Lo que la fama se llevó -Rube...

By MarianasFeelings

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Cuando te dicen que la fama es difícil de llevar, cuesta creerlo. Dinero, gente que te admira, te alaban, te... More

Prólogo
Prefacio.
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By MarianasFeelings

Cuando estuve apoyado contra la pared de mi habitación, mi corazón aún bombeaba adrenalina.
Había subido las escaleras con una velocidad que me había secado la transpiración de la frente, mientras intentaba no volver mi mirada hacia atrás. Mis pulmones inflándose a bocanadas y yo aún podía ver la sonrisa de Mangel a través de la oscuridad. Esperanza, felicidad, desesperación, miedo, incluso podía llegar a estar algo enojado por la doble personalidad de Mangel parecía tener. ¿Pero cómo podía estar fijandome en eso, cuando relativamente mi plan había funcionado?

Flipaba. Así de simple.

Apenas cruzar la puerta, quise tirarme al suelo para revolverme de felicidad, pero mis piernas quedaron firmes cuando Scooter se aclaró la garganta, atrayendo mi atención. No estaba sentado en mi sillón pero Jannies estaba cómodamente sentada en uno de los apoyabrazos, levantando ambas palmas de sus manos hacia el frente, enseñándolas. Diciendo "Yo no fui".

-¿Te das cuenta porqué te debo vigilar constantemente? -Cogió su móvil del bolsillo y tecleó rápidamente una respuesta, a quien supongo que era, el jefe del equipo de seguridad. Habrá sido algo como "Ya está aquí" o "Detengan la búsqueda".

-¿Qué haces aquí? -Por un momento creí que mi voz reflejaba mi miedo. Temía haber sido visto por alguno de los topos de la prensa, aquellos que preferían ganarse un sueldo más digno, traicionando a sus jefes y ayudando a Scooter a tenerme controlado. Para mi sorpresa, mi voz salió lo suficientemente clara como para no dar indicios de una borrachera. Él seguía observando su móvil, supuse que borrando correos.

-Venía a decirte que mañana por la mañana, o bueno, hoy debemos ir a hacer unas compras. La última vez que salí con el equipo a comprar el material para tu sketch, hiciste un escándalo tremendo. Asique esta vez te tocará a ti elegir la indumentaria a tu gusto.

-¡Coño, el sketch!

-Por supuesto, supuse que se te olvidó hacer tu "tarea". Por eso llamé a Oliver y le dije que se reuniera con nosotros en el Mall del centro.

-¿Oliver, mi Oliver?

-No, Rubén. Oliver el guionista. Ya tenemos experiencia con él. Hace un trabajo excelente y tiene una paciencia inhumana. -Apagó su móvil y me miró con desinterés, acostumbrado a mi mal comportamiento. -Además el Sr.Heldens está en Suiza, su luna de miel se alargó, su representante me dijo algo sobre alquilar unas cabañas que le fascinaron a Julia. Creí que ustedes se contaban todo.

-Tiró su móvil por la ventana. -Jannies se regocijaba de mi mirada asesina, no planeaba decírselo a Scooter hasta comprarme uno nuevo. -Sintió que se recalentaba y entró en pánico.

-¿Otra vez?¿Qué te he dicho de usarlo mientras está enchufado? Mira, da igual. Al menos ya estás aquí, así que más te vale dormir porque mandaré a Mario a buscarte. Tienes que estar listo.

-¿Podemos también ir a ver unas tiendas de ropa? Y debo comprarme el nuevo móvil. -Eran esas cosas las que me hacían sentir un niño frente a él. La necesidad de tener que pedirle permiso para ese tipo de cosas porque tenía el remordimiento de los caprichos que me daba sin que él se diera cuenta. Scooter suspiró, volvió a sacar el móvil revisando no se qué y luego volvió a mi.

-Vale, pero debes llevar pensado por lo menos la idea base del sketch para que Oliver pueda trabajar.

-¡Trato!

-¿Puedo ir con ustedes? -Jennifer se había sujetado el cabello en una perfecta cola de caballo que dejaba ver su largo y delgado cuello. La hacía parecer más alta. Scooter rezongó. -¡Oh vamos, Scootie! Hace semanas que tengo unas ganas tremendas de comprarme lo nuevo de Madness Clothing.

-Creo que lo podríamos hacer en otra ocasión Jenn. Lo siento. -Sus ojitos brillosos desaparecieron y apretó las manos en puños.

-Siempre dices eso y luego nunca pasa nada.

-No voy a discutir esto ahora.

-¡Bien, entonces no discutas una mierda! -Y se fue, representando perfectamente a una niña malcriada. Nos influenciaba tanto el poder que Scooter tenía sobre nosotros que inevitablemente lo veíamos como a un padre. El cual sabíamos que nos consentiría todos los caprichos si eramos niños buenos, lo cual eramos poco y nada. Estando siempre cuidándonos del qué hacer y el qué decir, poco tiempo teníamos para relajarnos o siquiera ver a nuestras familias, por eso, siempre que podíamos escaparnos o salirnos con la nuestra, probábamos. La mayoría de las veces nos atrapaban, era lo que tenía que te quisieran filmar hasta haciendo zurullos.

El padrino era un recuerdo tan lejano en esos momentos que había cometido la falta de no llamarle ni una vez a la semana, durante varios meses, siendo así como había perdido contacto con él. Mamá decía que se había ido a vivir a otro lado, muy lejos en el campo. Cansado de los que querían hacerle entrevistas por cada escándalo que ocurría, pidiendo información u opinión. Imaginaba que era frustrante para un padre que le hablaran de un "hijo" que ni siquiera se preocupaba por él, que ni siquiera hacía un esfuerzo por contactarle, que básicamente se había olvidado de él.

Tal vez eso podía haber pasado también con mi madre, si no hubiera sido porque era muy pesada y tenía a Scooter en el número 1 como llamada rápida, por si acaso la tele mostraba mi rostro y una primicia lo suficientemente descabellada como para preocuparse. De todas maneras, agradecía su esfuerzo, nunca te puedes quejar de un buen abrazo y un "Todo estará bien, cariño." que proviene de mamá.

Mi representante se frotó el puente de la nariz y ni se molestó en decir Buenas Noches cuando cruzó la puerta de salida. Simplemente dejando en el aire la frase:

"CocaCola quiere una publicidad tallada de pies a cabeza por ElRubius, piénsalo."

La sequedad de mi cerebro estaba por encima del límite, asique hice un amago con la mano y me dormí en el sofá.

-~~~-

Una pastilla pasando por la garganta, el agua helada, Jennifer convenciendo a Scooter...

Y lográndolo.

-Mario te escoltara a donde sea que vayas. Escúchame atentamente, Jen. Si llego a escuchar una sola queja sobre ti, o me dicen que estás llamando la atención, te subes a la camioneta y te quedas allí con él. ¿Entendido? -Ella asintió, provocando que su flequillo rebote. Una sonrisa impecable. La fama y el dinero podían ofrecer tantas cosas, pero te quitaba lo importante. Sinceridad, humildad... Reemplazándolas por tu lado más egoísta y ambicioso, aquel que creías no tener pero que estaba bien escondido en el centro de tu ser, para luego ser tapando con una máscara de hipocresía pura que sólo veían los que no te conocían. -¿Qué comprarás?

-Todo lo que me falta. No estoy para nada a la moda y el maquillaje ya se me esta acabando.

-Ni con 100 kilos de maquillaje te podrás quitar la cara de besugo que llevas. -Le comenté, pero se limitó a enseñarme el dedo de enmedio.

-Vamos, niños. El tiempo pasa y las calles se llenan de más y más gente. Nos tenemos que apurar.

Naturalmente Jenn y yo íbamos en camionetas separadas pero Scooter me habló sobre algo de mantener la imagen que habíamos vendido y que hace mucho que los medios no me veían con ella.Mejor prevenir que lamentar, así que tuve que aguantarla.

Estábamos envueltos en una sinfonía de agudos femeninos histéricos cuando llegamos al Corte Inglés, nuestra primera opción. El sketch iba a estar basado en la absurda y lujosa vida que un gordo semi-pelado y sudoroso podía llegar a tener simplemente siendo repartidor de pizzas, y se iba a llamar Papadopoulos y tal vez todo eso se iba a dar por la tan buena suerte que le brindaba el karma al permitirle encontrar un boleto de lotería ganador en la entrada de una de las casas a las que había ido a dejar un pedido. Su diminuto cerebro lo transportaba a un universo paralelo de barcos y putas, y se paseaba orgulloso con su enorme panza al aire revuelta en bellos pelirrojos. Pero claro, su suerte no era tan buena y ese boleto sólo le había brindado fantasías sin cumplir porque "Oh, Capitán. Mi querido Capitán." el karma no existe y el boleto era falso. Entonces con un llanto descontrolado y los huevos bien puestos decide suicidarse.

Volamos tan alto, sin percatarnos del suelo que se aparta de la planta de nuestros pies. Una ráfaga de viento nos tumba y la desgracia nos hace compañía mientras vamos cayendo en la realidad.

Pero claro, "el público se ha vuelto sensible", "ahora tenemos pautas de trabajo", "eso no es políticamente correcto". Y sinceramente me daba igual pero eran las marcas las que me daban de comer desde que los niños que me veían habían "madurado" y decidido que ElRubius sólo era parte de una infancia vergonzosa y "rata". Todavía me preguntaba en qué momento había dejado de hacer vídeos como Rubén. No recordaba la última vez que había llorado frente a la cámara para luego borrar el vídeo, porque claro, sino la gente iba a pensar que me estaba haciendo la víctima, que sólo quería seguir manipulando a las personas. Ahí fue entonces cuando Yo y ElRubius, que alguna vez habían sido líneas perpendiculares perfectamente alineadas, pasaron a ser líneas paralelas, infinitas e intocables.

ElRubius sonreía y era estúpido, despreocupado, gracioso, random. Un tipo asombroso, con una vida perfecta que sabía conectar con los más jóvenes repitiendo una y otra vez, en cada vídeo, un saludo repetitivo y desesperante.

Luego quedaba yo. Un tipo de 27, caprichoso, derrotado, irritante y nostálgico. Porque como seres humanos tendemos a pensar que un tiempo pasado siempre fue mejor, sin valorar su presente. Lo cual no se aplicaba a mi porque mi pasado SI era mejor que mi presente.

Oliver descartó la idea de Papadopoulos y en cambio tuvo una "brillante y original" que ni me molesté en escuchar, pero que aseguraba que era muy aburrida.

Era absurdo pensar que cualquier cosa que yo dijera, podía influenciar drásticamente en la juventud, y que era esa la perfecta razón por la que Scooter no me dejaba responder preguntas sin su administración ni habiendo pensado un guión previamente.

Afortunados y dichosos aquellos que tenían una entrevista conmigo.

Scotter no arrastraba a Jennifer fuera del Corte Inglés simplemente porque había un quisquilloso paparazzi que se le había escapado de la vista a Mario y no lo podían localizar, estando espiando sigilosamente entre los percheros que nos rodeaban. Mientras esperábamos a que se decidiera por un bolso negro u otro exactamente igual en rojo, me observé las uñas detenidamente, recordando la manera en la que le arrugué la sudadera a Mangel al abrazarlo. Recordando que hasta hacía unas horas yo estaba rodeándolo entre mis brazos, escuchando su voz y viéndolo a los ojos luego de tantísimo tiempo.

Oliver intentaba convencerme nuevamente sobre la idea del sketch, fue entonces cuando me percaté de una marca rojiza en mi brazo izquierdo. Ni muy abajo para ser de una atadura, ni muy arriba para ser anormal. Era una franja perfecta, ancha, que no alcanzaba a completarse ya que existía una separación entre las puntas redondeadas. ¿En qué momento...?

-Nos vamos, Rubén. ¿Ya pensaste en algo?

-Creo que voy a tomar la propuesta que nos brindó SonyPictures.

-¿La promo de Diminutos?

-Creo que será mejor que la absurda idea del... de lo que sea que dijo Oliver. -Seguíamos los pasos de mi guardaespaldas. Jennies por atrás nuestro, tarareando lo nuevo de Ylenia. -¿Has visto esa película donde un chaval se encoje tanto que tiene el mismo tamaño que las hormigas? Era malísima. Pero podríamos tomar algo de allí.

-¿Hormigas? ¡Qué asco! -Jannies y sus comentarios innecesarios. -Pero al meenos así estarás entre bichos como tú.

-Cállate un mes, pesada.

-Rarito.

-No discutan en zonas públicas, por décima vez, se los repito. -Mario estaba pagando lo que compramos, para que la cajera no tuviera un ataque de histeria al vernos a nosotros, estaba recogiendo las bolsas cuando entonces se giró hacia Scooter.

-Señor.

-¿Qué sucede?¿Los han escuchado?

-Hay paparazzis entrando al edificio en la planta baja, algunos ya están en los ascensores.

-¿Te avisaron por la... cucaracha? -Aún me hacía gracia esa expresión. Jennifer hizo una mueca de asco y rodó los ojos.

-Dile a Carlos que se acerque unos metros más a nuestra área, sólo por si acaso. Y los demás que suban hasta nuestra planta. -Se frotó la nuca y observó su reloj de muñeca. Estaba frustrado y Oliver seguía revoloteando a su alrededor, exigiendo que tomaramos su idea. Si seguía teniendo esa actitud, probablemente Scoot lo iba a despedir. Asique me quedé callado y seguí observando la marca en mi brazo, deduciendo dónde y cuándo me la podía haber hecho. Para luego simplemente no darle importancia.

Salimos por la puerta de emergencia que tenía el edificio y amablemente pose para la foto que me pidió el chaval que nos ayudó a salir de allí. Ya no hacía ese tipo de cosas, no las extrañaba pero sabía que cualquiera de mis seguidores daría lo que fuera por una, y yo no me negaba a hacerlas, era un gusto, por supuesto. Ellos eran la puerta de mi vida "perfecta", fueron la escalera que me transportó a lo imposible. ¿Cómo no iba a estar con ellos y al menos agradecerles su tiempo? Pero habían ocasionado una gran cantidad de accidentes, llegando al punto de la violencia. Por lo que Scooter y los demás procuraban evitar esas situaciones.

Una vez más escapaba de mis fans, intentando convencerme de que era lo mejor para todos, que era mejor prevenir que lamentar. No nos costaba nada hacer más eventos, visitar ciudades, hacer shows. Nada de eso era un problema. Lo fue cuando me encontré solo y triste en un enorme departamento, sin nadie que me pudiera tender una mano con una sonrisa sincera y sin dobles intenciones. Fue difícil salir de mi zona de confort cuando no había verdaderas razones para hacerlo, porque la única que me había quedado desapareció en el momento menos oportuno y yo carecía de autoestima como para demostrar una felicidad que no poseía.

Ellos, que fueron los que menos me fallaron a lo largo de mi "carrera", no merecían verme así, y aún menos sonrisas falsas, abrazos fríos, palabras cargadas de mentiras y unos ojos apagados. Mis fans. Una palabra tan corta pero tan significativa, aún me costaba pensar que un niñato de 16 años que había estado rodeado de desesperanza, había conseguido cumplir sus metas gracias a más de 20 millones de personas que lo único que habían hecho era quererlo tal cual era.

Los gritos se oían hasta la otra calle, por la que nosotros de manera cautelosa nos dirigimos hasta otro shopping. Y yo miré por la ventana, sin vergüenza alguna gracias a los vidrios polarizados, la manera en la que la seguridad intentaba que la gente entrara ordenadamente al edificio.

.. .. ..

-¿Necesita algo más, señor? -La empleada se hizo escuchar a través de la tela que nos separaba, yo metido en el probador. -Si quiere le consigo el mismo en negro, también está disponible en marrón tronco. -¿A quién se le podía ocurrir ese tipo de nombres? Gracias a Yisus que ninguna marca de ropa me había ofrecido sacar mi propia línea porque si la gente tenía tanta libertad para elegir cómo nombrar sus colores, se me ocurrían unos perfectos títulos como "negro cipote", "rosa putin", "blanco teta", y un sin fín de marrones con nombres desagradables.

-Estoy bien así, gracias. -Luchaba contra un chupín azul Tiffany de muy mal gusto, Jannies lo había elegido, y no podía renegar con gente alrededor asi que por puro aburrimiento decidí probarlo igual. La cinturilla me apretaba la caderas haciendo que mis pequeños flotadores se vieran sin disimulo alguno, mis piernas eran sujetadas por esa tela asfixiante. Un auténtico pollo me miraba desde el espejo y no podía tenerme más asco. Me lo saqué a duras penas mientras la chica que asignaron para ayudarme seguía hablando sola por detrás mía. Necesitaba hacer ejercicio de alguna manera, pero estando en el hotel o sentado en cualquier sitio no ayudaba nada. Y definitivamente estaba perdiendo la línea. -En serio, puedo sólo.

-Puedo llamar a su representante si quiere.

-No será necesario.

-¿Ya se ha probado la camisa? -Debía darle algo de trabajo para que se sintiera útil y se alejara de una buena vez, asique estiré mi brazo por fuera de la cortina entregando el endemoniado jean. -Oh ¿Cómo le ha quedado?

-¡Quémalo! Hazle lo que quieras, ¡pero aléjalo de mi!

-¿Pero qué dice? -Estuvo por decir algo más, pero su voz se cortó antes de comenzar otra frase, algo la había dejado atontada. Agité mi extremidad esperando a que cogiera la prenda, sentí las gélidas yemas de sus dedos deslizándose por mi antebrazo, rápidamente las quitó y continuó hablando extrañamente distante. -Ya vuelvo, no tardo. -Arrancó el pantalón de mi mano, supuse que fue porque estaba apurada, y escuché como sus pasos se alejaban.

Recurrí a seguir probandome las camisetas y sudaderas que habíamos elegido entre todos. Entre el montón de matices entre negro y el gris se podía ver el pantalón caqui que Scooter me había tirado por encima de la cortina del probador.

"Tendrás una entrega de premios. No te quiero ver de jeans."

Me hacía sentir un señor. Y creedme que no hay peor sensación que sentir que te estas haciendo viejo y realmente estar haciéndolo. Los 30 tampoco eran tan malos. Pero odiaba que me recordaran que a pesar de seguir haciendo entretenimiento, me debía convertir en un adulto.

Era irónico saber que Borja llevaba con orgullo por cumplir sus 32 porque el equipo de seguridad estaba compuesto por hombres de 40 y pocos, mientras que Samuel aún no conseguía asimilar sus 28, aún cuando Guillermo le decía que no estaba tan viejo como creía estarlo.

Me coloqué unos jeans negros con una camiseta de tirantes de Pull&Bear. Luego los de color caqui con una camisa blanca. Cuestioné en silencio si ponerme los zapatos que promocionaba Adidas o simplemente usar las que usaba todo el tiempo, cuando no debía hacer publicidad.

Escuché a lo lejos el grito de la empleada, y así, en calzoncillos y el pantalón a medio sacar, salí afuera. Mario la sujetaba por los hombros y ella se disculpaba reiteradas veces, casi de manera desesperada.

-¡Lo siento, lo siento! No creí que ella le diría a alguien ¡Oh Dios, suéltame!¡Por favor!

-¡¿Quién es?! Dime para quién trabajas.

-¡Coño! Suéltala, cojones. ¡Te pueden ver! -Puse mis brazos entre sus cuerpos pero mis piernas me traicionaron, haciéndome caer de rodillas. Unos lindos moretones me saldrían con el tiempo.

-¡Vístete, joder!¿Qué ha pasado? -Scooter avanzaba hasta nosotros con paso acelerado. -¡¿Has visto tú lo que dicen en Twitter?!

-¡Lo siento, Sr.Rubius!¡Dígale que me suelte!

-¡Mario, déjala! Hay que irnos. Tienes que escoltar a Jannies, la he perdido de vista.

-¡Yo la he visto! Pero... -La chica fue acallada por la histeria de mi representante.

-¿Hace cuánto fue eso?

-Cuando fui a buscarle otros vaqueros a Rubius, se fue por el ascensor y creo que fue hasta la planta de estacionamiento.

-Mario, te vas para allá y me avisas si está en la camioneta. Dile a Adrián que suba.

Parecía un episodio de alguna serie chunga en la que se protegía a un presidente con amenaza de muerte ¿Por qué tanto escándalo? Con el tiempo me había acostumbrado pero en verdad que no era normal la exageración que le ponía Scooter a esas cosas. Sabía que el jefe de su jefe tenía la mano dura, que intentaba que todos sus "artistas" tuvieran una reputación impecable e intentaba explotar cada mínima gota del talento que podía tener cada uno. Pero yo, un youtuber relativamente inexperto, siendo llevado por las narices en todo momento por esa inexperiencia, además de lo joven que era el fandom ¿Qué podían sacar de mí?

Una chica avisó que estaba en el mall más grande de Madrid, si. Pero ¿qué tan malo podía ser eso?

No había escupido, insultado ni golpeado a nadie, los rumores en Twitter se difunden rápidamente pero eso no significaba que fueran ciertos ¿Cuántas veces les había tenido que repetir eso y aún así no lo podían entender? Pero aún así mi "jefe", el jefe de mi jefe, y el jefe de él incluído, tenían esa manía histérica de querer tener todo controlado en todo momento. Llegado al punto de contactar con los más "feimus" del fandom para tener un control interno de la masa. Uno por cada país.

Una locura.

A manotazos retiré ropa de los percheros, identificando ciegamente el talle y Adrián llevó las prendas a la caja. Ya nos vería luego en el hotel con todas las cosas. Scooter insistía en ir por las escaleras, y de nuevo me vi sumido en una concentración masiva por no caerme de cabeza, rodar por los escalones y ofrecerle a los paparazzis unas fotos patéticas del Señor ElRubiusOMG.

El móvil ya lo compraría por internet.

La empleada venía con nosotros, extrañamente no se resignó y pude entender que era el miedo y la emoción de estar incluída en una operación de escape. Supuse que le harían varias preguntas y dependiendo de lo que vio o escuchó, firmaría algún contrato. Ya me parecía hasta absurdo que quisieran poseer semejante control sobre las personas.

Llegamos a la planta del estacionamiento, Jannies esperaba apoyada en la parte trasera de la camioneta, con cara de muerta. Me miraba peor que otras veces y supe que era por haberle arruinado su tarde compras. Pero no tenía derecho a reprocharme nada, la perra seguramente se había comprado más mierda que yo, asique le saqué la lengua a lo lejos, mientras nos acercabamos.

Scooter, Mario y la empleada comenzaron a hablar al mismo tiempo. Súplicas, preguntas, ceños fruncidos, brazos cruzados y Jannies elevado la ceja mientras evaluaba el panorama.

-Aún no sabes que pasa ¿verdad?

-¿Por qué hacen tanto escándalo? No hace falta volver al hotel, muy lejos de aquí hay otro Corte Inglés.

-No se trata de los fans, Rubén. -Estaba muy seria. Algo le sucedía, habría estado bastante tiempo pensando y se me vino a la mente el momento en el que Scooter mencionó Twitter. -¿Qué se ha difundido?¿Otra supuesta infidelidad? Hay demasiados chicos que se parecen a mí en el mundo. Qué gente tonta.

-Tampoco es eso. -Sacó su móvil, pensé que ya no me dirigiría la palabra producto de su enojo, pero movió su brazo para casi estamparme la pantalla de su celular en la cara. -Es sobre esta foto.

Al principio, no distinguí una mierda lo que era la foto. Sabía que era un brazo, y que la mano en la que finalizaba la extremidad, sostenía un jean bastante feo. Un color demasiado vivo para mi alma.

Azul Tiffany.

Y por ahí, si fijabas mucho la vista y se prestaba atención a los bordes de la foto, se podía ver que la cortina que tapaba gran parte del brazo, dejaba una pequeña abertura por la que se podía ver lo que parecía un probador de ropa. Y había un espejo en el lado contrario de la cámara. Y ahí estaba yo, mi perfil estaba reflejado en el espejo y una pequeña parte de la empleada también estaba ahí. Había sido tan rápida que no me había dado cuenta.

Después de analizar todo eso, fruncí el ceño, todavía no entendía porqué era importante. ¿Era porque estaba en calzoncillos? Eran negros y estaban un poco sueltos, no era la primera vez que el fandom y la prensa me veía en calzoncillos. ¿Entonces?

Hay ciertas cosas en la vida, que decides no prestarles atención por el simple hecho de que ¿A quién le va importar?¿Qué tan grave es? Pero entonces, por alguna maldición, mal karma, mala suerte, resulta que esas cosas, por pequeñísimas que sean, terminan siéndolo.Tal vez para una persona que no estaba en mi posición, no hubiera sido tan grave error no considerar esa pequeña cosa que a mí se me había olvidado. Pero para mí, que sí vivía lo que tenía que vivir (con cámaras hasta el culo y guardaespaldas hasta en las orejas) representaba una catástrofe.

La marca en mi brazo. No era tan insignificante como creí que lo era. No era una simple franja con extremos redondeados, no estaba muy abajo ni muy arriba. Pero todo eso no importaba. El hecho era que, esa marca, era de una mano. No era de Scooter, ni de Mario, o Adrián, y aún menos de Elízabeth o Jennifer.

Mangel me había hecho esa marca.

-Rubén. ¿Por qué no nos dijiste de esto?

-Yo no... No creí que...

-¡Claro que debiste! -A Mario se le hinchaba la vena del cuello. No sólo yo le tenía un gran respeto a Scooter, Mario lo tenía aún más y procuraba no causarle problemas. En ese momento el problema de Scooter era yo, y me estaba por llevar una buena reprimenda. -¡Imagina lo que estarán suponiendo!¡Pueden pensar que los de seguridad te maltratan!¿Sabes que lo que eso significa?

-Mario, tranquilízate. No queremos eso se termine convirtiendo en realidad ¿Verdad? Esa marca debía ser tapada con maquillaje ¿Dónde te la has hecho?¿Quién fue? -Abrí la boca, intentando emitir al menos un sonido, pero nada salía. ¿Qué podía decir? Me parecía evidente que Scooter no se acordaría ni del culo de Mangel. En cuanto se lo nombrara haría que lo buscaran y lo que menos quería en ese momento era que se volviera a alejar de mi por otro escándalo; uno en el que podía estar directamente involucrado.

-Eso ahora no importa. -Jenn interrumpió, sorpresivamente. -Debemos irnos antes de que alguna loca se meta en el estacionamiento. ¡No quiero que me saquen fotos!¡Volvamos al hotel!

-Tampoco hace falta que te pongas así, tía. -Me fulminó con la mirada. ¿Acaso me estaba haciendo algún favor? El desprecio era palpable.

-Mario, tiene razón. Vámonos. Dile a Adrián que le informe al resto que se disperse.

-De acuerdo, Señor.

-Y tú. -Me miró, sus ojos desprendían fuego. -Te quedas aquí. Esperando al refuerzo.

-¡¿Qué dices?!

-Me voy a llevar a Jannies y si me llego a enterar que sacaste un sólo pie del edificio solo, sin la seguridad, te caerá gorda. Esto no se puede volver a repetir ¿Has entendido? Ibas como si nada, sin preocuparte porque alguien te viera esa cosa ¿En qué pensabas? -Por lo menos no había seguido preguntando por el autor de la marca. -Y que conste, que el sermón no te lo daré yo.

Me lo daría el mismísimo diablo.

-¿O sea que me dejaréis solo?¿Aquí?¿Esperando?

-Es lo menos que puedes hacer por ser un descuidado.

-¿Y quién se supone que vendrá? ¡Que me pueden ver! -Mis últimas palabras no tuvieron la importancia que creí. Se subieron a la camioneta, Jannies ni se molestó en despedirse, Mario arrancó y el vehículo se fue alejando mientras podía imaginar cómo Scooter hacía llamados para arreglar mi mierda.

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