QUEENS
May los había recibido bien en el departamento, con una enorme sonrisa sobre sus labios y con historias de Peter Parker para contar, seguramente, durante todo el día.
Pasaron varios minutos, donde ella sirvió té para Tony y para ella, la supuesta secretaria del grandísimo Tony Stark.
Claro, Lea no sabía que otra cosa podía decir, y él había hablado antes de que ella pudiera pensarlo. Así que simplemente mantuvo silencio mientras ellos dos charlaban entre risas.
La puerta se abrió y May se movió sobre el sillón para poder ver a Peter Parker entrar.
—hola, May.— habló el chico ingresando, todavía sin verlos.
—hola, ¿cómo estuvo la escuela hoy?— el chico seguía caminando por la sala, con los auriculares puestos.
—estuvo bien. Hay un auto espectacular estacionado afuera.— pronto se dio cuenta de las visitas y se detuvo.
Tony mantenía una expresión de superioridad mientras Lea simplemente levantó su mano, saludando levemente al joven que ahora de encontraba impresionado ante ellos.
—Señor Parker.— habló Tony, con la galleta de May sobre la mano.
El joven rápidamente se sacó los auriculares, mirando a Tony Stark y a Lea rápidamente.
—¿qué...? ¿qué haces...? ¡hola! Soy Peter.
—Tony.
—¿qué...?¿qué... qué estás haciendo?— habló apresurado, cruzándose de brazos.
—es hora de que nos conozcamos. Recibiste mis emails, ¿no?— Tony preguntó.
—si, si. Con respecto a...
—no me dijiste de la beca.— May habló sorprendida.
—por la beca.— asintió él.
—la Fundación Septiembre.— Tony mintió.
—correcto.
—si.
—¿recordas cuando la solicitaste?— agarró la enorme taza de flores y dio un trago al té.
—si.
—la aprobé, así que podemos trabajar juntos.— continuó, seguramente haciendo señas al pobre chico que no comprendía lo que sucedía.
—no me dijiste nada, ¿cómo puede ser? ¿ahora no me contas tus secretos?— May habló, entre feliz y enojada.
—se cuánto te gustan las sorpresas así que pensé decírtelo...— dijo moviendo las manos nerviosamente. Observó a Lea detrás de ellos y sonrió —. Ella...
—ella es mi secretaria.— Tony asintió, sin dejar que Lea respondiera.
—¿qué es lo que solicité?— se cruzó de brazos nuevamente.
—estoy acá para debatirlo.
—bien, debatirlo. Está bien. ¿ella...?— comenzó nuevamente, pero Tony volvió a cortarlo.
—me cuesta mucho creer que ella es tía de alguien— señaló a May, quien comenzó a reír nerviosamente.
—si, nosotras venimos en todas las formas y tamaños.— sonrió.
—este pan con nuez y dátiles es excepcional.— asintió Tony dando otra mordida.
—dejame detenerlo ahí.— Peter Parker habló incómodo.
—si.
—esta beca involucra dinero o algo así, ¿no?— preguntó, llevando sus manos hacia atrás.
—si, está bien financiada.
—¿si? Bien.— él asintió levemente.
—mira con quien estas hablando, ¿puedo hablar cinco minutos con él?— Tony preguntó a May.
—claro.
Tony Stark se levantó del sillón y sonrió hacia las dos mujeres. May se acomodó y sonrió hacia Lea, dándole la espalda a Tony que comenzaba a hacer señas, llevando su dedo índice a sus labios, para que no hablara demasiado.
El joven Peter Parker la saludó, aún sonriendo hacia ella, pero Lea centró su vista en May.
Después de escuchar como se cerraba la puerta, May comenzó a reír.
—es increíble que lo haya aceptado, estoy muy orgullosa.
—es un buen chico.— susurró en respuesta, comiendo un poco del pan.
—Peter parecía feliz al verte, ¿él te conoce de algún lado?— Lea negó con la cabeza —¿Cuál es tu nombre?
—Lea.— May asintió.
—y... ¿tu edad?— preguntó curiosa.
Lea abrió los labios para hablar, pero pronto volvió a cerrar. Ella tenía la misma cantidad de años que el Universo en si, pero sabía que los humanos no podían vivir tanto tiempo.
Prácticamente, ella sólo llevaba unos pocos meses en la tierra, pero tampoco ese era un número factible.
—¿dieciocho?— habló con duda, la mujer juntó levemente las cejas con una mueca en sus labios.
—¿no sos muy joven para un trabajo de secretaria?
—el señor Stark cree que no.— rió levemente para intentar disimular.
—igual, superas a Peter por poco— tomó un poco de su té —. Él es un gran chico, es bastante carismático, aunque algunas veces es callado...
—¿y por qué me lo dice?— la incomodidad había llegado nuevamente.
—no vi a Peter con una chica en mucho tiempo, y me parece genial que esté interesado en alguien.
—yo no...— dudó. Nunca supo lo que realmente era con Steve Rogers, y tampoco sabía si seguían siendo algo después de todo —, es difícil.
—lo siento.— dijo apenada May.
—está bien, realmente no importa.— negó con la cabeza.
—bueno, Peter podría ser un buen amigo.— Lea rió.
—quizás.— rió levemente mientras movía la taza sobre la mesa.
—¿qué... qué te pasó en el rostro?— dijo moviendo sus manos sobre su propia mejilla, dando a entender que hablaba sobre las enormes heridas que T'Challa había provocado —Si puedo saber.
—malas experiencias recientemente.— susurró.
—lo siento tanto— habló haciendo una pequeña mueca —. Eso no te quita la belleza, tu ojos brillan demasiado, son tan curiosos.
Lea rió levemente, bajando la cabeza hacia el suelo. No estaba segura si realmente sus ojos eran tan únicos como los hacían parecer, Steve siempre decía que eran hermosos, pero jamás los había visto de tal manera, quizás porque en el Universo aquello era nada, o porque siempre había creído a los humanos mas especiales que ella.
—¿te gustaría comer algo más? Soy muy buena cocinando, quizás te gusten algunas de mis recetas.— rió May un poco nerviosa.
Lea dudó, hace varios días que casi no comía por todo lo que estaba sucediendo, y sabía que ella lo ofrecía por esa razón, porque notaba la palidez y la delgadez en Lea. Asintió con lentitud, queriendo sonreír levemente.
Hasta el momento nadie se había detenido a preguntarle cómo se encontraba, ni si todo lo que estaba sucediendo le afectaba. Y ella tampoco había reaccionado a que eso la afectaba demasiado.
May se levantó y abrió la heladera de la cocina, sacando un pequeño pastel. Lo dejó delante de ella, y volvió para agarrar otras galletas, disintas a las que le había dado a ambos cuando llegaron.
Lea comenzó a comer, intentando no demostrar lo desesperada que se encontraba por un poco de comida. May sirvió más té y comió en silencio, mientras ella comenzaba a ordenar el departamento.
Se relajó por unos minutos, sintiéndose por primera vez fuera de una guerra, y fuera de los problemas. May sonreía hacia ella, como si fuera parte de su familia, como si Lea fuera una de sus hijas, desaparecida hace mucho, y que repentinamente había encontrado el camino a casa, y a un enorme plato de comida de ella.
Lea intentaba comer tranquilamente, pero su estómago parecía pedir más de lo que necesitaba y masticaba más rápido de lo normal, provocando una pequeña risa en May.
—¿el señor Stark te deja comer?
—estos últimos días no estuve en casa, y he tenido más viajes de los necesarios— levantó los hombros —. No puedo permitirme perder demasiado tiempo en ciertas cosas mundanas.
—¿qué quiere decir eso?
—que estoy en medio de algo importante, y todo está saliendo mal.— May presionó sus labios en el momento justo en que se escuchaba la puerta sobre el pasillo.
Tony caminó hasta ellas seguido de Peter, y sonrió hacia las dos mujeres.
—May...
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—creí que no ibas a poder convencerla, ¡pero aceptó!— habló el joven castaño mientras se sentaba en los asientos blancos del avión privado de Tony.
—soy un Stark, puedo convencer a cualquier persona.— habló egocéntrico él.
—¿podías convencer a tu Secretaría de que soy un buen chico?— preguntó en un susurro, señalando a Lea que se encontraba un par de asientos más allá, pensando en silencio.
—ella...— Tony dudó unos segundos, mirando a la pobre chica. Sabía que estaba sufriendo con todo esto, pero no podía permitirle arrepentirse —, ella no es mi secretaria, y no creo que sea fácil de convencer. Ella ya te debe conocer.
—¿cómo?— preguntó con duda Peter Parker.
—habrás escuchando de la Hija del Universo, y habrás visto lo que sucedió en Alemania, llegando a todo el mundo— Peter asintió —. La estás viendo ahora mismo.
—¿qué?— exaltado, Peter miró hacia atrás, viendo como ella ahora los observaba —¿es en serio?
—si, ella es bastante terca, pero está de nuestro lado, eso es lo que importa.
—eso es genial.— comentó con una enorme sonrisa en sus labios.
Mientras, la muchacha volvía su vista hacia el aparato que Tony había creado para ella. Lo encendió sobre su muñeca, parecía una clase de reloj, pero más tecnológico. Observó el mapa que aparecía y deslizó sus dedos, intentando encontrar en el buscador Hell's Kitchen.
No quería que Tony supiera donde vivían aquello dos héroes, no podía permitírselo. Sabía que el multimillonario tenía cosas que hacer junto a Peter Parker, y eso le daba tiempo suficiente para buscar a ambos, y elaborar su plan.
Los miró de reojo, intentando reconocer las calles donde ambos vivían, marcando los lugares más cercanos.
Se levantó del asiento y caminó hasta Tony, intentando mantener la calma. Se paró al lado de los dos y sonrió levemente.
—tengo que irme, Tony Stark. Tengo que encontrar a los otros dos.
—pero la idea es ir los dos, aunque hablarías sola.— respondió.
—deberías preparar a Peter Parker, va a necesitar tu ayuda si debemos enfrentarnos a Steve Rogers y los demás— continuó, intentando parecer seria —. Yo debo ir por ellos, antes de que sea muy tarde.
—¿no te gustaría que te acompañe?— Peter preguntó, y Tony rodó los ojos.
—chico, tenemos cosas importantes que hacer.— asintió hacia Lea, depositando toda su confianza en ella.
Lea también asintió, antes de mirar por última vez la imagen de Hell's Kitchen sobre el pequeño aparato. Pronto desapareció de la vista de ambos, dejándolos en silencio.
Sus zapatos pisaron la calle sucia de Hell's Kitchen, y rápidamente se puso en marcha, dirigiéndose al edificio, con la pequeña placa que mostraba el apellido de los abogados.
Debía lograr ponerlos de su lado, o no podría salvar a nadie.