East Of Heaven ~ Larry Stylin...

Bởi MrsHorik

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Harry es un adolescente víctima de bullying, todos sus compañeros lo maltratan y lo insultan por ser homosexu... Xem Thêm

East Of Heaven ~ Larry Stylinson
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
AVISO
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
¡TRAILER DE LA NOVELA!
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Twitter, bitches.
Capítulo 26
Capítulo 27 - Maratón 1/2
Capítulo 28 - Maratón 2/2
Capítulo 29
Capítulo 30
AYUDA!
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Link 2ª Temporada
Capítulo 47
Capítulo 48
Aviso.
Capítulo 49 - FINAL
Epílogo ♥
Hola... Otra vez.

Capítulo 39

86K 4.5K 7.6K
Bởi MrsHorik

Hola cuties :3
Les dije en twitter ( @hippienialler ) que sufrirían con este capítulo... Bueno, aquí va.
No me matéis.
Por cierto, gracias por esas CASI 300K leídas... es... impresionante. No hay palabras para describir lo mucho que os adoro. De verdad, os quiero. Gracias ☺ ♥

Sus labios se juntaron con los míos una vez más, dejando en ellos un dulce sabor al caramelo que recién se había comido.

-Deja de comer tantas golosinas o no tendrás hambre para cenar –le advertí en un susurro.

Louis me pasó un brazo por los hombros haciendo que me recostara en su pecho, el niño durmiendo entre mis brazos.

-Sí señor –habló por lo bajo dándole un último vistazo a la bolsa de ositos de goma de colores de su regazo-. ¿Dónde está Gemma?

-No lo sé –miré sus piernas y alargué uno de mis brazos a la bolsa, apoyado al bebé en mi pecho-. Dame un osito.

Alzó una ceja con diversión y antes de que yo pudiera alcanzar la bolsa de chucherías la retiró para dejarla sobre la mesita de en frente del sofá.

-¿Tú sí que puedes comer y yo no?

Sonreí inocentemente haciéndole reír.

-Claro que sí, estoy depresivo, necesito comer. Quiero chocolate.

-¿Qué?

-Chocolate –sonreí.

Louis rodó los ojos con una sonrisa e ignoró mi petición, apoyándose mejor en el respaldo del sofá para que tanto el bebé como yo pudiéramos recostarnos encima de él.

-Si yo no como, tú tampoco –sonrió.

-Qué cruel eres –musité antes de mirar al bebé, quien descansaba plácidamente-. ¿No te parece bonito?

-¿Bonito?

-Sí, míralo –lo señalé con la barbilla-. Los bebés son muy bonitos. Parecen ángeles.

-Bueno –se encogió de hombros-, luego crecen y lo único bonito que queda es la idea de que se harán mayores de edad y se largarán de casa.

Levanté la cabeza para mirarle a los ojos y ambos intercambiamos una mirada divertida.

-Cruel –repetí-. Eres muy cruel.

-¿A caso tú soportarías cuidar de un adolescente loco de remate durante más de 18 años?

-No…

-Pues ya está.

-Pero yo no estoy hablando de…

En ese momento Gemma entró al salón con una cara de estrés considerable, interrumpiendo mis pensamientos. Iba vestida con su maravilloso pijama rosa a juego con sus zapatillas en forma de conejito, su cabello húmedo bailaba sobre sus hombros mientras caminaba. Un primor de chica.

Ed apareció por detrás con la misma cara de agobio.

-¿Ocurre algo? –pregunté por lo bajo con cuidado de no despertar al bebé.

-No –soltaron ambos secamente.

Eché la cabeza hacia atrás para mirar a Louis y éste se encogió de hombros.

-¿Seguro?

-Joder, que no –masculló Gemma dirigiéndose a la cocina.

Miré a Ed, quien caminó hacia nosotros y se sentó en la otra punta del sofá al mismo tiempo que encendía la televisión.

-¿Ed? –murmuré.

-Cállate niño.

Suspiré. La amabilidad era algo que escaseaba en su mente.

-¿Os habéis peleado otra vez? –intervino Louis.

El pelirrojo asintió con la cabeza. ¿Otra vez? ¿Cuántas veces se habían peleado anteriormente?

-Está insoportable últimamente.

Louis rió por lo bajo.

-¿Qué le has hecho ya?

El bebé abrió los ojos lentamente y miró hacia arriba, encontrándose con mi mirada.

-Yo no le he hecho nada –se excusó Ed.

Me removí entre los brazos de Louis hasta que quedé libre y me levanté del sofá bajo la mirada llena de rabia de su primo.

-Si no le hubieras hecho nada no estaría enfadada –razonó mi novio.

-Créeme –me giré mientras mecía al niño-, lo estaría.

-¡Harry cállate! –gritó mi hermana desde la cocina.

Abrí los ojos con exageración mirando hacia el suelo y Ed pareció reírse de mi reacción.

A los pocos segundos Gemma salió en escena con dos barras de chocolate, una en cada mano, caminando con rabia por todo el salón, dirigiéndose a las escaleras.

-Gemma, son las ocho de la tarde. No deberías comer choco…

-¡Tú te callas! –me señaló amenazante con una de las barritas y luego se la metió en la boca.

Cuando ella subió escaleras arriba miré al pelirrojo fulminándole con la mirada, dado a que él era el causante de su mal humor.

-No le ha venido la regla todavía –se excusó con una sonrisa maléfica en los labios.

Rodé los ojos y volví a bajar la mirada al bebé, que volvía a dormir plácidamente. Observé detenidamente cómo sus mejillas rosadas se inflaban de vez en cuando soltando algún que otro suspiro. Aunque Louis lo negara, seguía pensando que era precioso.

-Por cierto –levanté la vista hacia Louis-, ¿alguien sabe el nombre del bebé?

El castaño miró al pelirrojo y viceversa, después, como si se tratara de un espejo, ambos se voltearon hacia mí y encogieron los hombros con despreocupación.

Familia tenían que ser.

-Niño 2 –comentó Ed.

Rodé los ojos con una sonrisa divertida y él pareció sonreír también. En el fondo a él le gustaba que yo me riera de sus bromas. Yo lo sabía.

-Suena a película –comentó Louis-. Niño 2: El retorno.

Nuestras risas resonaron por el salón haciendo la estancia más agradable y acogedora de lo que ya era. Era increíble pensar que los tres nos habíamos puesto de acuerdo en algo y nos estábamos riendo de ello cuales buenos amigos.

Era genial.

Narra Niall

-¿Niall y yo? No hay nada entre nosotros, Louis. Por favor, no seas ridículo.

Sus labios recorrieron mi cara, desde mis sienes hasta la mandíbula.

-¿Nada? Pues para no haber nada, habéis intercambiado salivas por un tiempo considerable.


Nuestras narices se rozaron con cuidado, una sonrisa por parte de ambos se dejó ver en nuestros labios.


-A eso se le llama actuación –tuve que interrumpir.

Con un movimiento inhumano logró arrancarme la camiseta, dejándome el torso completamente desnudo, a su merced. Como a él le gustaba.


-Lo siento, pero no me lo creo –se negó Tomlinson.
Aquél viaje a casa iba a ser muy, muy estresante.


-Zayn –suspiré mientras él atacaba de nuevo mi cuello con sus carnosos labios.

-Calla –ronroneó sobre mi piel, erizándola.

Obedecí sus órdenes cual muñeco y eso pareció gustarle.
De un solo salto se puso encima de mí, haciendo que su cama rechinara por debajo de nuestros cuerpos semi desnudos.

-¿Crees que Louis se lo dijo a Liam? –pregunté entre suspiros.

-¿Decirle qué?

Sus labios bajaron a mi pecho y comenzaron a repartir húmedos besos en dirección a mi ombligo.

-Lo que pasó entre nosotros en el Starbucks.

-Creo haberle dejado claro que entre nosotros no hay nada –murmuró antes de morder la piel de mi barriga.

-Pero no se lo creyó.

-Eso es cosa suya. Le dijimos lo que hay, punto.

Sus manos comenzaron a desabrochar el cinturón de mis pantalones y rápidamente se deshizo de él, para comenzar a bajarme los pantalones. A cada centímetro que bajaba depositaba un beso, o hasta incluso llegaba a morder.

Me estaba volviendo loco.

-¿Y si se lo ha dicho, qué?

Suspiró pesadamente y se retiró, dejándome con la miel en la boca.

-Joder, Niall –gruñó-. Si se lo ha dicho, felicidades, ya le enviaré una puta carta de agradecimiento por ahorrarme saliva al tener que decírselo yo. Ahora haz el jodido favor de cerrar el pico si no quieres que apague las luces y me vaya a dormir.

Solté todo el aire que tenía en los pulmones lentamente, adorando su cuerpo, cubierto tan solo por unos bóxers que estaban a punto de explotar, al igual que los míos.

-No eres capaz –sonreí picaronamente.

-No me pongas a prueba, Horan, que saldrás perdiendo –volvió a agacharse y ésta vez retiró mis pantalones de un tirón.

-No me dejarás aquí, medio desnudo, y con estas pintas –miré mi entrepierna y él sonrió-. Te gusta demasiado esta situación como para dejarla a medias.

-¿Eso crees? –ronroneó divertido, volviendo a besar mi estómago seductoramente.

Llevé mi mano derecha a su cabello y lo acaricié lentamente, sus dientes se dejaron ver para poder morder mi piel.

-No lo creo, lo sé.

-Pues… –tosió para aclararse la garganta y de un salto se sentó en una esquina de la cama-. No sabes mucho.

-Espera, ¿qué?

Lo vi sonreír y de repente se levantó, quedado de pie en frente de mí con un enorme bulto bajo sus bóxers negros.

-Voy a darme una ducha –me guiñó un ojo y se dio media vuelta.

¿Qué mierdas? ¡No! ¡Nadie me dejaba a mí con las ganas!

-¡Eh! –salté de la cama cuando él estaba a punto de abrir la puerta.

Se giró vacilante y yo, con toda la finura del mundo, lo empotré contra la pared provocando un ruido sordo.

-¿Qué haces? –rió coquetamente.

-¿A ti que te parece? –enrosqué mis manos alrededor de su cuello.

Ambos caminamos con las frentes pegadas la una a la otra hasta caer de nuevo sobre las colchas blancas.

-Entre nosotros no hay nada, que quede claro.

Lo miré detenidamente y me guiñó un ojo.

-Nada de nada –sonreí.

Y entonces, entre besos y caricias, la noche cayó sobre nosotros.

Narra Harry

Sábado.

7:12am.

No habíamos pegado ojo en toda la noche.

¿Razón?

Fácil:

-¡Puto niño! –escuchamos gruñir a Ed desde la habitación de Gemma.

Exacto.

Louis soltó un suspiro y hundió la cabeza entre la almohada y mi cuello. Yo, agotado, me apegué más a él.

Los llantos del bebé comenzaron a ir en aumento, al igual que las maldiciones que soltaba Ed y los suspiros de mi novio.

-¿A quién le toca…? –murmuré sin ánimos a seguir viviendo.

Algo parecido a un gemido de cansancio sonó de su garganta.

-Yo fui la última vez.

 -Y yo la penúltima...

-Gemma fue antes que tú así que ahora le toca a Ed…

Suspiré.

-¡Ed! –supliqué desesperando, sonando por encima de los llantos del niño.

-Me cago en la puta –le escuché decir.

 

Narra Ed

Los brazos de Gemma hicieron de cuerda prisionera a mi alrededor, sus ojos se entrecerraban por momentos.

-Vamos Eddie, te toca a ti –masculló.

Me llevé el brazo a los ojos y los cerré con fuerza.

-Cállate, hostia.

Aquellos dulces brazos que antes me habían abrazado se desenroscaron de mi cintura y sus manos se volvieron puños, con los cuales me pegó en el pecho con fuerza.

-No me mandes callar o te castro aquí y ahora –gruñó.

-Ese mal humor no es bueno, mi amor –sonreí malévolamente mientras hacía ademán de levantarme.

-Imbécil.

-Guarra –me reí mientras me sentaba en el borde de la cama-. Pero con cariño, cielo.

-Vete a la mierda –me lanzó una almohada a la espalda y me reí.

-Sí, a eso voy –suspiré escuchando los berridos del enano ese-. ¿Quieres chocolate?

-Por favor…

Sonreí. En realidad, su mal humor era adorable.

-Se nota que no te ha venido la regla todavía –solté.

-Podrías ser más fino, ¿no crees?

Me giré y alcé una ceja, ella se hizo una bolita entre las sábanas y me sonrió tímidamente.

-No, eso significaría una gran pérdida de tiempo y esfuerzo.

Sin esperar respuesta por su parte caminé hacia la puerta y la abrí, haciendo que los chillidos del niño sonaran más fuertes todavía.

Puto niño.

-Ed, ¿vas tú? –escuché la voz de Louis desde la otra habitación.

-¡Que sí, pesado! –Me encaminé hacia las escaleras y comencé a bajar perezosamente-. Joder, es sábado y yo aquí, despierto y cuidando de un bebé mocoso. Y encima hablando solo. Hostia qué asco me tengo.

-¿Dices algo, Ed?

-¡Cállate, niño! –gruñí-. Hay que joderse…

Al llegar al piso de abajo los llantos eran insufribles. Me llevé una mano al ojo derecho y froté cansadamente soltando un gran y largo suspiro.

Anduve por el pasillo hasta llegar al comedor, donde el niño dormía en su pequeña cestita o como cojones se llamara aquella bolsa llena de sábanas rosas repipis. Por dios, pobre criatura, si a mí me tuvieran en la cesta de la Caperucita Roja durante toda una noche también tocaría los huevos llorando toda la noche.

-A ver, campeón –me agaché delante de él-. ¿Qué coño te pasa?

Como respuesta recibí un grito desesperado. Sus mejillas se volvieron rojas como un tomate y las lágrimas resbalaron por ellas hasta llegar a su pequeña y rosada boca, que a duras penas tenía un par de dientes amenazando por salir.

-¿No te callas nunca? –Fruncí el ceño-. Joder, ¿y para qué te pregunto yo algo? Si total, no vas a responderme. Ven aquí, enano, y cállate de una vez.

Lo cogí en brazos rezando por que nada más caliente de lo normal se percibiera por debajo de su cintura. Jodidos niños y sus apestosos culitos.

-Te vas a callar ¿verdad? –Me lo quedé mirando y sacudí un poco los brazos para que se callara, cosa que, por sorpresa, funcionó bastante bien-. Joder, soy un genio. ¿Verdad que sí, niño? Sí, lo soy. Vamos a coger chocolate, que si no la novia se enfada.

Me puse en marcha de nuevo en dirección a la cocina y el niño dejó de llorar por completo al notar el movimiento. Si ya lo decía yo, que el problema era aquella cama.

Abrí los armarios de par en par en busca de alguna chocolatina para Gemma. Estaba empezando a pensar que me estaba tratando cual criado para los bienes, pero bueno, era Gemma, no me podía negar a ella.

-No te enamores nunca, niño –le dije al bebé-. Pero nunca, nunca. Las mujeres son un maldito enigma que no llegarás a comprender en tu puñetera vida. Ahora que lo pienso, no debería decir tantas palabrotas delante de ti –el niño me miró en silencio sin entender nada-. Qué vas a entender tú, si tienes el cerebro más pequeño que una pasa.

Agarré una paleta de chocolate entera y subí hacia arriba a toda prisa. Sí, con el niño. Si esta era la única manera de poder dormir una hora más, lo tendría colgando de mis brazos toda la vida.

Mientras volvía a la habitación de mi… ¿novia? Vi una luz procedente del cuarto de baño. No le di mucha importancia y abrí la puerta, aunque no encontré a nadie en el interior.

-¿Gems? –fruncí el ceño y anduve hacia la cama, sentándome en el borde.

Dejé al niño a mi lado y éste instantáneamente comenzó a llorar de nuevo.

-¡¿Es que no se te acaban las putas pilas a ti?! –me eché las manos a la cabeza y escuché una risita por la puerta.

-Me encanta tu paciencia, Ed –rió Louis.

Joder, el que me faltaba.

Por detrás de mi primo apareció el chico de cabellos rizados, sus ojos verdosos se hicieron pequeños al reírse de la situación.

Parecía un gatito.

Me encantaban los gatitos.

Louis le dio un beso en la mejilla y yo por otro lado cogí de nuevo al maldito niño, quien no paraba de llorar.

-Creo que le gustas –observó Tomlinson al ver que comenzaba a calmarse de nuevo.

-Yo le gusto a todo el mundo.

-Ya, claro.

De repente una mano pálida tocó el brazo de mi primo abriéndose paso, y por detrás una Gemma con cara horrorizada salió cual fantasma.

-Guapa –sonreí al verla-. Tengo chocolate y a un enano llorón. ¿Cuál quieres?

Ella me miró sin decir nada, sus ojos comenzaron a aguarse.

-¿Gemma? –Harry se separó de Louis y se acercó a su hermana, pero ella le evitó.

-S-Sentaros en la cama –masculló mirando a la nada-. Ed… Ed…

Tanto Harry como Louis corrieron a sentarse a mi lado y automáticamente les pasé el niño para luego levantarme a socorrer a la chica.

-Gemma, ¿qué ocurre? –me acerqué a ella con cuidado y se tapó la boca con una mano.

-Gemma me estás preocupando –habló el niño.

-E-Ed –se rió, nerviosa-. ¿Te gustan los niños?

Fruncí el ceño sin entender.

-¿Qué?

-Oh, dios –escuché decir a Louis.

-¿Qué? –Me giré hacia él quien agarraba a Harry de la mano, casi estrangulándolo, y me volteé de nuevo hacia mi chica-. ¿Gemma?

-Ed... Chicos... Me acabo de hacer el test de embarazo.

En ese mismo instante me podrían haber pinchado y no haberme sacado sangre.

-No puede ser –musitó Harry.

Ella ignoró los comentarios de los demás presentes para enfocar toda su atención en mí, quien seguramente estaría más pálido que una puta hoja de papel.

-Ha dado positivo –masculló con una risita histérica-. Estoy embarazada.

Sí, lo sé, ¡¿CÓMO HE PODIDO DEJARLO AHÍ?! Mwahahahaha yo también me odio. Gracias a todos los que leéis, votáis y comentáis, sois las cositas más adorables del planeta.

Besoooos ♥

Aitana

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