—Wow, esto si que es grande.—Murmuró Seungcheol entrando a la universidad.
Se dirigió entre pasillos buscando su sala destinada, al parecer habían pocos estudiantes, observaba Seungcheol, creo que había llegado demasiado temprano.
—Mierda.—Se dijo nuevamente así mismo.
Notó que se aproximaba al número de la sala buscada, entra ya que estaba sólo, dio unos cuantos pasos más y observo una pequeña figura de un niño adorable recostado entre una de las mesas, observando aquel interés o concentración que tenía en escribir.
—¡Hola!.—Saludo el más alto pero ninguna respuesta era salida de las vocales del adverso. El más alto se acerco hasta el puesto del contrario, sentándose en la mesa del frente con tal de mirarlo y esperar una repuesta.
—Oye te dije hola.—Remarcó nuevamente.
El pequeño bufo y elevo su mirada a los orbes fijos del más alto, dando el no interés en su expresión.
—¿Qué quieres que responda orejón? —Dijo el de cabellos rosados.
—Un hola ¿No es obvio enano? —Comentó el más alto, con una sonrisa triunfadora mientras que su vista no era escapada del rostro adverso.
—Eres un ¡Inútil!
—¡Idiota!
—¡Feo!
—¡Enano!
—¡Orejón!
—¡Jodete!
—¡Jodete tu!
—¡Hey! —Exclamó alguien a sus espaldas.—¿Estas peliando de nuevo jihoon?—Comentó el de cabellos rizados y con una contextura maciza.
—Cállate boo.—Bufó el pequeño de cabellos rosados.
—Tan tierno que eres woozi, perdón. Era Jihoon.—Mencionó Seungkwan levantando sus manos en forma de un "Lo lamento".
—¡Woozi!—Exclamó Seungcheol, haciendo enojar aún más al pequeño frente suyo.
—Por cierto soy Seungkwan, mucho gusto. Siento que serás un gran amigo de jihoon.—Mencionó con una humilde sonrisa al más alto.— No le llames woozi, no le gusta a este enojon.—Susurro.
—Callate y jamás será mi amigo.—Exclamó el pequeño.
—Mucho gusto, soy Seungcheol.—Respondió igualmente con una amplia sonrisa hacia el más macizo.
—Orejón.—Murmuró jihoon.
—Enano.—Remarcó Seungcheol.
—Otra ves empezaron estos pares, siento que estoy un película cómica de amor.—Exclamó Seungkwan llevando su diestra a su frente y con sus dígitos dar pequeños masajes en esa zona.
—¡Cállate! —Exclamó el par.