—¡Es que no es posible que no te decidas por una! ¡Stiles, esto es importante! —grito desesperado mientras agito en el aire las dos bufandas.
—¡Pero ambas son iguales! —alega.
Me llevo una mano a la cara, harto de su ignorancia.
—Cerda inculta —digo y Stiles se hace el ofendido—. Ésta, idiota —agito frente a su cara la bufanda de la izquierda—, es rosa pastel ¡Ésta es rosa claro! ¿¡Ya entiendes!?
Stiles se lleva ambas manos a la cabeza y grita mirando al techo de mi habitación.
—¡Eres una diva!
Justo al terminar la frase suena el timbre y corro hasta abajo como alma que se lleva el diabll para asomarme por la mirilla de la puerta.
Al ver a Scott enrojezco y corro, otra vez, escaleras arriba. Nada más entrar a la habitación toma una almohada y golpeo a Stiles en la cara. El suelta un alarido poco masculino y se cubre el rostro.
—¡Isaac, cálmate! —pide mientras se incorpora—. Estoy seguro de que le encantas, no necesitas partirte la cabeza tratando de verte bien. Estás muy guapa, diva. Ahora corre y vióla... digo, ve a cenar con él.
Sacudo la cabeza, sonriente, y bajo de nuevo, me miro en el espejo de la entrada y el timbre vuelve a sonar. Tomo aire y, sacando valor de no sé dónde, abro la puerta.
—Hola Scott, lo siento. Buscaba mi abrigo pero no lo encontré.
Cierro detrás de mí la puerta de la casa. Scott se acerca con sus manos en los bolsillos y me da un beso en la mejilla. Soy un puto tomate en este momento, estoy seguro.
—Hola Isaac. ¿Nos vamos?
Asiento y vuelvo a sonreír, aunque se me esfuma ese gesto de la cara en cuanto veo lo creo que es nuestro medio de transporte.
—¿Vamos... a ir en la moto? —pregunto y mi cuerpo entero tiembla. Scott solo sonríe más ampliamente.
— Sí, ¿por qué? ¿Te da miedo? —reploca y se monta en el vehículo, lo arranca y el motor ruge—. Tranquilo, puedes agarrarte de mí.
Inseguro, me monto detrás de él y enrollo mis brazos a su torso. Una sensación cálida recorre todo mi cuerpo y me hace recordar lo loco que estoy por éste hombre.
Acelera algo rápido e intensifico mi agarre, él solo se ríe y su risa me hace reír a mí también, ligeramente. Apoyo mi cabeza en su hombro y observo Beacon Hills de noche.
La luz de lo semáforos y algunos carros nos rodean, no puedo evitar imaginar, por un momento, que Scott es mi novio. Vaya, qué momento tan hermoso.
Scott baja la velocidad y termina por aparcar frente a un restaurante que se ve abarrotado de gente.
—Llegamos —anuncia. Yo suelto mis brazos y me bajo de la moto seguido de él.
Entramos al lugar y Scott dice que tiene reservación. Muchos sueltan suspiros molestos, pero la señorita que nos atiende reconoce su nombre en la lista y nos lleva hasta una mesa, nos entrega los menús y se retira.
Termino por pedir algo que no tengo idea de qué es pero se ve rico y Scott pide carne, claro, usando todos esos términos que usan en los restaurantes caros que yo no entiendo ni un poco.
Y la noche sigue así. Él me pregunta algo, yo me sonrojo, él se ríe, me sonrojo, me mira, me sonrojo. Creo que me va a dar fiebre. Scott paga la cuenta y salimos del restaurante que ya está casi vacío.
Caminamos hombro a hombro hacia la moto y él toma mi mano entre la suya, todas mis hormonas explotan junto con mi corazón por la emoción.
—Isaac —murmura y noto que está nervioso, pero qué más da, si yo estoy igual o peor—. Yo... yo he... estado enamorado de ti desde secundaria y ya no puedo ocultártelo más. Te amo.
Lo estoy mirando fijamente, muy impactado aún para reaccionar. Nos detuvimos justo frente a la moto segundos atrás. Seguimos tomados de las manos, frente a frente, aunque él mira al suelo.
—Scott —lo llamo y suelto mi mano de la suya, llevándolas ahora llevo a su cuello. lo sostengo firmemente y él me mira entre ilusionado y confundido—. Yo también te amo.
Sonríe y se acerca a mí lentamente, su nariz roza mi nariz, sus labios mis labios y terminan por juntarse. Coloca sus manos en mi cintura y mueve sus labios contra los míos, le sigo rápidamente y cuando nos separamos, ambos sonreímos de oreja a oreja.
¿Cómo rayos no amar esos tiernos ojos rasgados?
—¿Quieres venir a mi casa? —propone? Yo cierro los ojos, aprieto los labios y asiento energéticamente.
Todo el trayecto de regreso es tranquilo y sin ningún ruido en las calles excepto el de la moto.
Llegamos a la casa de los McCall y él introduce la llave, me guía por la oscuridad de la casa escaleras arriba, hacia su habitación. Nada más entrar y encender la luz me vuelve a besar, ésta vez de manera feroz, hambrienta y cargada de deseo.
Suelto un pequeño gemido cuando su mano se cuela por debajo de mi camiseta y acaricia mi abdomen.
—Tu mamá, ah... Nos escuchará... —balbuceo sobre sus labios.
—Tiene doble turno hoy en el hospital, estamos solos —me asegura y su boca ahora ataca mi cuello.
Me guía sin soltarme hasta su cama y caemos abrazados sobre ella. Continúa con su labor en mi cuello, y yo solo enredo mis dedos en su cabello, gimiendo. Se levanta y se quita la camiseta, los pantalones y los zapatos, quedando únicamente en bóxer. Muerdo mi labio y trato de contener un gemido ante su trabajado abdomen. Se tira de nuevo sobre mí y toma otra vez mis labios.
—Tú tienes toda tu ropa —alega.
Seguido de eso, sus manos van hacia mi pantalón, lo desabrochan y lo jalan hasta que está en el suelo, yo me siento y me quito la camiseta, que vuela a un lugar remoto de la habitación.
Baja sus besos por mi cuello hasta llegar a mis pezones, los lame y los muerde, yo gimo sin control y baja más su boca, lamiendo mi abdomen. Quita también mi bóxer y me sonrojo, pues se me queda mirando fijamente a los ojos desde abajo.
—¿Qué pasa? —pregunto, nervioso.
El solo sonríe y sube de nuevo y me da un casto beso en los labios. Toma de repente mi miembro con una mano y suelto un suspiro de sorpresa.
—Solo que eres hermoso.
Empieza a mover su mano, primero lento, pero poco a poco va subiendo la intensidad, hasta que me tiene gritando por la excitación. Me vengo en su mano.
—Pero falto yo, bebé —dice y señala el notable bulto en su bóxer y muerdo mi labio otra vez. Se acerca a mi oreja con una sonrisa pícara—. Quiero estar dentro de ti.
Uno de sus dedos se abre paso por mi entrada y suelto una exclamación. Duele, pero no tanto como imaginaba. Cuando va por el tercer dedo el dolor ha desaparecido totalmente y solo gimo, gimo y gimo su nombre mil veces.
—Por favor, Scott... Hazlo ya... —suplico.
Se quita el bóxer y se posiciona en mi entrada, entrando de a poco. Yo me aferro a sus brazos apoyados a cada lado de mi cabeza.
—Mierda, Scott... Duele... —digo y suelto algunas lágrimas qu él limpia con su dedo mientras sigue entrando.
—Tranquilo, ya casi lo logras.
Siento su cadera chocar contra mi trasero y sé que ya entró por completo. Nos quedamos unos minutos así y Scott comienza a moverse, al principio lento, pero luego sube la intensidad, logrando hacer la cama chocar contra la pared.
Yo casi no respiro por el placer mientras me muevo al compás de sus embestidas. Cambiamos de posición y ahora yo lo monto a él. Doy pequeños saltos, Scott gime o gruñe de vez en cuando, mientras yo, prácticamente estoy gritando ahora mismo.
—¡Ah! ¡Scott, me..! ¡Ah, sí! ¡Scott! —grito suu nombre y me vengo en nuestros estómagos, seguido de él poco después.
Caigo a su lado, cansado y con la respiración agitada. Le doy la espalda y él me abraza por detrás, en cucharita. Una brisa fuerte de aire se cuela por la ventana y me cala hasta los huesos, mi piel entera se eriza y Scott lo siente.
—¿Tienes frío? — pregunta y yo asiento.
Se levanta y escucho que abre su clóset, regresa y se acuesta, cubriéndonos a ambos con una manta. Siento mis ojos cerrarse por el cansancio.
—Te amo, Scot...
Mis párpados pesan, él deja un beso en mi sien.
—Yo te amo más, Isaac.
Ay pero que lendo djjslfjldkkdkfl disculpen si soy un asco en el lemmon, es la primera vez que lo hago :'v
29/09/2018. Editado.
Y vaya que sí era un asco. Pero bueno, aquí está la tan prometida edición. Ténganme paciencia, voy poco a poco.♡
Nos leemos pronto.