Quisiera poder amarte

By pepymoray

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Alejandra es una joven de 23 años, que tras la muerte de su madre, se ha dedicado a cuidar de su hermana pequ... More

Quisiera poder amarte
Capítulo 1: "De viaje"
Capítulo 2: "El accidente"
Capítulo 3: "¿Tú?"
Capítulo 4: "¿Qué he hecho?"
Capítulo 5: "Una cruel mentira"
Capítulo 6: "Su lado tierno"
Capítulo 7: "Mi suerte"
Capítulo 8: "Chantaje"
Capítulo 9: "Con dos condiciones"
Capítulo 10: "Secretos del pasado"
Capítulo 11: "La otra"
Capítulo 12: "El viento me recuerda a ti"
Capítulo 14: "Por siempre suya"
Capítulo 15: "¿Me ama?"
Capítulo 16: "La herencia Kyros"
Capítulo 17: "Sabor a alcohol"
Capítulo 18: "La sorpresa de Lysander"
Capítulo 19: "En las nubes"
Capítulo 20: "Fuegos artificiales"
Capítulo 21: "Promesas"
Capítulo 22: "Un acto de amor"
Capítulo 23: "Bésame"
Capítulo 24: "Dentro de mí"
Capítulo 25: "Mi boda griega"
Agradecimientos
Capítulo 26: "Siempre a tu lado...mi príncipe griego" (Fin)

Capítulo 13: "Sentir su cuerpo"

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By pepymoray

Capítulo 13: “Sentir su cuerpo”

 

Lysander

Miré a Aline con furia. ¿Qué estaba haciendo aquella mujer de nuevo en mi casa? ¿Cómo se atrevía a volver después de engañarme con un embarazo? Y… ¿A qué se refería con lo de “Sé dónde la tiene”? No estaba de humor para aguantarle sus tonterías. Alejandra se había ido con Ulises y me había dejado sólo con la enfermedad de mi padre y la soledad de mi vida. Desde que la conocí, parecía que comenzaba a sentirme vivo, pero de nuevo estaba en el vacío. Volví a centrarme en la farsante que tenía frente a mí.

-¿Qué haces aquí Aline? ¿No te queda un mínimo de dignidad después de lo que me hiciste? Me das asco- le dije enfadado, cansado y triste a la vez.

Estaba enojado por la traición de esas hermanas inglesas; una me engañó con un embarazo, y la otra me robó el corazón, se lo llevó y se lo entregó a mi enemigo. Aline también huyó una vez con Ulises y manchó mi imagen en la prensa, pero no me importó tanto como la huída de Alejandra… a ella la amaba con todo mi cuerpo y todo mi ser. Ni siquiera lo que me pasó con Anna tenía la misma importancia que lo de Ale.

-¡No es momento para culparme de nada Lysander!, Alejandra está en peligro- dijo nerviosa esa rubia con cara de inocente. ¿Le creía o sólo sería una trampa para volver a engatusarme?

- Así que sabes que ha huido con Ulises y ya que tu amado te ha dejado, vienes a por mi dinero…pues déjame decirte que no pienso…-comencé a gritar.

- ¡Lysander ya basta!- gritó desesperada interrumpiéndome-. Ulises ha secuestrado a mi hermana y sólo vengo a pedirte ayuda, pero si no quieres ya encontraré a alguien que me ayude o llamaré a la policía- dijo mientras se giraba para marcharse.

Un fuerte dolor surgió en el centro de mi pecho y se extendió por todo mi cuerpo. ¿Alejandra en peligro? ¿Ulises se había atrevido a secuestrar a la mujer que amaba? Eso le iba a salir muy caro. Pero, ¿qué quería de ella? La última vez que Ulises vió a Alejandra, había notado el deseo que despertaba en él, pero ¿de ahí a secuestrarla? Quizás Ulises lo hacía porque se había dado cuenta del amor que había despertado en mí esa mujer, y quería hacerme daño. Mis nervios no me permitían pensar con claridad, pero tendría que hacerlo rápido si no quería que hiriera a Alejandra o la obligara a hacer algo que no quisiera. Sabía que Ulises era capaz de todo.

-¿A eso te referías cuando dijiste que sabías donde la tenía? ¿Dónde? Habla- me acerqué y le sacudí los hombros, mientras gritaba muy alterado.

- La tiene en una isla privada que compró hace poco y que no está muy lejos de aquí, pero se suele tardar una media hora en barco.

-Usaré una de mis lanchas. Llegaré más rápido- intenté pensar lo más rápido posible, el tiempo corría. La solté y saqué mi móvil del bolsillo para que uno de mis empleados me trajera una lancha, la más rápida que tuviera.

Si Ulises se atrevía a hacerle daño, me juré que no viviría más para contarlo.

-Iré contigo- decidió Aline.

- Ni se te ocurra- le respondí irritado con el móvil en la mano-. Iré yo sólo y no hay más que hablar.

- Pero no sabes donde está la isla.

Es cierto, definitivamente los nervios no estaban dejándome pensar.

-Dime dónde es, me conozco esta isla y las de alrededor de memoria. ¡Pero hazlo ya!- grité de nuevo tratándola muy mal.  En cierto modo se lo merecía, pero parecía que esta vez tendría algo que agradecerle si todo salía bien.

Estaba demasiado desesperado por saber qué estaba haciéndole Ulises a Alejandra. Sólo quería golpear algo o matar a alguien, en ese momento se me ocurría satisfacer mis instintos asesinos con una persona: Ulises. Que no le hubiera hecho nada a Alejandra, a ella no…Después de rescatarla de las garras de ese malnacido tenía pensado no dejarla escapar nunca más, ni hacerle más daño. Lo que más deseaba era besarla, acariciarla, rozar su piel y notar que me respondía…quería amarla. “Quisiera poder amarla”, pensé.

Una vez que Aline me dijo la ubicación de la isla donde Ulises había secuestrado a Alejandra, llamé para que me trajeran inmediatamente la lancha en ese punto de la playa donde nos encontrábamos Aline y yo. Mis empleados querían acompañarme, pero yo quería ir personalmente para partirle la cara a Ulises. ¡Malnacido! Corrí rápidamente hacia la lancha que me trajeron en pocos minutos. Esa era una de las cosas por las que daba gracias por ser millonario, tenía lo que quería al instante “excepto el amor de Alejandra”. Solo pensaba en ella: en mi Alejandra. Me subí a la lancha sin despedirme de Aline. Encendí el motor y me intenté concentrar para dar con la isla correcta.

Ya iba de camino a la isla, sintiendo el viento y el aroma del mar, que no me transmitían paz. Hasta que Alejandra no estuviera en mis brazos, sana y salva, no estaría en paz.

No sabía cómo reaccionaría frente a Ulises, pero algún golpe seguro que le propinaba.

 

Alejandra

Abrí mis ojos lentamente, muy dolorida. Miré a mi alrededor y pude ver que estaba tumbada en un colchón que estaba en el suelo de una cabaña. Al ver la cabaña lo recordé todo, me llevé la mano a mi mejilla y la acaricié por el dolor que me producía. Tenía la piel irritada. Ulises me había llevado a una isla, haciéndome creer que Lysander había sufrido un accidente, y después me dio una bofetada tan fuerte que hizo que mi cabeza retumbara y me desmayara.

¿Qué haría ahora? ¿Cómo lograba salir de esa cabaña en la que estaba secuestrada por un hombre tan cruel que era capaz de pegarle a una mujer? Comencé a llorar agobiada por todo, ese era el día de mi boda y se estaba convirtiendo en una pesadilla horrible. Quizás hubiera logrado enamorar a Lysander tras la boda, quizás las cosas con él habrían salido bien, pero ahora no habría boda ni posibilidad de volver a verlo. Lysander creería que lo había traicionado, al igual que Aline, que me había escapado con su mayor enemigo. ¿Tendría que quedarme toda mi vida en esa dichosa isla con ese hombre repugnante que sólo quería una cosa de mí: sexo?

Justo en el momento en que iba a levantarme de ese colchón, vi que la puerta se abría. Era Ulises y venía con una bata de color negro entreabierta que dejaba entrever algo de su torso. Me asusté, parecía que estaba desnudo debajo de la bata, y mojado.

-Por fin despertaste querida…eres más frágil de lo que pensaba. Sólo fue una bofetada-dijo en tono burlón acercándose a mí. ¿Cómo podía ser un hombre tan duro con una mujer?

- En cambio tu bofetada no fue muy frágil. ¿Cómo te atreviste a pegarme?- le pregunté enfurecida para ver si se alejaba de mí, pero mi negativa parecía atraerlo más a mí.

Sabía lo que Ulises estaba pensando, sólo quería “hacerme suya”. Cada vez estaba más nerviosa y asustada. Si hubiera tenido algo cerca para golpearle o para tirarle…pero en la cabaña sólo estaba el colchón.

-No te enfades mi inglesita traviesa, ahora te recompensaré tanto dolor con mucho placer. Más del que hayas pensado disfrutar jamás. Te haré vibrar- cuando terminó de hablar ya estaba pegado a mi cuerpo sonriendo y acariciándome la espalda.

Me tumbó en el colchón y se puso a acariciar mis pechos mientras que me besaba con violencia. Comencé a golpearle con mis puños para que se quitara de mi cuerpo pero él me presionaba cada vez más fuerte. Ni mis llantos, ni mis gritos parecían hacerle cambiar de opinión. Me daba asco que me tocara, prefería morirme antes que ese hombre me arrebatara mi virginidad. Su roce me producía ganas de vomitar. Continué dándole golpes, incluso arañazos, pero no logré apartarlo.

Estaba aturdida y frustrada al no poder impedir lo que sabía que terminaría pasando. Él era un hombre y tenía mucha fuerza en comparación conmigo, que era muy menuda. Ulises me estaba subiendo la falda del vestido y estaba acariciando mi muslo…cuando le mordí el labio. Ésa supuse que sería una buena forma de evitar lo que Ulises quería hacerme, tendría que haber alguna forma de evitarlo, porque mi cuerpo ya no tenía más fuerzas para luchar contra él.  

-¡Maldita!- gritó con gran ira reflejada en sus ojos celestes, a la vez que posó los dedos en su labio inferior. Le había hecho sangre. Se lo merecía. De nuevo, y sin esperármelo me golpeó en la misma mejilla. El dolor fue incluso más intenso que la otra vez, pero esta vez no me desmayé. Sólo me corrían lágrimas por la cara por la impotencia de no poder moverme. Todavía estaba bajo el cuerpo de Ulises y no me dejaba escapar. Todavía seguía con el vestido subido y sin poder bajar mis brazos para bajar la falda.

En el momento en el que mis lágrimas recorrían mi mejilla irritada y me producían escozor, oí una voz fuera de la cabaña que me devolvió a la vida. Un sonido que sonaba a esperanza, a salvación, a protección. Esa voz gritaba mi nombre. Temía que fuera sólo imaginación mía, temía que fuera un sueño, pero pude comprobar que era verdad cuando Ulises se apartó de mí nervioso dejando mis brazos y cuerpo libres. Antes de que pudiera bajarme la falda, limpiarme las lágrimas o incorporarme, entró el dueño de esa voz, el dueño de mi corazón. El verdadero dueño de mi cuerpo.

-¡Alejandra!- gritó Lysander buscándome con la mirada al entrar.

Cuando me ubicó, me miró y yo le devolví la mirada, pude notar una mezcla de furia y tristeza en su rostro, yo agaché inmediatamente la cabeza avergonzada.  

En un instante, Lysander se abalanzó a Ulises y se puso a darle puñetazos. Comenzaron una pelea donde los puños eran los protagonistas. Nunca había visto a Lysander tan enojado, parecía otro hombre. Mucho más fuerte y protector.

-¿Qué le has hecho maldito? ¿Cómo te has atrevido a ponerle una mano encima?-dijo Lysander sin para de pegarle a Ulises.

- Tu Alejandra es espléndida en la cama. Es mucho mejor que Aline, ¿verdad?- afirmó Ulises con tono burlón.

La intensidad de los golpes, tras esas palabras de Ulises, aumentó. Lysander no paraba de dedicarle puñetazos al malvado griego, pero él tampoco se quedaba atrás y le devolvía los golpes. No soportaba ver cómo Lysander estaba recibiendo tantos derechazos, pero Ulises recibía muchos más, y eso me aliviaba. Lysander era mucho más fuerte y alto. Además la rabia que sentía le salía al exterior convertida en fuerza.

Ulises empezó al cabo del tiempo, a recibir más puñetazos en la cara y en el estómago, además de alguna que otra patada, parecía que ya no le quedaban fuerzas, no se podía defender, parecía que estaba cansado y Lysander se estaba aprovechando de esa debilidad. Si seguía así, acabaría matándolo.

La pelea no podía continuar más, había llegado a un momento en el que Ulises estaba sangrando y Lysander también. Estaban agotados, y aún así continuaban. Me levanté del incómodo y asqueroso colchón donde Ulises había intentado violarme.

Esto tendría que parar de algún modo, una ceja de Lysander sangraba abundantemente. Al ver su herida mi corazón latió muy fuerte, quería curarlo, dejar que peleara con ese hombre que no valía nada. Me acerqué donde estaban y comencé a tirar de la camisa del hombre que amaba, para que dejara de golpear al idiota de Ulises, al cual tenía arrinconado en la pared mientras le golpeaba.   

-¡Lysander ya por favor!-grité sollozando por toda la presión acumulada en mi cuerpo- Vámonos de aquí, quiero regresar.

Giró su cabeza y me miró con una mirada dura, pero al verme mejor se relajó y soltó a Ulises que estaba débil y no era capaz ni de ponerse en pie por los golpes de mi griego. Las rodillas de Ulises se flexionaron y con la espalda apoyada en la pared cayó al suelo sentado.

-Me pagarás esto Ulises, y la zorra de tu amante también. No viviréis para contarlo- susurró Ulises exhausto.

-No si yo te mato antes. No pienses más en ponerle la mano encima a mi mujer o seré yo quien te lleve al infierno antes de tiempo. Hoy sólo te he dejado una muestra- la respiración de mi griego también sonaba agitada, pero gracias a dios estaba mejor que Ulises. Él si se podía mantener de pie. El hombre de mi vida, además de guapo, era fuerte y protector.

¿Tanto le importaba yo a Lysander o sólo estaba así por el odio que sentía hacia ese malnacido? Lo que me importaba es que me había salvado de las garras de ese hombre. Pero cuando dijo que “No pienses más en ponerle la mano encima a mi mujer”, una alegría emanó de mis entrañas. “Su mujer”…eso debería de ser en ese momento, si no me hubiera secuestrado Ulises.

Ulises no pudo responderle a Lysander, porque se desmayó, tendiéndose en el suelo automáticamente.

Las lágrimas no paraban de brotarme de los ojos, después del día de la muerte de mi madre, este era el segundo peor día de mi vida. Estaba temblando por los nervios. Lysander me miró y se acercó para abrazarme. Por fin sentía el calor de su cuerpo, su fuerza protectora, los latidos agitados de su corazón. Por fin sentía su cuerpo. Lloré más fuerte entre sus brazos, soltando toda mi angustia. Él me acariciaba el pelo y trataba de consolarme, de callar mi llanto.

-Shh…tranquila, ya pasó todo. Vámonos antes de que me arrepienta y mate a ese canalla- me susurró al oído.

Nos separamos y me abrazó con sólo un brazo, mientras yo hundía mi cabeza en su pecho dejando de llorar, no quería despegarme de su cuerpo. Allí me sentía segura y feliz.

Nos dirigimos andando fuera de la cabaña, y al salir noté los rayos de sol sobre mi cara y levanté la mirada para ver la cara de Lysander. ¡Dios! Estaba muy magullado y la ceja le sangraba. Necesitaría que un médico le pusiera puntos en la herida. Llegamos a la orilla, donde estaba aparcada una lancha. Seguramente hubiera usado ese transporte para venir a salvarme.

-Estás muy cansada y débil- me dijo con voz dulce y amable, y después me dio un beso en la cabeza mientras posaba su mano en mi mejilla herida. Maldijo algo en griego bajito. Continuó, cambiando la voz para ponerla más suave, después de maldecir furioso-. Además…estás herida- agachó su cabeza y rozó con sus labios mi mejilla parándonos en mitad de la orilla.

Ese gesto terminó con las fuerzas que me quedaban. Ese roce tan tierno, me derritió el alma y encendió en mi interior una llama de deseo y amor puro. Deseaba amarlo. “Quisiera poder amarlo”, pensé.

Las piernas me flaquearon y estuve a punto de caerme, pero él me levantó en el aire con sus musculosos brazos al darse cuenta y me introdujo en el interior de la lacha con facilidad y delicadeza. Se subió y encendió el motor.

La lancha era preciosa, de color blanco por el exterior y con asientos en su interior forrados de piel. Todo lo que rodeaba a ese hombre era lujoso y muy caro, yo no pegaba en su mundo, pero era feliz junto a él. Estaba sentada a su lado, y no hablé nada mientras conducía. Sólo lo miraba de reojo, sin que se diera cuenta. ¿Cómo podía existir un ser tan bello y tierno? El hombre arrogante de los primeros días había desaparecido completamente. Sólo me miró durante el camino en un par de ocasiones, y me moría de amor cada vez que lo hacía, con su mirada brillante y feliz, sus labios dedicándome una sonrisa y sus heridas en el rostro que me producían ganas de besarlo y curarlo con mis besos.

Llegamos a la orilla de la playa que estaba debajo de su mansión. Aparcó la lancha y paró el motor. Se bajó y yo me levanté también para salir del interior del vehículo. Pensaba bajar sola, pero antes de darme cuenta ya me tenía rodeada la cintura con sus brazos, alzándome y bajándome hacia la arena mojada por las olas. El lugar era increíble y la compañía aún más. Me había salvado de Ulises, pero no me había salvado de él, del deseo que me hacía sentir y que quería saciar cuanto antes. Quizás si me volviera a besar, no podría parar. No me detendría.

Allí estábamos, en la orilla de la playa más hermosa que había visto nunca, con los ojos del hombre al que amaba posados en mis labios. Sé lo que pretendía y quería que lo llevara a cabo, pero ese no era el momento. Su herida de la ceja sangraba mucho, y habría que curarla.

Bajé la mirada y hablé para romper la tensión que había entre nosotros.

-Tienes una herida en la ceja y te está sangrando. Si quieres puedo curártela. Tal vez no sea tan profunda para que un médico te ponga puntos. Además…me has salvado de Ulises, y te lo debo- le dije agradecida.

-No me debes nada, lo hice porque te quiero, y por supuesto que me encantará que me cures- sonrió.

¿Qué me quería? ¿De qué modo? ¿Cómo amiga o, como algo más? No tendría que haberme dicho esas dos palabras “te quiero”. Mi corazón estallaría de tanto amor.

Nos interrumpió la empleada, de nuevo. Rompió la magia de ese instante. Estaba cansada de que nos interrumpieran. ¿No podía estar con él un tiempo considerable? Aunque para estar con él ningún tiempo era suficiente.

-Señor disculpen, pero el juez ha llegado para la ceremonia.

AAAAHH mis querid@s admiradores!!! No me merezco tantos votos y comentariossssss, hacéis felices mis días de verdad! Me animáis a escribir, y me quitáis de los problemas que tengo en mi vida personal! Os adoroooooo e intentaré escribir mejor cada día. Subiré en estos días, no os abandonoo!

Espero que os haya gustado este capítulo, y que os gusten los siguientes.

VOTEN Y COMENTEN PLEASE!! Y …GRACIAS!!!!!!! FELIZ NAVIDAD!!!!

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