Noah llegó a su casa y metió el auto en el garaje. Entró a la cocina y se sirvió un vaso de jugo. Se recostó en la isla y no pudo evitar sentirse solo. ¿Mucho silencio quizá? Había vivido de esa manera durante mucho tiempo, desde antes de graduarse había querido tener su espacio. Generalmente le gustaba su soledad pero, ahora lo sentía algo asfixiante. En un principio, sus padres le habían regalado un departamento y vivió allí unos años, hasta que logró tener el suficiente dinero para tener su propia casa y modernizarla a su antojo.
Se había dicho tantas veces que no necesitaba a nadie más que Annie en su vida para ser feliz, pero quizá eso estuviera comenzando a cambiar. Necesitaba encontrarla y darle todo lo que no pudo darle. Deseaba que hubiese tenido una buena vida. Estaba cerca de encontrarla, lo sentía, pero ¿qué haría luego de encontrarla además de llenarla de lujos? Ahora él no era la persona más amorosa del mundo, pero podría intentar cambiarlo. Era obvio que ella no estaría con él para siempre. Ella se casaría, tendría sus hijos—si es que ya los tenía— y eventualmente se iría de la casa y él volvería a quedarse solo. ¿En serio quería eso para su vida?, ¿estar solo y vivir su vejez sin nadie a su lado? Pensándolo así, quizá no le gustaría.
Ahora no podía parar de pensar qué sería de él en los años consiguientes.
¿Por qué desde que había aparecido esa chica, su manera de pensar había cambiado tan radicalmente?
Pero no tenía elección de cambiar. No debía. Era el tipo de vida solitaria que había decidido para él hacía tantos años y no claudicaría ante su decisión. Esa mujer había influido mucho en su vida, en la mayoría de sus decisiones. Se había convertido en uno de los hombres más exitosos y codiciados del momento y había fundado su gran bufete a base de su arduo esfuerzo y estudio para algún día demostrarle a ella, que él, como tantas veces solía llamarlo, no era un inútil y mucho menos una basura. Había obviado todo intento de acercamiento por parte de ella en los años después de que lo abandonó y no entendía por qué después de tanto quería hablar con él.
La odiaba.
Subió las escaleras y entró a su cuarto. Comenzó a desvestirse. Quería bañarse y sacarse toda esa suciedad de encima.
Luego de salir del baño y colocarse un simple bóxer negro para dormir, se echó alcohol en las heridas que veía. Ninguna no era muy profunda, pero de igual manera debía curarse. Se miró al espejo y no pudo soltar un suspiro. Al día siguiente tendría una cara terrible. Tenía varios moretones en el pecho, uno que otro en el rostro y puede que quizá al día siguiente tendría el ojo izquierdo morado.
Su mente regresó a Kara y a sus moratones, luego, al chillido que dio cuando la tomó en brazos. Para él, que ella tendría una que otra costilla lastimada. Pero, él no debía de pensar más en ello y no sabía por qué su subconsciente seguía insistiendo en recordarla. ¿Qué le pasaba? Todo se había vuelto demasiado extraño para él y no quería saber nada más. Ella ahora era problema de Mary y él no tenía porqué intervenir.
3:07am
Noah se levantó lleno de sudor. Sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo haciendo que todos sus vellos se erizaran. Había tenido una pesadilla. Había tenido ésa pesadilla. La noche en la que esos hombres habían entrado y habían alejado a Annie de él. Estaba frustrado de la misma mierda casi todas las noches. odiaba recordar ése día. Ésa pesadilla lo había atormentado gran parte de su vida y no se había detenido. Eran pocas las noches en las que podía dormir sin que el recuerdo de ese día no llegase en el momento menos oportuno a joderlo todo.
Aún recordaba con claridad, a pesar de los años, las caras sonrientes de esos Animales mientras lo golpeaban hasta casi la muerte. Se vengaría. Algún día tendría su venganza y le daría su merecido a esos hombres. Estaba cazándolos y muy pronto les haría pagar y hacerles decir qué habían hecho con su hermana.
Se levantó de un salto y se dirigió hasta el baño, en donde se mojó la cara y luego se miró al espejo viendo cómo el contorno de su ojo izquido estaba levemente obscurecido. Regresó a la cama y colocó el aire acondicionado al máximo. Hacía demasiada calor y los recuerdos lo estaban matando. Los gritos de Annie mientras se la llevaban, el dolor, la sangre...
Necesitaba desahogarse con alguien, sabía que debía hacerlo si no quería terminar en un psiquiátrico. Pero, ¿con quién? Sabía que con Mike podría hablar, pero no confiaba en él como para mantener sus secretos. Sabía que le diría a Mary y luego a sus padres y éstos seguramente querrían tener una charla sobre eso y no quería tener que relatar ese hecho nuevamente ante su familia adoptiva. Sólo lo había dicho una vez y jamás volvió a hablar de ello.
Se acurrucó en la cama y abrazó a una de sus almohadas lanzando un sonoro suspiro, poco tiempo después, cayó dormido.
Era la una de la tarde cuando Mike llamó a Noah al móvil. Éste había estado esperando para hablar con él desde que había escuchado todo lo que Kara le había dicho a Mary y como todo chismoso no podía esperar para decírselo a su hermano. Se sentía mal por ella, por haber vivido de esa manera toda su vida, pero no podía hacer nada más que contárselo a Noah. Quizá eso lo convertía en un chismoso, pero, ¿a Noah también le incumbía, no? Sabía que su hermano sentía cierta atracción por ella, se notaba demasiado, pero él se negaba a dar un paso adelante.
—¿Por qué no contestabas? ¿Acaso invernas los domingos?
Noah bostezó restregando la cara contra la almohada. No se había movido de la suavidad de su cama durante todo el día.
—Algo así, ¿qué quieres?
—Quiero que vengas acá de inmediato. Tengo algo muy importante que contarte.
—No quiero salir. Déjame disfrutar de mi único día libre en la soledad de mi casa.
—¡Que vengas te digo! Es muy importante, además estoy seguro que no has almorzado así que ven a comer. Te espero en treinta.
—¡Pero...!—Mike, había colgado—. Cabrón.
Mike, luego de colgar, se dedicó a ver la foto que tenía en su escritorio. Era la primera que se había tomado con Mary luego de iniciar la relación. Recordó cómo se habían conocido y no pudo evitar que una sonrisa se colara por sus labios. Ella había chocado su auto mientras retrocedía sin mirar y se había negado a pagarle porque según ella, él había tenido la culpa de alguna manera. Habían discutido mucho y casi llegaban a términos legales, hasta que llegaron a un acuerdo. Y vaya de acuerdo más largo, porque ya tenía tres años esperando a que ella pagase lo que tuvo que gastar en la reparación del parachoques de su auto.
Noah había terminado de vestirse con un jeen negro y una camisa manga larga blanca. Estaba listo para irse cuando llamaron a su puerta. Eso lo alarmó. Porque para llegar a la puerta de entrada principal de la casa había que pasar por el portón o por la puerta a su lado. No había manera de llegar a la puerta a menos...
—Dame las llaves, Clara.—Espetó.
—Búscalas. Están aquí dentro.—Insinuó su escote—. ¡Oh, por Dios! ¿Qué te pasó en la cara, cariño?
—Déjate de juegos y dame mis llaves antes de que te demande por allanamiento de morada.
—No. Déjate de juegos tú y dime quién se atrevió a tocar tu hermoso rostro.
Noah gruñó. Agarró la copia de sus llaves y de su auto y cerró la puerta de su casa detrás de él. La miró con la cara mas amenazante que tenía.
—Entrégame las llaves en tres... dos... —Clara sacó las llaves de su saco y se las colocó en la mano—. Que sea la última vez que pasa algo como esto. Porque no me importa de quién seas hija si es necesario tomar acciones legales para que me dejes en paz.
—¡Sólo quería pasar el domingo contigo!
—¿Y se te cruzó por la mente siquiera que yo quería pasar el domingo contigo? No me obligues a ser más cruel de lo que ya he sido contigo. Deja de buscarme de una buena vez.
La tomó del brazo. Cruzó el jardín y la llevó hasta la calle.
—Espero que con ésto dejes de insistir.
Noah regresó cerrándole la puerta en sus narices. Entró nuevamente a su casa, buscó el móvil y fue hasta la cochera. Se subió a su auto, ya afuera apretó el botón para que el portón se cerrara.
—No quiero volver a verte por acá. Estás advertida.
Llegó al departamento de Mike más rápido de lo que había pensado. Había pisado el acelerador sin lástima. Estaba frustrado por todo y lo último que quería hacer en ése momento era llegar al punto en donde todas sus frustraciones y dudas estaban. Kara. Sin embargo, seguía muy enojado con Clara. ¿Qué se creía ella?Era la segunda vez que llegaba de imprevisto e intentaba tener algo con él. Pero lo de hacía unos minutos había sobrepasado un límite. No entendía del todo el enamoramiento, pero no veía nada correcto en sus acciones.
¿Era necesario a partir de ahora ser más cruel con ella? Quizá. A lo largo de su éxito en el mundo legal había experimentado lo que era que muchos hombres importantes le presentaran a sus hijas, que ellas mismas se presentaran o que las mujeres, de un poco más edad que él lo abordaran con segundas intensiones. Pensaba en ésa clase de personas, quienes si supiesen algo sobre su pasado lo trataran diferente. Quizá con lástima, con indiferencia o mirándolo por encima de su hombro.
—Uy, ¿y esa cara?—Preguntó burlón Mike mientras Noah entraba y se tiraba en uno de los muebles de cuero negros.
—Estoy muy frustrado.
—¿Y ahora por qué?
—Adivina quién se presentó en mi casa, estaba en la puerta principal y a punto de entrar con mi par de llaves perdidas.
—¿Es posible que...?—Noah asintió—. Está bien, creo que yo estaría igual.
—¿Y Mary?—Preguntó desviando la vista hacia la gran terraza del departamento.
—Está en la terraza con Kara y Abel. Lo llamó y llegó hace un buen rato. Desde que llegó no se ha separado de Kara, ¿puedes creerlo? Está peor que tú.
Noah frunció el ceño inmediatamente y experimentó por primera vez en su vida un sentimiento extraño que su pecho, que lo hizo enojarse más de lo que estaba. ¿Por qué tenía que estar Abel con Kara?, ¿qué pasaría si él descubre que ella era una de las bailarinas de ésa noche? Pero sobre todo, ¿por qué tenía que estar él ahí mientras él no estaba? Por alguna razón, no le gustaba que ése hombre estuviera tan cerca de ella porque lo conocía.
—¿Noah?—Lo llamó Mike.
—Eh, sí, sí, ¿qué pasa? ¿qué quieres decirme?
—La cosa es que... —susurró agachándose un poco—, escuché una larga conversación entre Mary y Kara. Le contó absolutamente todo, creo.
—No quiero saber nada.—Mintió. Estaba muy claro que quería saber todo lo que habían hablado, pero quería que todo eso se lo contara ella en algún momento la si la situación se daba. Noah se levantó.
Kara reía por primera vez en tanto tiempo junto con Mary y su hermano Abel. Sentía un gran alivio por dentro, era como si pudiera hacer lo que quisiera sin tener ninguna represalia. Sin embargo, no podía dejar de preguntarse qué había sido de Marcus. ¿Habría muerto? No sabía qué pensar respecto él, pero lo menos que le deseaba era la muerte rápida. Antes de eso, pensaba que era mejor que sufriera de la misma manera en la que él la hizo sufrir a ella. Él solía decir que las cosas debían de ser justas, así que...
Tampoco había podido dejar de darle vueltas al asunto de sus recuerdos perdidos. Las pesadillas eran tan reales, era todo como si lo hubiera vivido en carne propia. Era la hora de recuperar todos sus recuerdos y ponerle al rompecabezas que era su memoria sus piezas perdidas. Quería saber cómo había sido su vida antes de sus siete años. Imaginaba que había sido el tiempo en el que su mamá estaba con su papá, del cual nunca había sabido absolutamente ni tampoco se dio el lujo de preguntar muchas veces durante su infancia.
—¿En qué piensas?—Preguntó Abel.
—En nada.—Suspiró y sonrió levemente.
—Oye, ¿y no te gustaría salir conmigo a algún lugar?—De inmediato, Mary se levantó de un salto y comenzó a golpear a su hermano.
—¿¡Qué te pasa a ti, eh!? ¡imbécil! ¡es mejor que la dejes de molestar si no quieres que te castre!—dejó de golpearlo y él se arregló su cabello alborotado, fue en ése momento en el que Noah entró con su típico semblante serio—. ¡Oh, Noah!, ¿quieres comer algo?—Él asintió y Mary miró a Kara—. Ayudame, ¿sí?—Ella asintió y se levantó. Noah la miró hasta que desapareció detrás de él y se sentó en frente de Abel.
—¿Y esa cara qué? ¿Hubo una palea de gatas y te tocó intervenir o qué?
—Algo así.
—Supongo que conoces a mi nueva amiga, ¿cierto?
—De hecho yo la conocí primero, pero por motivos que a ti no te importan terminó viviendo aquí con ellos. —Sin darse cuenta, había dado a conocer la amargura que sentía. ¿Por qué estaba así de repelente con él? ¿De dónde había salido ese enojo?
—Mary me contó algo sobre eso. Ella era una amiga tuya que tenía un novio que la maltrataba y ustedes decidieron intervenir ayudándola a escapar de ése tipo. ¿Llevarás su caso si decide demandarlo?
—Todavía no hemos hablado si quiere empezar un proceso judicial contra ese malnacido.
Luego de comer y de tener una charla amena con todos en el balcón Mary había decidido que era hora de hablar con Noah sobre lo que tenía planeado hacer.
—Noah, sígueme, tengo que hablar contigo sobre algo.—Miró a Mike y le sonrió.
—Bueno, de qué querías hablarme.—Dijo cerrando la puerta del despacho de Mike.
—Es sobre Kara... hay un favor que quiero pedirte.
—Habla.—ella jugó con sus manos nerviosa de decir lo que se proponía.
—En el bufete... ¿tienes algún puesto para ella? Hablamos y me confesó que quiere trabajar comenzar a ganar dinero por sí misma y comenzar a tener sus cosas porque no quiere ser una carga y..., quisiera que le dieras empleo como tu secretaria o no sé puesto de que la que tenías renunció. Además de que si llegara a ocurrir algo con su ex tú estarías ahí para ayudarla y...
Noah la miró un poco indeciso. ¿Que Kara trabajara para él sería buena idea? No, claro que no era buena idea. Tendría que verla durante todo un día lo cual haría un poco más difíciles las cosas pese a lo extraño que se sentía a su lado. No quería tenerla cerca durante tanto tiempo, no podría soportar la tentación.
Las horas consecuentes Noah no había podido parar de mirarla cada vez que ella se distraía. Era jodidamente hermosa, tanto así, que le costaba mucho apartar la vista de ella. ¿Sentía algo por ella? No, imposible, sólo habían pasado dos días. Quizá sólo era atracción sexual y se solucionaría con el tiempo. Sus ojos se encontraron y ella le sonrió con incomodidad. Le frustraba que Abel no parase de sonreírle y que ella le regresara la sonrisa y le daba toda la atención a él.
¿Sería mejor alejarse? Sí.
¿Sería capaz de hacerlo? Claro que no.
Y menos ahora que ella trabajaría para él.
—Kara—La llamó poniéndose de pie, ella levantó la vista hacia él—, ven un momento conmigo.