Capítulo 15: "¿Me ama?"

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Capítulo 15: “¿Me ama?”

No me iba a llevar toda la mañana en la cama esperando que Lysander apareciera. Ya llevaba allí, bajo las sábanas, unos quince minutos y estaba desesperada, además de avergonzada por mi desnudez. ¿Se había atrevido a dejarme sola después de lo que había pasado la noche anterior? Al parecer no le había importado que yo le entregara algo tan importante para mí, algo que no había querido entregar nunca a ningún hombre. Sólo deseaba entregar mi virginidad al hombre al que amara y ese deseo se había hecho realidad. Fui de Lysander, el dueño de mi corazón. Pero…nunca me imaginé el despertar así. Esperaba amanecer con él o que apareciera al pie de la cama y me abrazara. Que estuviera en ese momento conmigo.

Me levanté de la cama y me di un baño. Me dolían partes de mi cuerpo que no sabía ni que existían. Esa noche fue la mejor de mi vida, le había pedido a Lysander que me llevara al cielo, y me había llevado mucho más allá. Sentí bajo sus brazos que mi alma se desprendía de mi cuerpo, y que se unía a la del hombre al que me había entregado. Fue algo que iba más allá del deseo corporal. Lo amaba, lo amaba y lo amaba. ¿Qué pasaría después de eso? ¿Cómo lo miraría a la cara? El agua de la ducha que estaba caliente, porque me encantaba ducharme con agua hirviendo, no borraba las huellas que había sembrado Lysander, todavía notaba sus caricias. ¡Cómo me gustaría repetir la experiencia! Si podía elegir un lugar para morir… deseaba hacerlo en sus brazos, así me aseguraría el traslado directo al paraíso.

Aún seguía conmocionada cuando salí de la ducha, todavía estaba nerviosa. Tenía que enfrentarme a Lysander. La noche de bodas soñada sucedió y traería sus consecuencias. No sé si un embarazo…porque no era momento de tener un hijo de Lysander, eso lo complicaría todo, de lo que sí estaba segura era de que después de eso nuestra relación cambiaría, aunque no sabía si cambiaría a mejor o a peor.

Me puse un vestido de tirantes y, con el pelo suelto y mojado, salí de la habitación. Estaba todo silencioso. Era extraño, nunca había sentido ese silencio en ese lugar. Parecía que a raíz de mi noche de bodas, todo había cambiado. Me parecía un sueño todo lo que había vivido en ese hogar. Recorrí toda la casa, incluida la piscina y el jardín y nada, no había nadie. Ya me estaba asustando… ¿estaba sola en esa casa tan gigantesca? ¿y los empleados? ¿y Lysander?

Estaba muy dolida con Lysander por dejarme desnuda en su cama esa mañana sin despedirse ni nada. Hubiera querido que me despertara con sus besos y me hiciera el amor de nuevo. En cambio, allí estaba, sola en esa mansión fría y solitaria, buscando señales de vida por algún lado.

Desde que había llegado a esa isla, lo único que había hecho era sufrir: descubrir cosas desagradables de mi pasado, sufrir accidentes varios y amar sin ser amada. Muchas cosas horribles y pocas alegrías, y creía que me las merecía. Tenía que pensar un poco más en mí, como me decía mi tia. Así que, como no veía a nadie por ninguna parte, decidí ir al casco urbano de Santorini a pasar el día. Me vendría bien un poco de ocio, quizás fuera al mercadillo, aunque me recordara a Lysander…tal vez quería recordarlo bromeando y riendo conmigo al comprarme la pulsera “ojo de turco”. ¡La pulsera!, ya me había olvidado de ella…lo mismo que ella se había olvidado de mí. La suerte me había abandonado hacía ya tiempo. Pero yo estaba dispuesta a encontrarla, pasaría un buen día en la isla y me olvidaría de todo por un rato.

Me dirigí a mi habitación para coger mi bolso, en el cual introduje dinero, pañuelos y mi documentación. No creía que me hiciera falta nada más. Fui al garaje que casualmente estaba abierto y pude ver mi coche de alquiler…pero recordé que una vez,  que intenté huir, ese coche no respondía. Por lo que, sin pensar vi que uno de los coches de la casa tenía las llaves puestas, en ese momento la suerte había tenido un despiste y yo lo había aprovechado. Me subí e inmediatamente lo puse en marcha. Era un coche de lujo. Nunca había conducido un vehículo de tanta potencia, pero supuse que sabría manejarlo. Me puse nerviosa cuando aceleré por primera vez, ya que con sólo rozar el pedal la velocidad aumentó considerablemente. Se veía que tenía mucha potencia. Salí del garaje y milagrosamente la valla de la casa se abrió, y me incorporé al camino que llevaba al pueblo. Sonreí. Había tenido suerte al salir de allí, aunque fuera unas horas. Por fin pasaría un día normal.

Quisiera poder amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora