Hawa: Debemos salir a flote |...

By meg-books

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COMPLETA - PRONTO EN LIBRERÍAS. Tras los intensos acontecimientos que han ocurrido últimamente, Audrey recibe... More

Sinopsis
❄ Preludio ❄
Capítulo 1
Capítulo 2 (Parte 1/2)
Capítulo 2 (Parte 2/2)
Capítulo 3
Capítulo 4 (Parte 1/2)
Capítulo 4 (Parte 2/2)
Capítulo 5 (Parte 1/2)
Capítulo 5 (Parte 2/2)
Capítulo 6 (Parte 1/2)
Capítulo 6 (Parte 2/2)
Capítulo 7
Capítulo 8 (Parte 1/2)
Capítulo 8 (Parte 2/2)
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12 (Parte 1/2)
Capítulo 12 (Parte 2/2)
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 19 (Parte 1/2)
Capítulo 19 (Parte 2/2)
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22 (Parte 1/2)
Capítulo 22 (Parte 2/2)
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25 (Parte 1/2)
Capítulo 25 (Parte 2/2)
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28 (Parte 1/2)
Capítulo 28 (Parte 2/2)
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33 (Parte 1/2)
Capítulo 33 (Parte 2/2)
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36 (Parte 1/2)
Capítulo 36 (Parte 2/2)
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41 (Parte 1/2)
Capítulo 41 (Parte 2/2)
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44 (Parte 1/2)
Capítulo 44 (Parte 2/2)
Capítulo 45 (Final)
Top 15 Comentarios + Agradecimientos
Tercer libro: Gea + Avisos
¡Concurso!

Capítulo 18

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By meg-books

Me quedo atónita y perpleja por unos largos segundos, pero Fénix está en un trance peor que el mío. Los ojos verdes que siempre están tranquilos y calculadores, ahora están abiertos y desconcertados.

«No pueden sospechar de él como el traidor, ¿no es cierto? No, por favor, no».

Un ignisio sube por un camino entre las gradas y lo espera tras hacerle un gesto con la cabeza.

Fénix lo mira y la confusión le dura poco. Se irgue enojado gritándole que no piensa ir a esa oficina ni aunque lo obliguen a hacerlo, mientras los que aún permanecen en sus asientos observan la escena. El hombre que ha venido a buscarlo permanece inexpresivo como una piedra y le vuelve a hacer un gesto para que lo acompañe.

—¡Él no ha hecho nada! —Exclamo, poniéndome en pie— ¡Están buscando sospechosos incorrectos mientras el traidor sigue suelto por ahí!

Mientras sigo discutiendo, Fénix me agarra la mano y me tira para abajo. No pueden llevarlo. No es justo. ¡Seguro lo toman como culpable por toda la rivalidad que han tenido con él en el pasado! ¡Seguro quieren aprovechar el momento para vengarse de su huída!

Fénix sigue insistiendo en que me calle. Cuando me tira hacia abajo con más fuerza, bajo la mirada bruscamente y veo todo lo que quiere decirme con los ojos. «Esto sólo hace verme más culpable. Deja de ser tan terca. Déjame hablar a mí».

—El líder solicita su presencia —es lo único que dice el hombre encargado de buscar a Fénix entre el público.

—Lo he oído —responde Fénix de mala gana, mientras las demás personas comienzan a abandonar el anfiteatro a duras penas, pues muchas prefieren quedarse a enterarse de lo que está pasando—, pero no pienso ir allí hasta que me den una explicación.

—La explicación tendrás que darla tú allí.

El rostro del ignisio se vuelve severo, dando a entender que es la última vez en que lo pedirá amablemente. Fénix queda un instante quieto, aún sentado, pero termina por levantarse desanimado y molesto.

No puedo creer que ceda. No puede ir allí. Sé que él no es culpable de nada de esto; ni del ataque a las oficinas ni de la muerte de aquel muchacho... pero, ¿quién podrá creerle cuando descubran que tiene las llaves guardadas?

Las malditas llaves. Todavía no las ha devuelto, estoy segura. Con la guardia intensificada no ha podido dejarlas donde estaban; me doy cuenta por la forma en la que tensa los brazos y la mandíbula.

«Vamos, Audrey. Haz algo. Tú eres la Hija de Gea a la que no quieren perder».

—Yo iré con él —anuncio con perseverancia.

Fénix se gira a medio camino, para verme con una expresión de «¿Qué piensas que estás haciendo?»

—Este ignisio ha sido llamado en solitario —responde el hombre inexpresivo.

—Y yo digo que iré con él —repito. Me abro paso entre los asientos para acercarme a ellos—. Tengo mucho que hablar con Kendrick...

De repente, su mano aparece de la nada y me da en el hombro tan fuerte que me empuja levemente hacia atrás y me deja quieta. La mirada del sujeto es firme y clara: no va a dejarme ir con ellos.

Cuando estoy a punto de responder, ambos se van escaleras abajo. Me he trabado con mis propias palabras y no he hallado la manera de decirle que soy la multi a la cual han estado buscando todo este tiempo.

Me quedo parada en medio de todos los ignisios que abandonan las gradas. En la zona frente a mí, al otro lado del estadio, noto cómo otro tipo está sacando a Elliot de su asiento a la fuerza. Mientras él grita y se queja, el hombre a cargo del líder se coloca a su espalda y lo toma de los brazos. En medio de todo el bullicio y las voces, busco entre todas las gradas del anfiteatro a Marshall, pero no puedo visualizarlo por ningún lado.

«Danna». Tengo que intentar hablar con Danna; después de todo, su mirada me ha dejado bien en claro que no quería que sus amigos se metieran en problemas. Pero dialogar con ella va a ser imposible. En cuanto bajo la vista, noto cómo se va con los demás encargados del Gremio, en un poderoso grupo que no creo que se disuelva en las próximas horas. No hallaré el momento oportuno para hablar a solas con ella.

Algo tengo que hacer. Tengo que ser capaz de evitar estas estúpidas sospechas.

«Las llaves».

Si de algo pueden culpar a Fénix, son de esas estúpidas llaves que no pudimos devolver. Ellas serán las causantes de que culpen a Fénix, si lo hacen. Y nadie se creerá el verso de que la hemos tomado prestadas para encontrar información de nuestros padres... menos aún si quien se defiende con esto es el ignisio que más quisieron resguardar y quien más intentos de huida tuvo.


Cuando llego al pasillo noto que está tan vacío como la primera vez que estuve aquí. Corro hacia la puerta del dormitorio de Fénix y sacudo el picaporte con fuerza. Está cerrada.

«¡Claro que está cerrada!»

Sin poder controlar mi ímpetu, gruño y pateo la puerta. La empujo, vuelvo a agitar el picaporte, la golpeo. Bajo la vista y veo la estúpida luz arcoíris escaparse por debajo, extendiéndose en diagonal por todo mi pie derecho. «Necesito entrar y tomar esas llaves antes de que alguien venga a revisar el dormitorio».

Pero no puedo hacer nada.

No puedo echar la puerta abajo, no puedo dejar pruebas, no puedo entrar sin la llave, y mucho menos puedo pedir dicha llave al encargado sin una buena explicación.

Frustrada, me echo de espaldas contra la pared y me obligo a tomar aire con tranquilidad. Fénix no puede ser tan estúpido como para dejar las llaves del ático en su habitación, ahora que lo pienso. Él es astuto; las habrá dejado en otro sitio. Habrá sido lo suficientemente listo como para considerar que en algún momento pudieran sospechar de él y husmear en su dormitorio.

Me llevo las manos al pelo y me dejo deslizar hasta sentarme en el suelo cálido. Entonces, repaso una idea que nunca antes había tenido. Fénix es el mejor chivo expiatorio que hay. Es el único blanco al cual las autoridades del Gremio todavía apuntan. Todo su pasado aquí, todos sus antecedentes, todo resulta ser la mejor excusa para, de una vez por todas, encargarse de él.

Fénix está aquí por mí. Yo decidí ingresar al Gremio, fuera o no fuera su misión que yo aceptara... pero él se sometió a volver por mí, por nosotros. Era libre de irse de una vez por todas. Tenía el derecho absoluto de alejarse de este lugar y no volver jamás; su tarea ya estaba completada conmigo. Si él ha vuelto, ha sido para que podamos encontrar más información de nuestros padres... y del mío no hay nada. Su familia es casi la única cosa que lo ata a este lugar, el misterio del causante de sus muertes es lo único que quiere descubrir en su vida. De Maron podremos no encontrar nada aquí, pero de sus padres todavía tenemos esperanzas y oportunidades.

Yo sólo quiero que pueda irse de este lugar. Que no se sienta atado a mí, que no tenga que permanecer más tiempo con estas personas que tratan de hundirlo constantemente; que tratan de mantenerlo aquí y que no se les escape de las manos.

Y la única forma de que acepte irse, es descubriendo la verdad sobre el asesino de su familia.


Hoy le toca a Sam elegir el lugar de encuentro y, la verdad, creo que ha sido muy mala idea aceptar. Mientras me adentro en las calles de la colina, sigo repasando en mi mente lo estúpido y peligroso que es poner como punto de encuentro el barrio donde vive.

He tenido que volver a mentirle a Ashley con que iba a quedarme a hacer unas tareas para el colegio. En realidad, ya he faltado a clases en varias ocasiones, y no encuentro ningún momento para ponerme a estudiar. Con todo lo que está pasando, tanto dentro como fuera del Gremio, me doy cuenta del poco tiempo que dispongo para... vivir mi antigua vida.

Después de pasar a buscar el viejo Cooper por casa, busco en mi celular un mapa para dirigirme a la dirección que Sam me ha enviado. De hecho, no es su casa, ni ningún otro lugar similar. Cuando me percato de que ya he llegado al marcador del GPS, me sorprendo al notar que Sam ha escogido un lugar en medio del bosque.

¿Qué pretende hacer en medio del bosque? Al menos el punto de reunión que yo escogí antes poseía agua.

Me entran los nervios. Subo las ventanillas del auto mientras siento cómo se me encoge el estómago. Soy idiota. Fénix y los demás no saben ni siquiera dónde estoy, y tampoco están disponiendo de tiempo como para buscarme si algo malo sucede.

Me doy la vuelta con todo lo que mi espalda me permite y quito una chaqueta que me obstruye la vista hacia atrás. Cuando la tiro abajo, en el asiento, y estoy a punto de hacer marcha atrás, unos golpecitos a mi izquierda me distraen.

Me giro, toda paranoica, y me topo con Sam tras la ventanilla. Está inclinado, apoyando los dedos en el vidrio.

—No voy a poder ayudarte si te quedas dentro del coche.

Me obligo a calmar mi respiración y disimulo que estoy completamente tranquila. Mi mano vacila un buen rato antes de apagar el motor, el cual ruge estruendosamente.

Sam da unos pasos hacia atrás, con las manos en los bolsillos, mientras yo salgo del Cooper.

—¿Y aún así no aceptaste mi regalo?

Le echo una mirada confundida al tiempo que cierro la puerta.

—En serio —dice, observando al Cooper de izquierda a derecha—, el auto que iba a darte era mucho mejor que este —me mira, de repente con un tono más burlón—. No lo viste, pero te aseguro que era mejor.

—Estoy bien con mi viejo amigo —comento, dándole una buena palmada al capó—, me lleva allí donde quiera.

—El que iba a obsequiarte también, y sin caerse a pedazos mientras lo hacía.

Ruedo los ojos y me acomodo la campera que se me está deslizando por los brazos.

—¿Por qué diablos elegiste este lugar?

—Oye, tranquila —suelta, levantando las manos—. Ya vamos a ir a donde podamos practicar.

—¿Ya vamos...? ¿Ya... qué? —tartamudeo, tratando de contenerme y de no echarme sobre él para ahorcarlo— ¿Y por qué estamos aquí? ¿Es otro sitio? ¡Me hubieras dicho desde el principio y nos encontrábamos allí...!

Me callo de repente. Los ojos de Sam me miran bastante abiertos, y él se ha quedado como paralizado. Cuando dejo de gritar y me llevo una mano a la frente, Sam deja salir un largo silbido.

—Vaya... —murmura, quitándole tensión al silencio repentino— Lo siento. No pensé que te fuera a molestar tanto.

Mientras me sigo masajeando las sienes, me acerco al Cooper y me apoyo en él. Tengo que calmarme y dejar de ser tan impulsiva. Ya sé lo que puede pasar si no me tranquilizo...

—Es que el sitio está un poco más abajo, a través de un camino que sólo puede hacerse a pie —sigue hablando, entretanto yo sigo con las manos en el rostro. Sam nota algo raro y comienza a acercarse a mí como si yo fuera un animal salvaje y peligroso. Sin atreverse demasiado, se coloca a un lado y busca verme a los ojos—. ¿Estás bien?

Primero me pregunto qué le interesa, por qué tiene que importarle, pero entonces me doy cuenta de lo cansada que estoy de enojarme tanto, de encerrarme tanto. Quito las manos de mi cara, pero no levanto la mirada.

No, no estoy bien. Estoy perdida y acelerada en mis propios pensamientos. Estoy asustada de que algo malo pueda pasarle a Fénix si descubren que él tiene las llaves, estoy triste porque todavía no puedo ayudarlo en su búsqueda, estoy desilusionada por no haber hallado nada de mi padre, y en el fondo tengo un extraño sentimiento de culpa por estar con Sam a escondidas y por no estar haciendo algo para arrebatar a Fénix de las manos de Kendrick.

Instintivamente, estoy por responderle un no rotundo. Pero tardo demasiado.

—Lo entiendo —suelta, en voz muy baja—. No pretendo que me cuentes lo que te sucede después de lo que ha pasado entre nosotros...

—No estoy bien —me decido por responder, aunque mi voz sale por cuenta propia, interrumpiéndolo—. No estoy bien y estoy cansada de no saber cómo debo reaccionar.

Tendría que ser más fuerte. Tendría que ser más decidida y firme, como Fénix, como Ash, como Danna, incluso como Jota y como Marshall. Tendría que poder dar un alto a las autoridades del Gremio y exigir que no le hagan nada a Fénix. Tendría que poder saber cómo usar mis poderes y, creo que todavía más importante, cómo usar mi título. Tendría que animarme a hacerle frente a tantas situaciones: a discutirle a Kendrick, a dialogar con mamá, a confesarme con Ebby y Jim...

Se nota que Sam no sabe con qué responderme.

—Esto... —vacila, sorprendido de toda la información innecesaria que le estoy tirando— ¿quieres que nos sentemos un rato a hablar de este tema?

Me volteo de golpe para ponerme frente a frente con él. Sam reacciona y da un traspié hacia atrás, aunque aún se mantiene en contacto con el auto.

—¿Tú tienes a alguien a quien puedas decirle todo lo que sientes?

Parpadea un par de veces y dirige la mirada alrededor, claramente desconcertado.

—¿Qué...?

—Ya sabes, a alguien a quien puedas contarle todo sin tenerle miedo a lo que llegue a pensar en ti.

—Yo... —empieza, pero al final sacude la cabeza y me mira frunciendo el ceño— ¿Que no tienes a Fénix?

Trato de no verme avergonzada.

—Me refiero a... contar todo eso que mantienes para ti. Eso que quieres dejar salir para no sentirte tan encerrado, pero que al mismo tiempo quieres mantenerlo para ti mismo.

Sam deja salir aire por la boca en un resoplido que hace vibrar sus labios. Se apoya de espaldas contra la puerta del auto y mira hacia las copas de los árboles.

—Pues, yo creo que es necesario mantener secretos con uno mismo —responde—. Es decir, todos necesitamos nuestra privacidad.

—¿Entonces no tienes a nadie?

Sus ojos apuntan a la nada con un deje de tristeza casi imperceptible.

—No... —susurra, luego de pensárselo.

Imito su postura, y entonces ambos permanecemos un tiempo mirando hacia el frente, hacia el bosque silencioso. Yo al menos tenía a mi madre para contarle mis problemas, tiempo atrás. Incluso le confesaba más cosas que a mi mejor amiga. Pero es obvio que Sam no mantiene la misma relación con su padre.

Su voz surge rasposa cuando vuelve a hablar.

—¿Por qué preguntas todo eso?

Estoy a punto de responderle que no lo sé, pero entonces hallo la respuesta; y es horrible. Creo que se lo digo porque en el fondo necesito hablar con una persona que esté peor que yo. Necesito saber que él también está mal, de algún modo, para no sentirme tan sola en esto. De cierta forma, así encuentro un poco más de respaldo. Así no siento que soy la única. Sé, por lo que me dijo la última vez, que no está en una buena situación con su padre, y que lo está exprimiendo demasiado al ser tan duro con él.

Pero tiene razón. No es que no confíe en Fénix, en Ebby, en Ash, en mamá o en quien sea. Simplemente, a veces necesitamos mantener secretos con nosotros mismos. Y, otras veces, necesitamos lidiar con la carga de mantener secretos para cuidar de los demás.

—Porque creo que antes no me sucedía —es lo que respondo tras un suspiro—. ¿Sabes? En ocasiones me imagino varios años atrás. Me gustaría volver por un momento al pasado para revivir la época en la que era feliz sin siquiera saberlo.

—No eres la única...

Lo dice tan bajo que apenas puedo oírlo. Se percata de que lo miro prestándole más atención, pero cambia de tema.

—¿No eres feliz ahora?

—Sí... no lo sé —titubeo—. No es que no lo sea. Es sólo que... es diferente.

Sam sonríe hacia un costado en medio de un resoplido.

—Si me permites decirlo, es lo normal. Créeme, nadie vuelve a ser el mismo después de enterarse de que tienes estas habilidades. Es inhumano. Creo que no puedo tener ni la mínima idea de lo que debe ser en tu caso.

Me lo quedo viendo tal vez con demasiada intensidad, pero es que necesito que continúe diciéndome eso. Es, de un extraño modo, reconfortante.

Sam ladea la cabeza.

—Yo pienso que lo estás llevando bastante bien; todavía no te has vuelto loca.

Sin querer, me roba una carcajada.

—Eso aún no lo sabes —espeto.

—Bueno, pues entonces lo disimulas muy bien —bromea—. No estás demente, Audrey, simplemente te preocupas, y eso está muy bien.

Me dirige una última sonrisa y se despega de la puerta con pesadez. Con un leve movimiento de cabeza, me da a entender que tendríamos que ir yendo hacia el lugar donde vamos a tener mi próxima lección.

—Conociendo ahora este lado de ti, no me arrepiento de no haberle hecho caso a mi padre esa noche...

Me quedo helada. Sam se está yendo ya hacia el bosque, pero su murmullo ha llegado a mis oídos. Se detiene de golpe al darse cuenta de ello. Tal vez no haya querido decirlo; tal vez se le escapó.

—¿Qué?

Sam parece no saber qué hacer exactamente.

—¿Qué noche, Sam? —inquiero.

Vuelve a suspirar, dándose por vencido.

—La noche que desataste la tormenta —murmura, y entonces ya cree que no vale la pena callárselo más—. No era verdad que mi padre no confió en mí para la misión... —abre la boca para seguir, pero la cierra, retractándose. Eleva los brazos y los deja caer pesadamente contra los laterales de sus muslos— Yo no quise ir a hacerte frente.







***

Primero que nada, quiero hacerles una pregunta:

- ¿Quién crees que es el culpable/traidor?

También les preguntaré con respecto a la multimedia con Harry Styles, que porrrr Diossss ¡el tema que hay con eso! ¿Qué prefieren? ¿Que lo saque, que lo deje? ¿Les da lo mismo o les complica la imaginación? 

Si conoces a algún actor, cantante o lo que sea que se parezca a Fénix, déjalo también en comentarios. Tal vez sea hora de un cambio.

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