The boyfriend game

By Rocioduartei

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The boyfriend game
Capítulo 1
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8.
Capítulo 9
Capítulo 10.
Capítulo 11
Capítulo 12

Capitulo 13

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By Rocioduartei

Practicamos hasta casi las once de la noche del jueves. Mi mamá vino y nos trajo la cena, pasamos el tiempo mientras practicábamos. Para la hora en que me fui a la cama, estaba tan insoportablemente cansada que casi no me despierto pensando en las pruebas y en justin, Sara, Kirk y todos los demás. Casi. 

Y después llegó el viernes.

La mañana del día de la pruebas.

Y fue viernes en la tarde, y era el momento de las pruebas.

Salí a la cancha, flanqueada por Sara y Beth, con mis nervios anudados. La práctica de las chicas JV se combinaría con las prácticas de las chicas del universitario, pero Beth y su grupo iban a estar separadas.

Sara y yo estaríamos emparejadas con una chica del universitario. Recorrí el campo mientras nos aproximábamos. Kirk y Ross estaban sentados en las gradas y nos alzaron sus pulgares.

Pero justin no.

Busqué una vez más, luchando contra la decepción. Había estado tan segura de que vendría. Esto era por lo que habíamos estado trabajando juntos. ¿Cómo no podía estar aquí para apoyarme?

Pero no estaba. Simplemente no estaba.

—¿Qué estás buscando? —preguntó Sara.

—A nadie.

—Duh, está buscando a justin —dijo Beth—. ¿Qué pasa con ustedes chicos? Todavía no nos has contado nada.

Sacudí mi cabeza y me armé de valor contra la onda de miseria. —Hoy es día de fútbol. —De ninguna manera arruinaría las pruebas por estar desilusionada de justin—. La entrenadora del universitario ya está aquí.

La entrenadora Young estaba parada junto a la Entrenadora Merrill, con un sujetapapeles en su mano.

Súbitamente, sentí nauseas. Me quedé donde estaba. —No puedo hacerlo.

—Sí, puedes —Sara agarró mi brazo y empezó a arrastrarme hacia el banquillo, pero me retorcí fuera de su alcance, mis manos temblaban.

—No, no puedo. ¿Y si lo arruino? —Apoyé las manos sobre mis muslos y me incliné sobre ellos, tratando de retener mi respiración dentro del pecho, que repentinamente se había tensado. Había trabajado tan duro por esto, y ahora estaba aquí—. Lo arruiné tanto como en la última práctica con ellos. Esta es mi última oportunidad.

—Entonces, si fallas, estarás conmigo en JV y nos divertiremos —dijo Beth—. ¿Qué hay de malo en eso?

—Es‖sólo‖que…‖—Cerré mis ojos traté de respirar. Ellas no lo entenderían. Nadie entendería cuán importante era esto.

Sentí una mano sobre mi espalda, entonces alguien se apoyó a mi lado.

Mi corazón dio un brinco, y mis ojos se abrieron de golpe. —¿justin?

Pero era mi mamá. Estaba en cuclillas a mi lado y tocaba mi hombro. —Estarás estupenda. Eres bastante buena. Ni siquiera tienes que dar lo mejor y lo lograrás. 

La miré fijamente, la tensión de mi cuerpo empezaba calmarse. —¿Y si no puedo jugar?

Sonrió. —Estarás bien —levantó su teléfono celular—. Alguien quiere hablar contigo.

Agarré el teléfono. —¿justin?

—Hey, Trisha —dijo mi papá—. ¿Cómo estás?

—¿Papá? —Fruncí el ceño—. ¿Por qué me estás llamando?

—Porque no puedo estar allí, pero quería que supieras que estaba pensando en ti. Lo harás muy bien.

Pateé una brizna de césped y tomé una profunda respiración. Tenía razón. Estaría muy bien. —Puedo hacerlo.

—Apuesto a que puedes. ¿Qué tal una cena el domingo por la noche?

Levanté mi cabeza. —¿En serio? ¿Cena tú y yo?

—Sí. Para celebrar entrar al universitario.

Sonreí. —Bien. —La Entrenadora Merrill sopló su silbato—. Tengo que irme. Adiós.

Colgué y le devolví el teléfono a mamá, ya sintiéndome mejor. Sara colgó su brazo sobre mi hombro. —Bueno, Trisha, así está la cosa. La última vez lo arruinaste porque te estabas esforzando demasiado. Todo lo que tienes que hacer es concentrarte, como lo haces en la práctica. Piensa en la pelota y el partido, no en el universitario o cualquier cosa como esa —golpeó su cabeza—. Tú problema es que eres demasiado intensa ahí afuera. Lo hago mejor porque me relajo y voy con la corriente, me dejo tener éxito en vez de forzarlo. 

La miré, poniendo en marcha su consejo en mi mente. Tenía sentido. —Gracias.

—Vamos a patear algunos traseros, ¿sí? —Me dio una sonrisa que era cien por ciento actitud.

Su expresión me enardeció. —Entendido.

Caminamos hacia el grupo de las chicas del universitario, cuando la entrenadora Young me asignó como pareja a la misma chica universitario de la última vez, la que me había dominado, Sara se inclinó y susurró: — Eres tan buena como ella. Créelo. Y sigue tus instintos.

Pensé en cuanto había practicado con justin, y las sesiones de ejercicios nocturnos con Sara y Beth la noche anterior, y supe que era verdad. Lo creía.

* * *

Dos horas y media después, estaba sudada, agotada y enfervorizada más allá de lo creíble. Lisa, mi oponente del universitario, me había hecho morder el polvo unas cuantas veces, pero yo también la golpeé. Era increíblemente impresionante jugar contra semejantes buenas jugadoras, una vez que tomé el consejo de Sara y dejé de preocuparme por eso, sólo me había dejado ir, y había tenido un fantástico tiempo.

La Entrenadora Young nos silbó, y me tiré junto a Sara sobre el césped. Ella estaba tan empapada en sudor como yo, e incluso había una mancha de hierba en su hombro. —¿Cómo fue? —Pregunté.

Me miró. —Impresionante.

Beth se sentó junto a nosotras, todavía pareciendo tan fresca como estaba, cuando salimos de la cancha. —Bueno, la práctica estuvo totalmente aburrida sin ustedes allí —anunció—. Si ambas entran al universitario, creo que intentaré con los musicales y los deportes de canasta. El fútbol es realmente aburrido si solamente juegas fútbol, ¿saben?

Sara y yo nos sonreímos la una a la otra, y me di cuenta por primera vez que desde siempre, alguien además de justin me comprendía realmente, también.

La entrenadora Young sopló su silbato. —Primero que todo, quiero agradecer al equipo JV por practicar con nosotras el día de hoy. Siempre es grato ver talentos tan prometedores.

Las chicas del universitario aplaudieron cortésmente, y Sara, Beth, y yo ovacionamos ruidosamente.

—Entonces, como todas ustedes saben, tenemos dos lugares vacíos en el universitario este año. Me gustaría darles la bienvenida a las siguientes chicas al equipo: Sara Myers.

Mi intestino se tensó mientras Sara gritaba y saltaba sobre sus pies, y la multitud estallaba en ovaciones. Estaba feliz por ella. Realmente lo estaba, pero lo quería tan miserablemente. 

—Y la segunda jugadora es…‖ —Se detuvo para hablar con la entrenadora Merrill, y vi los ojos de la entrenadora Merrill ir hacia mí.

Me senté, mi corazón empezó a latir aceleradamente. Era yo. Me habían elegido a mí.

La entrenadora Young alzó la vista de sus notas. —La segunda jugadora es Kathleen Hoffman.

Kathleen gritó y aplaudió en el lugar, y yo miré aturdidamente el césped mientras mis entrañas se marchitaban. No lo había logrado.

Beth tocó mi brazo, pero no pude mirarla.

Entonces Sara se volvió a sentar y se inclinó sobre mí. —El juramento a Herman, Trisha. Mi lugar es tuyo.

Pero sacudí mi cabeza y la miré. —No quiero tu lugar. Lo ganaste. Obtener un lugar así sería como hacer trampa.

Frunció el ceño. —¿Estás segura?

Asentí, y vi el alivio en sus ojos, entonces supe que ella realmente habría renunciado a su lugar.

Pero no podía tomarlo. No de esa manera.

Una chica del universitario agarró el brazo de Sara y la felicitó, y yo apreté mis puños. Todo lo que quería hacer era irme.

Una de las entrenadoras sopló el silbato otra vez, sobre los gritos de todas las chicas. Tomó tres intento más antes que las personas se calmaran lo bastante para escuchar lo que la entrenadora Young estaba diciendo. Miré fijamente el terreno y deseé que todo terminara, apenas escuchando el grito de la entrenadora que no iba a ser mi entrenadora. —Ante el talento del equipo JV, decidimos agregar un tercer lugar a la lista.Trisha Perkins, bienvenida al universitario. 

¿Qué? Levanté mi cabeza mientras Beth gritaba a mi lado. Sara gritó mientras me envolvía en un enorme abrazo que me golpeó la espalda. Gruñí mientras caía, la incredulidad aturdiéndome. —Ambas lo hicimos —gritó Sara—. ¡Lo hiciste!

—¡Oh, Dios mío! —Beth se tiró encima de nosotras, abrazándonos a ambas—. ¡Voy a extrañarlas tanto, chicas! ¡Son tan impresionantes!

Retorciéndome a un lado para poder ver más allá del abrazo de Sara, alcé la vista hacia la entrenadora Merrill, y ella me alzó el pulgar, ahí fue cuando finalmente caí. Era una universitaria.

Era una universitaria.

Me puse de pie, gritando. —¡Lo hice! ¡Lo hice!

Mis amigas volvieron a gritar y abrazarme, y todas gritamos y bailamos. Entonces mamá vino y la abrazamos, después llamamos a papá, y pude decir que estaba contento, y me di cuenta que justin había tenido tanta razón

conmigo…

justin.

Después de colgarle a papá, sostuve el teléfono en mi mano. Mi mamá estaba hablando con la entrenadora Young para averiguar las horas de práctica, y cuando eran los juegos. Vi a Sara recibir un abrazo de Kirk, y envidié a Beth mientras ella y Ross inclinaban sus cabezas en una conversación profunda. 

justin podría no haber llegado hoy, y yo podría no hablarle, pero él era parte de la razón por la que había entrado al equipo. Se merecía saberlo. Estaba bastante segura que se emocionaría.

Por lo que marqué su número de memoria, esperé que respondiera el teléfono, y a la vez esperaba que no lo hiciera.

No lo hizo.

Fue al buzón de voz, y sonreí ante el sonido de su voz. Todavía me hacía sentir bien. —justin, soy Trisha. Sólo quería dejarte saber...

—¡Trisha! —De repente Sara estuvo a mi lado—. Vamos a ir a Pop's a celebrar. Vienes, ¿verdad?

Luché contra mi instinto de rehusarme, y asentí. —Por supuesto que voy. No me lo perdería.

—Fantástico —besó mi mejilla, luego corrió hacia Kirk, Beth y Ross—. Ella va a venir.

—Así que, de todos modos, justin. —Continué—. Las pruebas terminaron y soy una universitaria. —Sentí una sonrisa aparecer en mi rostro—. ¿Me escuchaste? ¡Soy una universitaria! —Grité la última parte, todavía demasiado emocionada para contenerme—. Y en parte se debe a nuestras prácticas, así que gracias. ¡Tengo que irme! —Entonces apagué el teléfono, se lo di a mamá, y corrí detrás de mis amigas dentro del gimnasio.

¿A quién le importaba si justin me había dejado plantada? Había probado que podía hacerlo por mi cuenta y no iba a dejarlo arruinar mi celebración. No lo necesitaba. ¡Era una jugadora de fútbol del universitario ahora!

* * *

—Aquí están Sara y Trisha, las jugadoras de futbol del universitario —Beth levantó su cerveza de raíz—. ¡Yay!

Estamos brindando tocando nuestros vasos plásticos rojos contra los otros. Sonreí a mis amigos, sin importarme que estuviera allí con dos parejas. ¡Era una universitaria! El fútbol era lo que importaba. ¡No los chicos! No las citas. Y ciertamente no justin.

Kirk tenía su brazo sobre el hombro de Sara, y aunque Ross y Beth no estaban cerca de esa etapa, estaban sentados del mismo lado de la mesa, casi tocándose los hombros, por lo que iban en esa dirección.

El cajero anunció el número de nuestra pizza. Kirk se levantó de un salto. —Esta noche invito yo. Voy a traerlo.

—Te ayudaré —Ross se deslizó fuera de la mesa, y los chicos se dirigieron al mostrador de nuestra comida.

Ellos no estaban saliendo conmigo, pero si querían comprar mi cena de celebración, no iba a detenerlos. Le sonreí a Beth y a Sara. —Esta es la mejor noche. Nunca pensé que tuviera una oportunidad, no después de esa horrible práctica con el universitario hace un par de semanas.

Sara ladeó su cabeza. —Anoche cuando estábamos ejercitando, no podía creer cuanto habías conseguido. Ese tiempo de práctica con justin ayudó realmente, ¿huh?

Me encogí de hombros y repentinamente me sentí deprimida. —Seguro.

Me estudió. —De todos modos, ¿qué pasó con él? De repente, es como si hubiera desaparecido del planeta.

Beth quitó su bebida del camino para poder acercarse más a mí. —Si, ¿qué pasó?

Yo jugaba con mi servilleta, picándola en pequeños trozos. —Es un im.bécil —Me encogí de hombros—. Decidí desairarlo. No hay problema. 

Beth ladeó su cabeza. —¿Por qué es un im.bécil?

—Porque piensa que puede besarme cada vez que quiere y que eso no significa nada.

Dos pares de cejas se levantaron y sus mandíbulas cayeron. —¿Te besó?

—Sí.

—¿En los labios? —preguntó Sara, con ojos resplandecientes—. ¿Estuvo bien?

—Si, en los labios. —Sentí mis mejillas enrojecer—. Y si, realmente bien.

—Entonces, ¿cuál es el problema? —Sara sonaba conmocionada—. ¿Por qué lo vas a desairar? Te gusta, te besó y es fantástico, y ¿te deshiciste de él? ¿Por qué?

Me di cuenta que mi servilleta estaba despedazada por completo, así que tiré del servilletero y tomé otra libre y empecé a trabajar en esa. —Lo hizo para demostrarme que sólo éramos amigos, y…

Sara sacudió su cabeza. —No, no, tienes que empezar desde el principio.

Miré los rostros de mis amigas, dándome cuenta cuanto había extrañado charlar con ellas, y de pronto solté toda la historia.

La historia completa.

Cuando terminé, ambas estaban sonriendo.

Le fruncí el ceño a ambas. —¿Qué es tan gracioso? Me dejó con el mejor beso del mundo, y después dijo que no significaba nada. ¿Eso es tan gracioso? —Vi a Kirk y Ross terminar de pagar las pizzas y empecé a girar la cabeza hacia la mesa—. No importa. Hablaremos de eso más tarde.

Sara soltó una risita ahogada. —Es gracioso que tú y justin sean semejantes idio.tas.

—¿Yo? ¿Por qué soy una *******?

Los chicos llegaron con la pizza, me recosté en mi asiento y le di a Beth y a Sara la mirada de no quiero hablar de eso en frente de ellos.

Sara asintió, alzó la vista cuando Kirk se deslizó al lado suyo. —Entonces, si un chico besa a una chica en los labios, un beso realmente bueno, ¿le creerían si él dijera que sólo lo hizo para probar que ella no le gustaba?

—¡Sara! —Le di una patada bajo la mesa, fallé y golpeé la punta de mi pie contra la pata de la mesa, enviando un dolor punzando a mi pie.

Kirk resopló. —De ninguna manera. Si dice que esa es la razón por la que la besó, está mintiendo. Es solo una excusa para encubrir la verdadera razón por la que la besó.

—Sara, te juro que te mataré si no te callas.

Kirk me miró mientras tomaba un pedazo de pizza.

—¿Por qué? ¿justin usó esa línea después de besarte o algo así?

Apreté la servilleta y se la arrojé. Ni si quiera se inmutó cuando rebotó en su frente. —Cállate. —Gruñí.

Kirk sonrió y Sara me dio una mirada de suficiencia. —Te besó porque te quería, y después tuvo que inventar una razón —dijo Sara.

—De ninguna manera. —Me di por vencida al intentar que abandonaran la conversación. —Después de que di a entender que me había gustado el beso, ¡él entró totalmente en pánico! Si le gustara, no se habría asustado cuando pensó que a mí me gustaba él.

—No necesariamente —dijo Ross. Todos lo miramos con sorpresa. Ni siquiera había notado que el chico hablaba en público. Se encogió de hombros—. Podría haber entrado en pánico porque le gustabas.

Beth asintió. —¡Por supuesto! Quiero decir, ¿ambos estaban totalmente en contra de las citas, no? Y entonces él empieza a gustarte y tú te asustas. Y a él le empiezas a gustar pero imagina que está bien porque a ti no te gusta él, entonces se da cuenta que sí le gustas y él no está preparado para eso. Así que se asusta e inventa esa estúpida línea sobre besarte para demostrar que no le gustas.

—Eso no tiene sentido. —Seguí apretando mi servilleta con más fuerza.

—Los chicos no tienen sentido —agregó Sara. Y le sonrió a Kirk—. Incluso tú.

Él le devolvió la sonrisa. —Las chicas tienen menos sentido.

—De ninguna manera. Son todos los chicos.

Rodé mis ojos mientras en la mesa derivaba una pelea totalmente molesta y linda entre las parejas sobre qué genero tenía menor sentido. Cogí un plato de papel y dejé dos rebanadas de “Los‖ amantes‖ de‖ carne‖ de‖ Lujo” en mi plato, dejando ir fuera de mi cabeza todos los pensamientos de justin. 

Él era historia y yo estaba siguiendo adelante.

Cogí mi pizza y soplé en el extremo para que se enfriara antes de tomar un bocado, casi riendo al pensar en cómo había derramado la pizza sobre el zapato de justin.

Probé el queso con mi dedo para asegurarme de que no iba a quemar mi lengua, y luego tomé un mordisco.

Una bota se posó con un fuerte golpe frente a mí, justo en el borde de la mesa. —¿Necesitas esto?

Miré hacia arriba para ver a justin parado allí, con su pie sobre la mesa, sonriéndome. Fui vagamente consciente de que el resto de la mesa se quedaba en silencio. Tragué. —No, estoy bien. Aprendí mi lección.

—¿Estás segura?

Después de un segundo, tomé un pepperoni de mi pedazo y lo puse en la punta de su zapato. —Gracias. Estaba buscando un lugar para esconder esto.

Sonrió, tomó el pepperoni, y se lo metió a la boca. —He captado el mensaje. Felicitaciones por lo del equipo. Eso es impresionante.

No pude evitar sonreír. —Gracias. Estaba totalmente emocionada.

Asintió. —Sabía que lo harías.

—Sí, bueno, tenía mis dudas, pero las resolví. —Me encogí de hombros, de repente no muy segura de qué decir—. Así que, um, ¿cómo has estado?

Su mirada se dirigió al resto de la mesa, quienes estaban escuchando con atención, entonces volvió a mirarme. —Bien. ¿Tú?

Me negué a pensar en lo lindo que lucía con su camiseta grande a cuadros colgando de sus jeans, con los puños enrollados, o cuánto echaba de menos estar con él. Así que puse una gran sonrisa falsa. —Acabo de entrar al equipo, así que estoy genial.

—Bien —cambió su peso y metió las manos en sus bolsillos, dirigiendo nuevamente su mirada hacia los demás—. Así que, um, veo que estás ocupada, seguiré mi camino —vaciló y me miró.

¿Qué? ¿Qué estaba esperando? —Bien, gracias por pasar por aquí.

Asintió y saludó al resto de la mesa, luego comenzó a alejarse, entonces se volvió. —Felicidades de nuevo, Trisha. Estoy verdaderamente emocionado por ti.

Entonces, antes de que pudiera contestar, se dio la vuelta y salió. La puerta apenas se había cerrado tras él cuando Sara golpeó un lado de mi cabeza con la pila de servilletas.

—¡Idio.ta! ¿Por qué sigues aquí sentada?

Le lancé las servilletas de vuelta—. ¿De qué estás hablando?

—¡justin! —Me golpeó de nuevo—. Vino aquí esta noche buscándote, ¡Y lo dejaste ir!

—¡Hey! —Me agaché mientras la servilleta regresaba en un tercer intento—. ¿Cómo iba a saber que yo estaba aquí? Estoy segura de que solo tropezó conmigo.

—¿No estabas al teléfono con él cuando llegué y te dije que íbamos a estar en Pop's? —Sara no esperó mi respuesta. Me golpeó debajo de la mesa—. ¡Se está escapando! ¡Ve tras él!

—¿Así puede rechazarme otra vez? —Alejé mi palpitante espinilla de su alcance, me enderecé y crucé mis brazos—. Olvídalo.

—¿Rechazarte? Vino aquí por ti —dijo Beth. Y miró a Kirk—. ¿Verdad?

—Eso creo —dijo Kirk—. Pero no lo invitaste a unírsenos, y dijiste que estabas excelente a pesar de que no estaba cerca. Si yo fuera él, también me largaría.

—Pero…

Beth agarró las servilletas de Sara y me golpeó la cabeza. —¡Ve tras él!

—Pero…

Ross asintió. —Creo que tienen razón. Si me gustara una chica, y tuviera tú actitud, también me iría.

Beth le sonrió. —Nunca te habría dado la reacción que Trisha le dio a justin.

Le sonrió de vuelta. —Por eso estoy aquí sentado.

Los miré, las dos personas más tímidas en el planeta. Había, de alguna manera, averiguado que se gustaban. ¿Tenían razón? ¿Debía ir? ¿Había aquí algo de lenguaje subliminal de citas chico/chica que había pasado totalmente sobre mi cabeza?

Todos se giraron y me miraron, luego gritaron al unísono. —¡Ve!

—¡Ya voy! —De repente mi corazón empezó a correr, salí de la cabina, crucé el restaurante, esquivando a los niños, salí volando a la calle. No estaba justin.

Miré a ambos lado, miré por la calle.

No estaba justin.

¡Mier.da! ¡Lo había perdido!

Entonces pensé en él, y supe dónde estaba.

Mordiendo mi labio en nerviosa anticipación, empecé a caminar por la calle hacia la heladería, luego eché a correr, para el momento en que llegué, estaba casi muerta. Patiné hasta detenerme en frente. El lugar estaba lleno de gente, y nuestra banca estaba ocupada por una mamá y tres niños.

Tenía que estar aquí. Sabía que tenía que estar.

Halé la puerta, y salté hacia atrás sorprendida cuando justin estuvo cerca de caer sobre mí, con un enorme cono cubierto de chocolate en la mano. —¡justin! —Salté otra vez mientras el helado caía de su cono hasta mi camisa.

La bola aterrizó con un sonido sordo y la tomé en mi palma mientras se deslizaba sobre mi camisa. 

Levanté la mano, con helado de chocolate goteando entre mis dedos. —¿Cómo supiste que quería un bocado? Eres tan bueno. —Sorbí un poco, y fui recompensada con una media sonrisa.

Extendió su cono sin una palabra, y puse el helado de nuevo en él, luego empecé a lamer el helado de mi mano.

Me lanzó una servilleta. —¿No te estás perdiendo tu celebración? 

Empezó a caminar por la calle.

Mis amigos tenían razón. Él estaba enojado porque no lo había invitado a unirse a nosotros—.‖Sí,‖pero… —¿Verdaderamente podría hacer esto? ¿Realmente le diría que me gustaba?

—¿Pero qué? —no me miró, pero oí el tono expectante en su voz.

Así que lo dije. —Solo pensé que sería apropiado celebrar contigo, ya que me ayudaste a obtenerlo.

Se inclinó y me miró. —¿En serio?

—En serio. —Tomé una profunda exhalación, pero me acobardé. No podría nuevamente con esa mirada en su cara, aquella donde actuaba como si tuviera rabia o algo así.

Caminamos en silencio unos minutos, y me di cuenta que íbamos en dirección a mi casa. Me dio su cono sin una palabra, y lo mordí. —Gracias.

Asintió.

Y siguió sin decir nada.

Así que…‖¿ahora qué?

De repente se detuvo y se giró hacia mí. —¿Te gustó cuando te besé?

Parpadeé. —Um…‖—¿Cuál era la respuesta correcta? ¿Qué estaba esperando?

Frunció el ceño y se alejó de inmediato. —No importa —murmuró—. Olvida lo que pregunté.

—¡No! —Corrí detrás de él, agarré su brazo, y lo hice detener—. Sí, me gustó. Me gustó mucho. Por eso no podía seguir pasando tiempo contigo, porque eso era en todo lo que podía pensar cada vez que te veía, pero tú no estabas pensando en eso, y me sentí tan incómoda y…

—Te equivocas.

Fruncí el ceño. —¿Qué?

—Que estas equivocada —me miró fijamente, sus ojos se intensificaban con las sombras de la farola—. Estaba pensado en eso. Todo el tiempo.

De repente, tuve problemas para tragar. —¿Pensabas en eso?

Asintió. —Mira, el asunto es que, me gustas mucho.

Sentí como si alguien hubiera tirado un ladrillo sobre mi cabeza. —¿De…‖verdad?

—Sin embargo, me tomó tiempo averiguarlo. Lo que yo pensaba. Lo que tú pensabas. —Sostuvo su cono—. Toma.

¿Helado? ¡No quería helado ahora! Pero lo tomé cuando prácticamente lo metió en mi mano.

Olvidé el helado cuando puso sus manos en cada lado de mi rostro y se inclinó, su mirada atenta a la mía. Sus manos estaban calientes y frotó suavemente sus pulgares contra mis mejillas, como si estuviera esperando que le dijera que se alejara. Cuando no lo hice, una pequeña sonrisa apareció en su rostro, se inclinó y me besó, este fue incluso mejor que el anterior. Más suave, más lento, y perfecto, haciendo que pequeños escalofríos corrieran por mis brazos.

Sabía a chocolate, cálido, como el chocolate derretido.

Rompió el beso y se alejó un poco. —Así que, esta es una prueba.

Parpadeé, tratando de recordar mi nombre y de cómo respirar. —¿Qué?

—Tenía que ver que mi teoría seguía en pie. Ya sabes, que un chico y una chica se pueden besar en los labios y seguir siendo sólo amigos.

—¿Qué? —Di un paso atrás, agarrando su helado—. ¿Estamos de vuelta con eso? ¿Estás bromeando?

Tomó mi mano antes de que pudiera alejarme de su alcance. —Y la conclusión es que quizás las personas se pueden besar y hacer que no signifique nada, pero nosotros no podemos.

Dejé de tratar de alejarme. —¿Qué estás diciendo? —Tenía que estar segura.

—Estoy diciendo…‖—tiró suavemente de mi mano y dejé que me acercara—. Estoy diciendo que me gustas. Me gustas, gustas.

—¿Estás seguro? Quiero decir, estabas asustado el día en el campo de fútbol.

—Bueno, la cosa es que, te extrañé esta semana. Me había acostumbrado a estar contigo y cuando no pude hacerlo mas…‖eso me desanimó‖—tiró de mi cola de caballo, y esta vez eso no me hizo pensar que solo éramos amigos. Me hizo pensar que le gustaba, y a mí me gustaba estar con él. 

—¿Así que?

Se quejó. —No seas tan dura, Trisha. No suelo decirles a las chicas que me gustan, ¿sabes? ¿Estás o no adentro?

Reí, incapaz de mantenerlo dentro por más tiempo. —justin, eres un total idio.ta si no puedes darte cuenta de que también me gustas.

—¿De verdad? —Mantuvo una enorme sonrisa en su rostro.

—Lo juro.

Deslizó sus manos alrededor de mi cintura y me puso contra él, lanzando el cono de helado sobre su hombro.

Éste aterrizó con un sordo sonido sobre la acera. —Así que, ¿eso significa que tengo una novia en el equipo universitario?

Me reí como una chica y enredé mis manos detrás de su cuello. —Sí, supongo que sí.

—Genial —inclinó su cabeza, y me puse de puntillas y nos encontramos a mitad de camino.

Y fue perfecto.

Datos del libro:

The boyfriend game, Stephie Davis.

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