Danza de Hielo

By aclumsykitty

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Una danza por la verdad, la libertad y la promesa de un nuevo comienzo. Thorki. More

Inicio
Adagio
Obertura
Allegro
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Arabesque
Acompagnato
Assemblé
Aria
Aria (continuación)
Attitude
Balance
Balance (continuación)
Melodía
Ecarté
Armonía
Ballon Pas
Sonata
Brissé
Motivo
Devant
Matiz
Entrechat
Timbre
Timbre (parte dos)
Fouetté
Compás
Pas de Deux
Marcha Final
Epílogo

Coros

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By aclumsykitty

Título: DANZA DE HIELO

Autora: Clumsykitty

Fandom: Universo Marvel entre Avengers y Thor principalmente.

Parejas: las que lleguen, pero sin duda habrá Thorki.

Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.

Warnings: Habrá mucho de todo y algunas cosas serán desagradables. No es un cuento de hadas. Me tomo licencias con ciertas tramas, personajes y contextos para mi beneplácito. Hace milenios que no escribía fanfics, pido clemencia a mis lectores por mis fallas, vuelvo a escribir como un ejercicio personal en busca de algo perdido.

Gracias por leerme.


CAPÍTULO 11. Coros.

Nobody else here baby no one else here to blame
No one to point the finger...
It's just you and me and the rain
Nobody made you do it, no one put words in your mouth
Nobody here taking orders when love took a train heading south
It's the blind leading the blond
It's the stuff the stuff of country songs

Hey if god will send his angels
And if god will send a sign
And if god will send his angels
Would everything be alright?

If God will send his angels, U2.


Remover asperezas en Asgard era más fácil en pensamiento que en acciones, vencer los prejuicios sobre su persona iba a tomar siglos que por supuesto, no tenía. Loki estaba agradecido y sinceramente perplejo de que Odín le defendiera frente a toda la corte real de Asgard dejando en claro que el designio de las Nornas había sido infalible como su decisión de mantenerle bajo vigilancia en un "período de gracia" con el fin de probar su rehabilitación, noción apoyada además por el propio rey Thor cuya mirada exigía más de una explicación que tanto el Padre de Todos como el ojiverde estaban evadiendo. Éste ignoraba todos los motivos de Odín para hacerlo, los suyos tenían más que ver con los resentimientos entre ellos, especialmente luego de su última batalla cuando una vez más el Dios del Trueno estuviera plantado en su visión de guerrero justo que había sido ofendido por las acciones que Loki ejecutara desde que fuese desterrado a Midgard gracias a un plan motivado por el propio Embustero quien tenía ganas de azotarle la cabeza contra el trono de oro para reacomodarle las ideas.

Cuando le ofrecieron la capa verde, la rechazó, eligiendo un manto en color negro en su lugar. Quizá para el resto ya hubiera pasado tiempo pero Loki aún sentía el vacío dejado por la muerte de Frigga, algo que jamás iba a volverse a llenar. Siendo libre de andar por todo Asgard, la mayor parte del tiempo prefería pasarla en su habitación o en la biblioteca, el único sitio del exterior al que visitaba con frecuencia era el mausoleo erigido en memoria de su madre, dejando las rosas y flores que tanto había cuidado en sus jardines al pie de la estatua de mármol blanco sobre un altar donde pebeteros quemaban un incienso. Miraba aquellas facciones tan fieles a la que alguna vez alejara de su vida engañado por sus propios espejismos producto de tantos eventos amargos. Por fin le había llorado, suplicando en murmullos un perdón por sus últimas palabras y por haber permitido que el rencor le hubiera arrancado la vida. Mejor que nunca, ahora comprendía los sentimientos de Frigga.

Fue en uno de esos momentos de soledad que se percató de la ansiedad de Lucky por hablarle. Loki había bloqueado su lazo para que ella no supiera por todo lo que estaba pasando, cuando estuvo con las Nornas trató de contactarla pero la presencia de Yggdrasill era demasiado poderosa y jamás pudo lograr que le escuchara. Esta vez podía sentir su llamado desesperado. Loki se encontraba de pie frente al altar a Frigga con un ramo de rosas en mano. Podía permitirse hablar con ella, no estaba seguro si Heimdall lo detectaría pero estando a las órdenes de Odín antes que Thor, era seguro que guardaría discreción. Sonrió sujetando con fuerza las rosas mientras miraba el rostro de mármol de la antigua reina de Asgard al tiempo que llamaba a su hija. Jaló aire ante la emoción que embargó a ambos, volviendo a estar juntos aunque fuese de esa manera. Rió ante los gritos de alegría que su hija profirió, corriendo como desquiciada por el bosque atrayendo la atención de Jarvis que le preguntó por su salud mental.

Calma, hija mía.

/ ¿Estás bien, mami? ¿De verdad lo estás? /

Tranquila, asustarás a Jarvis.

/ ¿Quién es la estatua?/

Es tu abuela, la reina de Asgard, Frigga de Vanaheim.

/ ¡Que hermosa...! Me hubiera gustado conocerla... mami... lo siento/

Ella es ahora una estrella del firmamento de Yggdrasill, seguro que te cuida desde ahí.

/No me dijiste si estás bien/

Estoy bien, amor. Hay algo que debes saber, presta atención.

/Okis/

Tardaré un poco más en regresar, pero sin duda lo haré. Odín está ayudándome...

/ ¡Pero él nos odiaba...!/

Lucky, déjame hablar.

/Am, bueno/

No puedo volver en estos momentos o los demás sospecharían, Odín está de nuestro lado, hija mía. Así que debes obedecer a los Vengadores y no dar problemas, sabes bien a qué me refiero.

/Pero la doctora Cho quiere picarme con sus agujas/

Es tu médico y sabe qué necesitas, nada de berrinches.

/ ¿Puedo dormirme una hora más tarde?/

/ ¡Mamaaaaa!/

Loki sonrió sintiendo sus ojos rozarse.

Está oscureciendo, ¿no es así? Debes volver a la casa.

/Pero, pero... estaba buscando el refugio de los duendes.../

Lucky, ya es tarde, debes ir a cenar y cambiarte. ¿Quién se ha quedado contigo?

/Bruce, está cocinando panquecitos rellenos, aunque creo que no le salen muy bien. Mami, ¿puedo llamarte para un cuento de buenas noches?/

¿Ya no te gustan los que te leen?

/ ¡Sí! Pero extraño tu voz/

Ve con el doctor Banner, mientras tanto te buscaré un hermoso cuento.

Sonrió al escuchar por última vez las risas de su hija mientras brincaba cayendo después al no fijarse por dónde pisaba, rodando para preocupación de Jarvis. Loki negó mirando las rosas que acarició para dejarlas sobre el altar mirando ese rostro blanco una vez más antes de darse media vuelta camino hacia la biblioteca. La mayor parte de la corte real solía ignorarlo a menos que estuviera al lado de Thor, eso ya no le importaba en lo absoluto, incluso agradecía que fuese un fantasma para ellos. Podía caminar por los anchos pasillos sin que nadie interrumpiera sus pensamientos, salvo Vestein, el más anciano de todos los consejeros que había entrado al servicio de los reyes de Asgard desde la coronación del padre de Odín.

-Alteza –saludó el consejero cuyas barbas llegaban hasta sus caderas- Me alegra verle de mejor semblante.

-Lord Vestein, ese libro es pesado, permítame ayudarle.

-Cierto que sí –rió el anciano mirando al ojiverde- Ha sucedido algo que ha puesto a mi príncipe de mejor humor.

-Es el invierno, mi estación favorita.

Lady Sif y compañía aparecieron doblando una esquina, topándose con ellos. El intercambio de miradas retadoras fue breve pero mortal, el grupo de guerreros de confianza de Thor seguían sin dirigirle la palabra, salvo la doncella con la que tenía aquel plan secreto pero eso no implicaba que estuviera dispuesta a ofrecerle su amistad. Vestein alzó sus cejas pobladas al notar sus expresiones.

-Es triste ver que amigos ahora son enemigos.

-Ellos insisten, Lord. Lo que me hace preguntarme por usted.

-¿Y eso por qué, Alteza?

-Desde que volví se ha portado siempre amable conmigo.

Vestein rió como el sabio consejero que era, palmeando uno de los brazos de Loki subiendo por las escaleras camino a la gran biblioteca.

-La reina y este anciano solíamos hablar de usted, mi príncipe. De su inteligencia, de su astucia pero sobre todo de la manera en que siempre estaba ahí para Su Majestad, aunque apareciese el mayor peligro, porque siendo sinceros, nuestro rey no siempre fue tan sensato.

-No puedo estar más de acuerdo –bufó el ojiverde abriendo una de las puertas de la biblioteca dejando pasar al anciano- Y aún ahora tiene momentos de ceguera.

-Por eso le necesita tanto, Alteza. La oscuridad acecha y aunque el relámpago puede tener suficiente poder para rechazarla, necesita la chispa adecuada para nacer con todo su brillo.

Loki no respondió a esas enigmáticas palabras. Dejó el grueso libro que el consejero había cargado sobre la mesa de estudio que éste le indicó.

-Lord Vestein, ha sido un placer charlar con usted.

-El placer es mío, Alteza. Si vuelve por aquí y me ve dormido, le suplico de la manera más atenta que no me despierte.

-Le doy mi palabra –prometió el ojiverde, dejándole.

Tomó las escaleras en caracol que subían al siguiente piso, recorriendo los largos estantes que formaban un intricado laberinto donde más de un miembro del palacio se había perdido. Loki era un maestro ocultándose ahí, desde que Frigga le mostrara la biblioteca, la usaba como escondite personal y espacio de entrenamiento, a veces olvidando que debía presentarse a la mesa hasta que Odín o la propia reina iban a buscarle, encontrándolo rodeado de libros de magia regados alrededor. Halló el ala de libros infantiles, recorriendo ansioso sus títulos sin saber cuál de todos escoger, recordando con nostalgia los días tumbado sobre el regazo de Frigga en uno de sus jardines mientras le narraba alguno de sus libros favoritos. Esas memorias le trajeron a la mente el título de su primer cuento y sonrió casi corriendo, buscándolo entre todos los volúmenes apilados hasta encontrarlo. Era de encuadernado de piel con bordes azules y un escudo de armas impreso en plata sobre la portada, provenía de Alfheim. Pegándolo a su pecho, se dio a la tarea de buscar un banquillo donde sentarse, tomando un candelabro para tener mejor luz y esperar a la llamada de Lucky.

/ ¡Mami! ¡Mami! ¿Ya tienes mi cuento?/

Lo tengo.

/ ¡Siiii! ¿De qué es?/

Es el primer cuento que Frigga me leyó. Uno de mis favoritos.

/ ¡¿En serio?!/

Lucky, no tienes que gritar por todo.

/Jejejeje... Bruce me leyó Mrs. Tiggly-Winkle/

Aun no comprendo su insistencia en tratar a los niños como discapacitados.

/Jajajajaja, ¡mami! ¿Cómo se llama el que me contarás?/

Al Oeste del Sol y al Este de la Luna.

/Wooo, estoy lista. Tedum y yo te escuchamos/

Con absoluto placer, Loki le leyó la historia usando el mismo ritmo y entonación que recordara de su madre. Lentamente fue percibiendo el sueño que vencía a su hija, a quien despidió con cariño, dejándole dormir. En Asgard apenas era mediodía. Tomó aire varias veces acariciando el libro que dejó en su lugar volviendo a escoger otros títulos que dispuso apilados en un estante para no tener que buscarlos. Se le ocurrió que era buena idea compartirle a su hija alguna de las vistas de Asgard para sus apacibles sueños, lejos del palacio donde pudieran interrumpirles o hacer preguntas indiscretas. Bajó hacia las mesas de estudio, topándose con un anciano consejero que dormía sobre su libro abierto entre apacibles ronquidos. Negó quitándose su manto para cubrirle con él saliendo de la biblioteca hacia el jardín que daba al bosque nevado, internándose por sus veredas señaladas con piedras de río, desviándose hacia el valle cuesta arriba que aún no terminaba de cubrirse de nieve. Se entretuvo el tiempo suficiente buscando la mejor vista, decidiéndose al fin por una más simple, una cuesta nevada con rocas alisadas por el agua que corría en primavera sobre ellas, había algunos pinos frondosos con nieve en sus ramas que se mecían al viento invernal pero lo mejor eran los lobos que descansaban, jugueteando en la nieve. De tamaño superior a los de la Tierra, su pelaje y aullidos alimentarían la voraz imaginación de su hija por semanas, así que tomó asiento sobre la nieve, oculto entre rocas medianas para no perturbar la alegría de los animales.

El relincho de un caballo rompió el encanto del momento, haciéndole fruncir el ceño. Los lobos echaron a correr ocultándose entre los árboles y la maleza más allá mientras él se ponía de pie observando que Fandral se acercaba a trote sobre su caballo blanco trayendo consigo uno libre en color gris. La tarde ya caía sobre Asgard y una ligera nevada se anunciaba en el horizonte. Esperó con impaciencia a que el guerrero se detuviera frente a él, casi teniendo el hocico del corcel sobre el rostro pero no se movió de su sitio, mirándole con recelo. Fandral le observó unos segundos antes de señalar con su barbilla la montura libre.

-Te marchaste sin caballo, el rey ha enviado por ti, nevará dentro de poco.

-Cuanta amabilidad.

-Aunque pensándolo bien, no te lo mereces.

Fandral azuzó al caballo gris golpeando un muslo para que regresara a galope a su lugar en el establo, volviéndose a Loki el cual solamente entrecerró sus ojos apretando su mandíbula para echar a andar de vuelta al palacio. Era una distancia lejana pero no importaba. Si ellos creían que iban a doblegarlo o castigarlo, sus intenciones se convertirían en frustración al no verlas realizadas. Sintió el frío del atardecer pero el ejercicio iba a ayudarle a mantenerse en calor, con zancadas tomando el camino principal que serpenteaba por el bosque cuesta abajo. Los golpes de las pezuñas del corcel de Fandral comenzaron a acercarse a velocidad y decidió torcer hacia su derecha, tomando una vereda menos conocida pero igualmente funcional, no le iba a dar el gusto al guerrero de estarle insultando todo el regreso con él caminando y el otro montado alegremente. Se sintió más aliviado cuando los relinchos desaparecieron, abrazándose para guardar más calor. Despojado de su poder Jotun, no era tan fácil resistir el frío por el cual su aliento empezó a ser un vapor blanco mientras copos de nieve caían suavemente sobre el terreno. Un nuevo sonido de cabalgata se escuchó y rodó sus ojos buscando otra alternativa, una donde Fandral no pudiera pasar pero éste ya se acercaba velozmente. Loki le dedicó una mirada apretando sus dientes, preguntándose si iba a echarle el caballo encima cuando el guerrero se inclinó estirando un brazo.

Adivinando su intención, el ojiverde se dio media vuelta para echar a correr. Apenas había alcanzado unos cuantos metros cuando el brazo de Fandral le sujetó por la cintura subiéndole de tirón a su montura. Loki peleó, tratando de quitarse esos brazos que aprisionaron los suyos, pataleando entonces sin mucho resultado más que terminar con la espalda completamente pegada al pecho del guerrero con su voz sobre su cuello.

-Patea una vez más y será peor.

El corazón de Loki se agitó, orando porque Heimdall fuese a poner un remedio. Aún no tenía la batalla perdida, se dijo, Fandral podía ser fuerte pero estaba muy lejos de tener las estrategias de Thor en una pelea cuerpo a cuerpo. El caballo se alejó hacia campo abierto mientras rugía al sentir una mano atrevida acariciar su vientre y un aliento recorrer su mejilla. Aquel blasfemo iba a pagar su atrevimiento, desviando su rostro para no recibir la caricia que el guerrero trató de darle, terminando con su mentón sujeto brutalmente para obligarle a besarle. El ojiverde apretó sus párpados, era ahora o nunca. Aprovechando la distracción de Fandral, liberó una de sus manos que rápido buscó dentro de su bota para sacar una daga que clavó en una pierna del guerrero, rodando por el suelo al caer mientras el otro gritaba asustando a su caballo que se detuvo de golpe, derribándole.

-Si eres tan poco hombre que no consigues seducir a alguien decente, no es mi problema, Fandral –siseó levantándose rápidamente con la daga en mano, escurriendo sangre- Pero no quieras ponerme una mano encima porque entonces te haré eunuco.

-Maldito traidor...

-¡El traidor eres tú y todos los demás! –gritó Loki apuntándole con la daga- Ahora, puedes marcharte con tu dignidad o dejarla en este campo.

-¿Crees que tu daga hará diferencia ahora que no eres algo más que un simple mortal? –Fandral le miró asesino.

-Fandral.

Ambos se giraron hacia Thor que llegaba acompañado de Hogun y Volstagg en sus respectivos caballos, galopando a velocidad discreta. El cielo dejó caer copos de nieve más abundantes. Los dos guerreros detrás del rubio miraron con preocupación a su amigo, dedicando una mirada vengativa a Loki quien se las devolvió bailoteando su daga en una franca declaración de guerra.

-¡Suficiente! –Thor bajó del caballo de un salto, caminando hacia Fandral observando su herida- Te la mereces y lo sabes.

-¡Me atacó cuando solo trataba de ayudarlo a volver!

-¡Intentar ultrajarme no es ayudar, aprendiz de guerrero!

-¡Mentiras! ¡Siempre estás inventando mentiras! ¡Solo eres un ave de mal agüero!

-Tú... -Loki se le acercó pero una mano del Dios del Trueno le detuvo- ¿Ahora qué?

-Tenemos que arreglar esto ahora, no podemos seguir peleando.

-Yo no busco pelea, son todos ustedes quienes insisten en contrariarme.

-Tenemos que hacerlo o de lo contrario volverás a traer la ruina de Asgard –replicó Hogun bajando del caballo para ayudar a Fandral.

-¿La ruina de Asgard? –el ojiverde bufó mirando a Thor- ¿Eso es lo que soy para todos ustedes? ¿La causa de toda perdición?

-Loki...

-¡Si se les olvida, a mí me traicionaron! ¡Yo era rey de Asgard cuando ustedes deliberadamente me traicionaron únicamente porque tuve la ingenua creencia que podía confiar en mis llamados amigos! ¡Jamás fueron mis amigos! ¡Siempre fui la molestia con la que tenían que cargar para no molestar a Thor, a quien por supuesto lisonjeaban porque era el heredero al trono!

-¡Trataste de matar a Thor! ¡Y le traicionaste cuantas veces pudiste! –rugió Volstagg.

-¡Estaba probándolo, imbécil! –confesó Loki sintiendo sus ojos arder- ¡Era un maldito engreído que en verdad iba a destruir Asgard si se convertía en rey! ¡Yo hice lo que debía hacerse y no sus estupideces de sueños inocentes!

Thor le miró fijamente, apretando sus puños. El ojiverde sintió su mirada y clavó sus ojos resentidos en él.

-Es la verdad, pero aquí en Asgard la verdad se convierte en infamia porque entorpece las glorias falsas de sus habitantes que duermen seguros entre laureles de leyendas rancias y reinos que lamen sus botas. Todos ustedes me juzgan olvidando sus propios pecados, y siguen haciéndolo no importa que haga o me suceda, les importa un reverendo cuerno mi persona... -apretó sus dientes conteniendo las lágrimas. Miró su daga que arrojó a los pies de Thor- Lo siento, Su Majestad, lamento ser tan indigno de sus hazañas y de su justa, bondadosa y omnipotente realeza, solo soy un monstruo de cuentos que un día creyó que podía ser tu igual. Olvidé que se necesita llevar sangre Aesir para tener derecho a una vida digna.

Ya no quiso saber más de ellos y echó a correr a donde sus piernas le llevaran. Siempre iba a ser quien trajera la catástrofe, la perdición de los Nueve Reinos. Al menos en Asgard sería de esa manera. Mientras corría por el bosque, trastabillando apoyado en los troncos fríos de los altos árboles, recordó a los Vengadores. Ellos sí le habían dado una segunda oportunidad, a él y a su pequeña niña que ahora cuidaban tan cariñosamente. Prefería mil veces estar a las órdenes de Nick Fury que esperar por las migajas que Thor le arrojara con la mirada despectiva del resto. Se detuvo cuando su cuerpo adolorido por la carrera y el frío no le dio para más, cayendo sobre sus rodillas en un claro con la nieve cubriendo sus cabellos y hombros. Tomó aire controlando las lágrimas que corrían por sus mejillas, serenándose. Lucky le esperaba. Iba a llamarle en pocas horas cuando despertara, y no debía estar alterado. Se refugió en ese pensamiento encorvándose al momento de abrazarse cerrando sus ojos. No escuchó los pasos de Thor quien le había dado alcance, hasta que sintió un peso sobre su cuerpo, la capa de piel con cuello peludo del Dios del Trueno le cubrió haciendo que levantara su vista extrañada hacia él. Un par de ojos dorados le miraron fijamente en silencio antes de arrodillarse a su lado.

-No eres un monstruo para mí, Loki. Eres mi hermano. Eres mi igual.

-Recuerdo haberte escuchado decir que ya no era más tu hermano y prometiste matarme a la primera oportunidad.

-Sí. Se lo dije a un Loki diferente. No hay tal en estos momentos, solamente veo a mi verdadero hermano, peleando una batalla solo cuando tienes mi mano extendida lista para ayudarle.

-¿Qué te hizo verme ahora de esa manera?

Thor ladeó su rostro, negando. –Siempre te he visto así. Solo esperaba por el momento en que volvieras a mí para protegerte a toda costa. ¿Crees que no estoy consciente de todo lo que has hecho? Casi exterminaste Jotunheim para aliviar tu rechazo a su parentesco, me provocaste al punto de destruir el Bifrost para medir mi valor como guerrero, estabas con los Chitauri nada más para alertar a todos de la presencia de las Gemas del Infinito, sustituyendo a Odín que no entendía razones con el fin de proteger un pueblo que no iba a agradecértelo. ¿Me ves como un tonto para no darme cuenta de tus razones en todo lo que has estado haciendo?

Loki jadeó sorprendido, de nuevo sintiendo sus ojos humedecerse. Era la primera vez que alguien le hacía saber de todos sus actos desde aquella perspectiva y era nada menos que Thor. El nombre de los Chiaturi le hizo estremecerse en el acto, abrigándose de forma inconsciente con la capa de Thor quien tomó su mentón, haciendo que le mirara.

-Sí, estaba furioso, porque nuestra distancia era mayor que el mismo Yggdrasill, estaba perdiéndote. Loki, ¿por qué no te diste cuenta que siempre fuiste la persona más importante que yo tenía?

-Me cambiaste por los Vengadores... y por Jane Foster –murmuró sintiéndose idiota al instante por haberlo soltado tan de repente.

-¿Lo hice? –el rubio no estaba dispuesto a perder terreno.

Se miraron fijamente, el viento comenzaba a soplar con mayor fuerza, meciendo el cabello de ambos, sacudiendo la nieve sobre sus hombros y cabezas. Loki tomó aire. La mirada de Thor era un rotundo no y eso le hizo sentir inquieto. Tenía que aceptar que él también estaba juzgando las acciones de los demás a la defensiva, aunque tuviera razones para ello le estaba fallando su agudo juicio, como había sido el caso de Odín. Ahora Thor estaba ahí, había dejado a sus mejores amigos de la infancia francamente airados debido al ataque hacia uno de ellos solo por seguirle. Le había ayudado durante el juicio cuando le pidió sincero auxilio, desesperado por no morir. Su hermano no le había abandonado antes ni tampoco ahora, y estaba necesitando ayuda con algunas peligrosas implicaciones. Bufó poniéndose de pie con ayuda del Dios del Trueno.

-Fandral se merecía esa cuchillada.

-Lo sé. Más tarde me arreglaré con él.

-¿Lo dices para embaucarme o en verdad me defenderás?

-¿Tú que piensas?

El Asgardiano podía estar tranquilo pero él sabía leer sus gestos. Fandral iba a probar sus puños, de menos. Loki frunció su ceño al advertir el paisaje que tenía delante de sí, caminando hacia al frente hasta detenerse hasta donde el bosque se abría frente al gran lago aún sin congelarse que bordeaba las enormes esculturas de los reyes antiguos de Asgard. Se aferró a la capa al ver la imponente figura de roca de Bor, recordando su caída. Jaló aire girándose bruscamente solo para chocar con Thor quien estaba justo detrás de él mirándole preocupado. Volvieron a verse en silencio, con el susurro del viento invernal entre ellos y el crujido de las ramas secas mecidas por el aire. Sintió un enorme nudo en la garganta. Ya no pudo más, había una pregunta que le quemaba el alma en espera de su respuesta.

-¿Recuerdas la primera vez que fuiste digno de levantar a Mjolnir? –la voz se le quebró.

El Dios del Trueno tomó su rostro entre sus manos limpiando con el ceño fruncido las lágrimas silenciosas que corrieron por sus mejillas. -Siempre lo recuerdo. Y me hirió de sobremanera que tú lo hubieras olvidado, Loki.

Sacudiendo su cabeza, éste bajó su mirada. Había perdido la confianza en Thor pero él jamás en su persona. Como aquel hermano mayor que había levantado a Mjonir por primera vez solo por él.

-Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento... soy un tonto... soy tan tonto...

Tuvo que aferrarse a algo y fue el cuerpo de Thor, quien le abrazó protectoramente, besando sus cabellos dejando que se desahogara en su pecho mirando al frente, aquel lago al que jamás regresó sino hasta que buscaron una salida hacia Svartalfheim tratando de salvar a Jane Foster. La tormenta se agitó por el enfado del Dios del Trueno al escuchar el llanto roto de su hermano, sofocado al esconderse contra su el cuello peludo de la capa que le cubría. Era cierto que habían peleado al punto de intentar arrancarse la vida mutuamente, y él había tenido la oportunidad de matarlo más de una vez, pero siempre se contuvo porque cada vez que sostenía su martillo contra Loki el recuerdo de aquel pequeño niño tumbado en su cama luchando por su vida apagaba cualquier fuego que la ira hacía nacer en su mente. Hubiera querido preguntarle al ojiverde por qué ahora preguntaba por ello con tanto dolor pero calló para no aumentar sus lágrimas que fueron estacas en su corazón. Le soltó hasta que las manos de su hermano le empujaron para darle a entender que se encontraba mejor. Thor entrecerró sus ojos, limpiando el rastro húmedo de sus mejillas con su pulgar. Habían demasiadas cosas en Loki que estaban confundiéndole pero la experiencia ya le había enseñado que lo mejor era darle tiempo, sobre todo si estaba tan alterado.

-Es posible... -Loki se mordió un labio, reuniendo coraje para volver a hablar con soltura- Es posible volver a comenzar, si estás de acuerdo. Una hoja en blanco tal como lo propusiste. Tenemos un pasado lleno de cicatrices pero eso no nos impide aprender de él y vivir el presente de la mejor manera. Es claro que yo me tendré que esforzar más porque sigues siendo bastante torpe, pero es algo que ni los dioses pueden remediar.

Thor le sonrió de tal manera que sintió su cuerpo recobrar calor. –Entonces es hora de regresar a casa... hermano.

-Estamos bastante lejos, sin caballos y este viento arrecia. ¿Ideas?

Con una risa traviesa, el Dios del Trueno levantó su capa roja que cruzaba su pecho mostrando a Mjolnir. Loki observó el martillo recordando la marca que compartían y luego frunció su ceño al entender que estaba pensando Thor, quejándose cuando le sujetó por la cintura casi estampándole contra su pecho comenzando a girar a Mjolnir.

-¡Jamás has volado con una nevada, pedazo de idiota! ¡Perderás el rumbo!

-¿Lo haré?

Loki se quedó callado ante la seguridad del rubio, prefiriendo asirse a él cuando salieron volando rumbo al palacio, llegando sin problema alguno, enterándose que esperaban los embajadores del reino de Nidavellir, enanos que necesitan la intervención de Thor. Había suficientes pendientes para el Dios del Trueno como para mantenerlo ocupado por siglos. Loki se giró para dejarle pero el rubio le llamó, pidiendo que estuviera con él en la reunión con los embajadores, dándole de nuevo aquella mirada y tendiéndole una mano. Con un momento de duda, Loki aceptó entrando a la sala del trono con él, dándose su tiempo entre las discusiones para observar al Asgardiano. Había cambiado, dejando atrás la bestia rampante hambrienta de glorias sin importar su precio, pero conservando la capacidad de asombrarse y tener fe en las cosas buenas de la vida con un mayor sentido de la responsabilidad, el honor además del sentido de justicia que le caracterizaba. Jane Foster había sido una reverenda idiota por alejarlo de su vida, pero así eran varias de las féminas mortales de la Tierra, con los Vengadores se había dado cuenta. Thor era ahora un guerrero experimentado, con un carácter más templado siempre y cuando no se tocara el tema de su hija perdida a la que realmente parecía necesitar en su vida para seguir adelante. El ojiverde observó sus gestos, sentado a su lado mientras una mano suya acariciaba distraídamente la capa que tenía impregnado el aroma de su hermano. Iba a necesitar el consejo de Odín para no cometer una indiscreción revelando la identidad de Lucky, sintió remordimiento por Thor pero aún no estaba listo para tales verdades ni tampoco sus consecuencias. El retorno a Midgard era un poderoso imán más que cualquier otra circunstancia en Asgard. Por ello, primero debía completar su parte del trato con Lady Sif, asegurar su regreso con ayuda del Padre de Todo al mismo tiempo que terminar de entender la expresión de esos ojos de brillo dorado.


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