Los rayos de sol se cuelan por las rendijas de mi ventana, impidiéndome seguir durmiendo. Abro un ojo y observo mi habitación ya iluminada por el sol. Las sábanas estás pegadas a mí y mi cuerpo está mojado, sudado.
Es una costumbre que tengo, aunque haga una calor flipante, seguiré durmiendo tapada. El calor inunda todo mi cuerpo y es ahí, cuando decido levantarme y abrir la ventana. Menos mal, un poquito de brisa fresca. Me asomo al balcón y estiro los brazos, desperezándome. Cuando veo que un hombre me está mirando raro desde la calle, entro otra vez a la habitación.
Bajo las escaleras, bostezando y con un moño mal hecho en la parte baja de mi cabeza. Cojo la cafetera para prepararme un café. Hoy es domingo, por lo que no tendré que ir a trabajar. Me siento en uno de los sofás del salón y enciendo la televisión pulsando el botón del mando.
Voy cambiando de canal y así, todo el rato, hasta que encuentro un canal que de verdad me gusta y vale la pena. Shin- chan.
Veía esta serie siempre con mi hermano tras levantarnos. Era su serie favorita. Cuando oigo el ruido de la cafetera, me levanto apresuradamente para apartarla de la vitrocerámica y echarlo en un vaso. Tras tomármelo, vuelvo a sentarme en el sofá.
¿Qué puedo hacer hoy?, es algo que no para de repetir mi cabeza. Hace un día más soleado que otras veces y hace más calor.
-Avisamos de que hoy es uno de los días en los que hace más calor del año. Les recomendamos que beban hoy mucha agua y si tienen una playa o piscina cerca de sus casas, que vayan a darse un refrescón- avisa la mujer del tiempo.
Oh, podría ir a la playa. No está lejos y podría ir andando. A parte, me gustaría estar sola un rato.
Subo las escaleras de nuevo y empiezo a vestirme para ir un rato a la playa. Me pongo un bikini negro y una vestimenta sencilla. Cojo el celular, las llaves, y una toalla y salgo de casa. Camino despacio y sin prisa.
Los niños pequeños juegan unos con otros, aunque no se conozcan de nada y corretean de un lado para otro. Los coches se deslizan por la carretera. Hoy hay más por las calles, ya que la gente aprovecha los domingos para irse a la playa con la familia. Yo, en cambio, voy sola. Algunos padres cargan bolsas con comida, colchonetas y palas para hacer castillos, rumbo a la playa.
Paro de caminar, cuando veo aquel cartel que avisa que he llegado a la playa. Es la playa de Malibú. Siempre veníamos a esta con mis padres y mi hermano cada vez que queríamos ir a la playa. Es una de las playas más bonitas del Oeste de California.
Me hago paso entre la multitud y coloco la toalla cerca de la orilla. Me deshago rápidamente de la ropa, quedando en bikini. Corro hacia el agua y me sumerjo en ella. Cuando llego a la superficie, miro las vistas desde la playa. Las casas más lejanas son como motas de polvo.
Esto es demasiado relajante. Debería venir a la playa más veces. Ojalá fueran así de tranquilos todos mis días, pero no.
(...)
-Por si te lo preguntas, esta noche no puedo quedar contigo- me dice Aaron al otro lado del teléfono.
-No te lo iba a preguntar, tranquilo.
-Eso ha dolido- sé que ha puesto una mano en su corazón fingiendo dolor- ¿Sabes por qué no puedo?
-No me interesa...
Pero, antes de que pueda terminar la frase, habla- Voy a visitar a mi hermana al hospital.
Me quedo atónita- Oh. ¿En serio?
-Ahora sí que te intereso, ¿eh, guapa?- dice con voz interesante.
Ruedo los ojos.
-Oye, ¿por qué no te vienes conmigo al hospital? ¡Sí! ¡Será una gran idea! Así podré contarle quién eres y cómo te conocí.
-Pero ella está en coma- sueno confusa.
- Ya lo sé. Pero hay algunas personas que tienen la capacidad de escuchar a aquella persona que les habla aún estando en coma.
-No sé, yo...
-Oh, venga. Acompáñame, por favor- dice con voz de niño chico.
-Bueno, vale- oigo cómo aplaude.
-Te espero fuera de tu casa dentro de cinco minutos.
-¿Cinco minutos?- intento seguir hablando, pero me cuelga.
Estúpido idiota.
Corro hacia las escaleras tropezando con todo que tenga cerca. Abro el armario, no sin antes, darme un golpe en el pie. Caigo al suelo por el dolor y alcanzo el móvil con mi mano. Entro en su chat y le escribo.
"Cuando te vea, te mato".
Cojo lo primero que encuentro y me visto apresuradamente, de mientras que cepillo mi cabello y lo dejo suelto.
(...)
-No hacía falta ser tan bruta- dice aún rascándose la nuca.
-Te lo merecías- lo miro y veo en sus ojos que reclama una disculpa- Pero bueno, es verdad que soy un poco bruta cuando quiero. Así que, lo siento. ¿Contento?
-Estaría mejor si me dieras un beso- pone morritos con sus labios.
-En tus sueños.
-Sé que lo estás deseando, nena- ruedo los ojos con molestia.
Caminamos un poco más, hasta que me señala con la cabeza el hospital donde guarda cama su hermana- Aquí es- comenta.
Puedo notar cómo, ahora, su tono de voz ha pasado de ser alegre, a apagado. Parece notarlo, porque rápidamente, torna sus labios en una sonrisa.
Aaron empieza a andar rápidamente nada más entrar al hospital. Intento seguir su ritmo y alcanzarlo, cuando lo pierdo de vista. Giro hacia la izquierda, y observo que está dentro de una de las salas. Entro en ella y él voltea, indicándome que me siente en la silla de al lado.
Es ahí, cuando me permito observar la cama. Una serie de tubos de oxígeno se encuentran esparcidos por la cara de una chica de cabello rubio y rizado.
-Es preciosa, aunque ahora no puedas verlo con todos esos cables- me sobresalto al escuchar su voz.
-Lo suponía- le doy la razón- ¿Cuántos años tiene?
-Siete, siete pequeños años.
-Como mi hermano- intento no dejar caer ninguna lágrima.
-Hola otra vez, pequeña Aroa- le coje la mano a su hermana- Sé que, seguramente, no habrás escuchado ninguno de mis discursos todos los días que he venido a visitarte, pero, vale la pena, porque en algún rincón de tu corazón, sé que estarás escuchándome. Hoy te traigo a una chica. No es mi novia, todavía- ruedo los ojos divertida- Pero es una chica muy guapa y especial. Ojalá te despertaras y pudieras conocerla, te caería genial. Vengo otro día más para decirte lo mucho que te quería, te quiero y te seguiré queriendo hasta el final de mis días. Cada día que pasa, te hecho más de menos. Me siento solo sin ti. Por favor, despierta y vuelve otra vez conmigo- algunas lágrimas han empezado a salir de mis ojos.
Al ver la situación en la que se encuentra, me levanto y lo abrazo. Al principio, tarda en reaccionar, pero se levanta y me corresponde al abrazo.
Se nota la diferencia de altura, tengo que ponerme un poco de puntillas para no caerme.
-No estás solo- me aprieta más entre sus brazos.
HIII
Lo siento, lo siento, por no haber publicado todos estos días, pero he estado de vacaciones una semana y no tenía ni wifi ni tiempo para subir. Un capítulo más largo que los demás, espero que os haya gustado.
Un beso, y os quiero.
BYEE