El chico de los audífonos. [B...

By LadyOfTheCrazyDreams

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Nunca se quitó esos malditos audífonos. Ni cuando por primera vez en toda mi vida, me atreví a hablarle, l... More

S I N O P S I S
Epígrafe
Parte 1: Cuando fuimos amigos.
Capitulo 1: ¿Me odiará? ¿Por qué?
Capítulo 2: Le falta un tornillo.
Capitulo 3: Negación.
Capítulo 4: Como en un solo día me di cuenta del sorprendente cambio en mi vida.
Capítulo 5: Audífonos chinos. Parte 1.
Parte 2. Capítulo 5: Audífonos Chinos.
Capítulo 6: Es un maldito sueño.
Capítulo 7: Corazón(es) roto(s).
Capítulo 8: Galletas con relleno de dulce hipocresía.
Capítulo 9: Mancha atractiva.
Capitulo 10: Dulce melodía.
Capítulo 11: Paletas.
Una decisión que me tiene loca.
Capítulo 12: ¿Amigos o desconocidos?
Capítulo 13: Dulces versiones.
Capítulo 14: Mi fallido intento de cambiar.
Capítulo 15: ¿Me dejarías abrazarte?
Capítulo 17: Locuras nocturnas.
Capítulo 18: Entre el frío y la fantasía.
Capítulo 19: Privilegios.
Capítulo 20: Películas celosas.
Capítulo 21: Dulces labios.
Capítulo 22: Feliz (pre-)cumpleaños. Parte 1.
Capítulo 22: Parte 2
Capítulo 23: Encuentros.
Capítulo 24: La cámara la adora
Capítulo 25: Sería más complicado a como en los libros.
Parte 2: Cuando el título toma su sentido.
Capítulo 26: ¡Este es mi momento!
Capítulo 27: Feliz Navidad, mi amor.
Capítulo 28: Feliz Año nuevo, Chandler.
AVISO IMPORTANTE LEER👀
ESPECIAL 50K. Parte 1.
Capítulo 29: No sé cómo terminamos de esta forma.
Capítulo 30: Querido diario, el chico de los audífonos no me quiere.
Capítulo 31: Juguemos un rato.
Capítulo 32: ¿Y así querían seguir siendo "amigos"?
Capítulo 33: ¿Celos? ¿Qué es eso? ¿Se come?
Capítulo 34: Dolores sinceros.
Capítulo 35: Definitivamente nunca la recuperaría.
¡ESPECIAL DE PREGUNTAS!
Capítulo 36: Eres hermosa, Maddie.
Capítulo 37: El tiempo pasa tan rápido...
Capítulo 38: Oh, querido karma, gracias por destruirme.
Capítulo 39: ¿Ella se fue?
Capítulo 40: Tal como una Julieta del siglo XIV.
Capítulo 41: ¿Escuché a su estómago "gruñir"?
Capítulo 42: Y la curiosidad mató al gato.
Capítulo 43: Chad, sonrojos locos
Capítulo 44: Te amo, mi chico de los audífonos.
Capítulo 45: El chico de los audífonos. (FINAL)
Epílogo.
Agradecimientos.
ANUNCIO IMPORTANTE

Capítulo 16: Miradas extrañas.

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By LadyOfTheCrazyDreams

Hola, hello, ¿Qué tal? Lamento el retraso, hubiera actualizado el viernes si no me hubiera en puesto en modo #LectoraObsesivaOn y la escuela con tantos trabajos y en examenes por lo que no me dejaron tocar la compu en todo el día u.u, pero, ¡es mejor tarde que nunca! ¿no? Además que el capítulo está picoso 7u7 ¡Espero lo disfruten tanto como yo al escribirlo! 


Atte

Capítulo 16: Miradas extrañas.

Abrí la boca sorprendida.

¿El chico de los audífonos me quería abrazar?

Creo que sigo esperando la hora en que despierte de este alocado sueño donde juego a ser la amiguita de él y me sale con señales de aprecio cuando anteriormente aseguraba que le caía mal.

Maldito bipolar, ya me estás cayendo mal.

—Creo que esas pastillas que da la enfermera traen alucinógenos—comenté mordiéndome el labio para reprimir una risa, aunque por dentro gritaba de la emoción.

—Estoy en la mayoría de mis facultades mentales, así que el hecho de querer abrazarte viene que lo necesito, y los amigos se dan abrazos, ¿eso no haces con Dylan acaso? —razonó sin dejar de verme directo a los ojos.

— Un amigo no pide permiso, simplemente lo hace—argumenté desafiante. Sí, estúpidamente tuve que ponerle peros...

— Es que no sé cómo lo recibirías vos—señaló tomando mi mano pálida.

Suspiré e intenté controlar mi respiración, su cercanía me puso nerviosa y un nudo en mi garganta se formó; lo tenía tan cerca y lejos a la vez, convirtiéndose en un hecho muy doloroso para mi roto corazón.

Aparté mi mano para que no notara mi nerviosismo y compartí contacto visual con él. —Siendo sincera, yo tampoco lo sé.

Sonrió ampliamente, al ver sus profundos hoyuelos mi corazón se ablandó y las cosquillas en mi estómago aumentaron, un lindo brillo en sus ojos esmeraldas y las cejas alzadas en señal de confusión, sin darme cuenta había retrocedido unos pasos hasta tocar con mi espalda la puerta, y estaba tan cerca de mí que juré por un momento que tenía otras intenciones.

— ¿Pero si me dejarías hacerlo en cualquier momento? —percibí un reto en su tono de voz, e hice un gesto positivo con la cabeza manteniendo su mirada.

— Sí...

Se acercó tanto a mí que cortó cualquier distancia entre nuestros cuerpos, pero en medio camino a envolverme entre sus brazos caímos al suelo.

Y es que de estúpida me había apoyado en la puerta entreabierta y cuando Dylan la abrió me dejé caer con Chad encima, sus labios a cinco centímetros de los míos y pude sentir su pesada y entrecortada respiración, prácticamente mezclándose con la mía...

— Eh, lo siento, aunque no tanto, pero bueno, Maddie, la profesora de informática insiste en que vayas, ya le debes dos actividades anteriores y me mando para buscarte personalmente—dijo mi mejor amigo riendo un poco—Que hermosa posición la de ustedes, eh.

— ¿Celoso? —bromeó Chad al levantarse riendo. Dylan me ayudó a levantarme, diversión en sus ojos avellanas que tanto me encantaban, me atrajo hacia él y posó un brazo en mis hombros.

— No tengo porque sí es mía, JA—contraatacó con una sonrisa triunfante.

— No soy de nadie, soy un alma libre sin dueño, por favor—bufé cruzándome de brazos y fulminando a ambos con la mirada—Espero mejores, Chad.

— Eso me acordó a "Dobby no tiene amo, Dobby es un elfo libre", y gracias, chica sandía—comentó Chad riendo y chocando los cinco con mi mejor amigo el cual sabía a qué se refería.

<Dios, ¿por qué me juntaba con chicos a los que no les entiendo ni pepas de que hablan? Aunque Dylan tenía su parte "normal">, pensé al verlos riendo como viejos amigos.

— Eh, ¿es cierto que Danny pega cómo una nena? —le preguntó Dy riendo, me reí con ellos por las muecas que hizo Chad disqué imitando cómo le "golpeó" mi exnovio en respuesta burlescamente.

— Bueno, ya me llevo a esta preciosa chica—anunció Dylan al recuperar la compostura.

— Dale, nos vemos en biología—le respondió el chico de los audífonos chocando sus puños—Eh, Maddie...

— Hablamos luego—repliqué rápidamente caminando con Dylan en dirección a la sala de informática y dejándolo a él en el pasillo.

Pero a medio camino se me ocurrió algo tonto, por lo que corrí de regreso donde estaba él y le abracé.

No tardó en corresponder a mi abrazo, sus brazos rodeándome me hizo sentir mejor, una paz increíble me invadió eliminando a los nervios que tenía anteriormente y la tan conocida seguridad hizo su aparición estelar junto con el amor, o era que estaba loca, o que abrazarlo era muy reconfortante y precioso.

—Maddison Adkins, ¿Cómo que no irás al baile de otoño? ¡Vos serás la reina! ¡No podés faltar! —riñó Andrea cuando la acompañé a broncearse. Estábamos en la sala de espera del salón de belleza más exclusivo de la ciudad y cuando le dije que no me aplicaría el bronceado artificial se sorprendió bastante, ni hablar de cómo se alteró al darse cuenta que yo no iría al baile de otoño el día siguiente.

— ¡No quiero ir! —rechisté cruzándome de brazos y sacando mi teléfono.

El baile de otoño realizado el último día de clases antes de las vacaciones de acción de gracias, o más bien los ridículos únicos miserables cinco días que nos otorgaban libre, era uno de los bailes más esperados en el año además del de graduación, yo ya tenía mi vestido y todo listo, pero no tenía con quién ir ya que había terminado con Danny y rechacé todas las cartas de invitación que tuve en esas semanas, sí, años anteriores me emocionaba pero con el paso de los mismos me empecé a aburrir de lo mismo y la emoción se esfumó ese último año precisamente.

—No es que quieras, debes ir, y lo sabes muy bien—refutó ella tirando con violencia la revista que antes leía en una mesita y la decepción destelló en sus lindos ojos cafés—Y más ahora que terminaste con Danny, diablos, Maddie, creo que juntarte con Chad te está haciendo daño.

Me hizo daño juntarme con gente como tú, pensé suspirando. —Él no tiene nada que ver en mi decisión de no querer ir al maldito baile, sencillamente no quiero, no me apetece y yo hago lo que pegue la regalada gana.

— Entre nos, ¿Qué pasa entre ustedes? Y no lo niegues que no estoy ciega como para no ver que hay algo entre vos y ese chico raro, aunque está guapo—comentó después de darme una extraña mirada.

Y antes de poder abrir la boca para responder la llamaron en señal que le tocaba su turno para hacerse el bronceado, yo debería hacérmelo al estar tan pálida y así no me veía tan bien que digamos, pero por otro lado quería dejar de ser tan artificial...

Al esperar a mi amiga me quedé pensando en lo que dijo, ¿por qué yo era tan evidente? Odiaba eso, y lo peor es que cuando me esforzaba para que no se notara era cuando más lo hacía, maldije por lo bajo y restregué mis manos en mi cara sin importarme el maquillaje, estaba decepcionada de mí misma, ¿por qué tan estúpida e incompetente tenía que ser?

Un mensaje en mi teléfono me distrajo de mis pensamientos, antes de abrirlo me fijé en la barra de notificaciones y mi corazón dio un vuelco doloroso al leer su mensaje.

"Chica sandía, Dylan me acaba de decir que no irás al baile mañana, yo tampoco lo haré, ¿qué te parece a cambio tener una noche de películas?"- Recibido a las 2:15pm.

En vez de contestarle el mensaje le llamé. Últimamente habíamos pasado chateando en distintas redes sociales sobre cualquier cosa y poco a poco lo hacíamos con fluidez y menos formal, hecho que me mantuvo muy contenta a pesar del desastre emocional que tenía en mi cabeza.

— Me parece que alguien anda con ánimos de hablar hoy, eh —contestó al segundo tono y con voz burlona, el día anterior estaba enojada por lo que había pasado y me cerré totalmente provocando que él tomara el lugar de chico parlanchín cuando videochateamos en la noche.

— Cállate o no te vuelvo a llamar—repliqué con una sonrisa—Con respecto a tu pregunta...

— Antes que digas que no, déjame decirte que son películas viejas, como a ti te gustan y me costó hallarlas con buena resolución y que la pagina no abriera una pestaña extra llena de virus cada vez que le diera reproducir o pausar—dijo interrumpiéndome, me lo imaginé sonriendo en la otra línea, oh su preciosa sonrisa que me derretía de amor el corazón. Y no pude evitar ampliar la mía por sus palabras, ¡Buscó el tipo de película que más me gustaban! Más lindo no podía ser.

— Iba decir que no, pero me convenciste—mentí al principio, claro que le iba a decir que sí, pero no quería sonar muy interesada—. Espero sean buenas, ah.

— Lo son—El sonido de su risa notable en la línea—Con el chico de los audífonos no verás cualquier cosa, querida.

— Ajá—reí sarcástica—Que amable de tu parte.

— Verás que sí—contestó y antes que yo pudiera responder agregó: —Lo sé, soy muy caritativo al querer acompañarte en vez de ponerme a leer uno de los libros de mi larga lista de pendientes.

— ¡Que honor! —bromeé riendo—¡El niño me dedica tiempo exclusivo de su lectura! ¡Me siento tan dichosa!

— Exacto, pero en serio es valioso, ¡no te burles!

— Lo siento, es inevitable no hacerlo—reí a carcajadas.

— Eres bárbara—rio y me gané varias miradas curiosas de otras mujeres en la sala de espera, pero las ignoré—. Entonces, ¿sí?

— Sí, dime lugar y hora que ahí estaré.

— En mi casa, y prometo que la próxima me aseguraré de que mis hermanitos no estén cerca cuando me empieces a hablar de penes—declaró riendo al final.

— Una pregunta, ¿Por qué existiendo lugares donde comprar las películas buscaste un lugar ilegal de internet?

— Porque prefiero gastar mi dinero en cosas que si valen la pena en vez de otras que solo veré una vez—justificó.

— ¡Pero si compras libros que solo lees una vez!

— Auch, eso dolió, y no es cierto, los releo y admiro, además...

— Nada que ver—reí de nuevo y vi a Andrea salir de la sala que con anterioridad había entrado—Hablamos luego, Chad.

— Dale, adiós, y Maddie...

— ¿Sí?

— Cuídate—Y luego colgó.

Me sonrojé por esa simple palabra que dijo, por lo que tenía entendido eso no se le dice a cualquier persona, y yo era su amiga... ¿Entonces por qué me puse colorada? Era un simple verbo conjugado que bien se le decía a cualquier amigo, pero es que sentí algo detrás de su voz al pronunciar esa simple palabra que me dejó pensativa en el camino regreso a casa.

Esa tarde teníamos libre, a lo cual aproveché para ir de compras junto con Andrea, impaciente de que el tiempo pasara rápido para que sea la noche del viernes, tuve una lección de piano y al llegar a casa después de cenar me dormí, cayendo en un sueño profundo donde el chico de los audífonos me besaba y yo era feliz.

Me desperté tarde, y no hubiera sido porque Dylan llegó a mi casa, seguiría dormida hasta las seis de la tarde para ir donde Chad.

—Maddie, despierta dormilona—me susurró al oído y como no le hice caso se tiró encima de mí. Adormilada lo empujé para que se moviera, pero ahí seguía su pesado cuerpo hasta que protesté y luego se acostó a mi lado en la cama, me tomó de la cintura y dio varios besos en mi cara, gruñí apartándome y hundiendo el rostro en la almohada, a pesar de ser las doce del mediodía yo tenía mucho sueño al pasar días sin poder dormir bien o lo suficiente, y mi cuerpo estaba cobrando factura ante eso.

—Si no despiertas no te doy el regalo que te traje—intentó persuadirme, pero sabía que era mentira y seguí en mi lecho.

—Cinco minutos más —murmuré. Metió un dedo en mi nariz y reaccioné de inmediato empujándolo.

—¿Por qué mierda hiciste eso? —dije limpiándome la nariz.

—¡Eso te pasa por ignorarme! —respondió depositando un beso en mi sien—Te necesito para algo importante que decidirá el perder o no mi dignidad.

—¡Estaba durmiendo! —justifiqué sentándome y volviéndole a ver, tenía una sonrisa estúpida en su bello rostro y los ojos color miel tenían un brillo raro—. No estoy de humor para esconder cadáveres ahorita.

Se sentó a mi lado y abrazó de lado. —No me refería a eso, ahora.

—Ah, entonces mejor anda a búscate a una ramera que pierdes el tiempo conmigo si crees que me convencerás para que yo te ofrezca mi hoyo para que metas tu banano—repliqué riendo, él también rio a carcajadas.

—Pero si ya lo hice antes, bobita—me guiñó un ojo y le golpeé con una almohada.

—Que te encanta recalcarlo, tarado.

—No quiero que lo olvides —dijo tomando mi mano—A pesar de que esa se vería buena idea, no lo es, si no que me acompañes al baile de hoy.

Me acomodé y le vi directo a sus ojos. —¿No que ibas con Geisha, la de tu clase de historia?

—Me acaba de cancelar—repuso, me quedé viendo su despeinado cabello oscuro, no podía negar que se veía muy bien, o que era muy guapo...

¿Y yo por qué diablos pienso en el atractivo de mi mejor amigo? Ash, concéntrate, Maddie...

—Ah, o sea que ahora vienes a mi como tu segunda opción—repliqué molesta—Pues no, no iré contigo, anda ve a cuál boba solitaria invitas, pero yo no lo seré.

—Madieee—Alargó la última vocal de mi nombre y me abrazó más fuerte—No quise decir eso, por favor, no me dejes en esta...

—¿Por qué te preocupas tanto por ir al baile con alguien? Espera, ¿Hiciste una apuesta verdad? —lo acusé meneando la cabeza.

—Odio que me conozcas hasta ese punto —bufó y luego revolví su cabello negro con una gran sonrisa. —Aposté con Kyle y Scott a que si conseguía pareja para el baile ellos me tendrían que dar quince libros cada uno y bailarán desnudos en la fuente de la entrada.

—Mmmm, ¿por qué son tan estúpidos? ¿Para qué quieres más libros de los que tienes? ¿Qué harás vos si no conseguís pareja para el baile?

—La estupidez humana es infinita, preciosa, y sabes que nunca me conformo y pues...—Dejó la frase a medias y suspiró, luego de un largo minuto agregó: —Prométeme que no te enojarás conmigo...

—Ya lo estoy, tengo planes para la noche y sabes muy bien con quién y lo especial que lo hace, a tal punto de no poder cancelarlo, así que habla de todas formas—susurré lo último viendo mis uñas perfectamente pintadas.

En serio anhelaba aprovechar las oportunidades que él me daba para pasar más tiempo juntos...

—Vale, pues, uh, ah, mi castigo sería besarte y luego correr desnudo por el campo de fútbol...

Un calor coloreó mi rostro ante el primer hecho, luego estallé a carcajadas por imaginar lo segundo.
—Que ridículos, sólo por eso no iré contigo.

Me tumbó quedando encima de mí y tomando mis manos, que eran tan pequeñas en comparación a las suyas, y luego se acercó más a mi rostro con una sonrisa juguetona y una mirada retadora. —Por favor, Maly, por favor, ¿o quieres que te bese? Aunque lo puedo hacer ahora mismo que ya estás soltera, si quisiera.

Puse los ojos en blanco y murmuré una maldición, yo era muy consciente que él todavía seguía sintiendo algo por mí, me lo decía varias veces cada vez que se daba cuenta que no podía querer a alguien más como lo hace conmigo, y cada vez que lo declaraba era como insertar varias dagas en mi corazón, y eso me dolía tanto, si de mi fuera le correspondería y sería feliz con él en vez de pasar suspirando por un idiota que me ignoró once años seguidos y por momentos demostró un desprecio y para colmo me confunde todo el tiempo.

Mi sonrisa se esfumó y la de él también, se recostó a mi lado y suspiró con un deje de decepción, sabía por mi reacción que hablar del tema sería como abrir una vieja herida en nuestras almas y rompernos un poco más, además de distanciarnos... Y no quería eso, no quería perder a la única persona en la que podía confiar, el chico que siempre estaba para mí cuando las cosas se ponían mal y donde más lo necesitaba, siempre me apoyaba, era una de las cosas más hermosas que me habían sucedido, y me llenaba de impotencia el no poder amarlo de otra forma... de la misma forma en la que amaba a Chad Gedemer.

— Lo siento—susurré mordiéndome el labio y viendo mi techo verde con nubes pintadas, me fijé en cada trazo delgado y negro.

— Tranquila, no... No importa, entonces, ¿irás conmigo al baile, Maddie? —cuestionó tomando una de mis manos, al volver a verlo él me veía con una extraña mirada... ¿Dolor y amor mezclados, tal vez?

Lo pensé muy bien, no podía dejar a mi mejor amigo que siempre estuvo para mí por alguien que... me lastimaba mucho. —Tal vez, déjame avisarle a él, no quiero dejarlo plantado.

— ¡Te amo! ¿Ya te lo he dicho? Eres la mejor—Se emocionó y me empezó a abrazar súper fuerte y llenar mis mejillas de besos—Gracias, en serio.

— Ju, me la debes, ya sabes—me levanté de la cama y estiré elevando los brazos al arquear la espalda.

—Claro, y en serio lamento haber arruinado tus planes—declaró sin dejar de verme con la misma intensidad en sus ojos que Chad suele tener cuando le pica el culo, literalmente, porque esas miradas eran escazas—. Le conozco lo suficiente para saber que comprenderá.

Vacilé ante su comentario y me dirigí a mi armario. —Tendrás que llevarme al salón de belleza ahora si quieres que esté lista para el baile.

—¡Pero faltan seis horas! —protestó y rebusqué entre mis vestidos al que ya tenía listo meses atrás cuando viajé a París e hice que un reconocido diseñador me lo hiciera solo para mí, de una tela suave con bordados delicados en el busto color rosado pálido con matices brillantes, ideal para los colores del baile y el contraste que tenía con mi piel lo hacía mucho más hermoso.

Hace meses me preocupé por ir al mendigo baile, pero en ese momento las ganas de se me fueron, luego de ver cambiar el rumbo de mi vida, ¿Cómo podría?

Dylan me llevó al salón de belleza y pasé considerables horas escuchando sus quejas y bromas, pero mi mente estaba en otra parte, otro mundo donde la culpa no me carcomía entera como en la realidad.

Le avisé por un mensaje de texto a Chad que no podría ir a su casa, pero no obtuve respuesta y eso era lo que me mantuvo inquieta mientras me peinaban y maquillaban.

Revisé tantas veces el teléfono hasta que desesperé a la estilista, a Dylan y a la que pintaba mis uñas, esperando su respuesta, pero nada, ni siquiera le había llegado el mensaje, ¿le habrá pasado algo? No quería que quedara como si le hubiera dejado plantado, y si el mensaje no le llegaba así parecería... Pero no me debía importar lo que pensara él, de todas formas, se podrían presentar otras salidas juntos, no era el fin del mundo... ¿Verdad?

Justo una hora antes de las cinco llegamos a mi casa, mi mejor amigo quedó en llegarme a traer puntual, se veía emocionado y con una gran sonrisa, en cambio yo estaba con un dolor en el pecho y mis ánimos por los suelos al vestirme.

Al bajar por las escaleras de mi casa todos en la antesala me quedaron viendo, mi mamá sonriendo orgullosa, mi hermano levantando las cejas, y mi mejor amigo siguiendo mi mirada, con la boca abierta, hasta creo que se estaba babeando un poco, luego sonrió ampliamente y me tomó la mano cuando bajé el último escalón, me acercó a él y susurró lentamente a mi oído algo que raras veces me decía: —Estás hermosa, Maly.

Fue más especial por mencionar el apodo que me encajó cuando éramos niños, y llevaba años sin usarlo más de dos veces seguidas en el día. Y cuando lo combinó con la palabra "hermosa" fue inevitable esbozar una sonrisa.

Mamá nos despidió y salimos con Scott en el auto de Dylan, pasamos trayendo a Mia y cuando ésta subió a la camioneta le pregunté con un tono casual por su primo.

—En la mañana fue a ver a la abuela Ella y no ha vuelto—respondió con una sonrisa, y luego agregó con las cejas alzadas—. ¿A qué se debe le repentino interés?

— Por nada—repliqué con sequedad—Te ves muy bonita, Mia.

— ¡Gracias! —exclamó. Usaba un vestido azul cielo que resaltaba sus lindas curvas, y grandes ojos azules.

Al llegar al baile mis "amigas"—incluyendo a las coladas porristas—me recibieron entre besos y abrazos sorprendidas de mi presencia, luego me llenaron de halagos y arrastraron a la pista de baile.

Por dentro era una combinación entre diversión y aflicción, al bailar me sentí bien pero cada vez que regresaba a la mesa para tomar un descanso solo sabía buscar con la mirada al chico de los audífonos, sabía que era estúpido porque no era de los que iban a fiestas, pero tuve la esperanza que llegara, tal vez para recompensar mi sentido de culpabilidad al no tener la noche de películas con él.

Varios chicos me invitaban a bailar y solo acepté a los más guapos, y por naturaleza rechazaba a cualquier chico con poco atractivo, me burlé de algunos al entrar en mi zona de maldita perra junto con mis amigas, el juzgar como se vestían otras y a beber sin cuidado. Aunque esa noche si lo tuve, y fingía tomar licor cuando en realidad lo tiraba en alguna planta cercana a nuestra mesa, bailé varias veces con Dylan y esa fue mi parte favorita de todo el evento, con él la pasaba increíble sin importar nada.

Empezó a sonar una canción lenta y antes que mi mejor amigo pudiera tomar mi mano alguien más apareció a nuestro lado, murmuré una maldición sin poder creerme que él estuviera allí, vestido de esmoquin y con su linda mirada esmeralda y una sonrisa derrite corazones.

"Se ve muy sexy de esmoquin", pensé escrutandolo con la mirada.

— Si me permites, desearía bailar esta pieza con su bella compañera—le dijo a Dylan, este alzó las manos al aire e hizo una burlona reverencia.

— Toda tuya.

— Chad...—susurré su nombre cuando me tomó la mano, posó una suya en mi cintura y cortó la distancia entre nosotros.

— Hola, chica sandía—dijo con una gran sonrisa y empezando a moverse, y me dejé guiar por él sin dejar de verlo directo a sus ojos verdes con aquel brillo que adoraba tanto como al té, se inclinó más a mí, a tal punto que su aliento acarició mi mejilla como una pluma cuando susurró: —Debo admitir lo muy hermosa que te ves esta noche.

— Gra-gracias—logré decir presa por la fascinación que su presencia me causaba.

Me mordí el labio y me concentré en seguirle el ritmo, dejándome llevar por la embriagadora sensación de su cercanía.

— ¿Desde cuándo tan modesta? —cuestionó burlón, le dediqué una sonrisa arrogante y puse los ojos en blanco meneando la cabeza.

— Que te encanta arruinar los momentos—repliqué cuando nos separamos y me dio dos vueltas suaves, después me atrajo de nuevo hacia él, compartimos contacto visual por largo rato y mis dedos empezaron a sudar de los nervios, se acercó mucho más a mí pegando nuestras frentes y suspiró. — ¿Para ti, por lo menos valió la pena este baile en vez de nuestra noche de películas?

"Nuestra noche de películas", "nuestra", mi corazón se volvió loco y una estampida de mariposas literales apareció en mi estómago. 

— No... —murmuré sin dejar de verle directo a sus ojos, los cerró por un momento y realizó un gesto afirmativo con la cabeza, seguimos bailando un poco más así hasta que nuestros labios estuvieron tan cerca de tocarse...

Pero de repente se apartó de mi con brusquedad, y me dio otras vueltas como demandaba la canción, para cuando volví a estar entre sus brazos, me volvió a susurrar al oído. —Encontré una lista, en casa de mi abuela, una que hice hace tres años, ¿sabes en que consiste?

— Sí claro, como soy vidente, lo sé todo—comenté con sarcasmo provocándole una sonrisa.

— Serías una vidente muy bella—me siguió el juego y luego continuó el tema—. Son una serie de cosas, un poco locas, que hacer antes de morir.

— Ah, una de esas listas.

— Sí, y ¿sabes qué? —sacó un papel de su bolsillo y me lo tendió.

— ¿Qué? —murmuré parando de bailar con él.

— Quiero que me acompañes a cumplirlas.

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