LA PROMESA QUE NUNCA HICIMOS ©

By NikyMoli

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SINOPSIS Mia regresa después de seis años a la isla donde dejo su corazón. Una isla mágica, con vistas hermos... More

.NOTA.
MIA
EL REGRESO - AÑO 2017
MEJOR QUE EL CHOCOLATE- AÑO 2011
LA ULTIMA NEURONA- AÑO 2017
BIENVENIDOS A OIA- AÑO 2011
DE UNA VIDA A LA OTRA- AÑO 2017
UN CAFÉ POR FAVOR - AÑO 2011
UNA SEMANA Y CONTANDO - AÑO 2011
ATENAS QUERIDA MIA - AÑO 2017
UN DESEO EN EL CIELO- Año 2011
SUEÑOS DE VERANO- Año 2017
EL SOL DE LA PRIMERA MAÑANA
IA
UNA MENTIRA PIADOSA
LA LISTA
UN DÍA A LA VEZ
TIEMPO
HISTERIA
DISTANCIA
SAMHAIN
UN ADIÓS AL VIENTO
OTRA VEZ
¡QUE MIERDA!
VAMOS DE NUEVO
EL ULTIMO BAILE
Agradecimientos
OTROS TITULOS

EN SU CAMA -2017

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By NikyMoli

Pongan atención al vídeo hahaha es muy Alex y Mia... ya se van a dar cuenta. 


EN SU CAMA

Año 2017

Me tomé la cabeza con fuerza, la sangre bombeaba como si fuera corazón acelerado ¿Pero qué diablos paso? Observe mi alrededor sin entender bien donde estaba. La habitación era muy conocida, pero no era una donde hubiera estado antes, la recordaría mejor.

Pensé en todas las margaritas que tomamos ayer con Kat y las gemelas y me odie a mí misma por no recordar como termino la noche. No sabía qe estaba llegando primero, la resaca o la resaca moral.

Me levanté de la cama, que por cierto, por primera vez en mucho estaba en una cama suave. No sé por qué a los griegos les da por dormir en camas duras, como si fueran piedras con sábanas y almohadas.

"Definitivamente la mejor cama en la que he estado en Grecia"

Me dediqué a buscar mi teléfono celular por toda la cama, con la esperanza de encontrarlo cerca. No lo veo, tampoco lo siento. Me di la vuelta para buscarlo en la mesita de noche y me topo con una fotografía de Alex con su perro, Bellamy. Mi corazón se detuvo por unos segundos cayendo en cuenta que estaba en la habitación de Alex. Sabía que el olor me era conocido, el tipo de decoración y la pared de atrás con la cabecera de cama.

Su aroma a Armani está impregnado en todas partes, pero también su aroma natural es lo que sobresale de la almohada que me estoy pegando a las fosas nasales solo por el hecho que son de él. Ya que no puedo llevarme la almohada conmigo porque parecería una loca. Me revolqué en la cama a pesar del dolor de cabeza, esto de amanecer en su cama —una vez más— podría nunca pasar de nuevo.

Imagine sus jadeos, de cómo se vería el encima de mí. Sus manos al lado de mis brazos, sus movimientos que marcaban sus músculos en cada arremetida natural dentro de mi sistema. La imagine como siempre me recordaba que podría haber sido.

Me revolqué en sus sabanas, inhalando una vez más su aroma.

—¿Qué haces? —escuche la voz de Alex y me quede estática ¡Joder!

Me senté viéndolo a los ojos. Por alguna razón sus ojos miel estaban tirando a un color verde intenso. Nunca me había fijado en ese cambio de color, debí de ser más observadora seis años atrás, en Skype ver el color era casi imposible.

Me encogí de hombros.

—El dolor de cabeza me tiene loca —si tan solo pudiera leer mi mente escucharía "tu aroma me tiene como gato al momento de oler catnip". En lugar de eso sonreí señalando mi cabeza.

—¡Ah! —exclamo —. Es lógico, déjame ir por una pastilla, te sentirás mejor.

Lo vi salir de su habitación llevándose toda mi vergüenza con él. ¡¿Pero en qué diablos estaba pensando?! Tenía que actuar normal. Me tire a la cama, tapándome con las sabanas, agradecida que su habitación tenía aire acondicionado.

¡Bendito el aire acondicionado en época de verano!

Lo vi entrar con un vaso de agua, a pesar que no tenía hielo, se lograba ver la frescura a través del cristal. Le di una sonrisa recibiendo el vaso y la pastilla. Este se sentó a mi lado con su camisa blanca. Bajo la mirada y se paró en el mismo momento, camino por toda la habitación como si arreglara algo que no estaba desarreglado ¿Qué diablos con esa actitud?

Hace unos segundos estaba tranquilo y ahora parecía tan nervioso. Era extraño ese cambio.

—Ya me tengo que ir —dijo como si me sacara con clase de su casa.

—Sin problema —dejando el vaso en su mesita de noche de madera azul marino, me pare viendo que a pesar de que las casas en Santorini eran miniatura, su habitación era de un tamaño medio con las paredes de cemento blanco como era la costumbre —. Gracia por la pastilla.

—No me refería a... lo siento es solo que... ¿Podemos hablar más tarde y juntarnos solo los dos?

¡Emoción total!

Asentí con la cabeza, intentando no mostrar tanta emoción. ¡Joder me quiere ver! Y yo que pensaba que él y yo éramos caso perdido.

—Tu hermana tiene mi número, si no siempre esta Skype —una dama siempre tiene que hacerse un poco la difícil.

Con la poca victoria que tenía en mis manos salí de su habitación observando a Kat recostada en el sillón. Al parecer los hermanos vivían solos, sin sus padres. Kat estaba en putrefacción cinco, o mejor conocida en el buen lenguaje español, muerta en vida de tanto alcohol.

—¡Tengo que trabajar! —grito viéndome con cara de "mátame".

—Buena suerte con eso, yo iré a morir a casa —la goma moral vendía más tarde cuando recordara que carajos hice ayer.

—¿Montaste a mi hermano anoche? —preguntó Katerina viéndome con esos ojos miel que tanto se parecían a su hermano cuando no estaba verdes como hoy.

—Te lo hare saber cuándo le pregunte a mi vagina, ahora ¿Dónde diablos salgo?

La sala era pequeña, con dos sillones hechos del mismo concreto de las paredes, unas graditas de decoración al fondo. Ventanas pequeñas cuadradas pintadas en azul. La casa era pequeña, bastante pequeña y perfecta para ser Santorini. Incluso la mesita con la lámpara resaltaban entre tanto blanco.

Kat señalo la puerta junto a la ventana, la abrí dándole una sonrisa. El sol me cegó de inmediato, mandándome al carajo completamente e intensificando mi dolor de cabeza. Cerré los ojos colocando mi mano frente a mí.

—¡Ups! —escuche a Kat decir —, ese es el balcón.

—¡Maldición Kat! —le dije observando de igual manera la caldera. La vista de las pequeñas casitas de color blanco y colores tierra resaltaban de la piedra gris. El azul intenso del mar me daba un perfecto reflejo del sol que topaba en mi piel, sin mencionar el cráter del volcán —¡Wow! Que vista. Deberías invitarme más seguido a tu casa.

Lo dije en lo bajo pero sabía que me había escuchado muy bien.

—Sí lo sé, muchas veces no me detengo a pensar en lo linda que puede ser mi vista. Se vuelve todo rutina y uno deja de apreciar la belleza que te rodea.

Me gire para verla sentarse para ver su balcón. Realmente era una vista hermosa pero ¿Qué pasaría si esta fuera mi vida y viera esto todos los días? recuerdo que cuando estaba viviendo en Santorini seis años atrás, me recordaba constantemente acerca de la belleza que me rodeaba, de caminar los veinte minutos sin quejarme porque ver todo esto valía la pena. Sonreí recordando que todo el dolor del pasado era reflejo de las grandes cosas que tenía en el presente. Todo tenía un porque.

—Es hermoso, recuérdame cada vez que olvides que esto vale la pena.

Kat me dio una sonrisa antes de señalarme el otro lado de la sala donde la verdadera puerta de salida estaba. Me iría a dormir, eso necesitaba. Desprenderme de todo mundo material y resguardarme en el mundo de los sueños.

Llegue a casa de Ilias, coloqué la computadora con Netflix para ver Outlander y em sumergí en la antigua Escocia con un doble litro de Coca Cola y bolsitas de patatas. Sin mencionar que había preparado una sopita de recuperación.

Era bueno no tener nada que hacer, era rico y relajante simplemente acostarte y sufrir la resaca sola.

Eran casi las diez de la noche cuando por fin reaccione. Agradecí mentalmente a Ilias me dejara quedarme en su casa para no tener que ir caminando de regreso a Finikia y que Giorgos se apiadara de mí y bajara a casa a buscarme ropa limpia. En esos momentos no estaba pensando en que vería mis bragas, solo quería tener de todo por si Alex escribía.

—Entonces te subiste a la barra de Marikey, bailaste con tres gringos, te tomaste una botella de tequila con Irini y Kat, le contaste de Alex y tú a Irini, no lograste caminar a la perfección y Alex te ayudo a llegar a su casa y tú te metiste a su habitación... ¡Wow! De verdad que...

—¡Yo no me metí a su habitación! —grite por tercera vez ¿Qué tanto le cuesta entender que él fue el que me llevo porque en la cama de su hermana estaba Irini y ella.

—Así, me falto la ida a la piscina ¿Qué más?

La ida a la piscina fue totalmente mi idea para recordar viejos tiempos. Hace seis años, para mi cumpleaños fuimos a un hotel, entramos de contrabando y nos metimos con ropa y otros sin ropa a la piscina. Fue un momento único. Nadamos por unos cinco minutos y luego salimos corriendo. Quería recordar ese día, por lo que no dude en meterme como en los viejos tiempos, claro que mi ropa nunca desapareció de mi cuerpo.

—Vete a la mierda —le saqué el dedo a Ilias recostándome en su hombro. La resaca moral ya estaba en su máximo esplendor y los comentarios estos dos hombres no ayudaban en nada.

—¡Gio! —grito Ilias a su hermano que estaba en la cocina de Oia Vineyart. La cocina estaba en el segundo piso al lado del pequeño cuarto donde se hospedaba Andreas por una pequeña temporada.

Gio acerco la cabeza viendo a su hermano acostado junto a mí en la cama en lugar de estar trabajando.

—¡Es hora de trabajar, Malaka! —me tape la boca empujando a Ilias de la cama.

—¡A trabajar!

Ilias levantó una ceja con interrogación.

—Tú no te has levantado en todo el día.

—¡Claro que sí! Ya me bañe —levanté el brazo oliendo mi axila viéndome de una manera asquerosa pero quería resaltar mi punto —¡A fresa!

—¡Rico, rico! —dijo Ilias usando su español con acento marcado.

Giorgos negó con la cabeza, viéndonos con los ojos llenos de asco. Era normal conversaciones como estas con ellos dos. Los Ziani eran mi familia y me encantaba compartir tiempo con ellos. En un principio mi relación era más apegada con Giorgos, hasta que Ilias y yo decidimos entablar una mejor comunicación.

—Ustedes me dan asco —con esa hermosa frase salió de la habitación.

Encogiéndose de hombros, Ilias salió de la habitación dejándome a mí con mi libro, esperando a que Alex diera señales de vida. No podía esperar a verlo otra vez. Esperaba que esta vez si habláramos o aunque sea nos viéramos a los ojos por más de un minuto sin que empezara con sus cosas de estar ocupado o algo por el estilo.

Dos horas después...

Dos malditas horas sin noticias de él.

Agradecí millones a Leisa Raven por su libro tan malditamente interesante porque de no ser por ella, me hubiera cortado las venas con el tiempo. Sé que la paciencia no es uno de mis fuertes, no cuando se involucra a Alex en la jugada.

Pasé horas revisando Instagram y las historias de miles de parejas con fotografías hermosas juntos. Yo soñaba con tener una relación así de linda. Al menos tener un par de buenas fotografías para colocarlas y demostrar que mi felicidad era plena. Se que muchos piensan que las redes sociales son una estupidez, pero para mí son una forma de expresión.

Alexander, por ejemplo, no tiene ni una red social. Eso quiere decir que mis publicaciones no tendrían ninguna gracia y nunca sería como esas parejas en Instagram. Momento ¿Qué estoy hablando? Alex ni siquiera me habla.

Observe mi teléfono viendo una conversación de mis amigas de la distancia. Por un segundo quise ignorar que Julie me estaba diciendo que tenía cara de anime, sin mencionar mi voz de imitadora profesional. Le mande un especial icono de dedo antes de seguir bajando al resto de la conversación.

Lily: Ya te va a hablar, si no recuerda que el cielo es azul y la vida te sonríe.

Entrecerré los ojos viendo la ventana ¿Qué cielo azul? ¡Dios, aquí es de noche!

Yo: ¿Azul? ¡Pero si es de noche!

Lily: Okay, entonces mira la luna.

Yo: Esa mierda es blanca no azul.

Y para más joder mi existencia, la luna estaba ausente del cielo, no había remedio Alex no aparecería y ya en un rato debía irme de regreso a casa con Gio.

Yo: ¡Joder! No hay esperanza, aquí el cielo es negro. Ya me deprimí.

Julie: Ese es tu problema, no tienes imaginación.

Levanté una ceja viendo su comentario ¿Pero que se cree la parce? Esto no es para nada justo. Inventaba historias que subía a Wattpad y hasta ahora nadie se quejaba de mi mala imaginación. Bueno, es verdad, tengo como veinte lectoras pero eso no quería decir que me daría por vencida.

Yo: No es mi culpa que incluso la fucking luna se ausentara del cielo.

Tire el teléfono a mi bolsa ya que en minutos me quedaría sin señal, no había caso para seguir esta conversación de lunas ausentes y cielos azules inexistentes.

Al llegar a casa, el nudo en el estómago de ver a Alex se había ido en definitiva. No me había hablado en todo el día, ahí iba la primera promesa que nunca hizo que rompió. Lo más extraño, me dolía como si hubiera hecho la promesa de vernos.

Suspire, pero no llore, ni me lamenté. Ahí, el que se lo pierde es él, no yo. 

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