Capítulo veinte

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-Así es, joven. Hillary ha perdido la memoria. Le hemos hecho algunas preguntas y solo recuerda su infancia y que sus padres murieron. Lo que debes hacer ahora es ayudarle a recordar todo lo demás. Ella está muy asustada por no poder recordar nada. Tienes que ayudarla- me informa la médica.

-¿Y cómo ha podido perder la memoria?- pregunto.

-Durante el accidente, se estampó la cabeza contra el cristal por la sacudida del coche. Ese golpe le ha podido afectar un poco a la memoria.

En resumen, que no nos recuerda ni a mí ni a Sarah. No sé qué hacer, estoy asustado y confuso. Si Hillary no recupera la memoria, ¿qué puedo hacer? Todo lo que hemos vivido, todos esos momentos, los ha olvidado, se han ido a la basura. ¿Y si no vuelve a enamorarse de mí? No recuerda absolutamente nada de mí.
Dios, ¿qué puedo hacer yo ahora?

-No te atosigues más, Aaron- sigo pensando que la médica es adivina- Ve a hablar con Hillary y cuando le den el alta, llévala a algún lugar especial que hayáis ido mucho o que a ella le importe para ver si puede recordar algo.

Asiento con la cabeza y me encamino hacia la habitación dónde Hillary se encuentra. Cuando antes, que entré a su habitación, me preguntó que quién era, no pude contestarle. Salí corriendo hacia la médica. No soportaba la idea de que no se acordara de mí.

Abro la puerta y me la encuentro sentada en la cama con la mirada perdida. Esto de haber perdido un poco la memoria le está sentando un poco mal.

Ella parece percatarse de que he entrado, porque sacude la cabeza y nuestros ojos se encuentran- ¿Me vas a decir ya quién eres o vas a volver a salir corriendo?

Sonrío por volver a escuchar sus sarcasmos aunque otra parte de mí está triste porque sigue sin recordarme. La verdad es que no sé qué contestar, porque no sé qué éramos. Ese día le iba a pedir salir, eso sí, más que amigos éramos.

Pero no quiero que me quiera de forma obligada porque yo se lo diga- Soy tu mejor amigo- digo intentando poner una sonrisa.

-Oh- es lo único que logra decir- No lo sabía- lo sé- Con que un mejor amigo, ¿eh? Qué guay- me sonríe de manera tierna- ¿Eres gay? Es que siempre he querido tener un mejor amigo gay- suelto una carcajada mientras niego con la cabeza- Jo- hace un puchero.

-¿Cómo te encuentras?- intento seguir hablando con ella para escuchar su voz.

-Me duele un poco la cabeza, pero, por lo demás, estoy bien.

-¿Cuándo te van a dar el alta?

-La médica me ha dicho que si de aquí a por la tarde se me quita el dolor de cabeza y no doy ningún síntoma más, podré salir por fin- comenta alegre- Oye, una pregunta. ¿Cómo nos conocimos tú y yo?

Sonrío por nuestro primer encuentro- Fue en un bar. Tú trabajabas de camarera y yo fui allí un día para almorzar. Me caíste bien desde el principio y te molestaba un poco para llamar tu atención.

Ella suelta una carcajada mientras que me da un leve empujón.

Seguimos conversando un rato más hasta que, de repente, se abre la puerta de un golpazo.

-¡Hillary! ¡Hillary! ¡Estás despierta!- una Sarah entre contenta y triste aparece por la puerta y se acerca hasta dónde está Hillary. Le da un abrazo entre lágrimas- Estás viva, estás viva. Pensaba que iba a perderte.

Hillary me mira confusa para ayudarla a saber qué hacer y después mira a Sarah con cara asustada por no acordarse de ella tampoco- ¿Te conozco?

Sarah, al oír eso, se aparta un poco de ella y la mira boquiabierta, aún llorando.

(...)

Me pensaba que Sarah, siendo más sensible que yo, se iba a tomar esto de Hillary peor. Me pensaba que iba a estar llorando o triste todo el rato, pero me equivocaba. Se lo ha tomado bien, bueno, si es que puede llamarse bien.

Ha estado hablando conmigo todo este rato que hemos estado esperando a que Hillary le dieran el alta. Solo ha tenido algunos momentos en los que se encontraba con la mirada perdida, me imagino que recordándolo todo. Sarah le dijo a Hillary que era su mejor amiga y las dejé a las dos solas un rato para que le contara algunos momentos que han vivido juntas.

Hillary está muy contenta de tener dos mejores amigos y no estar sola.

Vuelvo a mirar el reloj por décima vez. Los minutos parece que no pasan, y las horas, menos.

-Aquí está vuestra amiga- llega la médica junto con Hillary, la cual está muy contenta de poder haber salido ya de aquella habitación.

Sarah y yo nos levantamos y nos ponemos frente a ellas.

-Bueno, ¿dónde vamos ahora?- pregunta Hillary emocionada.

|Frágil|® [TO #1]Where stories live. Discover now