Luchar para estar juntos

By pinktattoo

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África y Raúl, están casado y tienen ya una preciosa parejita de gemelos, chico y chica. Raúl, orgulloso de s... More

Luchar para estar juntos
Capitulo 1: Bello despertar
Capitulo 2 : Tabletita.
Capitulo 3: Marcando el territorio.
Capitulo 4: Feliz cumpleaños, pequeñines.
Capitulo 5: Las dos caras de la moneda.
Capitulo 6: La calma que precede a la tormenta.
Capitulo 7 : Salgo esta noche
Capitulo 8 : Aniversario.
Capitulo 9: Accidente.
Capitulo 10: Cerca y lejos.
Capitulo 11: Rehaciendo su vida.
Capitulo 12: El amor sigue ahí
Capitulo 13 : Todo explota.
Capitulo 14: Encerrados.
Capitulo 15: Yo tampoco soporto estar más tiempo sin ti
Capitulo 16: Juntos de nuevo
capitulo 17 : Hormonas exaltadas
Capitulo 18: La venganza nunca es buena
Capitulo 19: Es hora de agradecérselo.
Capitulo 20 : Sorpresas
Capitulo 21 : Algo inesperado.
Capitulo 22: ¡Problemas!
Capitulo 23: Las hormonas y las vecinas, no son buena mezcla.
Capitulo 24: Adiós papa.
Capitulo 25: Metedura de pata.
Capitulo 26: ¡Déjame cuidarte!
Capitulo 27: La mejor Nochebuena.
Capitulo 28: Solo tú, consigues calmarme.
Capitulo 29: Humor, miedo y orgullo paternal.
Capitulo 30: Ocho meses.
Capitulo 31: Parto natural.
Informacíón ¡Mis obras estan registrada!
Capitulo 32: De vuelta a casa.
Capitulo 33: Complejos.
Capitulo 34 : La unión.
Capitulo 36: Luchar para estar juntos.
Capitulo 37: El amor de tu vida.
Capitulo 38: El tiempo pasa...
Capitulo 39: Halloween.
****NO CAPI.. PROBLEMAS****
Capitulo 40: Solamente mío
Capítulo 41 : Todo va bien
Capitulo 42: Lluvia de estrellas.
Capitulo 43: Cuchara de palo
Capítulo 44: Corazones Rotos
Capítulo 45: Para unos la vida sigue, para otros, se acaba.
Capítulo 46: Ayúdame
Capítulo 47: Explosión
Capítulo 48: Él no es así...
Capítulo 49: Ha vuelto...
Capitulo 50 : Nunca más.
Capítulo 51 : El no vendrá...
52: Explosión y huida
Capítulo 53: Luchar para estar juntos...
Capitulo 54 : Un mes después.
Capitulo 55: Chantajeada
Capitulo 56: Juntos hasta el fin de nuestros días
Capitulo 57: Ejercicio
Capitulo 58: Alicaido
Capítulo 57: Hotel Four Seasons
58: Tormenta
Capítulo 59: Digan lo que digan....
Capitulo 60: Mi mundo empieza y acaba en tí.
Capitulo 61: Lo lograstes...
Capitulo 62: Recordando
Capitulo 63: Melancolía
Capitulo 64: Enterrar el pasado
Capitulo 65: Una hija y una nieta
EPILOGO
Agradecimientos

Capitulo 35: Una pequeña lección.

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By pinktattoo

****

Hola hola, Aquí os dejo el capitulo más deseado. Confieso que he tardado un poco más de lo que me gustaría, pero lo escribí y borre varias veces. ( Las musas, que un día te inspiran de una forma y otras de otra )

Y dicho esto... =) Daros las gracias por vuestra infinita paciencia. El tema de las redes sociales me lo estoy pensando, aunque sigue sin convencerme...

También me he planteado poner a la venta, Sentimientos Encontrados.  ¿Que opináis?

 

*****

P.O.V África

-Oh no..- Dice al ver a mis hijos en lo alto de la escalera.

Allí estaban ellos, de la mano, con sus conejitos en sus manos libres y con sus mochilas aparentemente llenas a sus espaldas. Trague saliva, aquella imagen no podía ser un buen augurio. Algo pasaba. Algo gordo pasaba.

-Chicos...- Dijo Raúl con mucha ternura.- ¿Qué pasa?.

-Nada..- Contestó mi pequeño.

-Sí, algo os pasa. ¿Por qué lleváis la mochila de los viajes?.- Dijo Raúl, intuyendo la respuesta.

-Nos vamos a casa de los welos.- Dijo mi pequeña muy tristona.

-¿Porqué? No recuerdo que hoy fuerais a quedaros allí.- Dijo haciéndose el tonto.

-Nos vamos a vivir con ellos.- Dijo mi pequeño muy enfadado.

-¿Os vais de casa?.- Pregunto Raúl, esta vez con un hilo de voz.

-Sí.- Respondieron los dos a la vez.

Mis lagrimas hacía rato que caían a borbotones de mis ojos; Joder, me había centrado en mi, en mis trillizos, y en cierta manera habíamos dado de lado un poco a mis pequeñines. No habíamos gestionado bien nuestro tiempo libre, ni los nuevos horarios que tendríamos que tener.

-No os vais a ir.- Dijo Raúl muy serio.

-¡Sí! ¡Nos vamos!.- Dijo mi pequeño furioso, pero triste.

-No.- Dijo cogiéndolos a los dos y los sentó en el silloncito individual, donde cabían de sobra.- Vamos a hablar.- Dijo con ternura.

-¿Porqué os queréis ir?.- Pregunto llorosa y mis pequeños hacen un puchero que me rompe en dos.

-¡Porque ya no nos queréis!.- Explota mi pequeña

-Eso no es cierto.- Dice Raúl con la voz tomada.

-¡Sí!.- Grita mi pequeño.- Ya no venís a buscarnos al cole.- Dice rompiendo a llorar.

-Ni nos leéis cuentos, ni nos ayudáis con los deberes.- Dice mi pequeña llorando también, mientras su hermano se pega más a ella.

Los peques de la casa nos estaban dando una lección. Esos dos diminutos seres idénticos, nos estaban haciendo ver, a las malas, la falta de atención que habían tenido.

-¡Ayer se burlaron de mí!.- Dijo mi pequeño.

-¿Que paso mi amor?.- Dije arrodillándome con él.

-Tenía dibujado un campo de futbol, porque es lo que más me gusta.- Dijo sollozando.- Y fue el peor de todos, el más feo.- Dijo muy triste.- ¡Papa no me ayudo!.- Dijo enfadado.-Eres el peor papa del mundo.- Aquello...fue como un cuchillo directo al corazón de Raúl.

-Ei campeón lo siento... no me dijiste nada.- Dijo Raúl a mi lado.

-¿Para qué? Ya nunca tenéis tiempo. Hacemos los deberes todos los días...- Dice triste mi pequeña.

-Y ya no los revisamos...- Dije con dolor.

-Vamos tata...- Dijo mi pequeño, bajando del sofá y cogiendo a su hermana para ayudarla a bajar.- Nos vamos.- Dijo muy enfadado.

-No, no, no.- Dijo Raúl desesperado, sin saber muy bien cómo arreglar la situación en la que estábamos.

-Quita.- Dijo mi pequeño gritando.

-¡No os vais!.- Grito mi maridito.

Señor, estaban decididos a irse de verdad. ¿Por qué no me había dado cuenta? No podía tener quejas de ellos, este era el único momento en el que ellos se habían rebelado contra nosotros por la falta de atención.

-¡No nos quieres!.- Grito mi pequeña.

-¡Claro que os quiero!.- Dijo mi marido intentando cogerles, pero se revolvían.

-¡No!.- Grito Raúl peque.- Los welos nos tratan mejor.- Grito él.

-¡Los welos nos hacen caso!.- Grito mi pequeña.

-¡Los welos nos cuidan!.- Grito mi campeón.

-Los welos nos abrazan...- Dijo mi pequeña con un hilito de voz.

-¡BASTA! No podéis iros. Tenemos que arreglar esto.- Dijo Raúl.

-Chicos, podéis sentaros otra vez con mama y papa...- Dije con ternura y con la voz tomada.- Por favor... si luego queréis os llevaremos unos días con los abuelos.

Se miraron y anduvieron hacía mí desconfiados, tristes.. Me mataba verles así. Pero todo iba a cambiar, había llegado el momento de tomar decisiones, de portarse como una verdadera mujer y una verdadera madre.

Mis pequeños, dándome una lección me habían quitado la tontería que tenía encima desde que nacieron los trillizos. Ellos eran mi familia, mi marido, mis hijos, todos y cada uno de ellos forman parte de mi vida.

-Veréis papa y mama llevan un tiempo enfadado.- Dije con ternura.

-¿Por qué?.- Pregunto mi pequeño.

-Porque mama es tonta.- Dije y sonrieron.

-No, porque mama ha estado triste.- Dijo Raúl a mi lado.

-El caso es... que los bebes necesitan muchos cuidados. ¿Lo sabéis verdad?.- Dije con ternura.

-Sí...- Contestaron a la vez y sonrieron, que tiernos.

-Pues no hemos sabido gestionar bien el tiempo. Pero eso se va a terminar ¿De acuerdo?.- Dije mirándoles.

-Pero...- Dijo mi pequeño.

-Vamos a pasar más tiempo con vosotros. Todo el que podamos.- Dijo Raúl.- Sin olvidar a los hermanitos, que también nos necesitan.- Dijo con ternura.

-¿Nos ayudáis a cuidarlos?.- Pregunte emocionada.

-Vale..- Contestaron.

-¿Me ayudaras a bañar a Noa a Eric y a Lucas?.- Pregunto Raúl a mini Raúl.

-Sí.- Contestó ilusionado.

-¿Me ayudarás a cambiarles?.- Pregunté a mi pequeña.

-Sí...- Dijo contenta.

-¿Y a vestir a Noa?.- Preguntó Raúl.

-También.- Contestó mi pequeña.

-¡Bien!.- Dije contenta.- Ahora más cosas.

-¿Más?.- Preguntaron.

-Sí.- Contesté sonriendo.- Antes, mientras yo hacía la cena, vosotros hacíais los deberes.- Asintieron.- Bien, ahora no podemos, porque tenéis que cenar vosotros, los hermanitos y papa y mama. Y mama se vuelve loca con tanto jaleo.- Digo gesticulando con la cara

-Mama está loca.- Dijo mi pequeño.

-Muy loca.- Dijo Raúl con ternura.- Pero la queremos ¿A que sí?.- Dijo mirándoles.

-Sí.- Contestaron contentos.

De repente se escuchó un llanto procedente de los bebes; Ellos se pusieron tristes, pensando que su momento de atención había terminado.

-¿Nos ayudáis a saber qué les pasa?.- Preguntó Raúl leyéndome el pensamiento.

P.O.V Raúl

Con un mochuelo en brazos, África y yo, subimos hasta la habitación de los trillizos para ver que les pasaba. Luchas seguía dormido, y Eric y Noa, lloraban como si los estuvieran matando.

Soltando a África, cogí a Eric y África hizo lo mismo con Noa y los sacamos de la habitación.

-Haber, uuuuuuuug..- Me queje al oler a Eric.- Se ha hecho caca.- Dije.- ¡Raúl! ¡Ayúdame!.- Dije divertido.

Tumbe a mi pequeño en el cambiador que había puesto encima de mi cama y le abrí el pañal.

-Ala ¿Eso lo ha hecho él?.- Dijo mi pequeño sorprendido.- Que mal huele.- Dijo tapando su nariz y yo rey.

-Sí hijo, todo esto es obra suya..- Dije riéndome al verle tapándose la nariz.

Le limpie mientras mi hijo se reía de mis gestos y le di crema para evitar que su culete se escociera.

-Ven, abróchale el body.- Le dije a Raúl y enseguida vino y lo hizo.

Acomodó toda la ropita con mi ayuda y dejo a su hermano bien vestidito y listo para dormir de nuevo, lo cual, no le costaría, ya le costaba tener los ojos abiertos. Le hice sentarse y coger a su hermano, le meneó hacía delante y hacía atrás y Eric termino dormido, ante los atentos ojos de mi pequeño Raúl.

-Ves, mira, se ha quedado dormido contigo...- Dije con ternura.

Las dos Áfricas de mi vida, nos miraban atentas. Ahora era el turno de Noa, que al parecer solo se había despertado con los llantos de su hermano Eric. Cuando volví de dejarle en la cuna, África ya les explicaba lo que le pasaba a Noa.

-Mira cariño, toca el pañal.- Le digo a África mientras Raúl miraba.

-Ala, que grande.- Dijo mi pequeña.

-Eso significa, que se ha hecho pis y que ya hay que cambiarle el pañal porque si no, meara la cama.- Dijo África haciendo muecas divertidas.

Mi mujer la quito el pañal sin despertarla y la limpio con delicadez, alcanzo la crema y en un dedito de mi pequeña África, deposito la crema.

-Ponle crema para que no se le ponga rojo el culete.- Dijo África y mi pequeña, obediente y con delicadeza, repartió la crema por donde su madre le decía.

Y una vez hecho, la ayudo a abrochar el pañal y a vestirla.

Con los trillizos ya limpitos y cambiados, incluyendo a Lucas, el cual estaba como su hermana Noa. Nos fuimos a la habitación de los gemelos para dejar las mochilas, en las cuales habían metido ropa.

Todavía no podía creerme que hubieran preparado sus mochilitas con ropa y que estuvieran dispuestos y decididos a irse a vivir a casa de mis padres, porque no había sido un buen padre.

Mientras les poníamos el pijama, ellos reían por las cosquillas que les hacíamos; Estaban cansados, ya frotaban sus ojitos y se metieron en sus camas sin rechistar.

Al apagar la luz mire a África y la susurre:

-¿Y si duermen hoy con nosotros?.- Pregunte muy bajito. A mi preciosa mujercita, se le iluminaron los ojos y no hizo falta que me respondiera, deposite un beso en su boca y encendí la luz.

Mis peques me miraron sorprendidos y sonreí.

-¿Quien quiere dormir conmigo esta noche?.- Pregunté y saltaron de la cama.

-¡Yo!.- Grito mi pequeño.

-Yo también.- Dijo África haciendo un puchero pensando que al llegar su hermano antes que ella a mi lado, ya no podría dormir conmigo.

-Pues venga, a la cama con mami y conmigo.- Dije divertido caminando.

Ellos me seguían, contentos, mirando a su madre con ilusión. Me tumbe en la cama y ellos no tardaron en llegar. Abrace a mi pequeña fuerte, sin hacerla daño, mientras ella también me abrazaba. Necesitaba esto.

Después de verles con sus mochilitas, con una clara intención de irse de casa, mi corazón se había hecho añicos y... necesitaba sentir el calor de sus cuerpecitos.

-A dormir..- Dije acomodando a mi pequeña a mi lado, mientras Raúl se acomodaba en el pecho de su madre, que ya acariciaba su cabeza, logrando que se quedara dormido minutos después.

Creo que aquella noche, fui la única que dormí de tirón. Los trillizos no lloraron ni una sola vez por la noche, mis gemelos se portaron genial y no dieron guerra tampoco. Quitando el hecho, de que éramos cuatro en la cama de matrimonio, dormí genial.

Y es que estos pequeños angelitos, que África me dio cuando tenía apenas 19 años, me habían dado una gran lección. Aunque les quiero a todos por igual,  no había sabido gestionar el tiempo que los trillizos me dejaban libre, y lo había malgastado con pensamientos como... ¡Mi mujer no me desea! Que también son importantes, pero menos, porque mis pequeños gemelos también necesitaban atención.

Al despertarme, me encontré con mi mujer abrazada a mi campeón, mientras que mi princesita, agarraba mi camiseta, acurrucada en mi pecho, mientras dormía tranquilamente.

Suspire orgulloso de la familia que había formado; Orgulloso de los hijos que tenía, orgulloso de la mujer a la que amaba. Orgulloso de todos y cada uno de los integrantes de mi ya no tan pequeña, familia.

-Hola campeón.- Dijo mi padre al abrirme la puerta de casa.

-Venimos de visita..- Dije algo aturdido.

-¿Todo bien?.- Dijo preocupado mi padre.

-Hoy si...- Dije mientras entraba de la mano de Raúl y con Luchas en brazos.

Una vez dentro todos, y cuando digo todos es, mis padres, mis suegros, mis gemelos y mis trillizos... Nos pusimos a comer. No había sido planeado, ellos para no variar, habían quedado a comer y nosotros nos presentamos por sorpresa y sin saberlo.

Mire a África algo triste; Todo seguía igual y es que después de lo que paso a noche me siento egoísta al querer hablar con ella sobre lo que la está pasando. Me pilla mirándome y sonríe, echándome una sonrisita pícara que me deja extrañado.

-Ayer... los gemelos querían irse de casa.- Dije triste.

-¿Qué?.- Preguntaron todos y mire hacía mis peques, que jugaban en el jardín de mis padres.

-Pues eso. Desde que nacieron los trillizos no hemos tenido lo que se dice... una vida en familia, todo se reducía a ellos y aunque no han dado guerra alguna ni han intentado llamar la atención, ayer quería venirse a vivir con vosotros.- Dije mirando a mis padres.- Porque según ellos no les queríamos y vosotros les tratabais mejor.

Trague saliva. Maldita sea, me había vuelto un cursi de primera este ultimo año. ¡Joder!.

-Al final hablamos con ellos y todo se solucionó.- Dije mirando a mis pequeños de nuevo.

-Hijo... es normal que al principio pasen estas cosas. Sois muchos en esa casa y tener cinco hijos no es fácil, requiere un sobre esfuerzo que muchas veces no podemos dar y tenemos que darlo.- Me dice mi padre comprensivo.

-Sí, papa, pero soy un mal padre.- dije mientras se me rompía la voz.- ¿Qué clase de padre tiene que esperar a que sus hijos se quieran ir de casa porque no se les presta atención?.- Dije mientras pequeñas lagrimas caían.

-Una clase de padre, que pese a que tiene cinco hijos, se desvive por ellos. La clase de padre, que... aun enfadado con el mundo, se tira al suelo y retoza con ellos para sacarles una sonrisa.... La clase de padre, que pese a todo, educó tan bien a sus hijos, que en vez de portarse mal y volverse rebeldes, se portaron bien hasta que sus cabecitas no pudieron más.- Me dice mi esposa, con mi albondiguita Noa en sus brazos.

-Tiene su lógica.- Dice mi suegro Jaime.- Recuerda a vuestras hermanas cuando se enteraron de que os ibais a vivir fuera de casa.- Dice riéndose.- Ojo lo que nos costo que lo entendieran.- Dice negando con la cabeza.

-Aún con cinco hijos , lo habéis hecho mejor que nosotros.

-Papi..- Me dice mi pequeña.

-¿Que pasa princesita?.- Le pregunto preocupado.

-¿Por qué lloras?.- Me pregunta y su hermano al verme viene junto a ella hacía mí.

-Papa esta triste.- Dice mi mujercita.

-¿Por qué?.- Preguntan metiéndose entre mis piernas.

-Por lo que paso ayer..- Dice con ternura.

-Papi...- Dice mi campeón.

-Dime...- Contesto sonriendo, ellos siempre lo consiguen, ellos y mi mujer.

-Que nos perdones, fue mentira lo que dije.- Eres el mejor papa del mundo.- Me dice mi pequeño.

Y no puedo evitar sonreír. ¡Joder con los peques! Ya no sé quién es el niño.

Cojo a mi enano en brazos y me lo cuelgo del hombro como un saco de patatas. Le zarandeo, le hago cosquillas, le cojo de los tobillos para que se deslice por mi espalda.

-Tata, ayuda.- Dice entre carcajadas.

Y cuando le suelto, como su hermana viene en auxilio de él, la cojo en brazos y le hago lo mismo. Todos ríen.

Al final, los adultos, terminamos jugando con ellos, abuelos, abuelas, padre, madre... mientras que los trillizos duermen. Y esto en parte, era lo que echaban de menos. A sus padres pendientes de ellos, a sus padres, jugando con ellos.

Y es que, por muy cansado que llegues, por muy triste que estés, ver sonreír a tu hijo después de un duro día de trabajo, es lo mejor que te puede pasar. Nos lo pasamos en grande, para que nos vamos a engañar.

Creo que casi disfrute yo más de estar en el suelo, con ellos encima, mientras su madre intentaba ayudarme, a duras penas, mientras se reía a carcajadas, porque su padre y el mío, andaban sujetándome para que mis pequeños me hicieran cosquillas.

Y cuando volví a casa, estaba cansado no, lo siguiente. Casi me duermo cenando, provocando la risa de mis pequeños. Pero les acosté, les conté un cuento y me fui a mi habitación.

Ya lo me quedaba un problema por resolver y no dependía de mí, sino de la mujer de mi vida.

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