Tocó levemente la puerta del departamento de Peter Parker, sus manos temblando con un repentino nerviosismo, aunque sabia que en gran parte era por miedo.
Pasó sus manos por las cuerdas de la mochila y suspiró. Tenía cientos de pensamientos alrededor de su mente y no podía concentrarse en que la puerta delante de ella era abierta por la tía de Peter, May.
—¡Lea!— dijo con alegría —¿ese era tu nombre, no?— juntó levemente las cejas.
La muchacha asintió mientras la mujer se hacía a un lado para dejarla pasar a su departamento. Lea presionó las cuerdas de la mochila antes de ingresar.
—Peter está en su cuarto, estamos por cenar, ¿te gustaría quedarte?
—no— presionó sus labios, incómoda ante la amabilidad de la tía de Peter —. Sólo vine para hablar unos minutos con él, ¿podría ir con él?
—claro, claro— señaló el pasillo y sonrió —. Si necesitan algo, pueden avisarme.
Lea caminó por el pasillo después de asentir un par de veces hacia la mujer, y se acercó con lentitud a la puerta del Hombre Araña.
Tocó la puerta y observó el pasillo, donde desde el otro lado, May observaba con una sonrisa. Levantó sus pulgares en alto segundos antes de que la puerta se abriera. Peter apareció del otro lado con una expresión de fastidio.
—tía May, te había dicho que...— agrandó los ojos ante la muchacha delante de él, y sonrió, apoyando su brazo contra el marco de la puerta —. Lea, ¿cómo estás?
—tenemos algo muy importante de lo que hablar, Peter Parker.
—mm... Claro.— dijo, moviéndose de la puerta para dejarla pasar.
Lea caminó hasta la ventana, casi arrastrando sus pies. Se acercó a la vidrio y miró unos segundos hacia afuera, para luego darse vueltas y ver a Peter haciéndole señas a su tía May desde la puerta.
Él la observó y cerró la puerta, señalando con nerviosismo la cama, para que tomara asiento. Pero antes de que pudiera sentarse, Peter corrió para quitar las remeras que estaban sobre ésta.
—¿y... Qué pasó?— hizo una pequeña mueca.
—tengo que llevarte a un lugar seguro, Peter.— susurró, sentándose en la esquina de la cama.
—¿qué..?— intentó preguntar, pero guardó silencio.
Lea negó con la cabeza, no sabía que era exactamente lo que debía decir en aquel momento, pero sabía que entre todo lo que necesitaba, quería el perdón de Peter Parker por haber traicionado al equipo de Tony, donde él estaba.
Suspiró pesadamente antes de observarlo a los ojos. Él automáticamente sonrió, una sonrisa tranquila, genuina.
—primero quería pedirte perdón. Sé que traicioné a su equipo, sé que debes odiarme...
—no, Lea. Jamás podría odiarte.— ella negó con la cabeza.
—no hace falta mentir. Sé que me gané más enemigos que amigos.
—no, eso jamás— comentó, acercándose un poco más a ella —. Hiciste lo que creías correcto— Lea presionó sus labios —, ¿por qué estás acá?
—el Universo había dicho que iba a vengarse de mi, y envió a mis Hermanos y Hermanas a acabar con Tierra.
—¿y estás buscando mi ayuda?— negó con la cabeza ante la pregunta del muchacho.
—no, sólo quiero llevarte a un lugar seguro donde puedas permanecer junto a May, a salvo.
—no puedo dejar Queens...
—entiendo que lo que estoy pidiendo es demasiado— se detuvo unos segundos —, pero no puedo permitir que ellos lleguen a ustedes, es mi única oportunidad de mantenerlos a salvo.
—¿a salvo?— el muchacho parecía preocupado.
—ellos vinieron a matarlos, no voy a dejar que lleguen a ustedes.— Peter negó con la cabeza.
—¿cómo planeas hacerlo?
—quiero hablar con ellos, hacerlos entrar en razón de que lo que están haciendo está mal.
—¿cómo vas a detenerlos si su misión es acabar con nosotros?— Peter hablaba con voz temblorosa —Tony había dicho que todas las elecciones que hacías estaban siempre de alguna manera u otra conectada a tu misión de ayudar a la Tierra, ¿cómo podrías estar segura de que el ellos van a detenerse?
Lea guardó silencio, sabía que Peter tenía un punto, era bastante seguro de que sus Hermanos siguieran al Universo antes que a una de los suyos que los había abandonado por Tierra.
Presionó sus labios levemente y Peter Parker soltó una risa un poco irónica. Se levantó de la cama y abrió su armario, sacando del fondo de éste un traje rojo y azul, el que Tony le había armado.
—¿qué vas a hacer?— preguntó la muchacha.
—Lea, sé que queres ver mis abdominales, pero no puedo, soy respetuoso con las mujeres.— comentó levantando una ceja.
—Peter, hablo enserio.
—voy a ayudarte. No pienso quedarme oculto de todo esto, tengo que hacer algo.— Lea se levantó de la cama, colocándose enfrente de él.
—¿y May?— preguntó un poco molesta —¿vas a dejarla en manos de mis Hermanos para que muera de la manera más cruel?
—no.— susurró, ahora permanecia serio, y aunque no quisiera admitirlo, Lea lo había dejado sin ningún comentario o chiste. Ella tenía razón.
—los dos van a preparar sus cosas lo más rápido posible, van a llevar sólo lo necesario y vendrán conmigo a Wakanda.
—¿Wakanda?, ¿cómo?— Lea negó con la cabeza.
—tenemos que irnos, ahora.
El muchacho asintió con un poco de duda antes de salir del cuarto con rapidez, haciéndole una pequeña seña.
Lea volvió a la sala donde May permanecía sobre el sillón leyendo una revista de tendencias. Peter había ingresado al baño del departamento para seguramente colocarse el traje.
—señora May— su voz tembló, y por un momento quiso guardar silencio —, debemos irnos, ahora mismo.
—¿qué?— la mujer dejó la revista a un lado en el sillón —¿por qué? ¿qué está pasando?
Y como respuesta a su pregunta, el edificio tembló bajo sus pies. Lea abrió los ojos bien grandes, sorprendida, pero aún sin comprender. Caminó un par de pasos hasta May que miraba a todos lados con miedo, pero antes de llegar a ella, la pared que daba al parque enfrente del edificio, explotó.
Los ladrillos comenzaron a caer envueltos en llamas, y May gritó de terror. Lea corrió hacia ella y la tiró al suelo y se colocó encima, mientras todo comenzaba a arder entre un polvo blanco que caía sobre ellos.
Podía escuchar más gritos afuera, pero su prioridad era May. Cuando cesó la explosión totalmente, se levantó, tomando rápidamente a la mujer.
May parecía no reaccionar, su rostro permanecía cubierto en cenizas grises y miraba confusa a la muchacha.
—¡hay que irnos, Lea!— Peter apareció por el pasillo que aún se mantenía en pie.
Corrió hacia ellas y pasó el brazo de May por sus hombros, comenzando a cargarla. Lea se acercó lo suficiente para teletransportalos pero Peter no le permitió tomar su brazo, ya que lo elevó en el aire para disparar telaraña detrás de ella.
Una mujer cayó de rodillas con su rostro cubierto de telaraña, un arma desconocida para Lea cayó al suelo.
Detrás de ella, habían más personas, y no fue consciente de lo que sucedía hasta que observó sus rostros. Sus Hermanos y Hermanas los habían encontrado.
May soltó un grito mientras uno de ellos, el mas alto, comenzó a correr contra los tres.
Lea se colocó delante mientras observaba como otro de sus Hermanos tomaba el arma, preparándose para disparar.
—¡Peter!
—¡estoy en eso!
Disparó telaraña contra el arma en el momento justo que Lea evitaba un golpe que iba contra su rostro. Lea lo devolvió contra sus costillas, logrando romper algunas. El hombre gritó demasiado fuerte, ella sabía que era porque nunca antes había sentido dolor, y ahora la superfuerza de Lea era demasiado para su cuerpo humano.
Pero Lea tampoco estaba acostumbrada a pelear con alguien tan fuerte, así que cuando el golpeó con su palma su rostro, cayó al suelo soltando un quejido.
—¡basta!— gritó intentando detenerlos —¡esto no es lo que somos, es lo que Él quiere!
El hombre tomó su cabello y la elevó en el aire. Soltó un grito de dolor mientras su cuerpo se levantaba.
Peter estaba siendo acorralado por los demás, protegiendo a May detrás de él, pero disparó telaraña con sus manos, cubriendo el rostro de las cinco personas a su alrededor.
—¡somos Hermanos! ¡no tenemos que pelear!
—los hermanos no se abandonan.— dijo el hombre, acercando su rostro al de ella.
Descubrió que sus ojos eran similares a los suyos, a los que Rogers amaba de ella. Una mezcla de azul y marrón que parecían brillar más que nada en el Universo.
—pero se perdonan.— susurró.
Pero el hombre tiró con más fuerza de su cabello, logrando darle vuelta sobre el suelo. No sabía que debía hacer, sabía que ambos tenían las mismas cualidades, o al menos, muy similares. Pero tampoco quería matar a uno de los suyos.
Se transportó junto a él a un par de metros de donde estaban, aprovechando el segundo de confusión para ponerse de pie, logrando que él la soltara.
Lo pateó y luego golpeó su rostro antes de volver a transportarse, está vez tomando a May y a Peter para sacarlos de ahí.
Los tres llegaron a Wakanda, aparecieron sobre el pulcro suelo del exterior del edificio principal. Lea los soltó y respiró hondamente para intentar calmar su acelerado corazón.
T'Challa rápidamente apareció por las puertas de cristal corriendo hacia ellos. Peter intentaba hablar con May, se había sacado la máscara y hablaba con ella, que aún parecía confusa y perdida.
—¡Lea!— T'Challa la miró mientras señalaba a Peter para que ingresara.
—debo ir por Matt y Jessica, ¡me necesitan!— gritó antes de desaparecer.
Apareció en las oficinas de Nelson y Murdock que permanecían silenciosas. Caminó hasta el escritorio y miró a la oficina de Matt, pero la puerta abierta le permitía ver que el lugar estaba vacío.
La otra puerta se abrió, y un rubio apareció con una expresión cansada.
—¿en qué puedo ayudarla?— preguntó caminando hasta ella.
Lea no supo como reaccionar, y miró el aparato sobre su muñeca.
—¿dónde está Murdock?
—no vino hoy, ¿te conozco?— preguntó curioso —Estuviste el otro día, con la Viuda Negra— rió levemente, pero cambió rápidamente su expresión —. Tenés sangre en tu mejilla.
Lea se acercó a él antes de responder y tomó su brazo, sorprendiendo al rubio totalmente. Había estado una vez en el departamento de Matt para buscar su traje, y esperaba que estuviera ahí.
Ambos aparecieron sobre el suelo de madera del departamento de Matt y el rubio gritó antes de correr al baño a vomitar. El abogado permanecía junto a Karen, abrazados sobre el sillón. Sonrió levemente al sentir a ambos ahí.
—debemos irnos, Matt. Están todos en peligro.— dijo acercándose a ambos.
—no puedo dejar Hell's Kitchen.
—es una obligación hacerlo, no voy a permitir que salgan heridos.— Lea intentó tomar el brazo de Matt, pero este se levantó.
—me convertí en Daredevil para cuidar a la ciudad y no voy a irme ahora.— comentó, y Lea quiso reírse. Jamás él podría contra sus Hermanos.
—Matt, esto es más grande que nosotros— suspiró —. No son hombres malos, o los Vengadores, son Hijos e Hijas del Universo, enviados a destruir el mundo.
—pero...— ella lo cortó.
—pero no puedo dejarlos en este lugar.
—¡nunca más me hagas eso!— gritó Foggy volviendo a la sala.
—debemos irnos, ahora.
—¿qué?— Foggy se paró al lado de ellos, con sus brazos en su cintura.
Lea tomó a Karen que permanecía sentada y luego tomó el brazo de Matt, quien rápidamente colocó su mano sobre el hombro de Foggy.
Los tres desaparecieron sin dejar rastro, apareciendo en Wakanda, donde T'Challa ya los esperaba. El sol brillaba en lo alto del cielo, provocando sombras bajo ella.
El rubio volvió a vomitar, está vez sobre el suelo, Matt se inclinó para apoyar una mano sobre su espalda.
T'Challa corrió hacia ella antes de que desapareciera otra vez, tomó sus brazos y la miró a los ojos con desesperación.
—Wanda vio algo— empezó a hablar con nerviosismo —, no deja de repetir que la realidad va a romperse.
—¿qué quiere decir?
Lea giró la cabeza, mirando a su alrededor con nerviosismo. Podía ver a Peter más allá, y a Pietro, que aparecía para ayudar a Matt, Karen y Foggy.
Quiso responderle a T'Challa que seguramente no era importante, cuando lo vió.
Sobre el enorme cielo azul cubierto con pocas nubes, una grieta comenzó a formarse. Parecía una línea blanca en medio de tanto celeste, pero pronto se fue profundizando, hasta tal punto que un negro oscuro comenzó a aparecer en medio.
Sintió sus piernas fallar, y T'Challa la tomó con fuerza entre sus brazos, sin dejar que cayera. Sentía su cuerpo debilitado, y toda esperanza de poder lograr detener todo, se habían desvanecido.
Su mente comenzó a dar vueltas, llenando de imágenes su cabeza, creando y borrando ideas. Y repentinamente se acordó de Jessica, la única que faltaba por traer.
Intentó incorporarse, pero antes de llegar ponerse en pie por su propia cuanta, desapareció. No podía dejarla fuera, aunque ya no creía que funcionara llevarla a Wakanda. Además, tenía que encontrar la forma de cerrar aquella grieta antes de que represente un problema para Tierra.
Ni aunque el mundo entero estuviera en cenizas, cubierto en llamas, inundado por los océanos, o totalmente muerto, no lo dejaría. Era una humana más, y como tal, su misión era salvar el mundo que conocía.