Terminamos nuestra reunión antes de lo esperado, así que decidí pasar comprando algunas cosas e irme a mi casa. Le voy a preparar una sorpresa a Manuel para esta noche.
"Hola amor, ¿a que hora llegas a la casa?"
Mayte, 4:30 pm.
"Mi vida se me complicaron un poco las cosas, creo que llegaré como a las 9:00 pm. ¿Ya terminaste con Isa y Fer?"
Manuel, 4:32 pm.
"Está bien, gordito. Sí, ya termine. Te dejo, besos, nos vemos en la noche"
Mayte, 4:34 pm.
Pasé alrededor de dos horas metida en la cocina, todo se me quema o sabe espantoso. No sé cocinar y quiero llorar, soy una vergüenza.
Limpie el desastre que había hecho, pedí comida a domicilio y arregle todo; velas, música suave, acomode la mesa y saqué mi vino favorito.
Todo estaba listo así que decidí ir a arreglarme y esperar a que llegara, mi reloj marcaba las 8:45 pm así que no faltaba mucho.
Me serví una copa de vino, bebí un sorbo y escuche el timbre. Abrí la puerta y Manuel enseguida me tomó de la cintura dejando un dulce beso en mis labios.
-Buenas noches, gordito. -le acaricie la barba y sonreí. -¿Cómo te fue?
-Muy bien mi amor, ¿a ti? -me hizo voltear dejándome de espaldas a él, cerró la puerta con el pie y dejó un beso suave en mi cuello.
-Bien, sólo faltan un par de detalles y está todo listo. -suspiré. -¿Tienes hambre?
-Mucha. -susurró en mi cuello, sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo y respire profundo.
-No me refiero a eso, mal pensado. -me voltee y me puse de puntitas para darle un pico.
-¿Yo? Tu eres la que está mal pensando, no he dicho nada. -dijo haciéndose el inocente y sonreí.
-¿Entonces tienes hambre o prefieres que te haga un masaje?
-No, sí prefiero el masaje. -acarició mi cintura y sonreí como nena traviesa.
-Ven, vamos a la habitación. -subimos abrazados.
Abrí la puerta y entramos a la habitación, esta estaba alumbrada solo con la luz de la velas. Caminamos hasta llegar cerca de la cama, lo besé y me aleje para encender la música, era lenta y relajante.
Manuel me miraba sin decir nada, me acerque nuevamente y saqué uno a uno los botones de su camisa mientras dejaba suaves besos en su pecho, me deshice de ella y lo hice sentarse en el borde de la cama.
Me subí a la cama, me puse detrás de él, coloque las manos en sus hombros y comencé a masajearlos suavemente. Lo escuche suspirar un par de veces y sonreí.
-Estas muy tenso, gordo ¿estuvo muy pesado él día? -pasaba mis manos por toda su espalda sintiendo su piel caliente.
-Algo así.
-Debes dejar de trabajar tanto, a nadie le hace bien eso. -deje un pequeño beso en su nuca y seguí haciendo suaves masajes por toda su espalda, hombros y una que otra vez bajaba por su pecho. -Listo, ¿te sientes mejor?
-Sí, gracias. -me tomó de la cintura y me sentó en sus piernas para después besarme.
Al principio fue un beso lento, suave, que poco a poco fue subiendo de intensidad, me senté a horcajadas en sus piernas y él acariciaba mi cintura.
-Gordo... -dije separándome un poco totalmente agitada.
-¿Mm? -me besó el cuello y toda la cordura que quedaba en mi, se fue en un abrir y cerrar de ojos.
-Hazme tuya. -me miro fijamente y yo asentí confirmando lo que le acababa de decir.
Se levantó conmigo en brazos y camino hasta pegarme a la pared, nos besamos como sí el mundo se fuese a acabar. Mis manos acariciaban su espalda y las de él mis piernas.
Entre caricias y más besos fuimos quedando completamente desnudos, nos acostamos sobre la cama y seguimos besándonos, sus manos recorrían todo mi cuerpo hasta llegar a mi intimidad haciéndome temblar en cada roce.
Sentí dos de sus dedos adentrarse en mi y solté un pequeño gemido, Manuel es un experto haciendo esto y yo estoy a nada de llegar. El fuego que subía por mi vientre poco a poco inundo todo mi cuerpo, me sentía en otra dimensión.
-Ma.. Manuel, por favor. -dije en un hilo de voz, dejó de hacer aquello y se acomodó entre mis piernas. Abrí los ojos y me sonrió.
-Te amo. -susurro al mismo tiempo en el que nuestros cuerpos se volvieron uno.
Lo rodee con mis piernas y tome su rostro entre mis manos mientras lo besaba. Estoy haciendo el amor con Manuel, esto es más de lo que puedo pedir. Sentí como Manuel se tensaba y pocos segundos después llegamos a lugares inimaginables, fue perfecto, mágico.
Me besó la frente, se dejo caer a mi lado llevándome a su pecho y suspiré.
Jamás podré amar a nadie con la misma intensidad con la que amo a Manuel, es algo que me supera.