Daughter Of The War. [Steve R...

By -cosmicdreamer

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«Nació, vivió, y murió en la guerra. Y ahora, se ve obligada a volver a vivirla.» [Segunda parte de Daughter... More

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Soundtrack.
1. Acuerdos de Sokovia.
2. Quizás tengas razón.
3. ¿Qué deberíamos hacer?
4. Necesito salvarlo.
5. Un pequeño empujón.
6. Perdón Steve.
7. Lo que el mundo conoce.
8. Jamás podría hacerte daño.
9. Lo estaba perdiendo.
10. Por la causa.
11. Confianza.
12. Guerras y armas.
13. Papeles y vidrios rotos.
14. Una distracción.
15. A pesar de todo.
16. Guerra.
17. Definiendo nuestro futuro.
18. Es hora de irse.
19. La sigo amando.
20. Mi error.
21. Si tan sólo supieras.
Aviso.
22. Tengo que intentarlo.
23. Intentaba lo imposible.
25. Miedo.
26. Siempre era Steve.
27. Hermanos y Hermanas.
28. Totalmente imposible.
29. Un lugar seguro.
Epílogo.
¡Tercera Parte!

24. Ellos llegaron.

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By -cosmicdreamer

Una pequeña lágrima caía por la mejilla de Wanda. Tenía miedo de moverse, y casi podía decir que de respirar también, porque cada movimiento era captado por un collar en su cuello, que estaba peparado para enviar una descarga eléctrica sobre su cuerpo otra vez si intentaba usar su magia.

—me gustaría poder abrazarte...— susurró Pietro.

Su voz sonaba más grave de lo normal, y a la vez cansada. Se encontraba en la celda siguiente, intentando hablar con su hermana para que no sé sintiera tan mal.

—¿no te trae recuerdos?— preguntó en un susurro. Otra lágrima se escapó recordando todo lo que habían tenido que pasar.

—me trae los peores recuerdos.— comentó.

Escuchó unas cadenas moverse y supo que Pietro cada vez se movía más contra las enormes barras y el vidrio que lo mantenía encerrado.

No podía verlo, pero se lo imaginaba con heridas en su rostro y los ojos totalmente rojos después de llorar tanto como ella.

—vamos a salir de esto, Wanda. Como siempre lo hacemos.— volvió a hablar, pero su voz se cortó.

La hermana Maximoff iba a responder, pero un fuerte dolor de cabeza la atacó. Cerró los ojos y evitó moverse para no encender el collar. Era una horrible puntada que iba desde el lado derecho de su cabeza hasta el izquierdo, una y otra vez, dejando una especia de cosquilleo hasta que volvía a aparecer.

Presionó sus labios con fuerza, evitando un grito de dolor.

Algo malo estaba sucediendo, y no podía evitar sentir miedo acompañado del dolor. No sabía que era, ni tampoco podía imaginarlo.

—Pietro...— guardó silencio repentinamente.

Pronto, el dolor pasó a ser un zumbido en sus oídos, que parecía venir en todas las direcciones y no paraba.

—¿Wanda, qué pasó?

Unas simple palabras rozaron su mente, como si las hubiera tenido guardadas por mucho tiempo. No sabían que significaban, mucho menos sabía a qué podía referirse, pero ahí estaban, bailando en su mente.

ellos llegaron.— susurró.

—¿qué?— la voz de Clint Barton se escuchó casi como un grito, aunque parecía apagado detrás del enorme vidrio que lo separaba de los demás —¿qué fue lo que dijo Wanda?

—¿qué dije?— la muchacha quiso girarse para mirar a través del cristal, pero el miedo a ser electrocutada otra vez era mayor que cualquier otro sentimiento.

—Wanda, dijiste que ellos llegaron.— Pietro comentó.

Wanda miró la habitación con sus labios entre abiertos. No se había dado cuenta de que los latidos de su corazón habían aumentado y ahora éste parecía resonar en sus oídos mientras intentaba encontrar una explicación a sus propias palabras.

—¿quiénes son "ellos"?— Falcón también preguntó.

—¿Wanda?

—no lo sé— respondió, y tuvo que presionar sus labios con fuerza para evitar soltar un sollozo —. No lo sé.

————————————————

Un pequeño niño jugaba con sus muñecos en el parque cercano a su casa, en Argentina. El lugar estaba casi vacío, a excepción de otros dos pequeños que jugaban más alejados.

Varios árboles rodeaban en lugar, dejando al niño en una tierna imagen de pequeñez entre tanta grandeza.

Levantaba uno de los soldados en el aire, y lo tiraba contra el suelo en segundos, golpeando contra el pasto verde bajo él.

Se podía escuchar su risa con claridad a varios metros, y eso era lo que mantenía tranquila a su madre, que hablaba con una de sus amigas por teléfono, sentada en uno de los bancos un poco alejados.

El niño jugaba distraídamente hasta que escuchó una voz. Era de mujer, y un poco aguda, parecía estar llamándolo a través de la calle, escondida entre un par de arbustos y árboles que poco a poco eran atacados por el invierno.

El niño dejó el juguete sobre el suelo y corrió lo más rápido que sus pequeñas piernas le permitieron hasta donde escuchaba aquella voz.

Entre las hojas y ramas, vio una luz bajar del cielo, como si el sol hubiera dejado caer un rayo para quemar la tierra. Pero pronto desapareció ante sus ojos entre las hojas verdes y amarillentas.

—¿es un niño?— escuchó la voz femenina detrás de él y se detuvo.

La madre guardó silencio unos segundos para darse cuenta que la risa de su hijo ya no se escuchaba. Cortó el celular sin decir nada y comenzó a correr en búsqueda del niño.

Fue al lugar donde antes había estado y encontró los pequeños juguetes en el piso, pero él ya no estaba.

—¿hijo?— preguntó, mirando a su alrededor desesperadamente —¡hijo!

Pero ya era muy tarde, su hijo había desaparecido, y ellos habían llegado.

———————————

Visión observaba desde un punto alto la ciudad. Su capa ondeaba detrás de él con el viento que poco a poco se hacia mas fuerte.

Mantenía sus ojos cerrados, mientras en su frente, la Gema brillaba como jamás había brillado, parecía desprender destellos más fuertes que el sol, pero a tanta lejanía del suelo, nadie podría llegar a verlo correctamente.

Parecía estar rompiendo a Visión desde dentro, parecía arder, y a la vez, parecía como un suave tacto en lo más profundo.

Abrió los ojos con lentitud para apreciar el hermoso mundo a su alrededor. Miró a los costados y respiró hondamente, sintiendo como todo estaba cambiando.

No era difícil darse cuenta, podía sentirlo hasta en el mismo aire, en la misma tierra. Pero parecía que nadie reaccionaba a la realidad.

Ellos llegaron. Pensó. Y quiso retractarse.

Llegaron.

Miró a su izquierda, sintiendo un extraño zumbido que le llamaba la atención. Comenzó a volar con lentitud hacia el lugar, casi sin darse cuenta, pero se detuvo repentinamente.

El zumbido comenzaba a venir de otra dirección también, provocando que girara en el aire para intentar ver de dónde venía.

Pronto, otro más, y seguido de ese, muchos más, llenando sus oídos como agua. Poco a poco se le hacía molesto, a tal punto que llevó ambas manos a sus oídos.

Y sabía lo que significaba, no era la primera vez que lo sentía, y estaba seguro de que no sería la última.

Lea, las cosas van a cambiar.

———————————

En alguna parte de Tayrona, Colombia, dos muchachas se sacaban fotos con sus celulares cerca de la playa. Ambas habían pasado varios días por la zona, y pronto deberían volver a sus hogares.

Sonreían ante la cámara, dejando ver el mar detrás de ellas. La arena quemaba levemente sus pies, pero ahora los enormes árboles tapaban el lugar donde se encontraban, logrando sombras que evitaban que siguieran quemándose.

Rieron haciendo caras raras para la cámara, cuando un sonido les llamó la atención. Más allá de los árboles, se escuchaba a alguien caminar con lentitud, hasta caerse con un quejido.

Las dos se miraron extrañadas hasta decidirse a ingresar. Con pasos lentos t temerosos, pasando a través de varios arbustos para llegar hasta el lugar donde habían escuchado aquel ruido.

No encontraron nada, a simple vista parecía vacío, sólo que ninguna se atrevía a ir más allá de los árboles, no se atrevían a descubrir lo que estaba ocurriendo realmente.

Se quedaron varios minutos mirando las plantas a su alrededor, haciendo pequeñas bromas. Sólo se escuchaban sus voces.

La más petiza fue la que gritó primero, cayendo al suelo de la impresión. La otra pronto la siguió, con sus ojos llenos de lágrimas.

Colgado sobre los árboles, el cuerpo de un turista se desangraba, mojando las ramas con su sangre. la remera blanca que traía estaba escrita por quien fuera que lo hubiera asesinado, y ambas chicas comenzaron a correr de miedo antes de si quiera reaccionar a aquellas letras.

«Son tus hijos, y ellos morirán.»

Ellos habían llegado.

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