Su presa, su pareja. [Underta...

By ReaperSutcliff

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Grell Sutcliff es el torpe y desastroso mayordomo de Katherina Blackwood, una joven aristócrata que es invita... More

Capítulo Uno
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
Capítulo Doce

Capítulo Dos

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By ReaperSutcliff

—Hueles... delicioso.

Grell tiembla, soltando un jadeo entrecortado, e intenta apartarse y darse la vuelta para ver quién exactamente era aquella persona.

Antes de poder hacer nada, una mano rápida como el rayo toma el cabello de su cola de caballo baja, tirando de esta con fuerza y arrancándole un grito de sorpresa y dolor, al tiempo que forzaba a su cabeza a inclinarse hacia atrás todo lo que podía, dejando su cuello descubierto. Su visión se nubla por las repentinas lágrimas, y es incapaz de hacer algo que no sea temblar, ya totalmente asustado, e instintivamente sus manos se dirigen a la que tiraba cruelmente de su cabello, intentando liberarse para acabar con el dolor y la posición incómoda.

El hombre desconocido gruñe por lo bajo, y su brazo libre, tan duro como el acero, le rodea la cintura, apegándolo al frente de su cuerpo.

Quieto- gruñe—. No quiero hacerte daño... no demasiado, en realidad— algo húmedo, blando y ligeramente áspero recorre el borde de su oreja, y no puede evitar el pequeño gemido ahogado que se le escapa por el miedo.

Por alguna razón, entre los temblores y el enorme nudo en su garganta, logra hablar.

—¿Qui-quiénes... s-son u-ust-tedes?— pregunta, con la voz débil, quebradiza y aún más aguda de lo normal, delatando lo asustado y cerca de las lágrimas que estaba.

El peliplateado suelta una exclamación seguida de una risa.

—¡Ah! Pero qué descorteces resultamos ser— dice, golpeando su muslo con una mano—. Nosotros aquí pretendiendo devorarlo, y ni siquiera nos habíamos presentado primero— ríe por lo bajo—. Déjalo ir... el pobre no tiene una sola oportunidad de huir de aquí, he, he...

El moreno bufa por la nariz, no muy convencido, pero aun así lo suelta reticentemente, como si estuviese empleando una fuerza mayor a sí mismo para completar la acción.

El castaño, repentinamente libre, casi cae hacia adelante, algo mareado por el brusco movimiento de su cabeza; y hubiera tenido éxito en golpearse contra el suelo de no ser porque primero choca contra un pecho amplio y firme, vibrante con risa contenida.

Oh- ríe el hombre—, hola, ¿qué tal?— su sonrisa se ensancha aún más, como si encontrara aquella situación terriblemente divertida.

Grell se aleja con rapidez del ojiverde, respirando entrecortadamente. El mayor parece ignorar su estado de agitación, porque se sienta en la cama de sábanas de seda y encaje negro, recargándose hacia atrás sobre sus manos.

—Soy Adrian Crevan, amo y señor de esta humilde mordida-eh, digo, morada— se presenta, ladeando la cabeza ligeramente hacia la izquierda—... aunque puedes llamarme 'Undertaker' si gustas— lame sus labios al tiempo que lo estudia de arriba a abajo—. Y tú... tú eres una completa amenaza si el solo aroma de tu sangre provocó que hasta el siempre controlado Willy perdiera la cabeza...

El moreno gruñe, entrecerrando los ojos en dirección a éste y apretando los puños.

—No me llames 'Willy'- dice con sequedad—. Sabes que lo desprecio profundamente— bufa, pasando su mirada al tembloroso mayordomo—. Mi nombre es William T. Spears. No preguntes por la "T". Llámame William— casi ordena, en una voz profunda y sin emoción. Como para enfatizar, ajusta sus lentes con su mano derecha.

El joven se remueve sobre sus pies nerviosamente.

—¿Qué... q-qué son ustedes?— pregunta, entre curioso y asustado.

El de cabello largo ríe bajo y se levanta de la cama.

—Nos llaman de muchas maneras... burolacos, nosferatu, moroi, a veces hasta 'demonios'... pero últimamente preferimos el nombre más popular... vampiros...— ríe, divertido al ver la expresión del menor, que denotaba sorpresa, terror, y algo de incredulidad.

El mayordomo se había quedado aún más congelado que antes. No podía ni siquiera decir lo que estaba pensando «'P-pero... ¡los vampiros son sólo leyendas!'» de tan tiesa que se le había quedado la lengua.

—Bueno, ahora que ya nos presentamos, creo que estamos listos para lo que viene, cariño— sonríe sádicamente, caminando con parsimonia hacia el castaño, sus colmillos a plena vista.

Grell abre mucho los ojos, caminando atolondradamente hacia atrás, hasta que vuelve a colapsar de espaldas contra otro duro y amplio pecho.

Te tengo...— gruñe el moreno, sus brazos formando un agarre de hierro alrededor de su cuerpo, haciéndolo quedar en aquella posición una vez más en menos de cinco minutos.

El peliplateado llega hasta ellos, y se presiona contra el frente del mayordomo, una de sus manos viajando hacia la nuca de cabellos castaños, sus largos dedos coronados con extensas uñas negras enredándose en éstos, haciéndolo inclinar la cabeza hacia arriba nuevamente. El joven lo mira con ojos como platos, aún temblando, esperando su siguiente movimiento ya que no podía hacer otra cosa; estaba atrapado entre ambos, indefenso y a su merced.

Entonces, éste hace lo que menos había pensado. Sus labios toman posesión de los del pequeño hombre rápidamente, invadiendo su boca con su lengua bruscamente, comenzando a explorarla mientras se presionaba aún más contra él. Grell gime involuntariamente, sintiéndose débil en las rodillas, al tiempo que una corriente eléctrica lo recorre de arriba a abajo.

Sin poder hacer nada más, se deja dominar por aquella lengua, aquella boca que parecía beber de la suya; pero el sopor en el que estaba sumiéndose es disipado cuando siente unos dedos cubiertos por un guante de cuero deshaciendo el nudo en la cinta que llevaba como moño. El moreno deja caer la cinta rayada al suelo, abriendo el cuello de la camisa del joven, y rozando la blanca y suave piel con sus colmillos, casi ya pudiendo sentir el sabor de aquella sangre afrodisíaca en su lengua.

Grell cierra los ojos con fuerza nuevamente, su respiración atorándose en su garganta por un instante, y entonces siente cómo su cuello es perforado por los dos colmillos blancos como el marfil. Suelta un grito ahogado por el dolor, al tiempo que el vampiro detrás de él gruñe guturalmente, apretando su agarre a su alrededor.

William comienza a succionar aquel espeso y delicioso líquido, dejando que éste llenara sus sentidos. El aroma, la textura y el sabor lo envolvían, podía oír los latidos del corazón del castaño –rápidos, casi frenéticos–, y su mente estaba invadida de un rojo oscuro como el granate. Al tiempo que la sangre bajaba por su garganta, otra parte de su anatomía se levantaba, comenzando a endurecerse y agrandarse, presionándose contra la espalda baja del menor.

El mayordomo gime por lo bajo contra la boca de Adrian, sintiendo cierto adormecimiento donde el moreno estaba succionando ávidamente el fluido que corría por sus venas. Los labios del peliplateado dejan los suyos, y cuando abre los ojos puede ver que los de éste estaban oscurecidos, y sus pupilas estaban tan dilatadas que casi se tragaban al brillante iris verde de alrededor. Dedos fríos coronados por largas uñas desabotonan más la camisa del menor, lo suficiente como para quitarla del camino y dejar expuesto una de sus delicadas clavículas. Acto seguido punciona la zona con sus caninos, también succionando con ansias, deglutiendo sonoramente el primer trago de aquel delicioso líquido.

¡A-ah...!escapa un grito de la boca del sirviente, sus puños apretándose inconscientemente alrededor de nada, sin oportunidad de empujar a ninguno de los dos vampiros ya que sus brazos estaban dentro del férreo agarre del hombre de lentes— Ba-basta...— suplica—... dueleaquella última palabra sale en apenas un jadeo.

Los dedos enredados en la base de su cabello se aprietan, por lo que Grell gime nuevamente, pero se queda callado –quizá más por shock que por obediencia– cuando siente que otro bulto duro y grande comienza a formarse contra su abdomen.

Una ola de inesperado placer lo asalta cuando la lengua sedosa, húmeda y caliente del moreno pasa lentamente sobre las dos pequeñas heridas que sus colmillos habían causado. Gimotea bajo, sintiendo cómo su propio cuerpo comienza a reaccionar a la presión, las sensaciones y la cercanía; sucumbiendo muy a pesar de que su consciencia gritaba que necesitaba salir de allí como fuera.

La verdad era que no podía hacerlo, estaba atrapado entre dos seres con una fuerza sobrehumana; y aunque ellos se apartaran no podría huir. Estaba demasiado adormilado para hacerlo, sintiéndose más y más ligero a cada momento, una apacible luz blanca apareciendo en los bordes de su visión y avanzando, avanzando poco a poco hasta que...

El cuerpo inconsciente del castaño queda laxo en el agarre de ambos vampiros, que salen del estado parecido a un trance en el que la sangre de aquel humano los había puesto justo a tiempo para evitar drenarlo demasiado. Ambos alejan sus bocas de los lugares previos, lamiendo las heridas para que cicatrizaran rápidamente, y relamen sus labios, jadeantes.

Entonces el peliplateado suelta una risa corta.

—Supongo...— sus dientes manchados con rojo estaban descubiertos, producto de la diversión—... que nos dejamos llevar un poco.

El otro asiente, casi solemne, con algo de sangre bajando lentamente por la comisura de sus labios.

—Al parecer— responde, su lengua yendo rápidamente a recoger la pequeña gota carmesí antes de que llegara a su mandíbula y cayera sobre el prístino cuello de su camisa. Mientras que sostiene al joven con una mano, acomoda sus lentes con la mano libre. Mira al rostro pálido e inmóvil de Grell—. Honestamente.

~•~

¡Hola!

¿Qué tal? Espero que les haya gustado el nuevo capítulo. En el siguiente ya se viene el lemon (sé que dije que estaría en este capítulo, pero creí que era mejor alargar un poco la anticipación (?)

Bueno, esto es todo por el momento.

¡Hasta la próxima!

Bye~
Anto.

Posdata: ¿Qué opinan de la portada? La hice yo ^-^

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