Hospital

Od P1-221

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Hospital, es una historia llena de misterios, en la que el protagonista Naúm, se verá envuelto. Adéntrate en... Viac

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Epílogo

Capítulo 19

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Od P1-221

—¡No voy a permitir que te lo lleves y lo arrojes ahí abajo como animal! —Gritó Donato y se abalanzó hacia Ricardo, quien en sus manos llevaba arrastrando el cuerpo de Doroteo, iba a llevarlo hacia abajo. Entendía el dolor de Donato, por cualquier familiar no iba a permitir que fuera llevado a cualquier lugar pudiendo yo protegerlo. Pero en este caso, no se podía hacer nada, Donato no podía mantenerse con el cuerpo de su hermano a lado.

—Donato —expresó Cristy y se posicionó al instante frente a él. Ricardo se había detenido pero prosiguió a bajar el cuerpo—, no podemos mantener aquí el cuerpo de Doroteo. —La voz de Cristy sonaba melancólica, te provocaba más lástima por el hecho que acaba de ocurrir. Donato miró cómo Ricardo llevaba abajo a su hermano y volvió la mirada a Cristy—. Una vez que salgamos de aquí, vendremos por los 3, y vamos a darles una buena sepultura. Por ahora, aunque nos duela, debes comprender que Doroteo no puede estar aquí. Mucho menos frente a Matías.

Donato se pasó la mano bajo su nariz limpiando su mucosa y asintió lentamente comprendiendo las palabras de Cristy. Giró a verme, vio las escaleras y después giró su cabeza al punto de cruce de los pasillos.

—Quiero estar solo —soltó y estrelló su mano con la que se limpió la mucosa con la rodilla para después encaminarse al pasillo perdiéndose en él. Cristy me miró y caminó hacia mí.

—Siento mucha pena por él —me dijo y yo asentí dándole a entender lo mismo—. Casi no dirigí palabra con Doroteo y aunque tenía un carácter algo pesado, era su hermano y él lo quería.

—Se debe sentir muy mal por las palabras que le gritó antes de dejar de hablarse para siempre. Él buscaba reconciliación y lamentablemente sólo encontró más problemas y una distancia definitiva.

—¿Perdió? —Preguntó Matías acercándose a mí. Cristy y yo nos miramos y asentimos para cubrir una mentira más. Matías apretó los labios y miró hacia la puerta como si pudiese visualizar a través de ella—. Fue muy horrible lo que le pasó.

—Sí Matías —contesté y observé detenidamente el techo por donde cayó la roca que aplasto a Doroteo. El agujero se miraba totalmente oscuro, no podía adivinar la profundidad de él a simple vista, pero supuse que no estaba tan alto puesto que, arriba estaba el tercer piso del edificio, el sanatorio—. Fue muy horrible. —dirigí mi mirada a él—. Pero no pienses en eso, ¿está bien?

Matías asintió y Johana se acercó a nosotros. Lizzeth estaba sentada en el suelo aterrada, debía también guardar reposo por lo de su aborto. Johana colocó sus manos en los hombros de  Matías y él la miró al instante.

—Tú no vas a perder Matías —le dijo Johana y Matías sonrió confiando en ella—. Nosotros te haremos ganar.

—Lo sé —contestó Matías y giró su mirada a mí—, confío en el señor Naúm. Él me dijo que era el jugador supremo.

La palabra señor casi nunca me era mencionada, siempre me hablaban por mi nombre o por mi apellido, me gustaba escucharlo de Matías. El confiaba plenamente en mí y yo no podía fallarle. Me acerqué para abrazarlo y él me apretó de las piernas. Acaricié su cabeza calva y pude sentir unos pequeños cabellos que ya se avecinaban. Me gustaría verlo feliz, fuera del hospital con su cabello largo y su oso de peluche a un lado. Conocer a su madre para poder permitirme seguir viendo al niño.

Ricardo apareció por la puerta con sus manos separadas, estaba manchado de sangre y no tenía con qué limpiarlas. Sus dientes se asomaban de manera apretada y sus labios estaban levemente separados. Si alguien que no conociera lo que acaba de suceder, podría deducir fácilmente que Ricardo había acabado con la vida de alguien de una manera muy trágica. Su traje ya se miraba completamente cubierto de sangre y dudaba que pudiera quitarse la mancha facilmente.

—¿Y Donato? —Preguntó buscándolo con su mirada.

—Está en el pasillo —contesté y él apretó los labios para después dirigirse hacia allá, no sabía exactamente qué podría hablar con él pero supuse que iba a tratar de reanimarlo, por lo menos un poco.

Lo seguí con la mirada y no pude evitar detenerme en las barras arriba de la puerta principal. Ahora 4 de ellas estaban completamente apagadas y 7 encendidas. No podíamos permitir ver una más apagada.

Sentí la mirada de todos sobre mí, era el único que me movía dentro del hospital. Todos estaban quietos y no originaban ninguna especie de ruido. El gato ya había desaparecido de nuevo y cuando lo recordé, volví mi mirada al techo. Teníamos que arriesgarnos si queríamos encontrar algo ahí arriba.

—Voy a subir —dije e hice reaccionar a todos. Miré a Lizzeth, me miraba asombrada por lo que acababa de decir—, lo siento pero si quieremos saber qué hay ahí arriba entonces debemos asomarnos.

—Sí Naúm —anunció Cristy y la sentí un poco incómoda, quizá no estaba conforme con que yo viera ahí arriba pero sabía que tenía qué arriesgarme, se removió en su lugar y mantuvo la mirada fija en mí—, probablemente ahí arriba encuentres algo. Pero —se detuvo y pasó su lengua por dentro de sus labios, después rechisto y apretó los labios, no quería decir lo siguiente, aunque me imaginaba lo que quería avisarme—. ¿Y si sólo encuentras muerte?

Volví la mirada al techo y luego la regresé a ellas, Cristy tenía razón, no estaba preparado para morir. ¿Qué sería de mi familia si yo les hiciera falta? Nunca pensé en que podría morir de esta manera, siempre quise hacerlo dormido, sin sentir nada. Simplemente dormir y ya nunca más despertar. Di un fuerte suspiro y asentí conscientemente.

—No podemos quedarnos aquí abajo. Tengo que ver qué es lo que se encuentra arriba. Ayúdame a subir por favor.

—Naúm no —trató Lizzeth de detenerme. Pero ya no iba a obedecer. Ya tenía un pie sobre el primer cajoncillo y subí hasta arriba en un santiamén.

Lentamente me fui colocando de pie hasta que mi cabeza llegó al agujero. Cerré los ojos esperando algún impacto, tenía miedo, no iba a negarlo, pero éste se fue de mí cuando no sentí nada. Estaba demasiado caliente y cuando abrí los ojos no pude ver nada. Solamente oscuridad sin fin. Adentré una mano al lugar y la estiré para saber si tocaba algo que pudiese servir. Sentí migajas de tierra, polvo y pequeñas porciones de la roca que acabó con la vida de Doroteo, lo arrojé todo hacia abajo y proseguí a buscar. No había nada. La roca seguramente la habían colocado desde el sanatorio. Habían abierto el suelo para que la trampa fuera ideal. Todo estaba planeado, aún no entendía cómo fue que se activaron las trampas que acabaron con la maestra Ximena y Victoria, pero alguna explicación lógica debería de haber.

Me agaché lentamente para que el casillero no comenzara a temblar como lo hizo con Ricardo. Lentamente fui llegando abajo hasta que de un salto llegué al suelo. Miré a Lizzeth, su mirada parecía estar más tranquila al verme a salvo, pero la mirada de Johana demostraba desilusión. Una esperanza más que se había ido como todas las demás.

—Nada —solté y negué desilusionado con la cabeza—, no creo que hayan ocultado algo ahí arriba.

—La única salida que podríamos encontrar es yendo al piso de arriba. Patricio bajó y algo lo atacó. Pero eso no nos dice que arriba también se encuentre lo mismo.

—¿Y qué me dices del aviso que se encuentra en ellas? En la pregunta que dice que si en verdad queremos subir. ¿No crees que si quisieran que salieramos nos hubieran dado por lo menos una pista?

—¿Y si es un engaño?

—No, no —interrumpió Lizzeth al instante—, tengo una teoría más acertada. ¿Y si Patricio activó la trampa que había ahí abajo? Es decir. El letrero de las escaleras nos prohíbe bajar, pero, ¿y si sólo es la trampa? Patricio ya cayó en ella, lo que quiere decir que el camino está libre.

Cristy y yo nos vimos dándonos a entender que la teoría de Lizzeth era probablemente cierta. Si abajo Patricio ya activó la trampa es porque quiere decir que el camino pudiese estar libre.

—¿Y si no es así? —Preguntó Johana acaparando la atención. Se enderezó para hablar mejor—. Aquí se encuentran trampas y una a una van siendo descubiertas. ¿Pero y si abajo hay algo peor? Una bomba o algo que haga que nuestros cuerpos exploten. Patricio sin duda ha tenido la peor muerte en este lugar. Fue decapitado y quien sabe de qué manera. Escuchamos sus gritos de auxilio, lo que quiere decir que sufrió mucho antes de morir.

—La única manera de saberlo, es que uno de nosotros baje —dije y todos permanecieron en silencio—, y obviamente, sabemos que nadie quiere hacerlo.

Pensé en Donato, pero lo saqué de mi cabeza al instante. Él había perdido las esperanzas de vivir, pero su madre lo esperaba con urgencia ahí afuera. No íbamos a mandarlo a una posible muerte sólo porque sus ganas de vivir habían disminuido demasiado. Para nada. Sería muy egoísta mandar a otra persona a hacer algo solamente porque uno no quiere hacerlo.

—¿Por qué el silencio? —Escuché preguntar a Ricardo. Cuando giré a verlo, lo miré solitario, Donato aún permanecía en el pasillo, seguramente llorando la muerte de su hermano. Si Ricardo quiso intentar hablar con Donato no lo había logrado. Quizá le pudo demostrar que contaba con él pero Donato no podía reanimarse, no con unas simples palabras de apoyo y comprensión—. ¡Contesten! —Gritó Ricardo haciéndonos reaccionar, nos habíamos quedado callados con su pregunta—, ¿por qué están tan callados?

—Porque ya no sabemos cómo es que saldremos de aquí —respondí y me acerqué a él para platicarle todo lo que habíamos hecho. Estuve a unos pasos frente a él y él se mantuvo en su lugar—, revisé el techo y todo está oscuro, y en lo que pude tantear, no había nada más que tierra, polvo y unos cuantos trozos de la roca que aplastó a Doroteo. —Ricardo lanzó su mirada al techo y colocó sus brazos en jarras, seguramente él tenía planeado examinar pero me había adelantado—. Además, caímos en la conclusión de que la única manera de poder hallar una salida, es bajar y que uno de nosotros se arriesgue a posiblemente, perder la vida.

—Nadie va a querer hacerlo —respondió él mientras negaba, desde su lugar giró la cabeza a donde se encontraba Donato y luego me miró. Levantó su mano y con su pulgar señaló hacia donde estaba Donato—. Donato podría...

—¡No! —Grité al instante interrumpiendo, tuvo los mismos pensamientos que yo pero él no se arrepintió. Abrió sus ojos con sorpresa y me miró amenzanate—. Donato aunque hayamos visto que quería bajar, no va a hacerlo, él ahorita está vulnerable a cualquier reacción de sus sentimientos.

—¡Entonces ya no hay ninguna otra manera Naúm! —Gritó Ricardo y dio media vuelta para encaminarse hacia el lugar donde estaba Donato. Lo seguí y al instante sentí pasos detrás de mí. Donato se alarmó y trató de enderezarse, estaba sentado en el escritorio aún derramando lágrimas. Ricardo se colocó frente a él y se preparó para hablar—. Donato...

—¡Ricardo! —Le gritó Cristy detrás de mí, él se giró al instante y miró a Cristy con confusión. Seguramente se percató de los planes que Ricardo tenía planeado hacer. Cristy se acercó a él y lo apretó del hombro—. No vas a decir nada.

—¿Nada de qué? —Preguntó Donato. Cristy y Ricardo lo vieron y entonces Cristy lo movió hacia atrás. Ricardo obedeció, parecía sentirse dominado por Cristy y pensaba que debía obedecerla en todo.

—Tenemos que hacerlo —dijo Ricardo un poco alterado. Cristy comenzó a respirar un poco más fuerte y tomó a Ricardo del cuello de la camisa. Su mirada se desviaba de sus ojos a sus labios pero permanecía quieta—. ¡Donato debe arriesgarse por nosotros!

Ricardo empujó con delicadeza a Cristy y dio media vuelta para encaminarse de nuevo con Donato.

Cristy pasó por su lado y lo giró de nuevo hacia ella. Se acercó a su rostro y no pudo contenerse más, tomó el cuello de su camisa y lo acercó a ella, sus labios se unieron con los de él e iniciaron un beso. Ricardo, no se inmutó, al contrario abrazó a Cristy por la espalda y continuó con el beso.

Poco a poco Cristy fue caminando hacia atrás y Ricardo la seguía. Decidí hacer lo mismo, seguirlos, no podían estar haciendo esto frente a nosotros y con lo que estaba sucediendo. Llegué tarde para observar. Cristy y Ricardo se habían encerrado en el primer cuarto y quién sabe qué cosas podrían surgir una vez los dos ahí dentro.

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