Hospital

By P1-221

568K 36.7K 12.9K

Hospital, es una historia llena de misterios, en la que el protagonista Naúm, se verá envuelto. Adéntrate en... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Epílogo

Capítulo 28

11.9K 1K 330
By P1-221

—Patricio nos engañó —fue lo único que mis palabras emitieron mientras que mis ojos miraban a Donato asentir.

—Ahora todo está más claro Naúm —dijo él.

—O más confuso —agregó Cristy—, esto quiere decir que la persona que nos metió aquí es Patricio Robles y que la niña es su nieta.

—Y Patricio el conserje es el padre de la niña —mencionó Lizzeth. Johana rebuscaba entre las fotos mientras atenta escuchaba nuestra conversación—, ¿cómo es que pudo haber muerto? ¿Con qué sentido?

—Creo que Patricio no es conserje —anunció Johana mientras nos mostraba una foto más. En ella se visualizaba a Patricio, con una bata blanca dándonos a entender que él no era conserje, sino también un médico más del hospital—. Patricio es un médico y nos engañó de cualquier manera.

—¿Y entonces por qué se suicidó? —Cuestionó Lizzeth.

—Quizá no lo haya hecho —respondí, todos desviaron su mirada hacia mí—, quizá ya tenían planeado que Patricio bajaría y nunca hubo una trampa aquí abajo, sólo lo hizo para engañarnos y que no bajáramos.

—¿Con qué sentido? —Preguntó Lizzeth.

—Porque seguramente aquí abajo esté la salida —respondió Donato—, por eso la pared falsa de aquel pasillo —señaló con su dedo como si desde nuestro lugar pudiésemos ver la pared falsa—, nos ha engañado para que creamos que es verdadera y nunca salir. Quizá la salida esté después de esa pared.

—Vimos su cabeza explotar —dijo Lizzeth atónita, no asimilaba que todo podría ser una trampa—, no creo que nos haya engañado. Además, el gato fantasma, ese es otro tema.

—Pero nunca encontramos su cuerpo —anuncié—, ¿qué fue del cuerpo de Patricio?

—Quizá esa cabeza era falsa —anunció Donato, agachó la cabeza y la levantó de nuevo al instante—. No puedo creer que hayamos caído en la trampa de esos malditos. Cuando salga de aquí lo primero que voy a hacer es matarlo con mis propias manos así como él lo hizo con mi hermano. No se saldrá con la suya.

Donato juraba venganza y se escuchaban tan verídicos sus planes. No iba a negarlo, también quería agarrar a Patricio y matarlo con mis manos, pero sabía controlarme y sabía que no tenía las agallas para llegar a matar a una persona a pesar de que la odie o me haya hecho mucho daño. Pero de Donato no estaba seguro, quería que recibiera lo que merecía pero no quería que Donato se manchara las manos de sangre sólo por venganza. Además, no podíamos querer vengarnos de alguien si aún no sabíamos si su vida continuaba o no.

Terminamos de revisar las fotos y ya no encontramos nada que pudiese darnos una pista, solamente eran más fotos del doctor Patricio, de su hijo y su nieta. Nuestra duda se aclaró cuando Lizzeth tomó un reconocimiento de calidad colgado en la pared, con el nombre de Patricio Robles Dávila, claramente debía ser el hijo de Patricio Robles Loaiza, y trabaja en el consultorio bajo del suyo.

—Hablando no vamos a aclarar completamente nada —dijo Donato caminando directamente a hacia la puerta, la abrió con sigilo y nos invitó a salir—, llegó el momento de actuar. Tenemos que ir por esa pared falsa en el fondo del pasillo, tumbarla y descubrir si ahí está o no la salida.

Cristy fue la primera en salir, Lizzeth y Johana lo hicieron después. Por último salí yo para después salir Donato y cerrar la puerta. Observé el pasillo hacia donde íbamos a dirigirnos, muy poco se alcanzaba a vislumbrar las puertas de las que Cristy habló. Si por lo menos tuviéramos alguna lámpara que nos indicará qué era lo que había del otro lado de la puerta podríamos adivinar su totalidad, pero no la teníamos, y en lugar de seguir pensando, debería seguir actuando. Observé el osito de Matías en mis manos y sonreí, antes de continuar primeramente debía devolver este osito a Matías, después de todo era de él y nunca se separaban.

—Iré a colocar el osito junto a Matías —dije mientras lo mostraba ante los demás, ellos se detuvieron y me observaron con compasión. Lizzeth pasó la lengua por sus labios de una manera nostálgica—, Matías amaba a este oso, porque su abuelo estaba dentro de él.

—Está dentro de él —dijo Johana caminando hacia mí—, y ahora él y Matías están juntos.

Sonreí. Johana hablaba con las palabras adecuadas para hacerme sentir un poco mejor. Donato asintió, sentí la necesidad de verlo asentir para confirmarme si podía ir o era primordial lo de la puerta. Sólo esperaba que en el transcurso no se activara una trampa más.

—Yo te acompaño Naúm —me dijo Johana. Observé a Lizzeth, seguramente ella también quería ir a despedirse de Matías, pero cuando quise hablarle la vi muy preparada para adentrarse a la penumbra del pasillo, por lo tanto, descarté esa idea.

—Adelante, vayan —nos dijo Cristy—, pero de inmediato se regresan a ayudarnos.

Johana y yo asentimos y ya no mencionamos ninguna palabra más. Con un dolor muy leve en mi pierna logré subir las escaleras, Johana iba muy callada y cuando llegamos a la puerta que daba hacia el piso de abajo, retrocedió.

—¿Qué pasa Johana? —Le pregunté preocupado, ella estaba tocando su frente como si estuviera mareada.

—Ve tú Naúm —me dijo—, me mareé, y si bajo las escaleras seguramente me pongo peor. Por favor ve tú.

—Está bien Johana —le contesté, algo preocupado. Una vez que dejara al osito atendería a Johana para ver cómo se sentía—, regreso rápido.

Bajé las escaleras sin ninguna dificultad y caminé lentamente hacia los cuerpos esparcidos debajo de las escaleras, cada vez su hedor comenzaba a ser más fuerte y su cuerpo se endurecía. La maestra Ximena, Victoria, Doroteo y Matías, cuatro de las víctimas que había cobrado el hospital y que ya nunca más regresarían con nosotros estaban ahí, en un estado que no se merecían. Cuatro grandes seres humanos que no merecían lo que les pasó, para nada.

Me agaché a donde estaba el cuerpecito de Matías y le coloqué el osito de peluche en sus manos, éstas se endurecieron como si en realidad supiera lo que estaba pasando y estuviera abrazando al osito. Me retiré la medalla de San Benito y la coloqué en el cuello de Matías, le deposité un beso en su frente y me despedí de él antes de que mis lágrimas comenzaran a resbalar.

Di media vuelta y comencé a subir las escaleras, ahora sí era momento de acabar con todo esto. Apresuré el paso cuando escuché un golpe fuerte ahí arriba, como si hubieran golpeado una pared.

Los peldaños de las escaleras hacían un ruido metálico escalofriante y entre más rápido subía, más fuerte se escuchaba. Abrí la puerta para salir y mi corazón casi se detuvo cuando observé a Johana tumbada en el suelo agonizando. El golpe que había escuchado seguramente era el de ella cayendo al suelo y no de una pared como había imaginado. Me tumbé a su lado y la levanté, continuaba aún con vida, no tenía fiebre pero estaba pálida.

—¡Johana! ¡Johana por favor! —Le grité, ella sólo movía su cabeza hacia los lados intentando recuperarse.

—Naúm me estoy muriendo —dijo casi sin ganas—, por favor, ve rápido con los demás y encuentren esa salida que están a punto de hallar.

Asentí al instante, Johana era muy importante para mí y si ahí abajo podría estar la salida, era momento de apresurarme. No podía estarle pasando otra vez, no podía morir.

Cuando quise levantarme, el dolor en mi pierna regresó impidiendo que me colocara de pie, regresó con una fuerza mayor que casi me hacía gritar de dolor. No ahora, tenía que ser fuerte, tenía que resistir, tenía que ayudar, no podía pasarme esto. ¿Por qué en este preciso momento?

Intenté ponerme de pie de nuevo, pero no logré hacerlo, así que comencé a arrastrarme hacia las escaleras.

—¡Naúm ayúdame por favor! —Gritaron. Pero esta vez no era Johana. Era una voz que reconocí al instante. Era Ricardo y estaba gritando desde el piso de arriba por dentro del elevador—. ¡Naúm no te vayas por favor ayúdame! —Volvió a gritar con desesperación. No podía creerlo, Ricardo seguía vivo, y tenía que ayudarlo, pero no podía en este estado.

—¡Ricardo! —Le grité—. ¡Ricardo resiste por favor voy por ayuda!

—¡Apresurate por favor Naúm ya casi no resisto! —Gritó. Su voz sonaba muy asustada y agitada, Ricardo no estaba muerto, pero estaba muriendo lentamente.

Mi mirada se desvió a las barras de colores, 6 de ellas estaban activas, lo que significaba que Ricardo en realidad estaba vivo y no estaba mintiendo. ¿Pero cómo supo que yo era la persona que estaba aquí abajo?

Dejé a Johana en su lugar, dejé que los gritos de Ricardo continuaran invadiendo mi cabeza y me arrastré lentamente hacia las escaleras.

—¡Ya voy hacia allá! —Les grité a Donato, Cristy y Lizzeth quienes seguramente estaban apresurados intenanto tumbar la pared falsa. Bajé el primer escalón y mi rodilla chocó contra el borde provocando una embustida en todo mi cuerpo—. ¡Ricardo está vivo! ¡Johana volvió a decaer!

—¡Naúm apresurate! —Gritó Donato haciendo que bajara otro escalón al instante, no tenían tiempo para venir a verificar quién estaba bien o quien estaba mal, seguramente estaban a un paso de tumbar esa pared.

Pin pon es un muñeco muy guapo y de cartón, se lava la carita con agua y con jabón.

No, no podía ser verdad.

Se desenreda el pelo con peine de marfil, y aunque se dé estirones no llora ni hace así.

La canción estaba sonando de nuevo, y no podía sonar así sólo porque sí, si nadie presionaba al osito de peluche. Alguien debió presionarlo y la única persona que podía hacerlo era Matías.

Me apresuré a bajar porque subir se me dificultaría muchísimo más. Mi cabeza comenzó a dar vueltas, todo estaba ocurriendo en un mismo instante. El grito de Ricardo suplicando que lo rescatara, Johana nuevamente al borde de la muerte, la pared falsa a punto de derrumabrse, y ahora el osito de Matías, la canción se había activado de nuevo y yo no podía hacer nada por esas cuatro situaciones, no tan rápido y sin dolor, lo primero que tenía que hacer era bajar y aunque fuera desde el suelo, ayudar a tumbar aquella pared falsa. Grité, pero no de dolor, sino de desesperación e impotencia por no poder hacer nada.

—¡Naúm! —Gritaron desde abajo de nuevo. Esta vez era Cristy.

Mientras bajaba las escaleras, miles de recuerdos volaron por mi cabeza en ese instante. Desde que entré al hospital hasta este momento. Todas las muertes que había visto en vivo y los traumas de los que nunca me recuperaría. Las situaciones de cada uno de los pacientes, las pistas, las trampas, todo volaba por mi cabeza hasta que finalmente llegué al piso de abajo. Mi pierna se estaba destrozando y el dolor era insoportable, pero cada vez me faltaba menos para llegar con los demás.

Me recargué a las escaleras y así lentamente pude ponerme de pie de nuevo. Cuando me sentí estable levanté mi pierna lastimada con mucha dificultad y dolor y comencé a dar saltitos mientras me sujetaba a la pared.

Me detuve cuando una luz casi cegaba mis ojos, era la luz de las puertas que se ocultaban en la penumbra del pasillo, habían sido encendidas y cuando finalmente pude vislumbrar lo que había del otro lado no podía creerlo.

Era mi esposa.

Finaliza la primera parte. Continúa la lectura en "Clínica".

Continue Reading

You'll Also Like

22.5K 2.5K 10
¿Qué se supone que se debe hacer cuando sabes que el chamo que te gusta y tú no pueden estar juntos? No, nuestras familias no son los mayores rivale...
9.5K 737 10
¡Hola cerezas! Bueno esta historia es más que nada como ayuda, no va con el fin de imponer u obligar a que la gente siga estos consejos que les doy...
55.4K 6.2K 33
Un imperio en crecimiento. Una mente maestra ocultando los secretos. Una mente sin recuerdos. Una mente inmadura sin cura. Una rebelión inminente. E...
269K 30.3K 43
Cierra los ojos, huele las páginas ¿sientes ese olor peculiar? ¿Ese olor inquietante? ¿No? te diré qué es: Sangre, mucha, no mía, pero de muchos. Tam...