Su dulce debilidad ©

By TRomaldo

791K 55K 10.6K

Reece Wood no era un chico bueno pero tampoco era cruel. No bebía en exceso pero ello no significaba que no l... More

PRÓLOGO
CAPÍTULO 1: EL TRATO
CAPÍTULO 2: Un Amigo De La Infancia
CAPÍTULO 3: EL JUEGO EMPIEZA
CAPÍTULO 4: RECHAZADA
CAPÍTULO 5: CAMBIO DE IMAGEN
CAPÍTULO 6: EL PRIMER ERROR
CAPÍTULO 7: ¿JAKE ESTÁ ENAMORADO?
CAPÍTULO 8: TODO EMPIEZ AQUÍ
CAPÍTULO 9: EL JUEGO EMPIEZA
CAPÍTULO 10: HERIDAS
CAPÍTULO 11: REECE EN ACCIÓN
CAPÍTULO 12: JACKSON NO ES EL ÚNICO QUE PUEDE AYUDAR
CAPÍTULO 13: VACACIONES Y FIESTAS
CAPÍTULO 15: JUGANDO
CAPÍTULO 16: PERDIENDO EL CONTROL
CAPÍTULO 17: BUSCANDO A AMY
CAPÍTULO 18: ¿SORPRENDIDO?
CAPÍTULO 19: LA PRIMERA VEZ
CAPÍTULO 20: CORAZONES ROTOS
CAPÍTULO 21: ¿ME PERDONAS?
CAPÍTULO 22: LA ÚLTIMA VEZ, REECE
CAPÍTULO 23: EL PERDÓN DE JAKE
CAPITULO 24: METIDA DE PATA
CAPÍTULO 25: CUANDO YA ES TARDE
CAPÍTULO 26: TAN LEJOS
CAPÍTULO 27: UN NUEVO JUEGO
CAPÍTULO 28: ENCUENTROS, DECEPCIONES Y CONFESIONES
CAPÍTULO 29: QUÉDATE CONMIGO ESTA VEZ
CAPÍTULO 30: DISCUSIONES
CAPÍTULO 31: UNA TARDE DE AMOR
CAPÍTULO 32: LA CURIOSIDAD DE REECE
CAPITULO 33: QUE EMPIECE EL JUEGO
CAPÍTULO 34: JESSICA
CAPITULO 35: RECUPERARLA
CAPITULO 36: SECRETOS DE HUNTER
CAPITULO 37: UNA NOCHE DIFERENTE
CAPÍTULO 38: AMY Y HUNTER
Capítulo 39: ELLA Y YO

CAPÍTULO 14: DESEO

17.5K 1.5K 234
By TRomaldo

DESEO

Amy acomodó sobre el cálido pecho aún con los ojos cerrados y movió la cabeza apoyada en aquel firme hombro. Apenas lo notó pero fue más que suficiente. Unos brazos la acurrucaban y la rodeaban con firmeza, podía sentir incluso un abrigo colocado sobre sus hombros que le cubría la espalda. Algo cálido parecía envolverla por completo y una brisa además soplaba de ella. Estaba aún adormilada, sumida en sueños pero apenas consiente de lo que sucedía a su alrededor. Era como despertar y caer en sueño nuevamente.

―Es en serio, nunca te había visto tan jodido por ninguna chica. Dios... ―rió alguien―. Sólo mírate.

Se acurrucó aún más, buscando calor en aquel cuerpo que desprendía un conocido pero delicioso aroma cuando una corriente de aire la sacudió. Se abrazó con mayor fuerza de aquel cuerpo, resguardándose entre los firmes brazos que la sujetaban.

―Claro que no ― rugió Reece en un susurro furioso.

No era consciente de lo que oía. Las palabras llegaban a ella como si de un sueño aparte se tratase y, aún así, soltaba una hilera de frases que apenas se podía comprender.

―Ya que estás tan meloso creo que deberías llevarla a su casa ―sugirió alguien con burla―. Es muy tarde para que la princesa esté así.

―¿En serio, Hunter? ―cuestionó otro con burla―. ¿Crees que Reece Wood va a tomarse el trabajo de llevarla a su casa?

―Pues eso debería hacer.

Reece soltó una risa burlona y su cálido aliento chocó contra su frente.

―Pues no, no la llevaré. Estoy cansado y no pienso cargar a Amy por dos horas hasta su casa.

De pronto empezaba a ser consciente de lo que estaba sucediendo a su al rededor. La consciencia y la lucidez empezaban a agolpar en su cabeza lentamente. Sus ojos se entreabrieron y pudo visualizar el patio de Reece con apenas algunas luces encendidas que los alumbraban. Así que no necesitó mirar para comprenderlo casi por completo poco a poco. Al parecer, los amigos de Reece eran los últimos que quedaban.

―No seas cruel, Wood. Igual puede dormir en mi coche, Reece, creo que salgo ahora y...

―No me jodas, Hunter, claro que no, yo me encargo de ella ―gruñó con fastidio.

Otra risa desconocida llegó a ella. Se removió ligeramente, decidiéndose cuándo poder levantarse y alejarse del chico para dejar de pasar aquella vergonzosa escena. Sus ojos, contra su voluntad, se cerraron nuevamente de golpe cuando el sueño la sacudió una vez más. Tampoco fue tan rápido. Sus ojos se le cerraban de vez en cuando, sumergiéndose en un fugaz sueño de apenas unos cuántos segundos.

―Y luego dices que no te gusta... No tiene nada de malo pero ella es demasiado buena para alguien como tú.

No supo por cuánto tiempo estuvo durmiendo más cuando finalmente se sumió en otro largo sueño. Estaba tan cansada y cómoda entre aquellos brazos, abrazada a Reece y sentada entre sus piernas, que apenas le importó un poco irse a su casa. No ahora, al menos, que estaba plácidamente dormida.


Reece Wood se mantuvo despierto y mirando con desconfianza la manera en la que uno de sus amigos, Mike, observaba fascinado a la muchacha que tenía entre sus brazos. No era común en él, pero verlo tan interesado en Amy lo hacía querer burlarse en la cara de su amigo.
Además ellos tenían razón. Amy era muy inocente para él, es más, no era en absoluto su tipo y eso, absolutamente todos, lo sabían. Él solo quería jugar un rato, divertirse con ella y ver hasta dónde la castaña era capaz de dejarlo ir. Era precisamente porque no se había fijado en chicas como ella antes lo que le causaba tanta curiosidad.

Tenía ese constante deseo, que le sabía casi prohibido, de probar el dulce sabor que la rodeaba.

No le importaba mucho más que ello. No iba a dejarla en la puerta de su casa porque Reece Wood tampoco era un caballero. Pero no era tan malo como para dejar a esa pobre muchacha desamparada. Él nunca dejaría a una jovencita sola cuando había espacio junto a él, por supuesto.

―Como sea, ya me voy ―dijo Hunter al levantarse―. Adios, hermano

―Tengo curiosidad por saber qué jodidos planes tienes con ella. No seas tan malo.

―¡Largo de aquí, idiotas! ―Les gritó entre risas.

Sólo cuando estuvieron finalmente solos se dispuso a irse a descansar. Al día siguiente tendría que limpiar todo aquel desastre y de sólo pensar en eso ya sentía que le pesaban los hombros. Las fiestas eran muy divertidas cuando no había que limpiar y recoger la basura que hacían los demás. Se levantó, la sujetó con firmeza y caminó directo a su habitación con las piernas pesándole con cada escalón que subía.

―¿Reece? ―La oyó soltar un suave suspiro sobre oreja que lo sacudió de pies a cabeza. La pequeña nariz acariciándole la mandíbula hizo su piel calentarse de manera repentina. La manera en la que se acurrucaba contra su cuerpo, buscando su calor e inspirando profundo en la curvatura de su cuello lo pusieron aún más torpe de lo que ya estaba en ese momento―. ¿A dónde vamos ahora? ―preguntó adormilada.

Tan cansada que estaba seguro que en al despertar no recordaría ese momento.

Sus manos buscaron la llave y lo más rápido que pudo abrió la puerta de su habitación. Un par de pasos más y finalmente, al llegar, no esperó ni un segundo para tumbarse cansado a su cómoda y muy amplia cama. La dejó recostada a un lado y ella, al instante, acomodó la cabeza en la blanca almohada como acto reflejo, se abrazó a ella y sus cabellos cayeron desparramados. A diferencia de lo normal, lucía tranquila y relajada.

Se veía tan...

Removió la cabeza en un desesperado intento por alejar aquellos desesperantes pensamientos que habían estado atormentándolo tanto últimamente y se arropó entre las sábanas con brusquedad y fastidio, dándole la espalda.

―Mierda.... ―soltó enfadado al notar que había olvidado apagar las luces.

Con lo cómodo que ya estaba...

―Reece... ¿Qué...? ¿Qué hacemos aquí?

Rodó los ojos y no se molestó en mirarla cuando tuvo que responder aquella pregunta tan obvia.

―Vamos a dormir. Es muy tarde para que regreses a casa, así que si quieres mañana temprano te llevo pero ahora... Ahora solo duérmete ―murmuró cansado y giró el rostro por encima de la almohada para mirarla―. Sólo vamos a dormir, ¿tienes algún problema con estar en la misma cama que yo o qué?

Sonrió arrogante al ver las mejillas de Amy sonrojarse violentas. La miró entre fascinado y burlón cuando entreabrió los labios en busca de qué decir con lo avergonzada que lucía.

―No... Somos amigos, ¿no? Creo que no hay nada de malo... ―suspiró y la vio abrazarse a sí misma con fuerza cuando una corriente de aire los sacudió a ambos―. Sólo hace algo de frío.

Hacia algo de frío pero conocía muy bien ese lugar como para saber que más temprano que tarde pasaría. Así que, con una sonrisa juguetona y una mirada inocente posó las manos en la cintura de Amy y la empujó con toda la suavidad que pudo contra su cuerpo. La abrazó con firmeza, rodeándola nuevamente y dejándose llevar por el dulce aroma que tanto parecía enloquecerlo de a poco. Le acarició la espalda lenta y cadenciosamente, como un tumulto de sensaciones cálidas invadiendo su pecho con fuerza.

Abrazar a Amy no se sentía nada mal. Es más, podría dormir abrazado a ella toda la madrugada y seguramente tendría el descanso más plácido de todo. Y es que ella era tan suave y desprendía un aroma tan delicioso que no podía pensar en otra manera que acabar el día.

―Reece deja de moverte ―Lo reprochó con molestia, intentando alejarlo.

Con una sonrisa traviesa pintando su rostro, fue lo suficientemente rápido como para posicionarse encima de ella con gracia. La acorraló bajo su cuerpo y sus brazos apoyados a cada lado de ella. La observo desde arriba, viendo cómo componía un inconsciente puchero en los labios. Tan adorable...

―No seas aburrida, Amy. Yo quería jugar un poco ―soltó sonriente antes de deslizar los dedos en la cintura de Donovan y hacerle suaves cosquillas que la hicieron reír en demasía.

―¡No quiero jugar! ¡Suéltame!

Su risa cesó lentamente y su mirada se perdió. Dejó que sus ojos se perdieran en la suave sonrisa que ella le esbozaba. Verla tan alegre, sonriente, hacia su pecho estrujarse con aprensión. Era fascinante lo mucho que aquello entre ellos aumentaba con intensidad a cada instante.

Así que entonces lo hizo.

Con el corazón latiendo lenta y dolorosamente, se inclinó suavemente hacia ella. Inclinó la cabeza hacia Amy y acortó cualquier distancia entre ellos en un suave beso. Los labios de la castaña le resultaron tan suaves que parecían haberse acomodado a los suyos por siempre. Fue apenas un toque, una suave caricia para calentar los fríos labios de Amy que empezaron a temblar contra los suyos lo que terminó por enloquecerlo. Nadie más que ella pareció existir por un instante.

Nunca hubiera imaginado lo fascinante que se sentía eso. La besó por la irremediable curiosidad y repentina necesidad por probar aquella boca que se le hacía adictiva. Había tenido deseos de saber a qué sabía la dulce castaña y ahora lo estaba comprobando. Apoyó las manos en sus mejillas, sujetándola con suavidad del rostro a medida que profundizaba el beso cada que podía. Su lenguas jugando y moviéndose una contra la otra, lo hacía incapaz de alejarse al menos un par de centímetros de ella, de pensar o de imaginar algo que no fuera besarla por más tiempo.

―Reece...― musitó Amy contra su boca antes de enrollar los brazos detrás de su cuello

Dejó soltar un suspiro sin poder evitarlo y, regañándose internamente por aquel gesto que nunca antes había tenido con ninguna otra chica, se dejó caer sobre ella con los codos apoyados sobre el cómodo colchón.

―Amy...―murmuró antes de volver a besarla.

Pero entonces, sin poderlo advertir, el beso se tornó aun más lento. Movían sus bocas en caricias, sin prisas ni lamentaciones, tan suave que parecían impregnar emociones en cada movimiento. Así que muy tarde pudo darse cuenta cuando empezó a cerrar los ojos como si se sumergiera en un profundo sueño cuando ella le correspondió diferente. Amy lo besaba con tanto cariño que lo dejó confundido pero prendado de ella, incapaz de detener la ternura que la castaña le daba en un beso.

Su cuerpo cayó sobre ella y le rodeó la cintura con los brazos. Las manos de Amy se deslizaron con suavidad por su rostro hasta que pudo sentir las caricias moviéndose en su pecho, desconcertándolo aún más.

No entendía por qué pero era increíble, fascinante. Podía pasar horas de horas besándola porque no se cansaría de ello. No importaba que su corazón golpeteara con fuerza ni que sus pensamientos se nublaran ante el contacto de ella, no quería detenerse.

―Reece... ―suspiró ella sobre su rostro cuando se alejaron un instante―. Yo...

La calló con otro beso que Amy no dudó en corresponder. El tiempo entre sus bocas parecía no existir. Podían haber pasado sólo segundos o quizá largos minutos pero ya no importaba en lo absoluto. No importaba lo mucho que su corazón palpitaba furioso contra su pecho, no interesaba lo mucho que la temperatura en su habitación empezaba a aumentar ni tan siquiera era relevante aquellos deseos de abrazarla aún más y fundirse en lo más profundo de la castaña, penetrar sus emociones y cada pensamiento de ella.

.

¿Qué les pareció? No se olviden de comentarme qué les pareció!

Cuídense♥

Continue Reading

You'll Also Like

11K 673 19
la nieta del encargado ( Oh II-nam ) decide jugar los juegos ,ella iso nuevos amigos como enemigos ,lo unico que no se esperava era ...enamorarse no...
82K 6.6K 15
- S-solo ...Dame el divorcio! - Sollozo Kim SeokJin en medio de la lluvia , junto con Tae en sus brazos , quien lloraba abrazado a su omma. - La resp...
5.6K 366 10
Bea tiene suficientes problemas existenciales hasta que todo se va al carajo llevándola a líos amorosos, decepciones y a una clínica donde utilizan a...
21.2K 1.8K 21
Segundo libro de la trilogía protección. Tras el accidente de Melissa, Frank se quedará con ella para cuidarla y asegurarse de que su salud mental me...