Amanda Turner
Elegí vestirme con unos shorts vaqueros, acompañados con una camisa ancha remangada hasta el codo azul para la cena. Me puse una sandalia en el pie derecho ya que el otro estaba vendado y era imposible ponerse ningún zapato y preparé un pequeño bolso donde metí el monedero, el móvil y la cámara de fotos. Fui al baño, saltando a la pata coja, para peinarme. Me recogí el pelo en una coleta alta dejando algunos mechones fuera, me pinté la raya inferior del ojo negra, me puse un poco de sombra, colorete, rímel y brillo de labios. Me eché colonia y volví a la habitación para coger las muletas, me colgué el bolso y empecé a bajar despacio las escaleras.
— ¿Te ayudo, tortuguita? —me preguntó mi hermano desde el sofá.
—No, tranquilo. Tú sigue ahí, sentadito —ironicé y se echó a reír. En ese momento, llamaron al timbre.
—El chófer ha llegado —anunció mi hermano después de abrir la puerta.
—Genial —dije mientras bajaba los últimos escalones y Josh me ayudaba—. Gracias por hacerme este favor —comenté tras besar su mejilla.
— ¿Nos vamos ya? —asentí con la cabeza.
—Pásalo bien y no vuelvas muy tarde —dijo mi hermano, haciendo burla a mi padre. Reí y le abracé.
—Hasta luego.
— ¡Y cuidado con los chupitos! —me advirtió entre risas mientras Josh y yo salíamos de mi casa.
—Avísame cuando quieras que vuelva a por ti —Josh aparcó frente a la puerta del sitio donde cenaríamos.
—No hace falta. Le diré a alguno de los chicos que me lleve. Ya te he causado demasiadas molestias a ti.
—Anda, no digas tonterías. Sabes que lo hago encantado.
—Ya te invitaré a tomar algo —rió—. Gracias de nuevo, Josh —besé su mejilla antes de bajar del coche.
—De nada y pásalo bien —sujeté las dos muletas con una mano para con la otra decirle adiós a Josh.
Cuando le vi desaparecer al fondo de la calle, volví a mi tarea de intentar caminar con las muletas. Afortunadamente, cuando estaba peleándome conmigo misma para abrir la puerta del restaurante y poder entrar, Liam apareció en escena acompañado de una chica.
— ¿Pero qué te ha pasado, pequeñaja? —me preguntó mientras abría la puerta para que su acompañante y yo pasáramos.
—Ahora os cuento.
Entramos en el restaurante y, según Liam, la mesa que teníamos reservada estaba en la planta superior. ¡Viva! ¡A subir escaleritas!
— ¿Qué tal si mejor te subo a caballito? —se ofreció Liam al ver que llevábamos ya un rato para subir tan solo cinco escalones. Me encogí de hombros— Soph, coge las muletas por favor —le pidió a la chica. Se las entregué y Liam me cargó a su espalda.
—Gracias —les dije a ambos y un poco después, ya estábamos arriba. El resto estaba sentado alrededor de la mesa, tan solo faltaba mi amiga Gin por llegar.
— ¿Pero qué te ha pasado, Mandy?
—Sufrí un pequeño accidente el viernes.
— ¿Y eso? ¿Quién se ha atrevido a hacerle daño a la enana? —preguntó Niall dándome un abrazo.
—Pues fui yo —respondió Louis. Todos a excepción de Ron y Eli, nos miraban sorprendidos a ambos y entonces empezamos a contarles lo que había ocurrido.
—Bueno chicos, que no os he presentado —empezó a hablar Liam—. Ella es Sophia —presentó a la chica que le acompañaba y que se había quedado un poco al margen—. Ellos son Louis, Harry, Zayn, Niall, Amy, Eli, Ron y...—se quedó mirando a la chica que estaba junto a Niall. Supuse que sería Lucy.
—Lucy —dijo ella sonriendo tímidamente.
Después de las presentaciones, volvimos a sentarnos para charlar mientras hacíamos tiempo a que Gin llegara. Teníamos a Liam presidiendo la mesa por el extremo derecho; a su lado, Sophia, luego Els, Louis, Ron y Eli. Presidiendo el otro lado de la mesa estaba Zayn, a su derecha Lucy, después Niall, el hueco que ocuparía yo, Harry y, finalmente, el sitio que quedaba para Gin.
— ¿Qué tal la boda? —pregunté a mi amigo de rizos y sonrió levemente. Iba a responderme cuando entró la que faltaba. El primero en levantarse a saludarla fue Harry y el beso que se dieron nos dejó a todos con la boca abierta.
— ¿Qué nos hemos perdido? —inquirió Louis divertido, alzando una ceja.
—Creo que está muy claro, Lou.
— ¿Y si nos lo cuentan mientras cenamos? —propuso Niall y nos echamos a reír.
Un camarero vino a atendernos en cuanto vio que estábamos todos sentados y gastamos varios minutos en decidir qué querríamos cada uno. Tomó nota, volvió poco después con lo que habíamos pedido para beber y al rato, empezó a traernos la cena. Mi pequeño accidente fue de nuevo tema de conversación, aunque lo que ocupó la mayor parte de la velada fue la boda de la madre de Harry y las bromas que hacíamos respecto al dicho conocido que dice que de "una boda sale otra boda". Lucy perdió la vergüenza en seguida y se integró fácilmente en la conversación, era una chica muy simpática y Sophia también hablaba, algo menos ya que se la veía más tímida. Cuando llegaron los postres, saqué la cámara de fotos del bolso ya que aún no había hecho ninguna.
—Juntaos un poco más —les pedí a Eli, Zayn, Lucy y Niall para que entraran en la foto.
—Eh, yo también quiero salir —dijo Ron pegándose a Eli. ¡Click!
—Ya está la niña de las fotos —protestó Louis. Le miré y le saqué la lengua a lo que él rió. Era extraño. Si ese comentario lo hubiera hecho hace tan solo unas semanas, nos hubiéramos picado y hubiéramos empezado a discutir.
—Calla y sonríe —le regañó Els y les hice una foto.
— ¡Ahora le toca a la parejita! —exclamé mientras Harry y Gin me miraban sonrientes— Perfectos —comenté—. Liam, Sophia, me faltáis vosotros.
—Acabo de tener una idea —anunció el chico de rizos que tenía a mi lado.
—A ver, sorpréndenos, Hazza.
—Tú querías ser fotógrafa, ¿no? —me preguntó y le miré extrañada.
—Sí. ¿Por?
—Podrías hacernos una sesión de fotos a nosotros y, si son buenas, quizás te llame alguna revista —explicó.
—Es una gran idea —admitió el rubio a lo que Harry sonrió orgulloso.
—Por mí, estupendo.
—Pues no se hable más —concluyó Liam y quedamos en que cuando me recuperara del esguince, pondríamos una fecha para hacerles esa sesión de fotos.
Lucy Austen
La verdad es que había sido buena idea ir a la cena. Conocí en persona a Amy y confirmé que era igual a la chica con la que había hablado días atrás por WhatAapp: divertida y muy agradable. Aparte de Eli, a la que ya conocía, conseguí hacer muy buenas migas con Ronnie. No hablé demasiado con las demás chicas de la mesa porque no estábamos sentadas cerca, pero estaba segura que también eran unas chicas estupendas. De los chicos, poco que decir. Seguía al grupo desde el principio y eran tal y como me los imaginaba. La cena terminó y, aunque algunos iban a salir a bailar un rato, yo le pedí a Niall que hiciera el favor de acercarme a mi casa, a la mañana siguiente tenía que trabajar y no quería acostarme muy tarde o parecería un zombie en el trabajo.
— ¿Te importa hacer de taxista, Nialler? —le dijo Amy mientras nos levantábamos para empezar a salir del restaurante.
— ¿Gano algo a cambio, pequeñaja?
—Te invito a merendar un día —le propuso. Oferta que Niall inmediatamente aceptó con una sonrisa.
Empezamos a despedirnos ya en la puerta de la calle. Abrazos por aquí, besos en la mejilla por allá. Cuando dijimos adiós los tres al resto y quedamos en vernos en unos días, ayudé a Amy a meterse en la parte trasera del coche. Le indicó la dirección a Niall y pasamos a dejarla.
—Espero que nos veamos pronto, Lu.
—Claro que sí. Siempre puedes pasarte por Nando's —bromeé.
—Ya quedaremos cuando se me arregle esto —señaló el pie—. Y nos vamos todas de compras por ahí.
— ¡Qué peligro! —comentó Niall.
—Tú calla —le regañó ella—. Gracias por traerme —besó su mejilla.
—Ya vendré a buscarte para cobrarme la deuda.
En cuanto se bajó del coche y la vimos entrar en su casa, pusimos rumbo a la mía. Aparcó frente al portal y ambos nos bajamos.
—Gracias por la cena. Lo he pasado muy bien —me sinceré antes de sacar las llaves para entrar en el portal.
—No hay de qué. Gracias a ti por venir —me deleitó con su sonrisa una vez más y, antes de que pudiera darme cuenta tenía sus labios sobre los míos, cosa que me hizo sonreír—. Oye, Lu —susurró sin separarse.
— ¿Hm? —rocé mi nariz con la suya, cerrando los ojos.
— ¿Te gustaría...—hizo una pequeña pausa mientras acariciaba mi mejilla— ya sabes, ser mi chica? —sonreí ampliamente antes de contestar a su pregunta.
—Claro que sí, Nialler —nos besamos de nuevo, esta vez haciéndolo un poco más duradero. Tuvimos que separarnos a regañadientes, pero necesitaba respirar.
—Resérvame una mesa mañana en Nando's —reí por su comentario, besé cortamente sus labios y caminó para meterse de nuevo en el coche. Le dije adiós con la mano mientras sonreía y entré en casa.
Mi padre estaba viendo la tele cuando entré. Le saludé antes de irme a mi habitación, pero me pidió que me sentara. Tenía algo que decirme, bueno según él, pero lo que él no sabía era que en ese momento, era una mala noticia para mí.
Elizabeth Hunt
Fuimos a una discoteca a bailar y tomar algo después de la cena. Lo estábamos pasando de maravilla todos o al menos eso parecía porque vi a Zayn alejado, apoyado sobre la pared moviendo ligeramente la cabeza al ritmo de la música mientras sostenía un vaso de tubo en la mano derecha. Sabía que algo le sucedía así que decidí abandonar el corro que teníamos montado en el centro de la pista de baile y me acerqué a él.
— ¿Qué haces aquí tan solo, Malik? —me apoyé en la pared, copiando su postura. Se encogió de hombros antes de dar un sorbo a su bebida.
—No me apetece bailar. Eso es todo —respondió mirando al frente.
—Oh, venga —protesté—. ¿Vas a contarme de una vez qué te pasa? Llevas toda la noche raro.
—No es nada, de verdad. Ya te lo he dicho antes.
—No —le contradije—. Antes me dijiste que luego me lo contabas —sonrió levemente.
—Este no es el mejor sitio para hablar —volvió a beber.
—Pues vamos fuera —sugerí. Se me quedó mirando con una ceja levantada—. Vale, vale. No me lo cuentes —dije haciendo gestos con las manos—. Pero —me coloqué frente a él— que sepas que las clases de skate quedan canceladas hasta que me lo cuentes —y dicho esto, me di la vuelta para volver con los demás aunque no llegué muy lejos porque una mano tirando de mi brazo me detuvo.
—Eso es chantaje —murmuró a mis espaldas. Me giré quedando frente a él.
— ¿Funciona? —miró al techo, suspiró y sonrió.
—Anda, sígueme —pidió y besé su mejilla, contenta porque había conseguido lo que quería.
Me guio por todo el local hasta que encontró la salida. Se agradecía respirar aire fresco y escuchar de lejos la música. Se sentó en el bordillo de la acera y le imité. Sacó el paquete de tabaco del bolsillo del pantalón, cogió un cigarrillo, lo colocó en su boca y, tras encenderlo, volvió a guardar el paquete y el mechero.
—Tú dirás.
—Es Perrie —informó tras soltar el humo de la primera calada.
— ¿Y eso? ¿Qué ha pasado? —pregunté rápidamente a lo que él rió.
— ¿Me vas a dejar que te lo cuente? —asentí con la cabeza y llevó de nuevo el cigarrillo hasta sus labios— El caso es que no sé qué ha pasado. Si he hecho algo mal, si es por la distancia, porque no podemos pasar juntos mucho tiempo o qué, pero es como si la relación se hubiera enfriado. ¿Me entiendes?
—Creo que sí. Pero también creo que la distancia se supera cuando hay amor de por medio.
—No siempre. Quizás tengamos que darnos un tiempo y ver qué pasa. Yo la quiero mucho, pero siento que en este último mes las cosas han cambiado —confesó.
— ¿Has hablado con ella de esto?
—Todavía no. Ese es el otro problema. Antes, cuando alguno de los dos estábamos de gira, hablábamos un par de veces al día. Ahora, cada vez que la llamo o no puede hablar porque está a punto de salir para una entrevista o va a empezar el concierto o cualquier excusa. Hay veces que pienso que hasta me está esquivando por algo y no quiere hablar conmigo.
—Estará ocupada. Sabes como son esas cosas. Siempre tenéis que estar de un lado para otro sin tiempo para nada —me miró con sorpresa—. ¿Qué?
— ¿Por qué la defiendes? —soltó una pequeña risa.
—Solo intentaba darte una posible respuesta, bobo —le di un pequeño codazo riendo.
—En fin —suspiró—. Tengo que hablar con ella lo antes posible porque no paro de darle vueltas a la cabeza y la situación me supera —se encogió de hombros—. Quizás nuestra relación ya no dé para más y sea hora de pasar página.
—O quizás no.
No puedes ser más tonta, ¿verdad?, gritó una vocecita en mi cabeza. El chico que te gusta te dice que seguramente deje a su novia y a ti lo único que se te ocurre es decir cosas a favor de la chica para que no rompan.
No tengo ninguna posibilidad con él y con ella es feliz. Con ser su amiga me basta, le respondí.
Lo que yo decía, tonta no. Tontísima.
Déjame en paz, dije zanjando mi pequeña pelea interna.
— ¿Otra vez? —me miró riendo y fruncí el ceño, sin entender muy bien de qué se reía. Se suponía que tenía que estar afectado porque su relación amorosa pendía de un hilo. No era un tema gracioso, desde mi punto de vista—. Gracias por escucharme, Liz.
—Las terapias psicológicas las cobro aparte —bromeé y ambos nos echamos a reír.
—Sabes que pago siempre.