Amor inmarcesible. (CAMREN)

By Sidwaay

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Lauren Jauregui lo sabe, pero no lo quiere admitir, su matrimonio ya no es lo que solía ser, las cosas habían... More

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
Capítulo 56.
Capítulo 57.
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60 (FINAL).
Epílogo.

Capítulo 20.

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By Sidwaay



Julio 2016, Boston – USA

Cuando cerró la puerta de la camioneta pudo sentir el verdadero frío que hacía en el lugar, menos mal había llevado su mejor abrigo para soportar aquellas temperaturas. Su mente agradeció el silencio que se mezclaba con los sonidos de la naturaleza del lugar.

Sacó con agilidad el bolso y las cañas de pescar de la parte trasera de la camioneta, sonriendo melancólicamente al recordar cómo el propio padre de Camila le había enseñado los secretos para lograr una excelente pesca en el lago. Para aquel entonces sólo llevaban un par de meses de novias, el instituto estaba por terminar y los padres de su chica le habían invitado amablemente a pasar unos días de relajo en el lago. Camila había quedado admirada de las habilidades que la ojiverde demostró aquel día, riendo a lo bajo al ver cuánto Lauren se esforzaba por impresionar a Alejandro.

Al entrar a la casa varios recuerdos amenazaron con brotar desde el fondo de su memoria, pero se removió nerviosamente hasta la pequeña cocina de la casa para poner a hervir algo de agua y hacerse una taza de café.

Se dejó caer en el pequeño sofá color azul marino de la habitación que daba de forma casi directa al exterior de la casa, de ahí se podía ver la inmensidad del lago el cual movía sus aguas tranquilamente imperturbables bajo los débiles rayos de sol que rebotaban en él.

Sus parpados se cerraron al darse cuenta dónde exactamente estaba, ¿En qué momento había pensado que era una buena idea escapar al lugar donde muchas veces pasó el día haciéndole el amor a Camila?

- ¿Y ahora qué? – Susurró confundida para sí misma.

El sonido de la tetera resonó por toda la casa y mientras sus manos comenzaban automáticamente a ejecutar paso a paso lo necesario para lograr un excelente café repasó mentalmente lo que había pasado en los últimos días... ¿Sería posible en algún momento dejar de amar a Camila? ¿A su Camila?...

...

- ¿Cómo que se ha ido? – Preguntó confundida Dinah mientras tomaba en brazos a Cameron el cual estaba haciendo un berrinche.

- Ayer por la noche, se ha ido en la camioneta. – Dijo Camila mirando a Cameron preocupada.

- ¿Por cuánto?

- No me lo ha dicho. – Hizo una mueca.

Cameron seguía llorando casi silenciosamente en los brazos de Dinah, el pequeño llevaba los cabellos despeinados y aún el pijama de estrellas amarillas en un fondo azul oscuro.

- Creo que él sabe que Lauren se ha ido. – Susurró la arquitecta tomando a su hijo en brazos.

Los parpados de su amiga se abrieron para luego afirmar en silencio. Camila no había sabido a quién más llamar para quedarse aquel día en casa junto a su hijo, no hubiera soportado hablarlo con sus padres o con los propios padres de Lauren. Tampoco hubiera soportado quedarse sola y subirse por las paredes intentando descifrar qué era lo que exactamente pensaba la ex soldado.

El anillo de Lauren lo había dejado en el cajón de la mesita de noche del lado de la ojiverde. Cuando aquella noche había entrado a la habitación un frío recorrió su espina dorsal al recordar aquellas noches cuando Lauren había estado de misión y ella había tenido que dormir sólo acompañada del pequeño que estaba creciendo en su vientre, ahora al menos pasaría las noches durmiendo con su hijo entre los brazos.

- ¿No cree que realmente has perdido el anillo? – Habló Dinah mientras terminaba de hacer dos tazas de café.

- Le he dicho, pero no sé si ha pensado que es mentira... Le duele de igual forma.

- Ayer llamé a Sean pero me ha dicho que alguno de sus trabajadores se había encargado de guardar el equipo que usamos y cuando ya ha ido él no ha encontrado el anillo.

Una mueca de frustración y dolor se instaló en su rostro, no podía creer que realmente hubiera perdido el anillo, había sido tan rápido que aun podía sentir el leve peso de la alianza de oro rodeando su dedo. Quiso romper en llanto al recordar el momento exacto cuando Lauren sonriendo y riendo nerviosamente le había puesto aquel anillo frente a todos sus seres queridos en el día de su boda.

- ¿Será una señal? – Murmuró Camila sin apartar sus ojos del pequeño que seguía aferrado a su pecho.

- ¿Una señal? ¿A qué te refieres? – Dijo confundida la ingeniera.

- Una señal... De que lo mío con Lauren tenía que terminar...

En el rostro de su amiga se instaló una mueca que luego desapareció, ella misma sintió su boca seca e inconscientemente apretó más a Cameron contra su pecho.

- ¿Puedo decirte algo? Y quiero que recuerdes que soy tu amiga, y que te lo digo porque me preocupo por ti y por Cameron.

- Está bien... - Dijo algo insegura.

- Creo que la estás cagando... Sé que no puedo entender ni una pequeña parte de todo lo que has tenido que soportar desde que Lauren se fue a aquella maldita misión en Irak... Pero sí puedo decirte lo que ven mis ojos, puedo ver cómo vosotras dos estáis dañadas, pero no puedo entender cómo dejas ir a la mujer que te ama locamente, y sé que detrás de todo Camila, detrás de todo, tú también sigues amando locamente a Lauren.

El pecho se le apretó al oír aquellas palabras salir de la boca de una persona que le conocía tanto, ella se había sentido tan perdida, tanto que nunca imaginó que alguien lograra ponerse en su lugar, todo el mundo parecía pasar por alto todo lo que ella había vivido para ser fuerte por su hijo y por su esposa, todo a la vez que ella no podía ser débil o dejaría caer a las dos personas que más amaba.

- Y no ha sido una puta señal, sólo ha sido un accidente por culpa de aquellos estúpidos guantes. – Espetó Dinah para luego beber un largo sorbo del café.

Cuando sus propias papilas gustativas saborearon aquel liquido caliente la tristeza volvió a invadir su corazón, Lauren llevaba fuera de casa menos de un día y ya la extrañaba, se sintió mareada al saber cómo luego aquel tiempo se extendería hasta tener un día a día sin la mujer que amaba.

- ¿Nunca has pensado en hacer terapia? – Apuntó Dinah mientras la miraba con un rostro sereno.

- ¿Yo? – Dijo confundida la arquitecta.

- Sí Mila, no hay nada de malo en pedir ayuda cuando se necesita...

- Nunca lo he pensado... Yo... - Tartamudeó nerviosa.

- Ey, calma... Disculpa, no he querido ofenderte o algo por el estilo.

- No, no... Lo entiendo Dinah... Y quizás deba pensármelo.

Su amiga le regaló una pequeña sonrisa dando por terminada la conversación. Cameron se había vuelto a dormir en su regazo, y Camila se preguntó si el pequeño se habría percatado realmente de que la ojiverde se había ido de casa.

...

El reflejo de los numerosos árboles en el agua del lago y la tranquilidad del agua contrastaban totalmente con los numerosos y explosivos pensamientos que abordaban su mente. Apenas lanzar el anzuelo, y esperar que algún pez picara, su mente comenzó a pasarle una mala jugada. Aquel lugar estaba repleto de memorias junto a Camila, quizás cada uno de cada año que habían ido.

Suspiró mientras con una mano se arreglaba el gorro de lana color negro que llevaba, los guantes protegían sus manos y siendo un poco de alivio para no ver directamente el lugar donde hasta unas horas había estado el anillo que Camila le había dado significativamente para unirse en matrimonio.

Se mordió los labios intentando ordenar todos sus pensamientos, sin embargo lo que más temía dentro de lo próximo era qué haría con su esposa hasta que ambas firmaran los papeles... ¿Sería capaz realmente de dejar su firma en aquellos papeles?

Cerró con fuerza sus parpados intentando manejar el enfado que sentía de sólo recordar lo fría que ahora era la mujer que llevaba amando tantos años. Los recuerdos de una joven Camila corriendo a la orilla del lago escapando de las cosquillas que le provocaban las manos de la ojiverde le hicieron reír a lo bajo... ¿Fui yo misma quien te cambié?

- Yo no lo quise así mi amor, nunca lo quise. – Murmuró para sí.

Nunca quiso cambiar nada de Camila, ni aun cuando eran jóvenes y solían pelear por los problemas de comunicaciones que tuvieron al iniciar su relación. A Lauren le abrumaba la capacidad que la morena tenía para poder expresar todos y cada uno de sus pensamientos y sentimientos, le frustraba que ella no tuviera la misma habilidad para expresarse con la persona que le daba alegría, amor, confianza y seguridad. Odiaba además cuando Camila hacía siesta luego de comer, ya que ella quería disfrutar cada minuto que podía con la morena, y luego peleaban porque Lauren pensaba que la morena prefería dormir que salir con ella.

Rió con nostalgia recordando cómo Camila se enfadaba cada vez que olvidaba darle el beso de los buenos días y cómo no se dormía hasta que ella le diera el de las buenas noches... ¿Dónde había quedado aquella Camila? ¿Sería imposible recuperarla?

- Basta joder. – Se enfadó consigo misma por seguir pensando aquellas cosas.

Cuando la caña se tensó y el agua se removió una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, algo había picado, quizás el primer pez del día.

...

Sus ojos se apartaron de la pantalla del ordenador para observar cómo Dinah entraba en la oficina con un par de donuts y vasos con zumo de naranja.

- He traído el desayuno. – Murmuró la ingeniera.

Rodó los ojos divertida mientras se acercaba al escritorio intentando dejar un lugar libre para ambos vasos.

- Por cierto, ¿Qué estabas haciendo? – Apuntó Dinah mirando con curiosidad al ordenador.

Dudó un segundo sobre decirle el verdadero motivo a su amiga, pero durante aquellos días Dinah había sido su más próximo soporte, no valía la pena mentirle.

- Estoy buscando un piso. – Anunció la arquitecta.

El rostro sorprendido de su amiga hizo que la duda volviera a su mente, quizás estaba siendo muy precipitada, pero Lauren ya lo sabía, no iba a quedarse en aquella casa que ambas habían llamado hogar, no podía soportarlo, cualquier menor detalle del lugar le hacía volver a cuando sus días junto a Lauren sólo tenían tintes de alegría y estabilidad.

- ¿Estás segura de irte de la casa? – Preguntó asombrada Dinah.

- Sí... No puedo quedarme allí... Por ahora sólo será un piso pequeño donde tener mis cosas, quizás con dos habitaciones, una para mí y una para Cameron.

Dinah guardó silencio en señal de que no debían hablar de aquello. Los puños de la arquitecta se apretaron al saber que el tema de la custodia de Cameron se acercaba con el correr de los días, ella misma lo evitaba en su mente, pero la realidad seguía ahí...

- No quiero que te des contra la muralla Mila, pero tienes que pensar que existe una posibilidad de que Lauren se quede con la custodia... - Murmuró su amiga.



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Gracias por leer!

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