East Of Heaven ~ Larry Stylin...

By MrsHorik

6.3M 298K 489K

Harry es un adolescente víctima de bullying, todos sus compañeros lo maltratan y lo insultan por ser homosexu... More

East Of Heaven ~ Larry Stylinson
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
AVISO
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
¡TRAILER DE LA NOVELA!
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Twitter, bitches.
Capítulo 26
Capítulo 27 - Maratón 1/2
Capítulo 28 - Maratón 2/2
Capítulo 29
Capítulo 30
AYUDA!
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Link 2ª Temporada
Capítulo 47
Capítulo 48
Aviso.
Capítulo 49 - FINAL
Epílogo ♥
Hola... Otra vez.

Capítulo 34

97.2K 4.4K 9.9K
By MrsHorik

Chicas, tengo malas noticias :( Esta semana tendré examen casi cada día, por lo que se me hará prácticamente imposible escribir... Así que tendréis que esperar unos días a que actualice nuevo capítulo. Espero que lo entiendan ♥

NARRA LOUIS

Y ahí estaba él sentado en frente de mí, más cambiado que nunca; Su tez pálida dejaba ver a la perfección sus grandes ojeras, fruto de muchas noches en vela. Sus ahora bien marcados pómulos resaltaban aquellos ojos esmeralda que tanto había extrañado, aunque en esos momentos parecían estar sin vida.
Sus labios habían perdido aquél color sandía que tanto les caracterizaban, sus facciones se habían vuelto más duras y su cuerpo… aquél cuerpo tan perfecto tan típico de niño pequeño… todo aquello había desaparecido dejando lugar a una figura esbelta de piel encerada.

Escuché a Ed acercarse por detrás de mí y sin miramiento alguno anduvo hasta el sofá y se sentó en la otra esquina, mirándonos detenidamente

-Esto se pone interesante –dijo.

Cotilla.

Di un paso hacia Harry ignorando a la vez las palabras de mi primo, quien no pareció inmutarse con nuestras presencias.

-Te he echado de menos –casi susurré con un hilo de voz dando un paso hacia el rizado.

-Hm –respondió, estrujándose los brazos en el estómago mientras se encogía de piernas en el sofá.

-Dame la oportunidad de explicártelo todo, Harry, por favor.

-Dásela, dásela –animó mi primo desde el otro lado.

Ambos nos giramos para mirarle y él me dedicó una de sus mejores sonrisas traviesas, de aquellas que siempre me había mostrado años atrás antes de romper cualquiera de mis muñecos favoritos.

Volé los ojos soltando un suspiro a la misma vez que negaba con la cabeza y me giraba hacia Harry de nuevo, quien ahora me miraba con una expresión diferente, en sus labios se podía distinguir una pequeña sonrisa que fue borrada a los pocos segundos.

Caí en la cuenta de que aquél gesto con los ojos siempre había sido de su agrado y muchas veces le había hecho reír.

Al menos, eso no había cambiado.

-De acuerdo –murmuró, mirándome a los ojos.

Había extrañado tanto su voz aquél mes pasado que en el momento que soltó aquellas dos palabras mi corazón se aceleró.

-Antes de nada necesito que me escuches y que intentes creerme, aunque sé que se te hace difícil confiar en mí –suspiré lentamente y traté de tragarme el nudo de mi garganta que amenazaba con dejarme sin habla-. Eleanor… ella quería que te separaras de mí, Harry. Es una interesada, quiere estar con todo el mundo tan solo por ganar popularidad y…

-Es una puta –interrumpió Ed.

-Cállate –gruñí.

-¿Lo es o no? –alzó una ceja con la misma sonrisita que antes.

-S-Sí.

-Pero estabas perdidamente enamorado de ella. Te encantaba, siempre me dijiste que era perfecta. Y no te gusta llamarle puta, ¿verdad que no? Claro que no te gusta, hubo un tiempo que aquella puta era tu princesa –rió maliciosamente-. Como cambian las cosas, ¿no? De un día para otro la gente que tanto amas desaparece de tu vida y tienes que cambiar la rutina. Pasar página. Encontrar a alguien más para ahogar tus penas, como hiciste con el niño.

Creo que se me desencajó la cara mientras el gilipollas de mi primo hablaba fluidamente de todo aquello como si se tratara de algo normal, dejándome por los suelos cuando se suponía que tenía que apoyarme y ayudarme.

-¿Eres imbécil? –la pregunta, me salió sola.

Miré a Harry por el rabillo del ojo y lo vi con ojos vidriosos, sus labios temblorosos comenzaban a coger su particular color sandía intenso, avisando que tarde o temprano se echaría a llorar.

-Imbécil no, realista. ¿O a caso no lo hiciste por eso? ¿No comenzaste a salir con éste por el simple hecho de desahogarte? –Señaló al rizado y él se encogió todavía más en el sofá- Vamos, Louis, yo sé que lo hiciste por no volver a estar solo.

-¡No lo hice por eso! ¡¿Pero qué pasa contigo?! –Me encaré a él olvidando por completo la presencia del oji-verde-. Me enamoré de él, joder, me enamoré de él. ¡¿Tanto cuesta entender eso?! ¡Sigo enamorado de Harry, no soy capaz de vivir sin él! ¿A caso no me escuchaste todas aquellas malditas noches que te llamé porque no podía dormir? ¡Le necesito! Nunca quise hacerle daño, nunca quise que ocurriera esto. Se ha echado todo a perder. Todo.

Una vocecita dentro de mí me gritaba que me tragara el maldito nudo de la garganta y que respirara hondo o terminaría llorando, así que eso fue lo que hice.

-¿Lo amas de verdad? –preguntó divertido.

Su postura burlona comenzaba a tocarme un poco las narices, por no decir otra cosa. ¿Se estaba riendo de mí?

-¡Que sí, joder!

-Bien. Ya me lo agradecerás –dicho eso se levantó del sofá y miró a Harry mientras caminaba, el chico contenía las lágrimas dificultosamente-. Ya lo has escuchado, niño.

-¿Dónde vas? –bufé, caminando tras él- ¡No he terminado!

-¿Y por qué me lo quieres explicar a mí? A mí todo eso me importa entre nada y menos.

Y entonces caí en lo que me había hecho.

NARRA HARRY

Observé en silencio como Louis perdía los nervios con su primo, intentando explicar lo que sentía, frustrado al ver que nadie parecía creerle. Se enfadó, se enfadó mucho y eso le provocó ponerse a gritarle al pelirrojo, quien lo miraba divertido.

Lo mejor de todo esto es que Louis nunca se cabreaba con nadie. Tenía demasiada paciencia, y solo la perdía cuando algo de verdad le molestaba.

Cuando parecía que había terminado Ed se levantó como si nada de esto hubiera ocurrido y se fue por el mismo sitio por donde había entrado, dejando a su primo con la palabra en la boca.

El castaño se había enfadado, se había molestado porque nadie le creyó, ni siquiera yo, el que se suponía que debía confiar en él. Y yo por otra parte había sido el mayor idiota del mundo en creer antes a Eleanor que a mi propio novio.

-Lo siento –no se me ocurría otra cosa que decir-, lo siento…

Louis no vaciló en abalanzarse hacia mí en el momento en el que intenté levantarme del sofá con el cuerpo tembloroso. Un abrazo, por favor, un abrazo. Solo necesitaba eso.

-No llores, Harry –suplicó con un hilo de voz.

Y sin saber muy bien cómo lo había hecho, de repente volvía a estar sentado en el sofá entre sus brazos, llorando cual bebé recién nacido. Parecía una niña, y no un chico de 16 años.

-Te quiero, te quiero, te quiero –sollocé en su pecho-. Te quiero, Louis, te quiero. No quería que te fueras, lo siento. Siento no haberte creído, lo siento Lou, de verdad que lo lamento mucho.

Nunca había pasado un rato tan malo, ahogándome con mis propias lágrimas mientras él se dedicaba a mecerme sobre su pecho tratando de calmarme. Nunca había sufrido tanto, ni siquiera aquél día que se me infectó una muela a los siete años por comer tantas golosinas.

Mis labios humedecidos por mis propias lágrimas fueron presionados sobre su cuello un par de veces una vez mis llantos disminuyeron, reclamando entonces sus labios.

-No me dejes otra vez, ¿sí? –Susurró besando mi frente-. Y si lo vas a hacer, haz algo primero que duela más, así quizás esto no resulte tan duro.

-¿Crees a caso que ha sido fácil para mí?

-Tú al menos tuviste un motivo, aunque fuera falso, para separarte de mí. No sabías la verdad, yo sí –sus labios bajaron a mi mejilla y la besaron repetidamente.

-Lo siento.

-Deberías –rió  bajito y juntó su nariz con la mía-. No sabes cuánto me alegro poder volver a hacer esto. Te he extrañado tanto…

Entrelazó su mano con la mía, alejando mis brazos de mi estómago. Mal, muy mal.

-Y yo a ti –hablé rápidamente para besarle con urgencia, no por el hecho de echarle de menos si no porque no quería que viera mis brazos.

Nuestros labios hambrientos del ajeno se movieron perfectamente coordinados como siempre lo habían estado, manteniendo esa dulzura y ternura que tanto caracterizaba a nuestros besos. ¿Cómo pude ser tan idiota de alejarlo de mí cuando en realidad lo único que necesitaba era estar con él? Abrí los ojos. Se veía tan tierno.

Lentamente nos fuimos recostando en el sofá entre besos y caricias, sus manos llevaron las mías sobre mi cabeza haciendo sufrir. Comencé a rezar para que no rompiera la unión de nuestros labios y no le diera por abrir los ojos, porque si llegaba a mirar hacia arriba me podía considerar hombre muerto.

Bajó sus labios hacia mi cuello provocando que el zoológico entero recorriera mi estómago. Sonreí por primera vez en bastante tiempo al notar como apretaba mis muñecas sobre mi cabeza para que no me moviera mientras trabajaba sobre la blanquecina piel de debajo de mi mandíbula.

-Te amo –musitó antes de comenzar a succionar un punto en concreto. ¿Qué estaba haciendo?

-Te amo –repetí con un suspiro.

Comencé a notar un leve dolor en mi cuello, dejándome saber que aquello me dejaría una marca que duraría un par de semanas en desaparecer.

-Eres mío ahora –rió sobre mi piel.

-Siempre lo he sido, Lou.

-Pues ahora lo he demostrado –dio un pequeño beso sobre aquella “mordida de amor” que mucha gente solía llamar.

Traté de zafarme de su agarre en el momento que levantó su cabeza, pero resultó imposible. Tenía los brazos expuestos sobre mi cabeza y en ellos unas grandes cicatrices de las cuales no estaba muy orgulloso. Solo faltaba un letrero gigante que dijera “Hey, mira aquí, soy un maldito psicópata a quien le gusta autolesionarse.”

-Eh, eh, eh, eh –dijo la voz de Ed por detrás de nosotros, haciendo que Louis se girara.

Bendito fue el día que apareció en mi vida, el pelirrojo.

El oji-azul soltó mis muñecas por lo que rápidamente llevé mis brazos a mi barriga, esperando que no hubiera visto nada.

-¿Qué te pasa, a ti? –gruñó mi… ¿novio?

-¿Que qué me pasa? ¡Nada, hombre, nada! Mi primo se está enrollando con su novio en el sofá de mi casa pero ¡eh! Tranquilo, que aquí no pasa nada.

Reí al ver la cara de fastidio de Ed, quien al escuchar mi risa no pudo evitar sonreír.

-Nos estamos reconciliando –se excusó Louis.

-No importa cuántas veces le cambies el nombre, idiota. Ibais a echaros un polvo aquí en medio. Joder, ¡qué asco! Me dais asco, os lo juro, os mataría a guitarrazos.

-¿Guitarrazos?

-Toca la guitarra –me informó Tomlinson.

-Júramelo –abrí los ojos como platos y miré al pelirrojo-. ¿Tocas la guitarra?

-Increíble, ¿verdad? –añadió el castaño.

-Cuando os la estampe en la cara no os parecerá tan bonito –bufó-. Por cierto, niño, ¿ya le has enseñado esos brazos a mi primo? Menuda obra de arte. Arte abstracto, por eso.

Lo iba a matar. Con afecto, adoración, afición, pasión, apego, cariño, predilección y ternura, pero lo iba a matar.

-¿Qué tienes en los brazos? –el oji-azul se echó hacia atrás y me ayudó a incorporándome, levantando así mi brazo-. ¿Qué…?

Miré a Ed horrorizado y éste salió de la sala con una sonrisa traviesa en sus labios, dejándome solo ante el peligro.

-Yo…

-¡¿Cómo te has hecho todo esto?!

Me cogió de las manos con cuidado y tiró hacia él para poder ver mis brazos llenos de marcas y cicatrices, muchas de ellas todavía rojizas, recientes.

-Te fuiste y… no tenía otra cosa con lo que pudiera desahogarme –intenté retirar mis brazos pero Louis me lo impidió-. Y una vez que empiezas… ya no puedes parar.

-Es broma, ¿verdad?

Bajé la cabeza sin saber muy bien qué responder a eso. Ojalá fuera todo una broma.

-Lo siento Louis, no te enfades.

-¿Estás loco? –soltó una de mis manos para poder agarrar mejor mi brazo izquierdo, mirando detenidamente aquellos cortes recientes.

-No te enfades conmigo…

Llevé mi mano libre a su mejilla para poder acariciarla, esperando a que dijera algo.

-Si me hubieras llamado hubiera estado ahí para ayudarte, Hazz. Esto no debería haber pasado.

-Lo sé. Sé que no debería haberlo hecho, pero era la única manera de…

-No era la única manera.

-Lo siento –repetí, sin muchas ganas de hablar del tema.

Me miró examinando mis facciones por unos segundos hasta que se dio cuenta de que no me sentía muy orgulloso de mis acciones.

-No estoy enfadado –apoyó su mejilla en mi mano, que seguía acariciándole la piel-. Pero no quiero que lo hagas más. De ahora en adelante, si tienes un problema quiero que me llames.

Puso una de sus manos sobre la mía y la agarró con firmeza, manteniéndola en el aire al mismo tiempo que él apartaba la cara y comenzaba a besar la palma, descendiendo hasta la muñeca para luego seguir besando mi antebrazo, pasando por cada una de las cicatrices que contenía.

Era tan precioso…

-Louis –musité, llamando la atención de aquellos ojos de color zafiro-. ¿Quieres ser mi novio… otra vez?

Sonrió ampliamente provocando que se le formaran aquellas pequeñas arruguitas al lado de sus ojos, aquellas que yo tanto adoraba.

-Claro que sí, amor –se acercó para darme un beso corto en los labios.

-Louis –repetí.

-Me gastarás el nombre, Hazza.

-Perdón. ¿Lou? –sonreí.

-Dime.

-Echo de menos a los chicos –hice un puchero.

Ladeó un poco la cabeza con sus ojos clavados en mis labios, pensando en la respuesta.

-Ahora mismo llamaré a la Negra.

Cogí aire lentamente para volverlo a soltar en forma de suspiro, llenando del todo mis pulmones, sintiendo como la felicidad volvía a florecer en mi cuerpo.

-¿Lou? –repetí de nuevo.

-¿Necesitas decir mi nombre cada vez que debas decirme algo, cielo?

-Sí, si no lo hago moriré entre terrible sufrimiento.

Entrelazó sus manos con las mías en su regazo mientras sonreía sin parar escuchándome hablar.

-Dios no quiera eso –rió-. Dime, ¿qué quieres?

-Un tatuaje.

-¿Qué?

-En las películas –comencé- las parejas que prometen nunca separarse el uno del otro se hacen tatuajes que coincidan. Yo quiero eso, si tú estás de acuerdo, claro.

-Se te olvida el punto de que no vivimos en una película… Y que yo de momento no te he prometido nada.

-Pero te lo prometo yo a ti, Lou –dije orgulloso-. Y esto, más que una película, parece un cuento de hadas.

 -Donde Ed sería Peter Pan, Niall sería Campanilla y tú serías Wendy –se carcajeó.

Alcé una ceja tratando aparentar seriedad, algo que había aprendido de Ed.

-No tiene gracia.

-Eso es porque no te has imaginado a Niall con un vestido –siguió riendo, haciendo que se me escapara alguna que otra risita.

-Bueno, ¿qué me dices? El tatuaje, quiero uno, Lou.

Se mordió sus finos labios y miró nuestras manos entrelazadas.

-Yo me tatúo el cuerpo entero por ti si tú quieres, Hazz –habló lentamente antes de volver a mirarme-. Pero eres menor de edad, no creo que dejen entrar a un niño como tú en una tienda como esa. Ed me ha contado que ése hombre tiene tantos piercings que parece un colador humano.

Me lo quedé mirando sin pronunciar palabra, realmente su imagen tan agradable me había dejado sin saber qué decir. Escuchaba su dulce voz fluir por algún sitio del salón, sonando infantil pero adulta a la misma vez, era adorablemente sexy.

-¿Y Ed?

-¿Qué pasa con él?

Comencé a jugar con sus dedos lentamente, extrañando su dulce tacto.

-Estoy seguro de que él tiene un chisme de esos para hacer tatuajes, tiene muchos y no creo que se haya dejado tanto dinero en esa tienda –observé.

-Tiene lógica. Se lo preguntaremos luego, ¿sí? Ahora quiero llamar a los chicos, quiero anunciarles que ya puedo respirar de nuevo –levantó nuestras manos unidas y besó la palma de la mía.

-Te quiero –le recordé.

-Yo más.

NARRA ZAYN

Me subí a horcajadas sobre el rubio sin darle tiempo siquiera a respirar entre beso y beso, mordiéndole los labios descuidadamente. No iba a decirle que me gustaba, claro que no. No iba a perder mi orgullo con ello, pero le daría una idea de lo mucho que me excitaba.

-¿No… me lo vas… a decir? –preguntó entrecortadamente mientras yo mismo lo libraba de su camiseta.

-¿Decir qué?

Lancé la prenda de ropa por los aires sin importarme mucho dónde caería y volví a unir nuestros labios salvajemente, besándole de nuevo durante un par de minutos.

-¿Qué sientes por mí? –habló rápidamente cuando me separé.

-¿Qué sientes tú por mí?

-Yo no siento nada por ti, Malik.

Me senté sobre su pelvis y le lancé una de mis mejores miradas seductoras, mordiéndome al mismo tiempo los labios.

Mentía, mentía y ambos lo sabíamos. Moría por mí, al igual que hacía todo el mundo. Y yo, por otro lado, mataba por él.

-Pues ahí tienes la respuesta –no iba a pedir explicaciones, cuanto más difícil se lo pusiera más rápido caería.

-Entonces, ¿por qué hacemos esto?

Me llevé las manos a la camiseta y me la quité de un tirón, lanzándola junto con la suya. Y ahí estaba, aquella mirada que tanto había esperado. Aquellos dulces ojos azulados oscureciéndose de la excitación.

-Porque estamos jodidamente desesperados y lo necesitamos.

Yo le necesitaba.

Y él me necesitaba a mí.

Era matemático, de lógica aplastante, no había más misterio que ese. Necesidad.

-¿Me necesitas, Zayn? –no sé cómo, cogió las fuerzas suficientes para levantarse debajo de mí y quedar sentado en frente mío.

Y ahí estaba yo, sentado en el regazo de Niall con las piernas enredadas en su cintura, ambos sin camiseta y a punto de cometer uno de los mayores pecados existentes.

-Tú me necesitas a mí, Niall.

Sonreí ante su cara perpleja y me abalancé sobre su cuello, comenzando a besarle de nuevo.

Compartimos besos, caricias y gemidos durante unos minutos, hasta que en el instante que me iba a deshacer de sus pantalones el irritante sonido de un teléfono sonó desde la mesita.

-No respondas –masculló, tratando de seguir con nuestro juego.

-Qué típico –bufé burlándome de sus palabras.

Me eché hacia atrás con satisfacción y me senté en el borde de la cama, ignorando al rubio que ahora yacía medio desnudo entre las sábanas. No era algo realmente agradable dejar el trabajo a medias, pero sólo con ver su cara de desesperación me hizo querer irme y dejarle con las ganas.

-Como sea Liam le pegaré tal hostia que lo mandaré a la luna –se quejó el rubio.

Reí por lo bajo antes de coger el móvil entre mis manos.

-¿Diga?

-¿Negra? Estoy con Harry. Tengo buenas noticias.

-Dime por favor que mañana iniciamos el plan de venganza –miré hacia atrás y vi a Niall abrochándose los pantalones.

Él me miró y se le iluminó el rostro con una alegría maliciosa jamás vista en él. Había aprendido de mí, el chico.

-Has dado justo en el clavo.

El rubio esperó a que le diera alguna señal, así que le guiñé el ojo y él sonrió tenebrosamente.

-Esto se pone interesante –hablé para los dos.

En realidad no soy tan mala, os he dado lo que queríais. :3

RESPONDO PREGUNTAS:

LarryStaylinsonSpain: Soy de Cataluña, tengo entradas para el WWAT en Barcelona :)
HaNeul456: "Pringao" es algo así como perdedor, a lo que se le llama "loser" en inglés.
Alguien (no sé por qué no puedo ver todos los comentarios) me preguntó qué haría si fuera un (no me acuerdo qué criatura mística) creo que unicornio, así que me respuesta es: me teñiría el pelo de azul, me vestiría con una falda hawaiana y tocaría el ukelele con Michael Clifford :)

Intentaré subir capítulo lo antes posible, pero no prometo nada ♥ BESOSSS
-Aitana

Continue Reading

You'll Also Like

249K 16.7K 33
[SEGUNDO LIBRO] Segundo libro de la Duología [Dominantes] Damon. Él hombre que era frío y calculador. Ese hombre, desapareció. O al menos lo hace cu...
7.1K 1.1K 22
Conociste a Nathalie y Nicole en Un Nuevo Inicio, el deseo de Marinette cambio muchas cosas y la historia de Nathalie y Nicole fue cambiaba. ¿Estás p...
134K 3.5K 33
Ella... Zoe Payne, una chica de 17 años... y embarazada. El... Zayn Malik, un chico de 19 años... y futuro padre. Esta pareja es muy joven para ser...
6.2K 353 17
¿Que sería de la vida sin el amor? ¿Y si ese amor solo esta a un paso? A un paso de arruinarte tu vida por completo, como le ocurrió a Edgar. Un pequ...