Hospital

Por P1-221

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Hospital, es una historia llena de misterios, en la que el protagonista Naúm, se verá envuelto. Adéntrate en... Mais

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Epílogo

Capítulo 20

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Por P1-221

Mis labios formaban una o mientras veía a Johana a los ojos, ella también me miraba sorprendida. Parecía incierto cómo fue que Cristy y Ricardo se adentraron al cuarto de esa manera tan expresiva. Me había percatado de cómo Cristy miraba a Ricardo con lujuria cuando el se mostraba enojado pero nunca imaginé que Ricardo continuara, él estaba desesperado por salir y volver con su prometida, pero ahora parece que se le olvidó por completo.

—¿Deberíamos detenerlos? —Preguntó Johana. Lizzeth le lanzó una mirada amenazante y Matías simplemente se miraba confundido—. No hace ni una hora que lamentablemente murió Doroteo y Dios mío, están adentro. —Johana comenzó a apresurar el paso mientras caminaba al cuarto, estaba decidida seguramente a parar con lo que Ricardo y Cristy habían iniciado.

—¡No! —Gritamos Lizzeth y yo al unísono. Matías dio un pequeño salto de susto y nos miró con ojos entrecerrados. Johana se detuvo al borde de la puerta.

—¿Qué está ocurriendo? —Preguntó Donato tras nosotros. Su voz se escuchó un poco más calmada y eso me tranquilizaba. Sabía que había por lo menos había dejado de pensar en atentar contra su vida y quería unirse de nuevo al grupo—. ¿Por qué corrieron todos desde acá?

—Cristy y Ricardo se dieron un beso —contestó Matías por todos nosotros, me sorprendió la naturalidad con la que lo dijo, como si supiera perfectamente lo que estaba ocurriendo. Donato no se inmutó al escucharlo, permaneció en silencio—. Se metieron al cuarto y no han salido.

—¿Ricardo no está comprometido? —Preguntó. Asentí y él pareció sorprenderse por la respuesta—. Deberíamos detenerlos, se va a arrepentir una vez que todo acabe.

Johana no volvió a preguntar, abrió la puerta del cuarto y la cerró de nuevo al instante. Su boca y sus ojos estaban abiertos con sorpresa. Me imaginé al instante lo que pudo haber visto.

—Están desnudos encima del escritorio —respondió. Su rostro de asombro me causaba cierta gracia, parecía de una niña descubriendo cualquier invento de la ciencia. Totalmente inocente.

—Se va a arrepentir —anunció Donato. Pensaba lo mismo. Ricardo iba a serle infiel a su prometida a tan sólo un día de casarse. Yo nunca lo haría. En los años que llevo casado con mi esposa nunca he pensado en engañarla. No negaré que hay mujeres que atraen con el sólo hecho de verlas, pero nunca he pensado en algo con ellas.

Así estuvimos unos quince minutos, esperando a que Cristy y Ricardo abandonaran el cuarto para que nos dieran una explicación, pero ellos no daban señales. Ni siquiera se escuchaba algún ruido desde adentro y eso era bueno, no era apto que Matías escuchara eso.

Finalmente, la puerta se abrió, Ricardo fue el primero en salir del cuarto con una mirada de preocupación y exitación a la vez. Cristy lo hizo después, se miraba completamente avergonzada y mantenía la cabeza agachada.

—Cristy —le habló Johana. Ella levantó la cabeza y la observó, su rostro estaba colorado, su cabello algo alborotado. Johana y ella avanzaron unos pasos hacia atrás. Seguramente iban a platicar de lo sucedido.

Ricardo estaba dentro del elevador, se agachó y se llevó las manos a su rostro algo afligido, sin duda comenzaba a arrepentirse de lo que había hecho.

Por mi parte, caminé hacia Johana y Cristy. Quería escuchar la explicación que ella tenía para hacer eso con Ricardo.

—No lo sé —la escuché decir, ambas me miraron cuando me acerqué pero no se inmutaron, no les importó que escuchara la plática—, cuando Ricardo entró aquí y me vio con sus ojos verdes, sentí algo extraño. Su perfume de limón me pareció exquisito y su carácter tenía algo que me hacía querer besarlo. Me gustaba verlo enojado no sé por qué razón, pero se miraba muy bien y entonces no pude resistirlo más. Tenía que besarlo, tenía que quitarme las ganas y nunca pensé que él también iba a querer hacerlo conmigo.

—¿Tuvieron sexo completo?

—Sí.

Johana y Cristy platicaban normalmente de temas íntimos, como si ya se conocieran de antes. Pero no era así. Contarle secretos a un desconocido es mucho mejor porque sabes que no volverás a ver a esa persona y no tendrás a nadie que te juzgue después.

—Tengo que hablar con él —mencionó Cristy y echó una mirada hacia el elevador esperando encontrarlo ahí dentro—, cuando terminó, se colocó su ropa apresuradamente y no dijo nada más. Salió del cuarto y se fue al elevador.

—¿Sabes que está comprometido verdad? —Le preguntó Johana y Cristy la miró con preocupación para después asentir levemente, comenzaba a arrepentirse y se notaba a simple vista. Cristy se enderezó, dio un fuerte suspiro y se encaminó al elevador. Decidí quedarme a lado de Johana y esperar a que todo se aclarara.

Cuando hubo completo silencio, el ruido en las escaleras comenzó a hacerce presente. No tenía caso que fuera a verificar, cuando llegara abajo no iba a encontrar absolutamente nada y por lo visto todos entendían lo mismo. Nadie se movió de su respectivo lugar. Entonces escuché un golpe dentro del elevador.

—¡Hey Ricardo! —Escuché gritar a Lizzeth con temor. Y era raro, algo grave estaba pasando puesto que, Lizzeth no le dirigía la palabra. Me acerqué antes que nadie y pude entonces comprobar lo que estaba sucediendo. Me alarmé al instante. Ricardo mantenía apretada a Cristy del cuello mientras la estrujaba contra la pared.

—¡Me hicisite engañar a mi prometida! —Le gritó mientras la apretaba aún más contra el elevador—. ¡Eres una maldita zorra!

Empujé a Ricardo antes de que continuara haciendo más daño a Cristy, ella se mantuvo quieta mientras se tocaba el cuello y respiraba fuertemente. Ricardo se levantó y me miró con furia, después a Cristy, pero ya no hizo nada por atacarla, se mantuvo en su lugar pero fuera de sí.

—¡No te atrevas a tocarla Ricardo!

—Ya lo hice —me contestó mientras se sacudía sus prendas, habían sido manchadas de polvo. Le echó una mirada de odio a Cristy y prosiguió a hablar—. Viste lo que me hizo Naúm. Se me insinuó. Me beso y por su culpa ahora soy un maldito infiel.

—¡Ella no tiene la culpa de que tú también hayas querido! —Le gritó Lizzeth mientras se adentraba al elevador.

—¡Tú cállate que contigo no estoy hablando! —Le contestó él y la observó de arriba a abajo detenidamente—. ¿O quieres que vuelva a golpearte?

Lizzeth se mantuvo en su lugar, ahora no se intimidó por las palabras de Ricardo. Total, ya no tenía nada qué perder. Pude visualizar afuera como Johana se encontraba con Matías cubriéndolo de todo lo que pudiese ver. Se lo agradecía.

—Ricardo para —le dije, él volvió la mirada a mí—, estás descontrolándote de nuevo.

—¡Me vale madre Naúm! —Gritó él completamente enfurecido y entonces sentí sus manos en mi brazo empujándome hacia afuera del elevador. Caí al suelo y por el empuje hice caer a Lizzeth también. Desde mi ángulo pude ver cómo Ricardo apretaba nuevamente el cuello de Cristy, estaba decidido a acabar con ella—. ¡¿Por qué demonios lo hiciste?! —Le gritó mientras Cristy iba perdiendo sus fuerzas. Su vida acaba lentamente a manos de Ricardo—. Yo no quería, tú me induciste a hacerlo y ahora me las vas a pagar.

Cristy pudo reaccionar a tiempo y le proporcionó una fuerte patada en los testículos a Ricardo. Él de inmediato la soltó y ella logró salir del elevador. Ricardo por su lado se cubrió su parte mientras se retorcía de dolor en el suelo.

Pude colocarme de pie e ir a donde estaba Cristy, ella no dudó en abrazarme mientras lloraba desconsoladamente y atemorizada.

—¡Está loco Naúm! —Pudo gritar con facilidad. Donato se encontraba ayudando a Lizzeth a ponerse de pie, se le dificultaba por su gran herida—. Ricardo me quiso matar.

—Tranquila Cristy —le dije. Comencé a acariciar su espalda con mi dedo pulgar para tranquilizarla—. No voy a permitir que Ricardo te haga daño. Sus arranques de furia no voy a permitirlos más.

—Yo no soy la culpable. Él también quiso hacerlo, estaba decidido y en ningún momento se detuvo. En ningún momento pensó en su mujer.

—Me consta. Él te tomó como si también te deseara. Te besaba con gran pasión y no puede negarlo.

—Aléjate de ella Naúm —escuché la voz de Ricardo detrás de mí. Me dio temor el sonido de su voz, te causaba un gran miedo el simple hecho de escucharla. Cuando lo vi, pude ver sus ojos llenos de furia, lágrimas caían de ellos y su rostro estaba completamente colorado. Comenzó a acercarse, Donato comenzó a seguirlo por detrás.

—No voy a hacerlo —contesté mientras colocaba a Cristy tras de mí. Quise sonar amenazante también—. ¿Por qué quieres hacerle daño? No hay necesidad de querer matarla Ricardo. Ella no tiene la culpa. Que haya iniciado con todo no significa que sea la responsable. Bien pudiste detenerte, pero no lo hiciste. ¿Por qué?

—Estoy desesperado por ir con mi mujer. Y Cristy llega y se entromete. No sé qué me pasó en ese instante. Pero ahora me arrepiento, siento asco por ella.

—Eres un poco hombre Ricardo —le dijo Johana tras él. Ricardo se giró con brusquedad y con su mano derecha le proporcionó una fuerte bofetada en su mejilla. Johana se tambaleó pero pudo mantenerse de pie.

—¡No vuelvas a llamarme de esa maner...! —Gritó pero no pudo terminar. Sus palabras fueron silenciadas por el puño de Donato en su mandíbula. Esto ya estaba poniéndose demasiado horrible y si seguía así, todos íbamos a salir afectados.

—¡¿Quién te crees para maltratar a una mujer?! —Le gritó Donato. Ricardo no quiso continuar con los golpes, sabía fácilmente que con Donato no iba a poder—. ¿Me tienes miedo o por qué no reaccionas imbécil?

—Donato, ya por favor —le dije.

—¿Ya qué Naúm? —Me gritó él mientras me miraba desde su lugar. Lentamente fue despegando su mirada de mí para volver a Ricardo—. Si no le damos su merecido a este imbécil, va a ser lo que él quiera.

—¡Adelante! —Gritó Ricardo amenazante mientras caminaba lentamente con Donato—. ¿Quieres golpearme? No te tengo miedo. Mira a tu hermano, bien que me gritaba. ¿Quién está muerto ahora?

Donato se le echó encima y ambos cayeron al suelo, ahora sí Ricardo había destapado la furia total de Donato. Tampoco iba a permitirle que hablara mal de Doroteo. Acaba de fallecer, no podía burlarse de esa manera.

—¿Por qué te metes con mi hermano? —Le dijo Donato. El volumen de su voz iba bajando de intensidad cada vez que estrellaba a Ricardo contra el suelo. Recordarlo lo hacía perder fuerzas y sus lágrimas caían apresuradamente en el rostro de Ricardo. Se detuvo. Se movió de su lugar y se recargó en la pared para echarse a llorar. Quise ir con él pero primeramente tenía asuntos que arreglar con Ricardo.

Cuando me estuve acercando a él, el gato llamó mi atención de inmediato. Pasó por encima de Ricardo y se metió al elevador, después de eso, escuchamos un fuerte ruido eléctrico. Y un ting proveniente del elevador. Ahora había entrado en funcionamiento.

Cuando me asomé por la puerta, pude ver luz proveniente desde arriba. Los sollozos de Donato habían cesado y desde su lugar se miraba impresionado. Todos lo hacíamos. Ricardo fue colocándose de pie y sin sentirlo, pasó por mi lado adentrándose al elevador.

Su sonrisa se iluminó al visualizar los mandos de control que lo llevarían al piso de abajo o al piso de arriba. Pero al momento pensé que no serviría de nada. Abajo había muerte y arriba también, el hecho de que haya entrado en funcionamiento no significaba nada. No nos indicaba una salida.

Entonces, un ruido más llamó nuestra atención. Era un ruido lento que poco a poco iba aumentando su volumen. Entonces nos percatamos de que algo estaba por suceder, y por la mirada de Ricardo supe que también lo presentía. Quiso salir del elevador pero las puertas se cerraron provocando un fuerte choque entre ellas. La luz que se miraba arriba indicaba que el elevador subía y el ruido que provocaba parecía que lo hacía con una fuerte intensidad.

Entonces se escuchó un fuerte impacto, siguiendo de un fuerte gritó de dolor de Ricardo. Algo acababa de sucederle. Entonces corrí a las puertas tratando de abrirlas pero éstas no respondían.

Me alejé un poco para aplicarles fuerza, pero antes de hacerlo me detuve, las puertas comenzaron a abrirse de nuevo. El elevador bajó.

Todos nos miramos con cara de pánico antes de verificar que era lo que había sucedido.

Un gran charco de sangre, tanto en el suelo como en el techo goteando. Sin rastros de Ricardo. Me sorprendí de solamente encontrar su corbata y uno de sus zapatos. Ese impacto, ese grito, sin duda habían causado algo gravemente fuerte, algo como una muerte más, como la muerte de Ricardo.

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