la luz que entraba por las persianas. Subió la mirada y Kara aún no había despertado. Tomó su móvil a nada de descargarse y llamó a Mike. Le comentó todo lo sucedido y lo culpable que se sentía de que todo ocurriera.
—Es demasiado frustrante, quiero que ella esté bien, y pasa una noche conmigo y ya está en la clínica.
—No es tu culpa que sea que haya pasado, así que deja de martirizarte.
—Siento que si...—recordó el momento en el que salió del baño, dejándola sola—, no la hubiera dejado sola, ella no estaría en ésta situación.
—Cada vez es más notorio—comentó Mike con una sonrisilla.
—¿Qué cosa?
—Que te estás enamorando de ella.
—No. No me estoy enamorando de ella.
Noah salió un rato después de la habitación, no quería seguir viendo a Kara en tales condiciones. Fue hasta la sala de espera y sacó su móvil, con 15% de batería y detalló que tenía una llamada perdida. Llamó al número de su viejo amigo y éste le contestó en un dos por tres.
—Enano, hace tiempo que no se nada de ti.
—Mido 1.93 Ya deberías dejar de llamarme enano.
—Así midas dos metros, seguirás siendo el enano que conocí hace tantos años.
—¿A que se debe tu llamada?
—Quería verte para decirte unas cosas, ¿estás en la oficina?
—Justo ahora estoy en la clínica Andrews.
—¿Estás enfermo?
—No, claro que no. Es sólo que mi secretaria tuvo un accidente y la traje a emergencias.
—Voy para allá. Te llevaré un café.
—Espera...—llamada finalizada.
Un rato después, volvió a la habitación. Todo estaba igual, con la clara excepción de que ahora Kara estaba despierta y asustada. Acortó la distancia entre ellos rápidamente.
—¿Qué tienes?—preguntó mirándola.
—Y-yo vi...
Estaba asustada, y los latidos de su corazón empezaron a volverse cada vez más rápidos. Dejando de ver el monitor, acunó su cara entre sus manos y la hizo mirarlo a sus ojos.
—Tranquila...—la miró serio, intentando ocultar la emoción de verla despierta—. ¿Qué viste?
—Yo, yo... lo ví, Noah.
—¿A quién?
—¡L-logan!
¿Logan? ¿Ése no era el nombre del Animal dos?
Comenzó a enojarse y se separó de Kara; moviéndose de un lado a otro, imaginando lo peor ¿Por qué el hombre que tenía espiando al Animal uno no le había informado que el Animal Dos estaba ya curado de la fractura de cuello que Mike le había dejado? Eso estaba mal. Él no podía acercarse a ella por ningún motivo, y al parecer, mientras él estaba fuera de la habitación, ése tipejo había entrado y maldijo por no acordarse de ese detalle antes de salir.
La puerta se abrió y por ella entró Mary, seguida de Mike, quien cargaba un enorme ramo de flores de colores y un peluche de jirafa. Mary se abalanzó sobre Kara y la abrazó con fuerza.
—¿En qué diablos estabas pensando?
—Me quedé dormida, estaba tan relajada en la bañera que ni cuenta me di.
Noah miró a Mike luego de que dejara los regalos sobre una mesa y saludara a Kara. Le hizo un ademán con su mano y ambos hombres salieron al pasillo.
—Ella dijo que vio al Animal dos.
Mike abrió sus ojos de par en par.
—¿Estás seguro? Podríamos checar las cámaras de seguridad.
—Lo haremos, pero por ahora...—Noah dejó de hablar, al verse interrumpido por una voz masculina demasiado familiar.
—¡Enano!
Noah giró y saludó animosamente al hombre, al igual que Mike.
—Estás horrible. Además, hueles a cigarro.
—Con razón el Doctor me miraba mal ayer.—comentó.
—¿Cómo sigue la chica?
—Está un poco mejor.
—¿Puedo conocerla?
—Claro.
El trío de hombres entró a la habitación y se colocaron frente a la cama. Kara miró con extrañeza al hombre frente a ella, que en un inicio la miró seriamente para luego sonreírle.
¿Quién era ése hombre y por qué se le hacía tan conocido?